viernes, mayo 25, 2012

CEMENTOOOOOOOOO

2012-05-25 19.18.46                       

                          RANA DE LECHE DEL AMAZONAS                         

http://es-us.noticias.yahoo.com/blogs/ciencia-curiosa/la-rana-de-leche-del-amazonas.html

Llevaban algún tiempo hablando sobre la situación económica,que si el corralito era posible o no,que  Bankia necesitaba en un principio 7000, luego 15000 y finalmente nos costaría unos 20000.¿Quien tenia la culpa del desastre?.¿Pagaran los culpables?.Un interlocutor tomó  la palabra y trató de sintetizar la situación con un cuento-(http://dolphin.blogia.com/2005/101801-cuento-las-dos-ranas-y-el-balde-de-leche.php), en el cual una rana era Zp y la otra Rajoy.Una no hacia nada y sucumbía y la otra hacia movimientos consiguiendo al final salir.El moderador muy oportunamente dio paso a la publicidad.Tengo algunos ahorros en Bankia y,me estaba planteando sacarlos, hasta que escuche el cuento.No comprendía como una rana podía ahogarse,con lo buenas nadadoras que son.La única explicación que encontraba,era que la leche estuviera envenenada o que fuera cemento blanco.Me pongo a leer para distraerme.No me concentro,tengo que abrir varios libros a la vez.

 

JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS  866
Alambre, terraplenes, papeles muertos, sobras de Buenos Aires.
Creo esta noche en la terrible inmortalidad:
ningún hombre ha muerto en el tiempo, ninguna mujer, ningún
muerto,
porque esta inevitable realidad de fierro y de barro
tiene que atravesar la indiferencia de cuantos estén dormidos o
muertos
—aunque se oculten en la corrupción y en los siglos—
y condenarlos a vigilia espantosa.
Toscas nubes color borra de vino infamarán el cielo;
amanecerá en mis párpados apretados.

SIGMUND FREUD-OBRAS COMPLETAS  866

«Un dicho nos parece chistoso cuando le atribuimos una
significación con necesidad psicológica y en el acto de atribuírsela tenemos que
negársela. El concepto de tal significación puede fijarse de diversos modos. Prestamos a
un dicho un sentido y sabemos que lógicamente no puede corresponderle. Encontramos
en él una verdad, que luego, ciñéndonos a las leyes de la experiencia o a los hábitos
generales de nuestro pensamiento, nos es imposible reconocer en él. Le concedemos una
consecuencia lógica o práctica que sobrepasa su verdadero contenido, y negamos
enseguida tal consecuencia en cuanto examinamos la constitución del dicho en sí. El
proceso psicológico que el dicho chistoso provoca en nosotros y en el que reposa el
sentimiento de la comicidad consiste siempre en el inmediato paso de los actos de

prestar un sentido, tener por verdadero o conceder una consecuencia a la consciencia o
impresión de una relativa nulidad».
A pesar de lo penetrante de este análisis cabe preguntar si la contraposición de lo
significativo y lo falto de sentido, en la que reposa el sentimiento de la comicidad, puede
contribuir en algo a la fijación del concepto del chiste en tanto en cuanto este último se
halla diferenciado de lo cómico.
También el factor «desconcierto y esclarecimiento» nos hace penetrar
profundamente en la relación del chiste con la comicidad. Kant dice que constituye una
singular cualidad de lo cómico el no podernos engañar más que por un instante.
Heymans (Zeitschr. für Psychologie, XI, 1896) expone cómo el efecto de un chiste es
producido por la sucesión de desconcierto y esclarecimiento y explica su teoría
analizando un excelente chiste que Heine pone en boca de uno de sus personajes, el
agente de lotería Hirsch-Hyacinth, pobre diablo que se vanagloria de que el poderoso
barón de Rotschild, al que ha tenido que visitar, le ha acogido como a un igual y le ha
tratado muy famillionarmente. En este chiste nos aparece al principio la palabra que lo
constituye simplemente como una defectuosa composición verbal, incomprensible y
misteriosa. Nuestra primera impresión es, pues, la de desconcierto. La comicidad
resultaría del término puesto a la singular formación verbal. Lipps añade que a este
primer estadio del esclarecimiento, en el que comprendemos la doble significación de la
palabra, sigue otro, en el que vemos que la palabra falta de sentido nos ha asombrado
primero y revelado luego su justa significación. Este segundo esclarecimiento, la
comprensión de que todo el proceso ha sido debido a un término que en el uso corriente
del idioma carece de todo sentido, es lo que hace nacer la comicidad

