sábado, febrero 11, 2012

LA RUEDA DE LOS ESPEJOS

 

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           BETE 

JAMES JOYCE-ULISES  644

—B es el portón del parque.
Su dedo covulso saltó y golpeó de un
punto al otro.
—T es la residencia del virrey. C es donde
tuvo lugar el crimen. K es la entrada de
Knockmaroon.
La carne floja de su cuello se meneaba
como moco de pavo. Una pechera mal
almidonada se combó sobresaliendo y con un
gesto brusco la volvió a meter en el chaleco.
—¿Hola? Sí, el Telégrafo de la Noche...
¿Hola? ¿(quién habla? Sí... Sí... Sí...
F a P es la ruta por donde Piel—de—
cabrón condujo el coche para tener una
coartada. Inchicore, Roundtown, Windy Arbour,
Palmerston Park Ranelagh, F.A.B.P. ¿Lo
encuentran? X es el café de Davy, es la parte
más alta de la calle Leeson El profesor se acercó a la puerta interna

Bloom, al teléfono —dijo.
—Dile que se vaya al infierno —dijo
bruscamente el director—. X es el café de Burke,
¿entienden?

 

 

 

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viernes, febrero 10, 2012

EL FARAON Y LA FARAONA

 

POSIBLE RETRATO DE ANJESENAMON -MUJER DE TUTHANKAMON

                 

 

 

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                                         UNA GRAN MAGA

Ningún incidente dramático vino a enturbiar los nueve años del reinado de Tutankamón (1334-1325 a. J.C.). Sabemos que su morada para la eternidad, la única tumba real inviolada del Valle de los Reyes, fue descubierta en 1922 porHoward Carter, al cabo de una larga exploración financiada por lord Carnarvon.De esta tumba, cuidadosamente oculta, se extrajo una cantidad increíble de obras maestras; entre ellas, una capillita dorada cuyas escenas nos revelan qué papel desempeñó la gran esposa real.

Anjesenamón era extremadamente bella: la vemos tocada con una delicada y complicada peluca, la serpiente uraeus en la frente, los ojos pintados y la cara maquillada con gran destreza; luce también unos pendientes, además de un ancho collar de varias vueltas, y un largo vestido blanco que le llega hasta las sandalias. La gran esposa real era la imagen misma de la seducción.No obstante, las escenas en las que aparece no son meras demostraciones de encanto femenino; los textos jeroglíficos la designan, en efecto, como «la gran  maga» que, mediante sus actos rituales, comunicaba al rey la energía necesaria para reinar. En las paredes del naos de oro, Anjesenamón renovaba para la eternidad los ritos de la coronación que la pareja real celebrará durante millones de años.

¿UNA REINA CULPABLE DE ALTA TRAICIÓN?

Tutankamón murió joven, sin duda antes de cumplir veinticinco años. Su viuda quedó desamparada. ¿Iba a asumir en solitario todo el poder convirtiéndose en reina-faraón, o tomaría por esposo a un nuevo monarca?La reina realizó entonces un acto insólito que cabría considerar como una traición. En lugar de elegir como faraón a uno de los nobles de la corte, escribió una sorprendente carta al rey hitita Subbiluliuma, cuyo máximo afán era conquistar las Dos Tierras y apoderarse de sus riquezas. El pasaje principal del documento, conservado por los archivos hititas, reza así:

«Mi marido ha muerto—

escribe la reina

—. No tengo hijos. Se dice que tú tienes varios hijos. Si me envías a uno de ellos, se convertirá en mi marido. Nunca escogeré a uno de mis servidores como marido”.

El soberano hitita dudó de la autenticidad de la misiva. Creyendo que se trataba de una trampa, envió a Tebas un emisario para que examinase la situación. Anjesenamón, impaciente, escribió una segunda carta y defendió su buena fe:

«De haber tenido un hijo propio, ¿me habría dirigido, en mi propio deshonor y en el de mi país, a un reino extranjero?»

(John Harris, sostienen que la carta fue enviada por la propia Nefertiti tras la muerte de Ajenaton. La mayoría piensan que Dahamuzu no es más que la traducción de "esposa del rey", y que por lo tanto, pudo ser tanto Anjesenamon como Nefertiti.)

