sábado, enero 07, 2012

ESTAMOS DE REBAJAS¿QUIEN TIENE LA CULPA?

 

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JAMES JOYCE-ULISES  377

Leyó el otro título: Dulzura del pecado.
Más a propósito para ella. Veamos.
Leyó donde abrió su dedo.
—Todos los billetes que le daba su esposo
eran gastados en las tiendas en maravillosos
trajes y en los adornos más costosos. ¡Para él!
¡Para Raúl!
Sí. Éste. Aquí. Probemos.—Se pegaron sus bocas en un lascivo beso
voluptuoso, mientras sus manos buscaban a
tientas las opulentas curvas dentro del
deshabillé.
Sí. Lleva éste. Al final.
Llegas tarde, dijo él roncamente,
mirándola con desconfianza.
La hermosa mujer arrojó su abrigo
guarnecido de cebellina, dejando al descubierto
sus hombros de reina y las palpitantes
redondeces de su cuerpo. Una sonrisa
imperceptible jugaba en sus labios perfectos al
darse vuelta hacia él serenamente.
El señor Bloom leyó otra vez: La hermosa
mujer.
Una ola cálida lo inundó suavemente,
intimidando su carne. Carne rendida entre
arrugadas ropas.

VLADIMIR NABOKOV-377

Generalmente iba vestido con levita limpia y austeramente, como la mayoría de nuestros maduros y
aseados solteros de la emigración: merecía la pena ver, y especialmente oír, cómo
cepillaba sus pantalones metódicamente todas las mañanas: el sonido de aquel
cepillo lo tengo en estos momentos tan íntimamente asociado con él, ocupa un
lugar tan prominente en mis recuerdos de su persona —especialmente el ritmo del
cepillado, las pausas entre las diversas acometidas, cuando se detenía a observar un
lugar sospechoso, y lo rascaba con la uña y luego lo examinaba a la luz. ¡Oh, aquellas
cosas «inexpresables», como él decía, que permitían que el azul del cielo brillara en
la rodilla del pantalón, sus inexpresables, inexpresablemente espiritualizados por su
ascensión a los cielos!

EDGAR ALLAN POE    313*2=626-377=249

CUENTOS 1

Traducción de Julio Cortázar

Edgar Allan Poe

 

Habrá notado usted —dijo— que he pasado de la cuestión de la salida de la casa a la del modo de entrar en ella. Era mi intención mostrar que ambas cosas se cumplieron en la misma forma y en el mismo lugar. Volvamos ahora al interior del cuarto y examinemos lo que allí aparece. Se ha dicho que los cajones de la cómoda habían sido saqueados, aunque quedaron en ellos numerosas prendas. Esta conclusión es absurda. No pasa de una simple conjetura, bastante tonta por lo demás. ¿Cómo podemos asegurar que las ropas halladas en los cajones no eran las que éstos contenían habitualmente? Madame L’Espanaye y su hija llevaban una vida muy retirada, no veían a nadie, salían raras veces, y pocas ocasiones se les presentaban de cambiar de tocado. Lo que se encontró en los cajones era de tan buena calidad como cualquiera de los efectos que poseían las damas. Si un ladrón se llevó una parte, ¿por qué no tomó lo mejor... por qué no se llevó todo? En una palabra: ¿por qué abandonó cuatro mil francos en oro, para cargarse con un hato de ropa?

Susan Sontag El amante del volcán  331*2=662-377=285

Y qué vestir en casa, la casa que siempre has querido, un auténtico hogar, que
significa una propiedad en el campo, una granja, con un arroyo discurriendo a
través de ella. Incluso cuando estás haciendo los honores en la mesa, un sencillo
vestido negro. Y cuando paseas por tu propiedad, vigilando tu ganado,
supervisando la poda de los árboles, un sombrero ajado y un sobretodo marrón a
rayas sobre los hombros.
El miedo a la invasión, agudo en verano, había pasado sin que la flota de Napoleón
hiciera su esperada aparición en el Canal

 

EL ASCENSOR QUE BAJO AL INFIERNO Par Lagerkvist     280*2=560-377=183
The Lift that went down into Hell, Par Lagerkvist

Traducción de
Aurora Marti


Cuando iba a vestirme, me preguntó que adonde iba. Voy adonde me place, contesté,
no estoy prisionera. Entonces, deliberadamente, se sentó y estuvo
contemplándome mientras me cambiaba, y me ponía mi nuevo vestido
color crema. ¿Crees que me sienta bien? Por cierto, ¿te gusta éste, o
prefieres el rosa?
—Todo te sienta bien, querida — aseguró el hombre. —Pero jamás te
había visto tan encantadora como esta noche.
Ella entreabrió el abrigo, sonriendo agradecida, y se besaron
largamente. El ascensor seguía bajando.

