viernes, noviembre 16, 2012

NO VAYAS A RUSIA

 

        

 

Robert Ludlum
Narrativa, Novela, Thriller - EL CAOS OMEGA - 58

Descansaremos aquí unas horas —dijo Strasser—. No intentes huir. No dormiré.
— ¡Estás loco, amigo! ¡Te necesito tanto como tú a mi! ¡Un oficial americano solo, a sesenta y cinco kilómetros de su compañía, que da la casualidad que está en el frente! ¡Usa la cabeza!
— Eres muy persuasivo, pero yo no soy como nuestros decrépitos generales imperiales. No hago caso de los argumentos convincentes. Vigilo mis flancos.
— Como quieras. Hay unos buenos cien kilómetros de Cotteréts a París, y no sabemos con qué nos encontraremos. Necesitaremos dormir… Sería más inteligente que nos turnáramos.
Jawohl! —exclamó Strasser con una carcajada despectiva—. Hablas como los banqueros judíos de Berlín. «Haz esto. ¡Haremos esto! ¿Por qué discutir?» No, gracias, Amerikaner, no dormiré.
— Como tú digas. —Scarlett se encogió de hombros—. Empiezo a entender por qué habéis perdido la guerra. —Scarlett se echó de costado—. Os empeñáis en ser tercos.
Durante unos minutos ninguno de los dos dijo nada. Al fin, Gregor Strasser respondió al americano en voz baja.No hemos perdido la guerra. Nos han traicionado.Claro. Las balas no contenían pólvora, y la Artillería no ha funcionado. Voy a dormir.
El oficial alemán habló con voz suave, como para sí.
— Había muchas balas con cartuchos vacíos. Muchas armas funcionaron mal… Traición…

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos   58

El tren se puso en movimiento. La mujer volvió al compartimiento. La sonrisa que
tenía en el rostro se había desvanecido, y había sido reemplazada por una expresión
preocupada. Las traseras de ladrillo de las casas se deslizaban al otro lado de la
ventanilla: una de ellas mostraba el anuncio pintado de un cigarrillo ingente, relleno
de lo que parecía paja dorada. Los tejados, mojados con la lluvia, brillaban bajo los
rayos del sol poniente.
La anciana princesa Ukhtomski no pudo aguantar más. Preguntó amablemente en
ruso: «¿Le molesta que ponga mi bolso aquí?».
La mujer dio un respingo y contestó: «No, en absoluto, por favor».
El hombre de beige y oliva del rincón escrutaba su periódico con atención.
—Yo voy a París —inició la conversación la princesa con un leve suspiro—. Tengo
un hijo allí. Me da miedo Alemania, sabe usted.
Y sacó de su bolso de viaje un gran pañuelo que se pasó por la nariz y por toda la
cara.
—Sí, miedo. La gente dice que va a estallar una revolución comunista en Berlín.
¿No ha oído usted nada?
La mujer negó con la cabeza. Miró con suspicacia al hombre del periódico y al
matrimonio alemán.
—Yo no sé nada. Llegué de Rusia, de Petersburgo, anteayer.

EL HOMBRE DE KIEV

              

JAMES JOYCE
ULISES             58

—Pasa la llave, Kinch —dijo Buck
Mulligan—, para sujetar mi camisa.Esteban le alargó la llave. Buck Mulligan
la colocó sobre sus ropas amontonadas.
—Y dos peniques —dijo—, para una
pinta. Tira eso ahí.
Esteban arrojó dos peniques sobre el
montón blando. Vestirse, desnudarse. Erecto,
con las manos juntas adelante, Buck Mulligan
dijo solemnemente:
—El que roba al pobre presta al Señor.
Así hablaba Zaratustra

OBRAS COMPLETAS – FRANZ KAFKA   58

–Exacto –dijo él; en la ciudad se puede renunciar perfectamente a aquello que no le es saludable a uno. Si no se renuncia, uno sólo se
puede hacer reproches por las malas consecuencias. Se sentirá pena y
entonces se verá claramente, a causa de esto, cómo hay que comportarse
la próxima vez. Y si esto separadamente... (faltan dos hojas).
–No insinuó nada de ello. No insinuó absolutamente nada –se apresuró
a decir a Raban, presto, si fuera posible, a perdonar la abstracción del
señor, puesto que quería jactarse aún un poco más. Todo pertenece a
los libros que antes le nombré, que acabo de leer por la noche igual que
otros en los últimos tiempos.
Casi siempre estaba solo. Las relaciones familiares eran así. Pero prescindiendo
de todo luego de la cena prefiero un buen libro. Desde siempre.
El otro día leí en un prospecto una cita de no sé qué escritor: "Un
buen libro es el mejor amigo." Y es realmente así, un buen libro es el
mejor amigo.