JAMES JOYCE-ULISES  866

—¡Cucú! ¿Quién está en el rincón?
Sin que ninguna mirada de Kennedy lo
recompensara, él siguió todavía haciendo
insinuaciones. Que tuviera cuidado con los
puntos. Que leyera solamente las negras: la
redonda y la torcida ese.

Tintineo airoso tintineo.
Niñaoro ella leyó y no miró. No hagas
caso. Ella no hizo caso mientras él le leía de
memoria una fábula solfeada con una voz
desentonada.
—Unnn zorro encontró uuunaaa cigüeña.
Dijo eel zorro a laa cigüeña: ¿Quieres poner el
pico deentro de mi garganta y sacaar un hueso?
Zumbó en vano. La señorita Douce se
apartó hacia su té.
Él suspiró aparte.
—¡Ay de mí! ¡Pobre de mí!
Saludó al señor Dedalus y recibió una
inclinación de cabeza.

jueves, mayo 24, 2012

SIN RITMO SIN MELODIA PERO SONANDO

 

            

 

 

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JAMES JOYCE-ULISES   142

Silenciosamente, en sueños, ella vino
después de muerta, su cuerpo consumido dentro
de la floja mortaja parda, exhalando perfume de
cera y palo de rosa, mientras su aliento,
cerniéndose sobre él, mudo y remordedor, era
como un desmayado olor a cenizas húmedas. A
través del puño deshilachado, vio el mar que la
voz robusta acababa de alabar a su lado como a
una madre grande y querida. El círculo formado
por la bahía y el horizonte cerraban una masa
opaca de líquido verdoso. Al lado de su lecho de
muerte había una taza de porcelana blanca,
conteniendo la espesa bilis verdosa que ella

había arrancado de su hígado putrefacto entre
estertores, vómitos y gemidos.
Buck Mulligan limpió la hoja de su
navaja.
¡Ah, pobre cuerpo de perro! —dijo con voz
enternecida—.

Sura 4 An-Nisa’ (Las Mujeres)  142

(34) LOS HOMBRES son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de lo que Dios les ha
concedido en mayor abundancia a ellos que a ellas,42 y de lo que ellos gastan de sus bienes. Y
las mujeres virtuosas son las verdaderamente devotas, que guardan la intimidad que Dios ha
[ordenado] que se guarde.43
Pero a aquellas cuya animadversión44 temáis, amonestadlas [primero]; luego dejadlas solas en el
lecho; luego pegadles;45 pero si entonces os obedecen, no tratéis de hacerles daño. ¡Ciertamente,
Dios es en verdad excelso, grande!

