viernes, agosto 29, 2008

 
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De nuevo en la carretera

Pásalo al son de la

música enternecedora,

en el círculo sobre la florida alfombra,

donde dulces gotas de rocío refrescan el suelo,

y bañan deliciosamente mis miembros

con su fresca y suave fragancia.

A solas conmigo en el verde del jardín

una joven hechiza la escena:

su sonrisa irradia un brillo refulgente,

olvido la vergüenza, pues nadie puede vernos,

y exclamo: "¡Wa Alá, seamos felices!'~

ALI TARIQ*A LA SOMBRA DE UN GRANADO 101

El Rey Niebla entró en la piazza, refrenó su semental y comenzó a desplegar su turbante blanco. Tenía los borceguíes húmedos, y también su caballería; su capa estaba tachonada con los débiles, miopes rubíes de las lámparas encendidas. Vestía así porque no tenía la menor idea del siglo en que se encontraba, por no decir del año. Pero, siendo niebla, ¿cómo podría?


 


 

Permitid que me repita: El agua es igual al tiempo y proporciona a la belleza su doble. Constituidos en parte por agua, servimos a la belleza del mismo modo. Al rozar el agua, esta ciudad mejora la apariencia del tiempo, embellece al futuro. Ése es el papel de esta ciudad en el universo. Porque la ciudad es estática, mientras que nosotros nos movemos. La lágrima es prueba de ello. Porque nosotros partimos y la belleza queda. Porque nosotros vamos hacia el futuro, en tanto que la belleza es eterno presente. La lágrima es un intento de permanecer, de rezagarse, de fundirse con la ciudad. Pero eso va contra las reglas. La lágrima es una reversión, un tributo del futuro al pasado. O es el resultado de sustraer lo mayor a lo menor: la belleza al hombre. Lo mismo vale para el amor, porque nuestro amor, también, es más grande que nosotros.

BRODSKY,JOSEPH-MARCA DE AGUA 101

Recordó un libro que había leído, en el que

un hombre se perdía en el desierto y, como llevaba

varios días sin comer ni beber nada, imaginaba que

veía fabulosos restaurantes y enormes fuentes, pero

cuando intentaba comer o beber en ellos éstos desaparecían

y sólo encontraba puñados de arena. Se

preguntó si sería aquello lo que le estaba pasando a

él.

Pero mientras lo pensaba, sus piernas, que no paraban

de moverse, lo iban acercando más y más a

aquel punto, que entretanto se había convertido en

una manchita y empezaba a dar muestras de convertirse

en un borrón. Y poco después el borrón se convirtió

en una figura. Y entonces, a medida que Bruno

se acercaba más, vio que aquella cosa no era ni un

punto ni una manchita ni un borrón ni una figura,

sino una persona.

Y que aquella persona era un niño.

Bruno había leído suficientes libros de

JOHN BOYNE-EL NIÑO CON EL PIJAMA A RAYAS 101

Lilata rutilantium.

Turma circumdet

Iubilantium te virginum.

El nimbo gris del sacerdote en el nicho en

que se viste discretamente. No quiero dormir

aquí esta noche. A casa tampoco puedo ir.

Una voz dulzona y prolongada lo llamó

desde el mar. Al doblar la curva agitó su mano.

Volvió a llamar. Una bruñida y morena cabeza,

la de una foca, allá lejos en el agua, redonda.

Usurpador.

JAMES JOYCE-ULISES 101


 

los

surrealistas, superando el canibalismo de la

carne, han pasado al de los huesos hasta acabar

devorando los objetos y los seres–objetos?

Sólo quiero decir que, para mí, el modelo

únicamente podría existir en tanto que metáfora

intestinal. No sólo el modelo, sino que

hasta la misma objetividad ha sido comida.

Por lo tanto sólo puedo pintar a partir de determinados

sistemas de delirio de la digestión.