—Pero, ¿qué le sucede a este ascensor? —exclamó—. ¿Por qué no se
para? Hace una eternidad que estamos aquí charlando, ¿no es cierto?
—Sí, cariño, supongo que sí. El tiempo pasa tan de prisa

El ascensor seguía bajando.
Por fin se detuvo en seco. Algo parecido a una luz brillantísima les
rodeaba, dañándoles los ojos. Estaban en el infierno. El diablo abrió la
portezuela cortes-mente.
—Buenas noches —saludó con una profunda inclinación.
Iba vestido con los rabos que le colgaban de la vértebra cervical, como
de un clavo.
Smith y la mujer salieron del ascensor, deslumbrados.
—¿Dónde estamos, en nombre de Dios? —exclamaron aterrados por la
sorprendente aparición.
El diablo, un poco confuso, les explicó:
—No está tan malo como parece —se apresuró a añadir—. Espero que
se hallarán complacidos. ¿Pasarán únicamente la noche, no es así?

ORHAN PAMUK
Me llamo rojo              292*2=584-377=207

 

47. Yo, el Diablo
Me gustan el olor del pimentón sofrito en aceite de oliva, la lluvia que cae al alba en el mar
tranquilo, la aparición repentina de una mujer por una ventana abierta, los silencios, el meditar y la
paciencia. Creo en mí mismo y la mayor parte de las veces no hago caso a lo que se dice de mí.
Pero esta noche he venido a este café para prevenir a mis hermanos ilustradores y calígrafos a
causa de ciertos cotilleos, mentiras y rumores.
Por supuesto, sé que estáis dispuestos a creer justo lo contrario simplemente porque yo lo he
dicho. Pero sois lo bastante inteligentes como para intuir que lo contrario de lo que digo no
siempre es cierto y lo bastante sensibles como para sentir interés por todo lo que diga aunque no os
convenza: sabéis que mi nombre, que aparece cincuenta y dos veces en el Sagrado Corán, es uno
de los más recordados.
Muy bien, comencemos por el libro de Dios, por el Sagrado Corán. Todo lo que se dice allí
sobre mí es verdad. Quiero que se sepa que al reconocerlo lo afirmo con toda modestia. Porque
también está la cuestión del estilo. Las humillaciones del Sagrado Corán siempre me han
producido un enorme dolor. Dicho dolor es mi manera de vivir. No lo discuto.
Sí, Dios creó al hombre ante nuestros ojos, los de los ángeles. Luego, de repente, nos pidió que
nos postráramos ante él. Y, tal y como está escrito en la azora de Los Lugares Elevados, mientras
todos los demás ángeles se postraban, yo me negué. Le recordé que Adán había sido creado de
barro y yo de fuego, una materia muy superior, como todos sabéis. No me postré ante el hombre.
Y Dios me consideró «soberbio».
—Desciende del Paraíso —me dijo—. No te corresponde a ti presumir de grandeza aquí.
—Permíteme que viva hasta el Día del Juicio, hasta la resurrección de los muertos —le pedí.
Me lo permitió. Y yo le prometí que durante todo ese tiempo me dedicaría a apartar del buen
camino a la estirpe de Adán, quien fue la causa de mi castigo por no haberme postrado ante El. Y
Él me contestó que enviaría al Infierno a todos a los que yo apartara del buen camino. Sabéis que
ambos seguimos cumpliendo nuestra palabra. No tengo demasiado que añadir a eso.

Algunos afirman que en aquel entonces el Altísimo Dios y yo llegamos a un acuerdo. Según
dicha lógica, yo ayudo a poner a prueba a los siervos de Dios intentando tentarlos: los justos toman
la decisión correcta y no se apartan del buen camino mientras que los malvados son vencidos por
la carne, pecan y son enviados rápidamente al Infierno. Lo que hago es muy importante, porque si
todos fueran al Paraíso nadie tendría miedo y los asuntos del mundo y el Estado no podrían seguir
adelante basándose sólo en la virtud y además porque en este mundo el mal es tan necesario como
el bien y el pecado lo es tanto como la piedad. Teniendo en cuenta que el orden de Dios se hace
realidad gracias a mí y a Su permiso (¿por qué si no me habría concedido el vivir hasta el Día del
Juicio?), el que se me tilde de malvado, el que nunca se me dé la razón, es mi dolor secreto. Los
que han llevado hasta el fin, a mi modo de ver, esta lógica mía, como Hallaci Man-sur o Ahmet
Gazzali, hermano del famoso imán Gazzali, han llegado a concluir en sus escritos que, puesto que
se realizan con el permiso y a petición de Dios, los pecados que hago cometer son en realidad
cosas que Dios quiere que ocurran, que no existen el bien y el mal ya que todo procede de Dios, e
incluso que yo soy parte de Dios.
Con toda la razón, algunos de estos inconscientes fueron quemados en la hoguera junto con
sus libros. Porque, por supuesto, el bien y el mal existen y el trazar entre ambos una frontera es
misión de todos nosotros; yo, gracias Le sean dadas, no soy Dios y no le metí en la cabeza a esos
imbéciles todas esas tonterías, las pensaron ellos solos