44 El término nushus (lit., "rebelión" --traducido aquí por "animadversión") comprende todas aquellas
formas de comportamiento impropio y deliberado por parte de la esposa hacia el marido, o del marido
hacia su esposa, incluido lo que hoy se denomina "crueldad mental"; referido al marido, denota "malos
tratos" hacia su esposa, en el sentido físico (cf. versículo 128 de este sura). En este contexto, la "animadversión"
de la esposa implica un abandono deliberado y persistente de sus obligaciones matrimoniales.
45 Muchas Tradiciones auténticas dan testimonio de que el Profeta detestaba profundamente la idea de que
alguien pegara a su mujer, y dijo en más de una ocasión: "¿Acaso podría uno de vosotros golpear a su
mujer como golpearía a un esclavo, y luego se acostaría con ella por la noche?" Según otra Tradición
prohibe que se pegue a ninguna mujer con las palabras: "No peguéis a las siervas de Dios" (Abu Da’ud,
Nasa’i, Ibn Maya, Ahmad ibn Hanbal, Ibn Hisham y Hakim, tomado de Iyás ibn Abd Allah; Ibn Hibban,
tomado de Abd Allah ibn Abbas; y Baihaqi, tomado de Umm Kulzum). Se ha transmitido que cuando se
reveló este versículo que autorizaba a pegar a una esposa obstinada, el Profeta dijo: "Yo quería una cosa,
pero Dios ha dispuesto otra --y lo que Dios dispone tiene que ser lo mejor" (véase Manar V, 74). Aun así,
en el sermón que pronunció en la Peregrinación de la Despedida, poco antes de su muerte, estipuló que
sólo debería recurrirse a tal castigo corporal si la esposa "hubiera cometido una indecencia manifiesta", y
que debería hacerse "de forma que no causara dolor (gair mubarrih)"; las recopilaciones de Muslim,
Tirmidi, Abu Da’ud, Nasa’i e Ibn Maya contienen Tradiciones auténticas en este sentido. Todas las autoridades
destacan, basándose en estas Tradiciones, que tal castigo corporal, si es que debe imponerse,
debería tener un carácter más o menos simbólico --"con un cepillo de dientes o algo similar" (Tabari,
quien cita las opiniones de los juristas más antiguos), o aún "con un pañuelo doblado" (Rasi); y algunos
de los grandes juristas musulmanes (p.e., Ash-Shafii) lo consideraban como algo apenas permisible que, a

ser posible, debería evitarse: y se apoyan para esta opinión en los sentimientos personales del Profeta
acerca de este problema.

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos  142

Y más allá de la curva, sobre la acera —¡y de qué forma tan inesperada!—, la
fachada de un cine se arruga con diamantes. Dentro, en su pantalla rectangular y
pálida como la luna, se ve a unos mimos más o menos hábiles: la inmensa cara de
una joven, con trémulos ojos grises y labios negros cruzados verticalmente por
grietas relucientes, se acerca desde la pantalla, y no deja de crecer mientras detiene
sus ojos contemplando la nada de la sala oscura, y una maravillosa lágrima, brillante
y larga se desliza por una de sus mejillas. Y en alguna ocasión (¡momento celestial!)
aparece incluso la vida de verdad, ignorante de que está siendo filmada: un grupo
de gente que asoma por azar, unas aguas que brillan, un árbol que cruje silenciosa
aunque perceptiblemente.

 

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GRAVES, ROBERT LA DIOSA BLANCA,  142

la antigua religión druídica basada en el culto del roble será
desalojada por el cristianismo, y la puerta -el dios Llyr- languidecerá olvidada en el
Castillo de Arianrhod, la Corona Borealis.
Esto nos ayuda a comprender la relación que existía en Roma entre Jano y la
Diosa Blanca Cardea, mencionada al final del capítulo IV como la diosa de los Goznes

que fue a Roma desde Alba Longa. Ella era el gozne sobre el que giraba el año -el año
latino antiguo, no el etrusco- y su importancia como tal consta en el adjetivo latino
cardinalis -se dice que algo tiene una «importancia cardinal»- que se aplicaba también a
los cuatro vientos principales; pues hasta la época clásica se consideraba que los vientos
se hallaban bajo la dirección única de la Gran Diosa. Como Cardea gobernaba el Gozne
Celestial detrás del Viento Norte, alrededor del cual, como explica Varrón en su De Re
Rustica, gira la piedra molar del Universo

miércoles, mayo 23, 2012

EL REGRESO DEL GATO MONTES

http://grooveshark.com/s/El+Gato+Montes/2UNuk3?src=5 XAVIER CUGAT

http://grooveshark.com/s/El+Gato+Montes/3QVlNh?src=5 PLACIDO DOMINGO

 