»Por lo que se refiere a la espontaneidad, diré

que también es una mano de cerdo, pero

una mano de cerdo al revés, es decir, una langosta,

que, como todo el mundo sabe, presenta,

al contrario de la mano de cerdo, un

esqueleto externo, mientras que la carne superfina

y delicada, es decir, el delirio, ocupa

el interior, lo que significa —para decirlo de

un tirón y sin eufemismos— que, para la espontaneidad,

el caparazón de la objetividad

ofrece una resistencia al delirio blando de la

carne.

SALVADOR DALI-LOS CORNUDOS DEL VIEJO ARTE

101

¿por qué hay tantos prepucios de Jesús? La monografía escrita por el exdominico A.V. Müller titulada El sagrado prepucio de Cristo (1907) anota, al menos, trece lugares que se vanaglorian de poseer el «auténtico» prepucio divino: el Lateranense y los de Charroux (junto a Poitiers), Amberes, París, Brujas, Bolonia, Besançon, Nancy, Metz. Le Puy, Conques, Hildesheim, Cálcala, y «probablemente algunos otros». El precioso bien llegó a Roma de la mano de Carlomagno, a quien se lo había facilitado un ángel.

Con el tiempo, se desarrolló un culto prepucial en toda la regla. En 1427 se fundó una Hermandad del Santo Prepucio. Muchas personas, y en especial las embarazadas, peregrinaban para visitar el pellejo conservado en Charroux, al que se atribuyó un efecto benéfico sobre la marcha del embarazo en la época de Pierre Bayie, en la de Voltaire y en la de Goethe. La pieza conservada en Amberes tenía sus propios capellanes. Cada semana se celebraba allí una misa mayor en honor del santo prepucio, y una vez al año lo llevaban «en triunfo» por las calles. Aunque era pequeño e invisible, los favores que concedía debían de ser grandes... (20).

El prepucio de Jesús como anillo de compromiso

El jesuita Salmerón exalta sugestivamente la advocación del prepucio de Jesús como anillo de compromiso para sus esposas. «En el misterio de la circuncisión, Jesús envía a sus esposas (como una doncella tenida por santa ha dejado escrito) el anillo de carne de su preciosísimo prepucio. No es duro; enrojecido con sardónice, lleva la leyenda 'por la sangre derramada'. También lleva otra inscripción que recuerda el amor, es decir, el nombre de Jesús. El fabricante de este anillo es el Espíritu Santo, su taller es el purísimo útero de María (...) El anillo es blando y si lo pones en el dedo de tu corazón, transformará ese corazón de piedra en un corazón (de carne) compasivo (...) El anillo es resplandeciente y rojo porque nos vuelve capaces de derramar nuestra sangre y de resistir al pecado, y porque nos convierte en seres puros y piadosos».

KARLHEINZ DESCHNER-HISTORIA SEXUAL DEL CRISTIANISMO 101

Sonó un bocinazo en la calle.

—Parece que tu amigo se ha escapado de esos lavabos —masculló Ignatius—. Es muy propio suyo andar rondando por una estación de autobuses. Seguro que le gusta ver las salidas y llegadas de esas monstruosidades «panorámicas». En su visión del mundo, los autobuses deben estar sin duda afectados de un signo positivo. Eso demuestra lo subnormal que es.

—Volveré pronto, cariño —dijo la señora Reilly, cerrando la minúscula puerta de entrada de la casa.

—¡Lo más probable es que me maltrate algún intruso! —gritó Ignatius.

Tras esto, echó el cerrojo a la puerta de su habitación, cogió un tintero vacío y abrió las persianas de la ventana. Asomó la cabeza y miró por el callejón hacia donde se veía, perfilado en la oscuridad, en la esquina, el pequeño Rambler blanco. Lanzó con todas sus fuerzas el tintero y lo oyó golpear el techo del coche con efectos sonoros superiores a los que había previsto.