 

El soberano hitita empezó a soñar. ¡Conquistar las Dos Tierras mediante un simple matrimonio! Decidió intentar la aventura y envió a Egipto uno de sus hijos, el futuro faraón En la corte no habían pasado desapercibidas las gestiones de la joven reina. Dos hombres vigilaban sus actos: el general Horemheb, jefe de los ejércitos,y el viejo sabio Ay, que ya había conocido tres reinados y era la eminencia gris de la administración. Mientras este oscuro asunto se limitaba al intercambio de misivas no intervinieron. Pero cuando la escolta del príncipe hitita se puso encamino tomaron una decisión.El príncipe hitita no llegó a cruzar la frontera; no cabe duda de que acabaron con su vida. La advertencia era clara y brutal: ningún hitita subiría nunca al trono de Egipto.Anjesenamón se casó con Ay, quien, después de servir a varios faraones,se convirtió él mismo en faraón con el apoyo de Horemheb. El mismo Ay había dirigido los funerales de Tutankamón. Su unión con la joven viuda fue puramente teológica.¿Qué fue de la esposa de Tutankamón tras su matrimonio con Ay? Lo ignoramos. Para nosotros, ella sigue siendo la gran maga del rey máscara de oro,la reina eternamente joven que le transmite ininterrumpidamente la vida

 

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Respaldo de la silla de Tutanjamón. Museo de El Cairo.
la decoración que forma parte del respaldo del trono encontrado en la tumba de Tutanjamon, por Howard Carter, en la que su esposa le está untando probablemente aceites. Me parece que la imagen habla por sí sola de la relación que debió de existir entre ambos, además de ser una representación muy características del arte amarniano, lleno de humanidad y familiaridad. Un detalle a tener en cuenta es que en dicha imagen las figuras del Rey y de la Reina aparecen con sólo un pié calzado. El rey lleva una sandalia en su pié izquierdo, la reina sólo en su pié derecho. ¿Acaso denota un detalle más de esa intimidad y ternura que respira la imagen? ¿Puede suponerse como "todo un detalle enternecedor" este compartir hasta el calzado? ¿Son solo figuraciones? Indicamos que tras examinar fotos, incluso el propio sitial en el Museo de El Cairo, nos quedan algunas dudas. Parece como si el artista hubiese querido calzar al Rey en ambos pies, pero al final, o bien se arrepintió, o bien en el azar de los miles de años transcurridos, esas partes de la indumentaria se desprendieron. Puede observarse como sobre el empeine del pie derecho del Rey subsiste una fina tira del mismo material del calzado que lleva en el pie izquierdo, también puede observarse una fina línea en el pie derecho que podría ser una huella de la pieza que falta. Pero si observamos el pié izquierdo de la Reina, veremos que no hay ningún indicio que suponga la presencia en el pasado de ningún tipo traza de calzado, excepto bajo el pie donde se extiende una ¿suela? ¿es el suelo mismo?. De todas maneras, sea lo que sea, nos sirve de pretexto para abundar un poco más en esa tierna imagen, nacida de un arte mucho más natural que el rígido Arte Egipcio secular.

PEZ   

jueves, febrero 09, 2012

ARBOL GENEALOGICO

 

   

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VLADIMIR NABOKOV-252

Era una calle humilde y engañosa: la parada del trolebús te llevaba hasta el
comienzo de la misma, en su intersección con una avenida muy concurrida. Durante
un buen trecho se arrastraba en la oscuridad, sin escaparate alguno ni tampoco
alegría. Pero luego se llegaba a una pequeña plaza (cuatro bancos, un macizo de
pensamientos) en torno a la cual circulaba un trolebús que chirriaba como si
refunfuñara ante lo que veía a su paso. Al llegar a ese punto, la calle cambiaba de
nombre y empezaba una nueva vida. A lo largo de la acera derecha, se sucedían una
serie de comercios: una frutería, con pirámides de naranjas de intensos colores; un
estanco, cuyo reclamo era un dibujo de un turco voluptuoso; una tienda de
ultramarinos con ristras y más ristras grises y grasas de salchichas marrones; y
finalmente, contra todo pronóstico, una tienda de mariposas. Por la noche,
especialmente cuando había humedad, cuando el asfalto brillaba como si fuera el
lomo de una foca, los transeúntes se detenían un momento delante de aquel
escaparate, símbolo del buen tiempo. Los insectos que se mostraban en el mismo
eran unos ejemplares enormes y espléndidos. La gente se decía al verlos: «¡Qué
colores tan increíbles!», y seguía su penoso camino bajo la lluvia. Alas de ojos
abiertos de asombro, trémulo satén azul, magia negra —la mirada retenía al
transeúnte rezagado, detenida en aquella maravilla, haciendo tiempo hasta que
llegara el momento de subirse al trolebús o de comprar el periódico. Y la memoria
retenía también en el recuerdo, junto con las mariposas, algunos de los objetos
expuestos que compartían con ellas espacio y magia: un globo, unos lápices y el
cráneo de un mono sobre un montón de cuadernos.