Leonie Swann

las ovejas de glennkill

Cordelia pensaba que los hombres son capaces de inventar palabras, enlazar las palabras inventadas y anotar las palabras enlazadas. Magia. Y eso lo sabía porque George les había explicado lo que era la magia. Cuando, en el transcurso de la lectura, él se topaba con una palabra que creía no entenderían las ovejas, se la explicaba. A veces les explicaba palabras que las ovejas, natural­mente, conocían, palabras como profilaxis o antibiótico. La pro­filaxis se daba antes de la enfermedad, y el antibiótico durante. Ambas tenían un sabor amargo. George no parecía muy versado en esta materia: se liaba en una explicación abstrusa en la que ani­males muy pequeños desempeñaban el papel principal. Acababa dándose por vencido y soltando imprecaciones.

 

 

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viernes, enero 06, 2012

IMAGENES NOCTURNAS

 

 

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NABOKOV-773

El cuadro era realmente muy hermoso. Luciani había pintado a la belleza veneciana
de medio perfil, contra un cálido fondo negro. El ropaje rosáceo revelaba su cuello
prominente de tintes oscuros, con unos pliegues extraordinariamente tiernos tras la
oreja, y la piel de lince gris, que orlaba su manto color cereza, se le escapaba
deslizándose a lo largo de su hombro derecho. Los alargados dedos de su mano
derecha extendidos como a pares parecían apuntar que la dama estaba a punto de
ajustarse la piel que caía, pero era como si se hubiera quedado impávida e inmóvil
en el momento previo, con la mirada de avellana fija en su uniforme oscuridad, y
también lánguida, en el lienzo. Su mano izquierda, cuya muñeca rodeaban blancos
rizos de batista de Cambray, sostenía una cesta de fruta amarilla; la copa de su
tocado relucía sobre su cabello castaño oscuro. A la izquierda, el fondo se
interrumpía con una gran vista en ángulo recto sobre el aire del crepúsculo y el
abismo verde azul de la noche nublada.
Sin embargo, no fueron esos prodigiosos detalles del juego de sombras, ni tampoco
la calidez umbrosa del cuadro en su totalidad los que chocaron a Simpson.
Ladeando la cabeza levemente y sonrojándose de inmediato, dijo:
—Dios mío, cómo se parece a...

BOLAÑO 2666    733

Durante todo el trayecto Azucena Esquivel Plata
permaneció en silencio, fumando arrebujada en su manta escocesa,
y Sergio se dedicó a mirar por la ventana. La casa de la
diputada era grande, de una sola planta, con patios en donde
antiguamente entraban carruajes y viejas caballerizas y abrevaderos
tallados directamente en la piedra. La siguió hasta una
sala en donde colgaba un Tamayo y un Orozco. El Tamayo era
rojo y verde. El Orozco negro y gris. Las paredes de la sala,
blanquísimas, evocaban de alguna manera un hospital privado
o la muerte.

BORGES- 733

Tan compleja es la realidad, tan fragmentaria y tan simplificada
la historia, que un observador omnisciente podría redactar
un número indefinido, y casi infinito, de biografías de
un hombre, que destacan hechos independientes y de las que
tendríamos que leer muchas antes de comprender que el protagonista
es el mismo. Simplifiquemos desaforadamente una vida:
imaginemos que la integran trece mil hechos. Una de las hipotéticas
biografías registraría la serie 11, 22, 33. . .; otra, la serie 9,
13, 17, 2 1 . . . ; otra, la serie 3, 12, 21, 30, 3 9 . . . No es inconcebible
una historia de los sueños de un hombre; otra, de los
órganos de su cuerpo; otra, de las falacias cometidas por él; otra,
de todos los momentos en que se imaginó las pirámides; otra,
de su comercio con la noche y con las auroras

jueves, enero 05, 2012

UN ACENTO

 

Me dijo !Voy a matar a un negro¡ No me dio tiempo a preguntarle porque. Lo hizo.Al día siguiente viendo en la televisión el beso de Klint lo comprendí todo.