—¡Oh! —oyó gritar a Santa Battaglia, mientras cerraba furtivamente las persianas. Rebosando malévola satisfacción, abrió de nuevo su cuaderno y cogió el lápiz de Numismática Venus.

Querido lector:

Un gran escritor es el amigo y benefactor de sus lectores.

Macaulay

Ha concluido ya, lector amable, otra jornada laboral. Como ya expliqué, he logrado extender una especie de pátina sobre las turbulencias y delirios de nuestra oficina. Poco a poco, se han eliminado todas las actividades no esenciales. De momento, estoy decorando diligentemente nuestra bulliciosa colmena de abejas burocráticas (tres). La analogía de las tres abejas me trae a la memoria tres A que describen muy adecuadamente mis actividades como trabajador administrativo: alejamiento, ahorro, armonía

KENNEDY TOOLE-LA CONJURA DE LOS NECIOS 101

Tenía que pensar con claridad y rapidez. En primer lugar, había observado lo que el propio Rossi había denunciado. Alguien ajeno a la amenaza inmediata que acechaba a Rossi (en este caso un bibliotecario sucio de aspecto excéntrico) había sido mordido en el cuello. Supongamos, me dije, y casi me reí de la ridiculez de lo que empezaba a creer, supongamos que un vampiro mordió a nuestro bibliotecario, y hace muy poco. Rossi había desaparecido de su despacho (con derramamiento de sangre, me recordé) tan sólo dos noches antes. Daba la impresión de que Drácula, si andaba suelto, tenía predilección no sólo por lo mejor del mundo académico (me acordé del pobre Hedges), sino también por los bibliotecarios, los archivistas. No (me senté muy tieso tras ver la pauta), tenía predilección por aquellos que manipulaban archivos relacionados con su leyenda. Primero teníamos a aquel burócrata que se había apoderado del mapa de Rossi en Estambul. También al investigador del Smithsonian, pensé, al recordar la última carta de Rossi. Y, por supuesto, amenazado desde el primer momento, al propio Rossi, quien poseía un ejemplar de «uno de esos bonitos libros» y había examinado otros documentos, posiblemente importantes. Y después al bibliotecario, aunque yo no tenía pruebas de que hubiera manejado ningún documento relacionado con Drácula. Y por fin... ¿yo?

KOSTOVA,ELIZABETH-LA HISTORIADORA 101

Parry cogía

una carabina del 22 y salía a cazar conejos. Avanzaba si-

gilosamente bajo los setos, con todos los sentidos alerta,

completamente concentrado en la tarea: ésa era la sole-

dad que más le gustaba. Su descripción habría sido bas-

tante inofensiva de no haber puesto tanto énfasis al re-

memorar los placeres de la caza: «el poder de matar que

saltaba de mis dedos, Joe, el poder a distancia. ¡Soy ca-

paz de hacerlo, lo hago yo!, pensaba. Poner al animal en

fuga, ver cómo daba un pequeño respingo para caer lue-

go al suelo, tembloroso y estremecido. Luego se quedaba

quieto y yo me acercaba a él, sintiéndome como un ins-

trumento del destino y derrochando amor por el animali-

to que acababa de matar. El poder de la vida y de la

muerte, Joe. Dios lo tiene, y los que vivimos a Su imagen

y semejanza también lo tenemos».

Copié tres frases de otra carta: «Quería hacerte daño.

Más que eso, quizá. Algo más, y que Dios me perdone,

pensé.» En otra carta reciente había un eco de la obser-

vación que me hizo a la vuelta de Oxford. «Tú has empe-

zado esto, y no puedes huir de ello. Puedo encargar que

me hagan cosas, ya lo sabes. ¡Ahora mismo, mientras es-

cribo esta carta, hay unos tipos que me están pintando el

baño! Antes lo habría hecho yo mismo, con dinero o sin

él. Pero ahora estoy aprendiendo a dar instrucciones.»