            

JAMES JOYCE-ULISES  I  252

REMINISCENCIAS DE LOS DÍAS DE
ANTAÑO

Tiene sus rastros en la
sangre. Kendal Bushe, o más bien dicho
Seymour Bushe.
—Habría estado en el banquillo hace
tiempo —replicó el profesor si no fuera por...
Pero no importa.
J. J. O'Molloy se dio vuelta hacia Esteban
y le dijo lenta y calmosamente:
—Uno de los períodos más brillantes que
creo haber escuchado en toda mi vida salió de
los labios de Seymour Bushe. Fue en ese caso de
fratricidio, el crimen de Childs. Bushe lo
defendió.

Y en los pabellones de mis oídos
vertió


Entre paréntesis, ¿descubrió eso? Murió
mientras dormía ¿o fue la otra historia, la bestia
con dos espaldas?
—¿Cómo fue eso? —preguntó el profesor.

miércoles, febrero 08, 2012

LA NUEVE

 

      bici

    tunel                      ola         tele          

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                                                              aguila

martes, febrero 07, 2012

EL ALMA DEL CRONOMETRO

 

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JAMES JOYCE-ULISES   294

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VLADIMIR NABOKOV-294

A nadie le está prohibido creer en la inmortalidad del alma; pero hay
una pregunta terrible que nadie que yo conozca se ha planteado (meditaba Graf
mientras se bebía un jarro de cerveza): ¿no existirá la posibilidad de que el paso del
alma al más allá vaya acompañado de impedimentos fortuitos y vicisitudes
aleatorias semejantes a los distintos accidentes que rodean el nacimiento y la
llegada de un ser a este mundo? ¿No podríamos ayudar al éxito de tal tránsito
mediante la puesta en práctica, mientras estamos vivos, de ciertas medidas
psíquicas o incluso físicas? ¿Y cuáles concretamente? ¿Qué debemos prever, qué
debemos almacenar, qué debemos evitar? ¿Acaso deberíamos considerar la religión
(argumentaba para sí Graf, demorándose en la taberna oscura y desierta donde las
sillas hacía tiempo que bostezaban y se habían dormido sobre las mesas), esa
religión que cubre las paredes de la vida con imágenes sagradas, como si fuera una
forma de tratar de crear un ambiente favorable (más o menos de la misma forma en que, según dicen ciertos médicos, las fotografías de niños hermosos, rollizos, que adornan el dormitorio de las mujeres embarazadas tienen un efecto beneficioso en
el fruto de sus entrañas)? Pero incluso si se hubieran tomado las medidas necesarias,
incluso en el caso de que supiéramos por qué X (que se alimentaba de esto o de
aquello, je leche, de música... o de lo que fuere) efectuó el tránsito hasta el jnás allá
sin accidente alguno, mientras que Y (cuya alimentación había sido ligeramente
distinta) quedó detenido y pereció, no existirán otros riesgos que amenacen el
propio momento del tránsito, y que de alguna manera puedan interponerse en el
camino, estropeándolo todo, porque, escucha, incluso los animales o gente muy
simple se hacen a un lado sigilosamente cuando les llega la hora: no me pongas
trabas, no pongas trabas en mi peligrosa, difícil tarea, concédeme, oh Dios, que mi
tránsito se desarrolle pacíficamente y que me libere sin trabas de mi alma inmortal.
Estos pensamientos deprimían a Graf, pero todavía era más terrible, más desolador el pensar que existiera la posibilidad de que no hubiera más allá, de que la vida de un hombre estallara irremediablemente como las burbujas que bailan y se desvanecen en una tempestuosa tubería bajo las mandíbulas de una cañería