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SALMAN
RUSHDIE
LOS VERSOS
SATÁNICOS        278

Y un día el toro de Osman, el converso, se arrodilló entre las bicicletas y el estiércol de
camello de un pueblo sin nombre. «¡Levántate, idiota! —le gritaba Osman, impotente—. ¿Qué
te has creído? ¿Es que vas a morirte delante de esos puestos de fruta de unos desconocidos?» El
toro movió afirmativamente la cabeza para decir que sí y expiró.
Las mariposas cubrieron su cuerpo, adoptando el color gris de su piel, sus cucuruchos y
sus cascabeles. El inconsolable Osman corrió hacia Ayesha (que se había puesto un sucio sari
como concesión a la pudibundez urbana, a pesar de que las mariposas aún la envolvían en una
nube de gloria). «¿Los toros van al cielo?», preguntó él con voz quejumbrosa; ella se encogió
de hombros. «Los toros no tienen alma —dijo fríamente—. Y lo que nosotros queremos salvar
con nuestra marcha son las almas.” Osman la miró fijamente y comprendió que ya no la amaba.
«Te has convertido en un demonio», le dijo con repugnancia.
«Yo no soy nada —dijo Ayesha—. Soy una mensajera.»

                          

Lolita
Vladimir Nabokov  278

Montañas distantes. Montañas cercanas. Más montañas,
belleza azulada, nunca accesibles, o que se convierten cada vez en colinas
desiertas; cadenas al sudeste, fracasos de altura como Alpes; grises colosos de
piedra, veteados de nieve, que traspasan el cielo y el alma; picos inexorables
que aparecen de improviso en un recodo de la carretera; enormidades arboladas,
con un sistema de oscuros pinos netamente superpuestos, interrumpidos a veces
por la pálida espuma de los álamos; formaciones rosadas y lilas, faraónicas,
fálicas, «demasiado prehistóricas para las palabras» (Lo, hastiada) montes de
lava negra; montañas de comienzos de primavera, con vello de elefante sobre
sus crestas; montañas de fines de verano, gibosas, con sus pesados miembros

egipcios plegados bajo pliegues de felpa pardusca comida por polillas; colinas de
avena, manchadas por rotundos robles verdes; una última montaña bermeja con
una rica alfombra de alfalfa a su pie.

 

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JAMES JOYCE-ULISES  278

Oyó entonces un
cálido suspiro profundo, más amodorrado, al
darse ella vuelta en la cama, y las flojas
arandelas de bronce del elástico retintinearon

De veras tengo que hacerlas arreglar. Lástima.
Todo el trayecto desde Gibraltar. Ella olvidó el
poco español que sabía. Me gustaría saber
cuánto pagó su padre por eso. Estilo antiguo.
¡Ah!, sí, naturalmente. La compró en el remate
del gobernador. Un golpe seco de martillo. Duro
como los clavos para regatear, el viejo Tweedy.
Sí, señor. En Plevna era eso. Me salí de las filas,
señor, y estoy orgulloso de ello. Sin embargo, él
tuvo olfato suficiente para hacer esa
especulación con las estampillas. Eso sí que fue
ver lejos

 

      

lunes, mayo 21, 2012

EL LENGUAJE DE LAS NUBES

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http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2009/04/13/naturaleza-fantastica-nubes-con-formas-raras-y-curiosas/

 

 