     

                                                                                                     

VLADIMIR NABOKOV  675     880-675=205

Terminó de escribir y colocó el papel en el espejo, en un lugar donde ella no tuviera
más remedio que verlo. Junto al papel dejó un billete de cien marcos. Y, al atravesar el vestíbulo, volvió a oír de nuevo a su mujer cantando en el baño. Tenía una voz
como de gitana, una voz que te embrujaba... felicidad, una noche de verano, una
guitarra... aquella noche cantó sentada en un cojín en medio del suelo, y al cantar
achinaba los ojos...

Acababa de declarársele... sí, la felicidad, una noche de verano,
una mariposa nocturna estrellándose contra el cielo. «Te entrego mi alma, te quiero
con pasión infinita...» «¡Qué horror! ¡Qué horror!»,

 

BORGES   880

UNA LLAVE EN SALÓNICA


Abarbanel, Farías o Pinedo,
Arrojados de España por impía
Persecución, conservan todavía
La llave de una casa de Toledo.
Libres ahora de esperanza y miedo,
Miran la llave al declinar el día;
En el bronce hay ayeres, lejanía,
Cansado brillo y sufrimiento quedo.
Hoy que su puerta es polvo, el instrumento
Es cifra de la diáspora y del viento,
Afín a esa otra llave del santuario
Que alguien lanzó al azul, cuando el romano
Acometió con fuego temerario,
Y que en el cielo recibió una mano.

JOYCE-569     880-569=311                 

Avanzó un paso de contradanza hacia
adelante sobre crujiente cuero de buey y dio un
paso de contradanza hacia atrás sobre el piso
solemne.
Un ayudante silencioso abriendo apenas
la puerta le hizo una seña silenciosa.
—En seguida —dijo crujiendo para ir,
aunque demorándose. El hermoso soñador
ineficaz que se estrella contra la dura realidad.
Uno siente siempre que los juicios de Goethe son
tan justos. Resisten los mayores análisis.
Coran originó el bicrujiente análisis Calvo, casi celoso al lado de la puerta, prestó toda su gran oreja a las palabras del ayudante:
las escuchó: y se fue.

JAMES JOYCE-ULISES  311

Avanzó un paso en paso de danza sobre crujiente cuero de vaca y retrocedió un paso de danza sobre el solemne enmaderado.Un auxiliar sin ruido,abriendo la puerta muy ligeramente,le hizo una señal sin ruido.En seguida-dijo,crujiendo en su marcha ,aunque desmoronándose-.El bello soñador ineficaz que llega a estrellarse contra la dura realidad .Uno siempre tiene la impresión de que los juicios de Goethe son tan verdaderos.Verdaderos en un análisis muy amplio.Dosvecescrujiendo análisis,despareció a paso de courante.Calvo,muy celoso ,junto a la puerta prestó sus grandes oidos a las palabras del auxiliar:las oyó:y se marchó.

 

 

miércoles, enero 04, 2012

TODA UNA VIDA EN UN ACORDE

 

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NABOKOV-246

 

Transcurrieron ocho años. Llegó un domingo, y ocurrió en la mañana de aquel
domingo. La mesa, dispuesta para el desayuno, esperaba la presencia de Fred, con
el chocolate humeando en su jarra cubierta con su funda de tela, conformando el
aspecto y las formas de un loro. El verde soleado de los manzanos se filtraba a través
de los cristales de la ventana. Ann, con toda su corpulencia, se encontraba
entretenida quitándole el polvo a la pequeña pianola en la que el enano se sentaba
de tanto en tanto a tocar unos valses siempre vacilantes. Unas moscas se habían
aposentado en el tarro de mermelada de naranja y se frotaban las patas delanteras.
Fred entró en la habitación, todavía algo adormilado y con las arrugas del sueño en
su porte y hábito, calzando unas zapatillas de fieltro y embutido en una minúscula
bata negra estampada con ranas amarillas. Tomó asiento desperezando los ojos y
acariciándose la calva. Ann se fue a la iglesia. Fred abrió la sección ilustrada del
periódico dominical y sin dejar de hacer muecas con los labios, que fruncía y
estiraba a ritmo alterno, se dispuso a leer con detenimiento toda suerte de sucesos,
tales como los premios concedidos en el último certamen canino, las piruetas de
una bailarina rusa que se doblaba hasta figurar la lánguida agonía de un cisne, los
embustes y peripecias de aquel financiero que había conseguido embaucar y
engañar a medio mundo... Bajo la mesa, la gata arqueaba el lomo y se agazapaba en
caricias contra su tobillo desnudo. Acabó el desayuno; se levantó bostezando: había
pasado muy mala noche, el corazón le había dolido más que nunca, y ahora, a pesar
de que tenía los pies helados, le daba una enorme pereza vestirse. Se trasladó hasta
el sillón que había junto al mirador y se acurrucó en él. Se quedó allí sin pensar en
nada mientras que, a sus pies, la gata negra arqueaba el lomo y se estiraba abriendo
sus minúsculas fauces rosas.

