jueves, diciembre 31, 2009

EL INFORME DE BRODECK

¿Tu sabes escribir?—                   VOLLAUGA-ojos llenos    DE MURMELNER-el murmurador   MONDLICH-lunar

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Pero cuando pienso en Carrazeda de Anciáes no son sólo los álamos, la alemana, los campos de trigo y el cura sentado junto a las lechugas con el gato en brazos los que cantan en el fondo de mi sangre: es el viaje en la ambulancia, en invierno, que llevaba a mi padre, moribundo, hasta Oporto

los eucaliptos de los dos lados de la carretera que surgían, remolineando, de la niebla, la enfermería donde la humedad se escurría copiosa por las paredes de granito, el entierro en el solar que mi abuelo reservara, alrededor de la Castidad de su túmulo, para un innumerable rebaño de ahijados, cada uno con el nombre del santo del día en que naciera, los cuales se agrupaban, en torno del ataúd, rezongando rezos en el tono enfadado del padrino, mientras la esposa del farmacéutico, comprimida en un vestido blanco, acariciaba al caniche en una esquina de la fosa, con los cabellos sueltos en cascada sobre los hombros, con un disgusto de carbón que zigzagueaba en la pintura de las mejillas.

ANTONIO LOBO ANTUNES -TRATADO DE LAS PASIONES DEL ALMA pag.119

Más tarde recordé la historia del sordomudo que me contó Quim y pensé en los maltratadores de niños que en su infancia han sido niños maltratados. Aunque ahora que lo escribo no consigo ver con la misma claridad que entonces la relación causa-efecto entre el sordomudo y el cambio de personalidad de Quim. Después salí hecho una fiera a la calle y gasté varias monedas en inútiles llamadas a casa de María. Hablé con su mamá, con la sirvienta, con Jorgito y a última hora de la noche con Angélica (esta vez sí, la Angélica de verdad), pero nunca estaba María, y Quim no se quiso poner al teléfono en ninguna ocasión.

Durante un rato Belano y Ulises Lima me acompañaron. Mientras hacía las primeras llamadas telefónicas les di a leer mis poemas. Dijeron que no estaban mal. La purga del real visceralismo es sólo una broma, dijo Ulises. ¿Pero los purgados saben que se trata sólo de eso? Claro que no, entonces no tendría ninguna gracia, dijo Arturo. ¿Así que no hay nadie expulsado? Claro que no. ¿Y ustedes qué han estado haciendo todo este tiempo? Nada, dijo Ulises.

—Hay un hijo de puta que nos quiere pegar —reconocieron más tarde.

—Pero ustedes son dos y él sólo uno.

—Pero nosotros no somos violentos, García Madero —dijo Ulises—. Al menos, yo no, y Arturo ahora tampoco.

Por la noche, entre llamada y llamada a casa de las Font, estuve con Jacinto Requena y Rafael Barrios en el café Quito. Les conté lo que me habían dicho Belano y Ulises. Deben de estar averiguando cosas de Cesárea Tinajero, dijeron.

ROBERTO BOLAÑO   DETECTIVES SALVAJES    pag.119

Aquí, en este mundo que dejaste atrás, a Dios lo han secuestrado los hombres. Han creado unas religiones disparatadas, que no entiendo cómo han sobrevivido durante siglos y siguen expandiéndose. Son implacables, predican amor, justicia y caridad, y para imponerlas cometen atrocidades. Los señores muy principales que propagan estas religiones juzgan, castigan, fruncen el ceño ante la alegría, el placer, la curiosidad y la imaginación. Muchas mujeres de mi generación hemos tenido que inventar una espiritualidad que nos calce, y si hubieras vivido más, tal vez habrías hecho lo mismo, porque los dioses del patriarcado definitivamente no nos convienen: nos hacen pagar por las tentaciones y pecados de los hombres. ¿Por qué nos temen tanto? Me gusta la idea de una divinidad incluyente y maternal, conectada a la naturaleza, sinónimo de vida, un proceso eterno de renovación y evolución. Mi Diosa es un océano y nosotros somos gotas de agua, pero el océano existe por las gotas que lo formaISABEL

ISABEL ALLENDE   LA SUMA DE LOS DIAS pag.119

—¡Esto es lo que llevaremos con nosotros en vanguardia! —gritó Ignatius ahogando el último aplauso desparramado. Y sacó teatral-mente de encima de su pelvis la sábana, abriéndola de golpe. Entre las manchas amarillas estaba escrito en letras grandes de molde, con tiza roja, ADELANTE. Bajo esto, escrito con una complicada caligrafía azul: Cruzada por la Dignidad Mora.

—Dios sabe quién habrá estado durmiendo en esa sábana vieja —dijo la mujer apasionada y aficionada a los espirituales que iba a ser la directora del coro—. ¡Señor!

Hubo más presuntos sublevados que expresaron la misma curiosidad en una terminología más explícitamente física.

—Silencio —dijo Ignatius, pateando estruendosamente en la mesa—.

¡Por favor! Dos de las mujeres más esbeltas llevarán esta enseña entre las dos cuando avancemos en manifestación hacia la oficina.

—Yo no pongo la mano en eso, no señora, ni hablar —contestó una mujer.

—¡Silencio! ¡Cállense todos! —dijo furioso Ignatius—. Empiezo a sospechar que ustedes no se merecen verdaderamente esta causa. Al parecer, no están dispuestos a hacer ninguno de los sacrificios imprescindibles.

—¿Para qué vamos a llevar esa sábana vieja? —preguntó alguien—. Yo creí que esto iba a ser una manifestación por los salarios.

—¿Sábana? ¡Qué sábana! —replicó Ignatius—. Estoy extendiendo ante vosotros la más orgullosa de todas las banderas, una identificación de nuestro objetivo, una visualización de todo lo que buscamos —los obreros estudiaron con más atención las manchas—. Si sólo deseáis irrumpir en la oficina como ganado, no habréis participado más que en un motín. Esta bandera por sí sola da forma y crédito a la sublevación. Hay cierta geometría ligada a estas cosas, cierto ritual que hay que observar. Bien, ustedes dos, señoras, ésas de allí, cojan esto entre las dos, una de cada lado, y llévenlo así con honor y orgullo, con las manos bien alzadas, etcétera.

Las dos mujeres a las que Ignatius señaló avanzaron muy despacio hacia la mesa de cortar y tomaron cautelosamente la bandera con el pulgar y el índice, sosteniéndola entre ellas como si fuera la mortaja de un leproso.

—Tiene un aspecto aún más impresionante de lo que yo suponía —dijo Ignatius.

—No me menees esa cosa delante, chica —dijo alguien a las mujeres, creando otra marejada de risas.

Ignatius puso su cámara en acción y la enfocó hacia la pancarta y los trabajadores.

JOHN KENNEDY TOOLE     LA CONJURA DE LOS NECIOS    pag.119

La fría y húmeda primavera de 1995.”No pasaran”¿como llega a mi mente esa vieja y legendaria consigna?Los rostros de la masa embrutecida por la embriaguez del momento,en cuyas bocas y  cavidades oculares pronto echaran tierra.A la estúpida pregunta de si”ve alguna diferencia entre el fascismo y el comunismo”se podría dar esta respuesta:el comunismo es una utopía, el fascismo una practica.

IMRE KERTÉSZ    YO,OTRO    pag 119