Me quedé mirando un buen rato esto último. ¿Cuál era la

relación precisa entre que yo huyera y su capacidad de

encargar cosas a otros? Faltaba algo. En su última carta

escribió sin que viniese a cuento: «Ayer fui a Mile End

Row, ya sabes, donde viven los verdaderos maleantes.

¡En busca de más pintores!»

MCEWAN IAN-AMOR PERDURABLE 101

Era la primera vez que me enfrentaba a la imagen de la muerte. Jamás había perdido a un ser cercano. No había visto morir a nadie. Por eso, hasta entonces, no había podido hacerme una imagen concreta de la muerte. Pero, aquel día, la muerte estuvo justo frente a mí. Extendiéndose a pocos centímetros de mi rostro. Esto es la muerte, pensé. Y algo me dijo que, un día, también me tocaría a mí. Porque tarde o temprano todos acabamos cayendo eternamente, en soledad, a través de ese silencio sin resonancia, a través de las tinieblas. Y ante ese mundo experimenté un pánico tan desmesurado que se me hizo difícil respirar. Pensé que aquella sima oscura no tenía fondo.

Me dirigí a las profundidades de aquellas tinieblas heladas y la llamé. Pronuncié muchas veces, en voz alta, su nombre. Pero mi voz se perdía en aquella nada infinita y, por más que la llamase, aquello que había en el fondo de sus pupilas no se movía ni un ápice. Ella seguía lanzando aquel extraño estertor al respirar, aquel ruido que parecía el viento filtrándose por un resquicio. Su respiración regular me indicaba que aún estaba en este mundo. Pero lo que había en el fondo de sus pupilas, pertenecía por completo al más allá.

URAKAMI HARUKI-AL SUR DE LA FRONTERA 101

Mark saludó a todos ellos con una tímida inclinación de cabeza y se sentó junto a Klara, y en aquel mismo instante sintió, como un poco antes, un golpe de dolor atroz que le atravesaba todo el cuerpo. Se retorció y el vestido verde de Klara empezó a flotar en el aire, disminuyendo hasta convertirse en la pantalla verde de una lámpara. La lámpara se balanceaba en su cordón. Mark estaba tendido debajo con aquel dolor imposible destrozando su cuerpo y no distinguía nada salvo la lámpara que oscilaba, las costillas le estaban aplastando el corazón impidiéndole respirar, y alguien le doblaba la pierna, se esforzaba por rompérsela, de un momento a otro se iba a quebrar. Consiguió liberarse de alguna forma, la lámpara volvió a su verde brillante de nuevo, y Mark se vio a sí mismo sentado un poco más distante, junto a Klara, y en ese preciso instante en que se vio, se encontró rozando su rodilla contra la cálida seda de su falda. Y Klara reía, echando la cabeza hacia atrás.

Sintió la urgente necesidad de decirle lo que acababa de pasar, y dirigiéndose a todos los presentes —el bueno de Adolf, el hombre gordo e irascible— pronunció con esfuerzo: «El extranjero está ofreciendo sus plegarias en el río...».

Le pareció que había hablado muy claro, y que, aparentemente, todos le habían entendido... Klara, haciendo un puchero, le acarició en la mejilla: «Pobrecillo, todo acabará bien...».

NABOKOV VLADIMIR-CUENTOS COMPLETOS 101


mandalas

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jueves, agosto 28, 2008

A buena hora... mangas rojas: El PCE aprueba un documento donde se plantea l...



 
 

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vía Kaos en la Red de Benalmadenadigital/ inSurGente - Kaos. Izquierda a debate el 28/08/08

El PCE llega de esta manera al desenlace del proceso de debate interno que se ha desarrollando a nivel autonómico en Conferencias Políticas territoriales en las que participaron unos 1.200 militantes

 
 

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domingo, agosto 24, 2008

Faraones efimeros

Cuanto queda