JOYCE-ULISES  246

Sus pies marcharon en repentino ritmo
orgulloso sobre los surcos de arena, a lo largo de
los guijarros de la muralla sud. Fijó la vista en
ellos severamente, cráneos de mamut de piedras
apiladas. Luz de oro sobre el mar, sobre la
arena, sobre los guijarros. El sol estaba allí los
árboles esbeltos y las casas limón.
París despertábase desapaciblemente,
cruda luz de sol sobre sus calles limón. Pulpa
húmeda de panecillos humeantes, el ajenjo
verde rana, su incienso matinal matizan el aire.
Belluomo se levanta de la cama de la mujer del
amante de su mujer, el ama de casa con un
pañuelo en la cabeza entra en actividad, un
platillo de ácido en la manos. En lo de Rodot,
Ivonne y Madeleine rehacen sus volcadas
bellezas, destrozando con dientes de oro
chaussons de pastelería, sus bocas amarilleadas
con el pus del flan bretón. Pasan caras de
hombres de París, sus encantadores encantados,
rizosos conquistadores

LA NOTA MUERTA

 

Giovanni Maria Pala, un técnico en informática italiano, afirma haber descubierto el verdadero código Da Vinci, tras encontrar notas musicales escondidas en el cuadro de La Última Cena. Según él, Leonardo Da Vinci dejó claves en su pintura para una composición musical.

Pala hizo su descubrimiento tras dibujar un pentagrama sobre una imagen de la pintura, dándose cuenta de que los panes junto con las manos de los apóstoles y de Jesús, equivalían a notas musicales. Eso concuerda con la relación simbólica cristiana entre el pan, que representa el cuerpo de Cristo, y las manos, que se usan para bendecir los alimentos, pero las notas no tenían un sentido musical. Por lo que descubrió que debían ser leídas de derecha a izquierda, siguiendo el particular estilo de escritura de Da Vinci – técnica del “espejo”-. Además, también encontró varias pistas sobre el ritmo lento de la melodía y la duración de cada nota

 

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http://aloxieusko.wordpress.com/2007/11/14/musica-oculta-en-la-ultima-cena-de-da-vinci/

 

El 13 de julio de 1895, el músico potosino Julián Carrillo, logró dividir un tono en dieciséis partes, pudiendo así, por primera vez, ampliar de doce sonidos que existían en la música a noventa y seis. Ese 13 de julio se logró obtener el sonido número 13 y, al mismo tiempo, se abría la gran posibilidad de tener toda una gama de sonidos, pues el mismo principio permitía dividir el tono en el número de fracciones deseado. Al lograr los dieciseisavos de tono, de los cuales nació el Sonido 13, se conquistaron el 14, el 15, el 16, el 17, el 18, etc. hasta el sonido 96. El Sonido 13 fue el que se produjo a la distancia de 1/16 de tono sobre la nota Sol de la cuarta cuerda del violín. Para este caso los 96 sonidos fueron espaciados en forma igual obedeciendo la relación 21/96 = 1.007246412, que es una extensión de la relación de Ramos de Pareja. Esta división, efectuada en la práctica por Julián Carrillo, le permitió, además, reproducir los 12 sonidos existentes. No cualquier división del tono permite reproducirlos y, en un instante, conquistó 84 nuevos sonidos. Julián Carrillo tuvo que inventar un nuevo sistema de escritura musical, por medio de números, pues era imposible hacerlo con la gráfica en uso, para indicar los sonidos conquistados por la revolución del Sonido 13.

  http://www.smf.mx/boletin/Jul-96/articles/son13.html

          

martes, enero 03, 2012

EL CIEMPIES

 

                             

                                            

BORGES-   617

El sol había declinado cuando llegué. El barrio era popular
y humilde; la casa era muy baja; desde la acera entreví una
sucesión de patios de tierra y hacia el fondo una claridad. En
el último patio se celebraba no sé qué fiesta musulmana; un
ciego entró con un laúd de madera rojiza