Miguel de Cervantes  DON QUIJOTE DE LA MANCHA  58

Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
Viendo, pues, que, en efecto, no podía menearse, acordó de acogerse a su
ordinario remedio, que era pensar en algún paso de sus libros, y trújole su locura
a la memoria aquel de Valdovinos y del Marqués de Mantua, cuando Carloto
le dejó herido en la montiña, historia sabida de los niños, no ignorada de los
mozos, celebrada y aun creída de los viejos, y, con todo esto, no más verdadera
que los milagros de Mahoma. Esta, pues, le pareció a él que le venía de
molde para el paso en que se hallaba; y así, con muestras de grande sentimiento,
se comenzó a volcar por la tierra y a decir con debilitado aliento lo
mismo que dicen decía el herido caballero del bosque:
—¿Dónde estás, señora mía,
que no te duele mi mal?
O no lo sabes, señora,
o eres falsa y desleal.

Roberto Bolaño
2666                       58

Comenzaba ella preguntándole de dónde era. Archimboldi
respondía que era prusiano. La señora le preguntaba si su
nombre era de la nobleza rural prusiana. Archimboldi le respondía
que era muy probable. La señora murmuraba entonces
el nombre de Benno von Archimboldi, como si mordiera una
moneda de oro para saber si era de oro. Acto seguido decía que
no le sonaba y mencionaba de pasada otros nombres, por si Archimboldi
los conocía. Éste decía que no, que de Prusia sólo
había conocido los bosques.

La vida y la muerte me
están desgastando           MO YAN  58

Su cabello parecía una bola de hilo enmarañado y estaba cubierta de
suciedad, como si hubiera salido de un agujero excavado en el suelo. Sus
brazos colgaban torpemente a lo largo de los costados mientras se
balanceaba con cada paso que daba para no perder el equilibrio. Cuando la
multitud vociferante que se congregaba en el recinto la vio, guardó
silencio y abrió paso de manera instintiva para despejar el camino que
conducía al edificio principal. Hubo un tiempo en el que la puerta de mi
finca daba a una pared sobre la que estaban grabadas las palabras Buena
fortuna, pero había sido demolida por un par de milicianos ávidos de
dinero en una segunda inspección llevada a cabo durante la reforma
agraria. Pensaban que dentro de la pared estaba oculto un centenar de
lingotes de oro, pero lo único que encontraron fue un par de tijeras
oxidadas.

jueves, noviembre 15, 2012

HUEVO FRITO

 

     

DESGRACIA

J. M. COETZEE    160

Parece haberse creado un vínculo entre él y las dos ove­jas persas, aunque no acierta a saber cómo. No se trata de un vínculo basado en el afecto. Ni siquiera se trata de un vínculo que lo una a esas dos ovejas en concreto, a las que ni siquiera sabría distinguir en medio de un rebaño en un prado. No obstante, de pronto y sin motivo alguno, su suer­te tiene importancia para él.Se planta ante los dos animales, bajo el sol, a la espera de que el zumbido que tiene en la cabeza se pare de una vez, a la espera de una señal.Hay una mosca empeñada en meterse en la oreja de una de las dos. La oreja se mueve sin cesar, tiembla. La mosca echa a volar, traza un círculo, vuelve, se posa. La oreja vuel­ve a temblar.Da un paso adelante. La oveja retrocede, inquieta, cuan­to le permite la cadena.Recuerda a Bev Shaw, el modo en que acariciaba al chi­vo de los testículos destrozados, sosegándolo, consolándolo, entrando en su vida. ¿Cómo conseguirá tener esa comu­nión con los animales? Será gracias a un truco que él no posee. Para eso hay que ser un tipo de persona determina­da, tal vez tener menos complicaciones.El sol le da en plena cara con toda la potencia de la pri­mavera.