Sura 52. At-Tur (El Monte Sinaí)  832

(41) ¿O [es que piensan que] la realidad oculta [de todo lo que existe] está casi a su alcance,
de forma que [con el tiempo] podrán escribirla?25
(42) ¿O es que quieren atrapar [en contradicciones al enviado]? Pero los que se empeñan
en negar la verdad --¡ ellos son los que están realmente atrapados!26
(43) ¿Tienen, pues, alguna deidad aparte de Dios?
¡Absolutamente distante está Dios, en Su gloria, de todo aquello a lo que los hombres
atribuyen parte en Su divinidad!
(44) Y SIN EMBARGO, si [quienes se niegan a reconocer la verdad] vieran caer parte del cielo,
dirían [tan sólo]: “¡ [No es más que] una masa de nubes!”
(45) Así pues, déjales hasta que se encuentren con su Día [del Juicio], cuando quedarán
paralizados de terror: (46) el Día en que sus argucias no les servirán de nada, y no recibirán
auxilio....

(47) Pero, realmente, para los que se empeñan en hacer el mal, hay un castigo [aún]
más próximo que ese [castigo supremo del más allá]:27 pero la mayoría no se dan cuenta
de ello.

JAMES JOYCE-ULISES  832

—Dentro de diez años —dijo masticando
y riendo—. Va a escribir algo para dentro de
diez años.
—Eso me parece demasiado lejano —dijo
Haines levantando pensativamente su
cuchara—. Sin embargo, no me sorprendería
que lo hiciera a pesar de todo.

Saboreó una cucharada del cremoso cono
de su taza.
—Entiendo que ésta es verdadera crema
irlandesa —dijo con indulgencia—. No me gusta
que me engañen.
Elías, esquife, ligero billete arrugado,
navegaba hacia el Este flanqueando naves y
lanchas pescadoras, entre un archipiélago de
corchos, más allá de New Wapping Street,
pasando el ferry de Benson y a lo largo de la
goleta Rosevean, llegada de Bridwater con una
carga de ladrillos.

  Captura   

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos  832

EL RETORNO DE CHORB

Tras la cortina, las contraventanas
estaban abiertas y se distinguía, en la oscuridad de terciopelo, una esquina del
teatro de la ópera, el hombro negro de un Orfeo de piedra perfilándose contra el
azul de la noche y una fila de luces a lo largo de la oscura fachada que se inclinaba
hasta perderse en la oscuridad. Allí abajo, en la lejanía, había un hormigueo de
oscuras siluetas diminutas que se apretaban al pasar por las puertas iluminadas y
salir a las escalinatas porticadas iluminadas en semicírculos, hasta las que llegaban
los coches con trémulas luces y capotas lisas y relucientes. Sólo se decidió a correr la
cortina cuando toda aquella gente se hubo dispersado. Apagó la luz y se tumbó en
la cama junto a Chorb. Justo antes de dormirse se sorprendió a sí misma pensando
que ya había estado en aquella habitación un par de veces: se acordaba del cuadro
rosa de la pared.
Pero no durmió más de una hora: un profundo aullido de espanto la despertó. Era
Chorb que gritaba. Se había despertado en algún momento después de
medianoche, se había puesto de costado, y había visto a su mujer tumbada a su
lado. Gritó espantosamente, con una fuerza visceral. El blanco espectro de una
mujer saltó de la cama. Cuando, temblando, encendió la luz, Chorb estaba sentado
entre el desorden de las sábanas, con la espalda apoyada en la pared, las manos
sobre el rostro, y entre sus dedos uno de sus ojos flameaba en una llamarada de
locura. Luego se descubrió lentamente el rostro y también lentamente reconoció a
la chica. Entre murmullos asustados se estaba poniendo la blusa a toda prisa.
Y Chorb emitió un suspiro de alivio, porque se dio cuenta de que su prueba había
terminado. Fue hasta el sillón verde y se quedó allí sentado, agarrado a sus piernas
peludas con una sonrisa ausente contemplando a la puta. Aquella sonrisa acrecentó
el terror en ella; se volvió, abotonó el último botón, se ató las botas y se apresuró a
ponerse el sombrero.