JAMES JOYCE-ULISES   617

Bebió resignadamente, haciendo correr
sus dedos por las estrías del vaso.
—Sí, sí —dijo suspirando.
El señor Bloom, masticando de pie,
consideró su suspiro. Respiración de buzo. ¿Le
diré de ese caballo que Lenehan? Ya lo sabe.
Mejor que se olvide. Va y pierde más. El tonto y
su dinero. La gota de rocío está bajando otra
vez. Tendría la nariz fría besando a una mujer.
Sin embargo a ellas podrías gustarles. Les
gustan las barbas que pican. Las narices frías
de los perros. La vieja señora Riordan con el
terrier Skye de estomágo constantemente
sonoro en el hotel City Arms. Maruja haciéndole
cariños en su regazo. ¡Oh el grandote
pichichoguaguagua!
El vino empapó y suavizó meollo de pan
mostaza un momento queso nauseabundo.
Lindo vino éste. Le siento mejor gusto porque no
tengo sed

ROBERT GRAVES-LA DIOSA BLANCA 208*3=624-617=7

La «Yegua nocturna» o Pesadilla es uno de los aspectos más crueles de la Diosa
Blanca. Sus nidos, cuando se. les encuentra en los sueños, alojados en las grietas de las
rocas o en las ramas de enormes tejos huecos, están hechos con ramitas cuidadosamente
elegidas, forrados con pelos de caballo blanco y plumas de aves proféticas y sembrados
de mandíbulas y entrañas de poetas. El profeta Job dijo de ella: «Habitaba y permanecía
en la roca. Sus crías también chupaban sangre».

Haruki Murakami 1Q84       617

En la agrupación no había televisión, y la radio no estaba permitida salvo en
ocasiones excepcionales. Los periódicos y revistas estaban restringidos. Las noticias
que se consideraban necesarias eran comunicadas oralmente durante la cena en la
«sala de reuniones». La gente allí reunida reaccionaba con voces de júbilo o gruñidos
de desacuerdo según la noticia. Los gruñidos de desacuerdo eran mucho más
numerosos que los gritos de júbilo. Esa era la única relación de la niña con los medios
de comunicación. En su vida jamás había visto una película o leído un tebeo. Sólo le
estaba permitido escuchar música clásica. En la sala de reuniones había un equipo
estéreo y un gran número de discos que alguien había llevado. En sus horas libres la
niña escuchaba las sinfonías de Brahms, obras para piano de Schumann, música para
clave de Bach y música religiosa. Se convirtió en su más valiosa, y prácticamente
única, diversión.
Un buen día, a la niña le impusieron un castigo. Esa semana le habían ordenado
que cuidara unas cuantas cabras por la mañana y por la noche, pero agobiada con los
deberes de la escuela y las tareas diarias se despistó y lo olvidó. A la mañana
siguiente se descubrió que una cabra ciega, la más anciana del rebaño, se había
muerto de frío. Como castigo aislaron a la niña durante diez días de la agrupación

VLADIMIR NABOKOV-              617

La ceremonia del baño tenía lugar en otra parte de la playa. Unos bañistas
profesionales, vascos fornidos con trajes de baño negros, contribuían a que las
damas y los niños gozaran del terror de las olas. Aquellos baigneurs te colocaban de
espaldas a la ola que estaba a punto de romper y te tomaban de la mano en el
momento justo en el que aquella masa ascendente y giratoria de espuma y agua
caía violentamente sobre ti desde atrás, tirándote al suelo de un fuerte golpe. Tras
una serie de revolcones, el baigneur , reluciente como una foca, conducía al niño o a
la dama, jadeantes, tiritando, respirando mocos, hacia tierra, hasta la arena llana,
donde una inolvidable señora con unos pelillos grises en el mentón se apresuraba a
escoger un albornoz de entre los varios que colgaban de un tendedero. En la
seguridad de la cabina, otro sirviente te ayudaba a quitarte el traje de baño mojado
y lleno de arena, que se desplomaba con un plof en el suelo y se enredaba en los
pies. Luego, todavía tiritando, tratabas de sacar los pies de aquel barullo de tela azul
con rayas difusas sin conseguir más que pisotearlo una y otra vez. La cabina olía a
pino. El empleado, un jorobado con arrugas radiantes, traía una palangana de agua
hirviendo, en la que metías los pies. De aquel hombre aprendí, y lo he conservado
toda mi vida en una célula de cristal de mi memoria, que «mariposa» en vasco se
dice miresicoletea, o al menos eso es lo que yo creí entender (entre las siete
palabras que he encontrado en los diccionarios la que más se le acerca es la de
micheletea