JAMES JOYCE
ULISES 160

Emplastos sobre un
ojo enfermo. Oler el suave humo del té, vapor de la sartén, manteca chirriante. Estar cerca de su
abundante carne cama calentada. Sí, sí.
Agil luz cálida vino corriendo de Berkely
Road, rápidamente, en delicadas sandalias, a lo
largo de la vereda resplandeciente. Corre, ella
corre a mi encuentro, niña de rubio cabello al
viento.
Dos cartas y una tarjeta yacían sobre el
piso de vestíbulo. Se inclinó y las recogió. Sra.
Maruja Bloom. Su corazón apresurado latió más
despacio de inmediato. Escritura suelta. Sra.
Maruja.
—¡Pollito

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Las vidas de los animales
J. M. COETZEE                  160

—Los griegos tenían la sensación de que había algo contraproducente en la matanza de los animales, y solo supieron compensarlo mediante la ri- tualización de la misma. Hacían un sacrificio, ofrendaban una parte a los dioses con la esperanza de que así se mantuviera un cierto equilibrio. Es el mismo concepto que el del diezmo. Pedir la bendición de los dioses sobre los alimentos que uno va a tomar, pedirles que los declaren limpios.
—Tal vez sea ese el origen de los dioses —dice su madre. Se hace el silencio—. Tal vez inventamos a los dioses para poder echarles la culpa. Ellos nos dieron permiso para comer carne. Nos dieron permiso para jugar con cosas sucias. No es culpa nuestra, sino suya.. A fin de cuentas, somos hijos de los dioses.14
—¿Es eso lo que cree? —pregunta con cautela la señora Garrard.Y Dios dijo: Todo lo que esté vivo y se mueva será carne para ti —cita su madre. Es lo más conveniente. Dios nos dijo que no había nada malo en ello.
De nuevo, el silencio. Están todos a la espera de que prosiga. A fin de cuentas, ella es la invitada a la que han pagado para que los entretenga.
—Norma tiene razón —dice su madre—. El problema consiste en definir nuestra diferencia de los animales en general, no solo de los considerados animales sucios. La prohibición de consumir la carne de ciertos animales, los cerdos por ejemplo, es harto arbitraria. Es lisa y llanamente una señal de que estamos en una zona peligrosa. A decir verdad, en un campo de minas: el campo de minas de las proscripciones dietéticas. No hay una lógica en el tabú, ni tiene lógica el campo de minas; no tiene porqué haberla. Nunca se puede adivinar qué es lo que se puede comer, o dónde se puede pisar, a menos que uno esté en posesión de un mapa, un mapa divino

Lolita
Vladimir Nabokov   160

Bueno, supongo que se cortó con la lata mellada. Perdió el brazo derecho
en Italia.
Una malva encantadora entre los árboles en flor. Un brazo superrealista
colgando entre el encaje malva. Una muchacha tatuada en una mano. Dolly y
Bill, vendado, reaparecieron. Se me ocurrió que la belleza pálida, ambigua de Lo,
excitaba al manco. Con una mueca de alivio, Dick se puso de pie, imaginaba que
era mejor que él y Bill acabaran de fijar esos alambres. Imaginaba que el señor
Haze y Dolly tenían montones de cosas que decirse. Imaginaba que me vería
antes de que marchara. ¿Por qué imaginan tantas cosas esos tipos y se afeitan
tan poco y desdeñan a tal punto los aparatos para sordos?

 

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos           160

El revisor que distribuye los billetes tiene unas manos muy extrañas. Se mueven con
la misma agilidad que las de un pianista, pero en lugar de ser fláccidas, sudorosas y
de uñas suaves, las manos del revisor son tan toscas que cuando por casualidad, al
darle el dinero, le tocas la palma de la mano, que parece haber desarrollado una
dura corteza como quitinosa, sientes una especie de malestar moral. Son unas
manos extraordinariamente ágiles y eficaces, a pesar de su dureza y del grosor de
sus dedos. Yo observo lleno de curiosidad cómo agarra el billete entre sus dedos
gruesos con uñas tan negras y cómo lo pica en dos sitios distintos, cómo registra su
cartera de piel y cómo saca unas monedas para devolver el cambio, y cómo cierra la
cartera inmediatamente y tira de la cuerda del timbre o cómo, con un simple
empujón del pulgar, abre de golpe la ventanilla de la puerta de delante para
entregar los billetes a los pasajeros de la plataforma delantera.