LAS MEJORES
HISTORIAS
SINIESTRAS   The Dummy, Susan Sontag    280*2=560-294=266

El doble le da un beso a mi mujer, sale a la puerta y entra en el
ascensor (¿se reconocerán las máquinas una a otra?, me pregunto). Una
vez en el vestíbulo sale por la puerta echando a andar sin prisa —el
doble ha salido con tiempo suficiente y no tiene que preocuparse— y se
mete en el «metro». Seguro, tranquilo, limpio (lo limpié yo mismo el
domingo por la noche), sin turbarse, va llevando a cabo las tareas
fijadas. El estará contento mientras yo esté satisfecho con él y así
estaré, haga lo que haga, siempre que los demás estén satisfechos con
él. Mientras tanto, yo me tengo para mí mismo.
Nadie nota nada diferente en la oficina. La secretaria le saluda y él
responde con una sonrisa, tal como yo hago siempre; luego va a mi
despacho, cuelga el abrigo y se sienta ante mi mesa. La secretaria le
trae el correo. Después de leerlo, llama para dictar algunas cosas. A
continuación hay una pila de papeles —los asuntos que yo dejé sin
terminar desde el viernes pasado— a los que tiene que atender.

 

 

                                       

domingo, febrero 05, 2012

FUERA DE COBERTURA

 

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¿Tiene hermanas?No os preocupéis

Mientras te comen a ti no nos comen a nosotros

Un soldado cuando va al cuartel lo primero que hace es cambiar de pie

 

JAMES JOYCE-ULISES-425

—¿Qué aria es ésa? —preguntó Leopoldo
Bloom.

—Todo está perdido ahora.
Richie frunció sus labios.  El incipiente
sortilegio de una dulce nota baja lo murmuraba
todo.  Un tordo, Malvis, su dulce soplo de pájaro,
buenos dientes de que él está orgulloso, gimió
con dolorida pena. Está perdido. Rico sonido.
Ahora dos notas en una. El mirlo que escuché en

el valle de espinos. Tomando mis motivos se
apareaba y los devolvía. A lo sumo también
nuevo llamado en el todo perdido en el todo.
¡Qué dulce la respuesta! ¿Cómo se hace eso?
Todo perdido ahora. Plañidero silbo. Cae, se
rinde, perdido.
Bloom inclinó leopoldina oreja,
acomodando un fleco de la carpetita bajo el
florero. Orden. Si me acuerdo. Hermoso aire.
Fue hacia él dormida. Inocencia bajo la luna.
Retenerla todavía. Valientes, ignoran su peligro.
Llamarlo por su nombre. Tocar el agua. Salto
saltarín.
Demasiado tarde. Ella anhelaba ir. Por
eso. La mujer. Mas facil seria detener el mar. Sí:
todo está perdido

NABOKOV-425

Ella sacó la cabeza, audible y real, radiante de placer; uno de nosotros, corriendo al paso del tren que ya había
iniciado su marcha, le entregó una revista y una guía Tauchnitz (sólo leía en inglés
cuando viajaba); todo se desvanecía con hermosa suavidad, y yo tenía el billete de
andén en la mano, tan arrugado que resultaba irreconocible, y una canción del siglo
pasado (relacionada, dicen, con un drama parisino de amor) no dejaba de sonar en
mi cabeza, surgida, Dios sabe por qué, de la caja de música de mi memoria, una
balada quejumbrosa que solía cantar a menudo una tía soltera mía, cuyo rostro era
tan amarillo y cerúleo como las velas de una iglesia rusa, y dotada sin embargo por
la naturaleza de una'voz tan potente, tan llena, que casi la hacía entrar en el trance
glorioso de una nube de fuego cuando entonaba:

On dit que tu te maries,
tu sais que j'en vais mourir

Y aquella melodía, el dolor, la ofensa, el lazo entre el himen y la fuerte evocado por
el ritmo y la propia voz de la cantante muerta, acompañaba al recuerdo como única
dueña de la canción, me tuvieron inquieto durante varias horas tras la marcha de
Nina e incluso más tarde aquellas notas surgían en intervalos crecientes como las
últimas pequeñas olas que un barco que pasa arroja sobre la playa y que cada vez
lamen la arena con menos frecuencia y con más ensoñación, o como la agonía de
bronce de un campanario que vibra después de que su campana haya vuelto a
ocupar su posición inicial en el círculo acogedor de su familia