En la zona más oscura y húmeda de la plage, esa parte donde, con marea baja, se
encuentra la mejor arena para hacer castillos, me encontré cavando, un día, al lado
de una niña francesa llamada Colette.
Iba a cumplir diez años en noviembre. Yo había cumplido diez en abril. Me fijé, nos
fijamos, en el trozo de concha mellada de un mejillón que acababa de pisar con la
planta desnuda de un pie estrecho y de largos dedos

Ian   McEwan
Solar                                 617

Fue una nota discordante aislada. Lo memorable y
sorprendente llegaba todas las noches, normalmente tarde, con los
vibrantes compases de una banda de música o el sonido de voces
cantando al unísono que, eufóricas en una actividad común,
eliminaban durante un rato todas las decepciones, toda la amargura.
Beard nunca habría creído que podría estar en una habitación
bebiendo con tantas personas poseídas por la misma suposición
particular, la de que el arte en sus formas más excelsas, la poesía, la
escultura, la danza, la música abstracta, el arte conceptual
impulsarían el tema del cambio climático, lo edulcorarían, lo
palparían, revelarían todo el horror y la belleza perdida y la amenaza
tremenda, e incitarían a la opinión pública a pensar en él, a adoptar
acciones o a exigir que las adoptaran otros. Guardaba un maravillado
silencio. El idealismo era tan ajeno a su carácter que no podía poner
objeciones. Estaba en un territorio nuevo, entre una tribu amistosa de
personas exóticas. Los muñecos de nieve que custodiaban como
centinelas el pie de la plancha, el sonido grabado del viento gimiendo
entre las jarcias, el disco de hielo pulido que refractaba durante todo
el día al sol poniente, los pingüinos de Jesús, treinta en total, y los
tres osos polares que desfilaban por el hielo hasta más allá de la proa
del barco, el crudo, impenetrable fragmento de una novela punteada
de palabrotas que Meredith leyó, o berreó, en voz alta una noche,
todas aquellas manifestaciones semejantes a plegarias, a bailes
alrededor de un tótem, tenían el objetivo de desviar el curso de una
catástrofe

RUIZ ZAFON-EL PRISIONERO DEL CIELO  160*4=640-617=23

Es un hecho científicamente comprobado que cualquier infante de pocos meses de vida sabe detectar con instinto infalible ese momento exacto de la madrugada en que sus padres han conseguido conciliar el sueño para elevar el llanto y evitar así que puedan descansar más de treinta minutos seguidos.

JAVIER MARIAS-LOS ENAMORAMIENTOS   617

‘El número de crímenes impunes supera con
creces el de los castigados; del de los ignorados y ocultos ya no hablemos, por fuerza ha de ser infinitamente mayor que el de los conocidos y registrados’. Y quizá también en esto
otro: ‘Lo peor es que tantos individuos dispares de cualquier época y país, cada uno por su
cuenta y riesgo, en principio no expuestos al contagio mutuo, separados unos de otros por
kilómetros o años o siglos, cada uno con sus pensamientos y sus fines particulares,
coincidan en tomar las mismas medidas de robo, estafa, asesinato o traición contra sus
amigos, sus compañeros, sus hermanos, sus padres, sus hijos, sus maridos, sus mujeres o
amantes de los que ya se quieren deshacer. Contra aquellos a los que probablemente más
quisieron alguna vez. Los crímenes de la vida civil están dosificados y esparcidos, uno
aquí, otro allá; al darse en forma de goteo parece que clamen menos al cielo y no levanten
oleadas de protestas por incesante que sea su sucesión: cómo podría ser, si la sociedad
convive con ellos y está impregnada de su carácter desde tiempo inmemorial’.

EL MENSAJE DEL QUR’AN
Tradución del Árabe y Comentarios
Muhammad Asad

Sura 28. Al-Qasas (La Historia) 

(15) Y [un día] entró en la ciudad mientras [la mayoría de] sus habitantes estaban [descansando
en sus casas] ajenos a lo que pasaba [en las calles];13 y encontró allí a dos hombres peleándose
--uno era de su gente,14 y el otro de sus enemigos. Y el que era de su gente le pidió
ayuda contra el que era de sus enemigos --y entonces Moisés le dio un puñetazo, causándole
[con ello] la muerte.
[Pero luego] dijo [para sí]: "¡Esto es obra de Satán! Ciertamente, es un enemigo declarado,
que extravía [al hombre]!"15