 

 

     

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos   288

LA VISITA AL MUSEO

Di un giro de noventa grados
y me encontré en medio de instrumentos musicales; las paredes, todas un gran
espejo, reflejaban una hilera de pianos de cola, mientras que en el centro había una
especie de estanque con un bronce de Orfeo sobre una roca verde. El tema acuático
no acababa ahí porque, al volver corriendo, di con mi persona en la Sección de
Fuentes y Arroyos, y me resultaba difícil caminar por las riberas sinuosas y cenagosas
de aquellas aguas.
De vez en cuando, a uno u otro lado, aparecían unas escaleras de piedra con unos
charcos en los escalones que me producían una extraña sensación de miedo, que
descendían hasta abismos llenos de niebla de los que surgían una serie de silbidos,
el chocar de platos, el golpeteo de máquinas de escribir, martillazos, y muchos otros
ruidos, como si, allá abajo, hubiera salas de exposiciones de algún que otro tipo, que
ya estuvieran cerradas o cuyas obras estuvieran a punto de completarse. Luego me
vi envuelto en la oscuridad y empecé a tropezar con todo tipo de muebles
desconocidos hasta que finalmente vi una luz roja y salí a una plataforma que
sonaba metálica a mi paso... y de repente, tras ella, me encontré con un cuarto de
estar iluminado, amueblado con gusto al estilo Imperio, pero sin un alma, sin un
alma... Para entonces yo ya estaba indescriptiblemente aterrado, pero cada vez que
intentaba deshacer mi camino a lo largo de los distintos pasadizos, me volvía a
encontrar en lugares desconocidos —en un invernadero con hortensias y cristales
rotos a través de los cuales se colaba la oscuridad de la noche artificial o en un

laborarorio desierto con alambiques polvorientos sobre las mesas. Finalmente fui a
parar a una especie de habitación con percheros monstruosamente atiborrados de
abrigos negros y pieles de astracán; desde detrás de una puerta llegaba un estallido
de aplausos, pero cuando abrí la puerta de golpe, no encontré teatro alguno, sino
únicamente una suave opacidad y una niebla de imitación tan perfecra que incluso
mostraba de forma convincente una serie de manchas correspondientes a unas
confusas farolas. ¡Más que convincentes! Avancé unos pasos e inmediatamente una
inconfundible y bienvenida sensación de realidad reemplazó finalmente a toda
aquella basura irreal contra la que me había ido estrellando por todos los lados. La
piedra que tenía bajo mis pies era un auténtico adoquín de la acera, espolvoreada
con nieve maravillosamente fragante y recién caída. Al principio la frescura
silenciosa y nevada de la noche, que de alguna manera me resultaba extrañamente
familiar, me produjo una sensación placentera después de mi deambular
enfebrecido. Confiadamente, empecé a hacer conjeturas acerca del lugar en el que
había estado y acerca del porqué de la nieve, y qué serían aquellas luces que
brillaban exageradamente aunque indistintas, aquí y allá en la parda oscuridad. Me
puse a mirar e incluso me agaché a tocar una piedra redonda del bordillo de la
acera, y luego me quedé contemplando la palma de la mano, llena de húmedo frío
granular, como si esperara encontrar allí una explicación. Sentí que iba vestido
demasiado ligero, demasiado candido, pero la conciencia de que había logrado
escaparme del laberinto del museo era todavía tan fuerte que en los dos primeros
minutos, no experimenté ni sorpresa ni miedo. Siguiendo con mi examen detenido
miré la casa junto a la que me encontraba e inmediatamente me chocó el
espectáculo de sus escaleras de hierro y de los raíles que bajaban hasta la nieve en
su camino hacia el sótano. Me dio una punzada al corazón, y cuando volví a mirar la
acera lo hice con una curiosidad de orden nuevo, un punto alarmada, al ver su
cubierta blanca a lo largo de la cual se estiraban una serie de líneas negras, y
también el cielo pardo cruzado por una luz persistente y misteriosa, y el parapeto
macizo a cierta distancia. Me pareció que tras él había como una pendiente; algo