LA SETA MISTERIOSA   http://www.stumbleupon.com/su/8lKrIX/:1Tc!y8Bq!:PZe.IxZT/www.youtube.com/watch?v=2Cv7IdXKgtM/

image   160

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Huevo de Rey Fresco Primera  HUEVO DE REY Nombre en Latín: Amanita Caesarea

 MO YAN  Las baladas del ajo  160

Emparejando a tres chicos
con tres chicas como si fueran
langostas, una cadena con tres
vínculos, una forma sórdida de crear
nuevas familias. Ella no me odia; sé
que le gusto. Cuando nos
encontramos, baja la cabeza y se
aleja, pero puedo ver cómo las lágrimas
resbalan por sus mejillas. Me duele
el corazón, rne duele el hígado, me duelen los pulmones, me duele el
estómago, me duelen las entrañas, me
duele todo lo que hay dentro de mí...
—Comandante, deprisa, da la orden
—espetó Zhang Kou—. Envía
tus tropas por la montaña... Salva a
nuestra Hermana Mayor Jiang... Han
muerto tantas polillas en la llama
amarilla de la linterna

Captura

miércoles, noviembre 14, 2012

EL LENGUAJE DE LAS NUBES

 

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Neil Usher     http://www.neil-usher.com/   Un robot que busca las caras en las nubes

  IMRE KERTÉSZ  -YO,OTRO.    102

Mi mano se estira de pronto y garabatea a vuela pluma estas palabras en un pequeño recibo:”Es acojonante lo poco que me interesa el ser que soy yo.”Me levanto,me acerco a la ventana:abajo,en la calle,un perro conduce a otro perro,y yo no sabría distinguir cuál de los dos es el amo.

JAMES JOYCE
ULISES               102

¿Ha visto usted algo de su hermano artista Esteban
últimamente? ¿No? ¿Seguro que no está en la terraza de Strasburg con su tía Sally? ¿No
podría volar un poquito más alto, eh? Y y y y,
dinos, Esteban, ¿cómo está el tío Si? ¡Oh Dios
lloroso! ¡Las cosas a que estoy unido! Los
muchachos arriba en el henal. El pequeño
cagatinta borracho y su hermano, el cornetín.
Gondoleros altamente respetables. Y el vizco
Walter dando el tratamiento de señor a su
padre, nada menos. Señor. Sí señor. No, señor.
Jesús lloró: ¡con razón, por Cristo!
Tiro de la ronca campanilla de su casucha
de percianas cerradas y espero. Me toman por
acreedor, espían desde una posición ventajosa.
—Es Esteban, señor.
—Que entre. Que entre Esteban.Se corre un pasador y Walter me da la bienvenida.
—Creímos que eras algún otro

 

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VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos                  102

Simpson se sentó en un banco salpicado con los restos blancos de unos
excrementos secos de pájaro, y se quedó encorvado, apoyando los codos en las
rodillas. Sintió el comienzo de una alucinación acústica que le afligía desde su
infancia. Cuando estaba en un prado o, como ahora, en un bosque silencioso a la
hora en que se iniciaba el crepúsculo, empezaba a preguntarse, como sin darse
cuenta, si no sería posible oír, a través del silencio presente, el universo entero
atravesando el espacio como en un silbido melodioso, el bullicio de las ciudades
lejanas, el embate de las olas del mar, el canto de los hilos telegráficos sobre el
desierto. Poco a poco, sus oídos, guiados por su pensamiento, empezaron a detectar con avidez aquellos ruidos. Oía el traqueteo de un tren, aun cuando las vías estuvieran a millas de allí; a continuación, el chillido y el chirrido de las ruedas y, a medida que su oído recóndito se iba haciendo más agudo, las voces de los
pasajeros, sus toses y su risa, el crujido de sus periódicos; y finalmente, ya
completamente sumergido en aquel milagro acústico, percibió nítidamente
también los latidos de sus corazones, y el crescendo acumulativo del latido, su
zumbido, su estruendo ensordecieron a Simpson. Abrió los ojos temblando y se dio
cuenta de que aquellos golpes eran los de su propio corazón.