crujía y regurgitaba allí abajo. Más allá, al otro lado de aquella cavidad lóbrega, se
extendía una cadena de luces borrosas. Arrastrándome por la nieve con mis pies
empapados, caminé unos cuantos pasos, sin dejar de mirar aquella casa oscura a mi
derecha; sólo había luz en una ventana, donde una lámpara solitaria lucía
débilmente bajo su pantalla de cristal verde. Una puerta de madera cerrada...
Deben de ser los postigos de una tienda que duerme... Y a la luz de una farola cuyas
formas me habían empezado a gritar su mensaje imposible, conseguí descifrar el
final de un letrero —«... INKA SAPOG» (... CIÓN DE CALZADO)— pero no, no era la
nieve la que había borrado el letrero. «No, no, en un minuto me despertaré», dije
en alta voz

JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS  288

SOBRE EL DOBLAJE
Las posibilidades del arte de combinar no son infinitas, pero
suelen ser espantosas. Los griegos engendraron la quimera, monstruo
con cabeza de león, con cabeza de dragón, con cabeza de
cabra; los teólogos del siglo 11, la Trinidad, en la que inextricablemente
se articulan el Padre, el Hijo y el Espíritu; los zoólogos
chinos, el ti-yiang, pájaro sobrenatural y bermejo, provisto de
seis patas y de cuatro alas, pero sin cara ni ojos; los geómetras

del siglo xrx, el hipercubo, figura de cuatro dimensiones, que
encierra un número infinito de cubos y que está limitada por
ocho cubos y por veinticuatro cuadrados. Hollywood acaba
de enriquecer es« vano museo teratológico; por obra de un
maligno artificio que se llama doblaje, propone monstruos que
combinan las ilustres facciones de Greta Garbo con la voz de
Aldonza Lorenzo. ¿Cómo no publicar nuestra admiración ante
ese prodigio penoso, ante esas industriosas anomalías fonéticovisuales?

ROBERT GRAVES-DIOSA BLANCA  206   288-206=82

«Con excepción de siete nadie
volvía de Caer Sidi». Sabemos que por lo menos dos volvieron: Teseo y Dédalo, ambos
héroes solares áticos. Las leyendas de la expedición de Teseo al Averno y de su
aventura en el laberinto cretense de Cnossos son en realidad'dos partes de un mismo
mito confuso. Teseo («el que dispone») va desnudo, salvo por su piel de león, al centro
del laberinto, donde mata al monstruo de cabeza de toro del hacha doble -la labris de la
que se deriva la palabra «laberinto»- y vuelve sano y salvo; y la diosa que le permite
hacer eso es Ariadna, a la que los galeses llamaban Arianrhod. En la segunda parte del 

mito fracasa en su expedición al Averno; tiene que salvarlo Hércules, y su compañero
Peiritoo se queda allí como Gwair, suspirando perpetuamente por la liberación. El mito
del héroe que vence a la Muerte fue combinado por los mitógrafos griegos con un
acontecimiento histórico: el saqueo del palacio laberíntico de Cnossos por incursores
danaenos provenientes de Grecia alrededor de 1400 a. de C. y la derrota del rey Minos,
el rey Toro. Dédalo («el brillante») escapa igualmente del laberinto cretense guiado por
la diosa-Luna Pasifae, pero sin emplear la violencia; era un héroe solar de los colonos
egeos de Cumas y de los sardos, así como de los atenienses

 

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http://latrola.net/blok/fotos-de-arboles-con-formas-curiosas?nggpage=2

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VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos  283

Pagué el franco que me correspondía y,
tratando de no fijarme en las estatuas de la entrada (que eran tan convencionales e
insignificantes como el número que abre un espectáculo de circo), entré a la sala
principal.
Todo era como cabía esperar: tonos grises, sustancia dormida, materia
desmaterializada. Ahí estaba la típica vitrina de monedas viejas y gastadas que
descansaban sobre el terciopelo de sus correspondientes departamentos. Sobre la
vitrina había un par de buhos, tinge y autillo, con sus nombres en francés que eran
algo parecido a Gran Duque y Duque Secundario en traducción. Unos minerales
venerables se mostraban en sus tumbas abiertas de polvoriento papier maché; la
fotografía de un caballero atónito con barba puntiaguda dominaba una mezcolanza
de voluminosos objetos negros de varios tamaños. Tenían un gran parecido con los
excrementos de insecto congelados, y me detuve involuntariamente ante ellos, sin
conseguir descifrar su naturaleza, composición o función. El guarda me había estado
siguiendo con pasos de fieltro a una distancia respetuosa; sin embargo, en aquel
momento, se acercó hasta mí, con un brazo a la espalda y el fantasma del otro en el
bolsillo, sin dejar de deglutir algo a juzgar por el movimiento de su nuez.
—¿Qué son estas cosas? —pregunté.
—La ciencia no ha conseguido determinarlo todavía —replicó, con una frase que,
sin duda, tenía aprendida de memoria—. Las encontró —continuó con el mismo
tono de falsedad— Louis Pradier, concejal municipal y caballero de la Legión de
Honor en 1895 —y con dedos trémulos indicó la fotografía.
—Eso está bien —dije—, pero lo que yo querría saber es ¿quién y por qué decidió
que merecían un lugar en el museo?
—¡Y ahora permítame que dirija su atención hacia esta calavera! —exclamó el
anciano enérgicamente, tratando de cambiar de tema.
—Sin embargo, me gustaría saber de qué material están hechos —le interrumpí.
—La ciencia... —comenzó de nuevo, pero se detuvo en seco y se miró como
enfadado los dedos, sucios de tocar las vitrinas.

Yo me puse a contemplar entonces un jarrón chino, probablemente traído hasta allí
por un marino; un grupo de fósiles porosos; un gusano pálido en nubes de alcohol y
un mapa rojo y verde de Montisert en el siglo XVII; y también un trío de utensilios
oxidados atados con una cinta fúnebre —una pala, un azadón y un pico. «Para
excavar en el pasado», pensé distraído, pero esta vez no le pedí aclaraciones al
guarda, que me seguía mansamente sin hacer ruido, deambulando en torno a las

vitrinas expuestas. Detrás del primer vestíbulo había otro, aparentemente el último,
en cuyo centro destacaba un gran sarcófago que parecía una bañera sucia, mientras
que las paredes estaban cubiertas de cuadros.

JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS  283

Rudolf Steiner compara la estadía inerte de los minerales
a la de los cadáveres; la vida silenciosa de las plantas a la
de los hombres que duermen; las atenciones momentáneas del
animal a las del negligente soñador que sueña incoherencias. En
el tercer volumen de su admirable Woerterbuch der. Philosophie,
observa Fritz ÍVlauthner: "Parece que los animales no tienen
sino oscuros presentimientos de la sucesión temporal y de la duración.
En cambio, el hombre, cuando es además un psicólogo
de la nueva escuela, puede diferenciar en el tiempo dos impresiones
que sólo estén separadas por 1/500 de segundo." En un
libro postumo de Guyau —La Genése de l'Idée de Temps, 1890—
hay dos o tres pasajes análogos. Uspenski (Tertlum Organum, capítulo
IX) encara no sin elocuencia el problema; afirma que el
mundo de los animales es bidimensional y que son incapaces de
concebir una esfera o un cubo. Todo ángulo es para ellos una

moción, un suceso en el tiempo. .. Como Edward Carpenter, como
Leadbeater, como Dunne, Uspenski profetiza que nuestras mentes
prescindirán del tiempo lineal, sucesivo, y que intuirán el universo
de un modo angélico