La vida y la muerte me
están desgastando        MO YAN   102

Conocía muy bien aquella
mirada. Sé que sufriste muchas injusticias, esposo mío. Cubrí tu tumba con
la tierra que tenía en mi mano y luego la extendí por encima de ella,
sollozando en silencio mientras apretaba mi rostro sobre la fresca y
amarilla tierra. Tú me tocaste dulcemente el trasero con tu hocico, haciendo
que volviera la cabeza, y vi de nuevo aquella mirada en tus ojos. Esposo
mío, creo sinceramente que has vuelto a nacer en forma de burro. Qué
desconsiderado ha sido el señor Yama al convertir a mi amado esposo en un
asno. Pero entonces pensé que a lo mejor fuiste tú el que lo eligió, que en tu
constante preocupación por mí, preferiste regresar en forma de burro para
ser mi compañero. A lo mejor el señor Yama había pensado dejar que te
reencarnaras en una familia rica y poderosa, pero elegiste llevar la vida de
un burro, mi querido, mi querido esposo...

     

ANTENA NEGRA

 

      2012-11-13 19.15.17         

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos       322

  De repente los distintos objetos que había en su mesa empezaron a
temblar y a mezclarse unos con otros hasta disolverse en un espejismo húmedo.
Parpadeó y todo volvió a su posición habitual

          

La vida y la muerte me
están desgastando              MO YAN  322

No resultó fácil, pero Sun Tres por fin consiguió fijar al burro rodante
Jinlong en el suelo, aunque no sin esfuerzo: dientes, pies, todo. Qiuxiang
puso la botella de vinagre en sus labios y comenzó a verterlo. Al instante,
un sonido peculiar salió de la garganta de Jinlong, como si fuera un gallo
que se hubiera tragado sin darse cuenta un insecto venenoso. Se le pusieron
los ojos en blanco: sin lugar a dudas, estaban completamente blancos bajo
la luz de la luna —Maldito mocoso sin corazón, has matado a mi hijo —gritó Yingchun
mientras Huang Tong golpeaba a Jinlong en la espalda, haciendo que un
torrente de licor amargo y apestoso saliera por su nariz y su boca...He z u o
se casa, con Jietang   e n  c o n t r a  d e  s u  v o l u n t a d.

 

DON QUIJOTE DE LA MANCHA 322

Ya en esto, el cura se había concertado con los cuadrilleros que le acompañasen
hasta su lugar, dándoles un tanto cada día. Colgó Cardenio del arzón
de la silla de Rocinante, del un cabo la adarga y del otro la bacía, y por señas
mandó a Sancho que subiese en su asno y tomase de las riendas a Rocinante,y puso a los dos lados del carro a los dos cuadrilleros, con sus escopetas. Pero
antes que se hubiese el carro, salió la ventera, su hija y Maritornes a despedirse
de don Quijote, fingiendo que lloraban de dolor de su desgracia

Roberto Bolaño
2666 322

Las estrellas de mar que
uno se encontraba en las playas generalmente estaban muertas,
eran cadáveres que las olas expulsaban, aunque había, ciertamente,
excepciones. Newell, dijo, siempre distinguía entre las
estrellas de mar muertas de aquellas que estaban vivas. No sé
cómo, pero las distinguía. Y las muertas las dejaba en la playa y
a las vivas las devolvía al mar, las arrojaba cerca de las rocas
para que así tuvieran al menos una oportunidad. Salvo en una
ocasión en que se llevó a casa una estrella de mar y la metió en
una pecera, con agua salada del Pacífico. Eso fue cuando los Panteras Negras acababan de nacer y ellos se dedicaban a vigilar
el tránsito en su barrio para que los coches no circularan a toda
velocidad y mataran niños. Hubiera bastado con un semáforo o
tal vez dos, pero el ayuntamiento no quiso poner ninguno. Así
que ésa fue una de las primeras apariciones de los Panteras,
como guardias de tráfico

JAMES JOYCE
ULISES                322

Enfermedad del sueño en el aire. Se camina sobre pétalos de
rosa. Imáginate allí tratando de comer
mondongo y callos. ¿Dónde estaba, pues, el
sujeto que vi en esa lámina por alguna parte?
¡Ah!, en el Mar Muerto, flotando sobre la
espalda, leyendo un libro con una sombrilla
abierta. No podría hundírselo aunque uno se lo
propusiera: tan pesado de sal. Por que el peso
del agua, no, el peso del cuerpo en el agua, es
igual al peso del. ¿O es que el volumen es igual
al peso? Es una ley algo así.