15 Acerca de la alusión a la "obra de Satán", véase la primera mitad de la nota 16 a 15:17. En este caso, los
versículos 16-17 parecen indicar que el culpable había sido el israelita, y no el egipcio (cf. la nota siguiente).
Obviamente, Moisés acudió en socorro del israelita por un sentimiento instintivo de solidaridad racial sin considerar
quien tenía razón en el caso; pero inmediatamente comprendió que había cometido una falta grave, no
sólo por haber matado a una persona inocente, aunque fuera sin querer, sino por haber basado su acción en un
mero prejuicio tribal --o, racial o nacional, como se denominaría hoy. Esta es claramente la enseñanza de este
segmento de la historia de Moisés en el Qur'án. Su lección moral ha sido destacada y explicada por el Profeta
en muchas ocasiones: cf. su famoso dicho: "No es de los nuestros quien proclama la causa del partidismo tribal
(aasabiyya); no es de los nuestros quien combate por la causa del partidismo tribal; y no es de los nuestros
quien muere por la causa del partidismo tribal" (Abu Da'ud, transmitido de Yubair ibn Mutiim). Cuando se le
pidió que explicara el significado de "partidismo tribal", el Profeta respondió: "Significa apoyar a tu gente en
una causa injusta" (ibid., transmitido de Wazila ibn al-Aqsa').

domingo, enero 01, 2012

PRIMER SEGUNDO

 

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MEMORIAS DE ADRIANO
MARGUERITE YOURCENAR      pág  145

No, no es la sangre lo
que establece la verdadera continuidad humana: el heredero directo de Alejandro es
César, no el débil infante nacido de una princesa persa en una ciudadela del Asia;
Epaminondas, al morir sin posteridad, se jactaba con razón de que sus victorias
fueran sus hijas. La mayoría de los hombres notables de la historia tuvieron
descendientes mediocres, por no decir peor, dando la impresión de que habían
agotado en sí mismos los recursos de una raza. La ternura del padre se halla casi
siempre en conflicto con los intereses del jefe. Y si no fuera así, el hijo del emperador
tendría que sufrir además las desventajas de una educación de príncipe, la peor de
todas para un futuro monarca. Afortunadamente, en la medida en que nuestro
Estado ha sabido crearse una regla para la sucesión imperial, ésta se determina por
la adopción; reconozco en ella la sabiduría de Roma. Conozco los peligros de la
elección y sus posibles errores; no ignoro que la ceguera no es privativa de los afectos paternales; pero una decisión presidida por la inteligencia, o en la cual ésta toma por lo menos parte, me parecerá siempre infinitamente superior a las oscuras
voluntades del azar y de la ciega naturaleza. El imperio debe pasar al más digno;
bello es que un hombre que ha probado su competencia en el manejo de los
negocios mundiales elija su reemplazante, y que una decisión de tan profundas
consecuencias sea al mismo tiempo su último privilegio y su último servicio al
Estado. Pero tan importante elección se me antoja más difícil que nunca

EL MENSAJE DEL QUR’AN
Tradución del Árabe y Comentarios
Muhammad Asad                                pág 145

(43) ¡OH VOSOTROS que habéis llegado a creer! No os acerquéis a la oración en estado de embriaguez,
54 [sino esperad] hasta que sepáis lo que decís; ni tampoco en un estado que requiera
la ablución mayor,55 hasta haberos bañado --a menos que estéis de viaje [y no podáis hacerlo].Pero si estáis enfermos o de viaje, o acabáis de hacer vuestras necesidades,56 o habéis cohabitado
con una mujer y no encontráis agua, recurrid a tierra limpia y pasáosla ligeramente por el
rostro y las manos.57 Ciertamente, Dios es en verdad perdonador, indulgente.

 

54 La alusión a la oración en este punto sigue a la mención, en los versículos anteriores, del Día del Juicio,
en el que el hombre habrá de responder ante Dios de lo que hizo en su vida: pues es en la oración cuando
el hombre se sitúa, espiritualmente, frente a Dios. En cuanto a la prohibición de acercarse a la oración "en
estado de embriaguez", varios comentaristas consideran esta ordenanza como el primer estadio de la
prohibición absoluta del uso de estupefacientes, que más tarde quedó "abrogado" con la promulgación de
la ley de abstinencia total de todo tipo de estupefacientes (5:90). Sin embargo, aparte del hecho de que la
doctrina de la "abrogación" es del todo insostenible (véase sura 2, nota 87), nada autoriza a considerar al
susodicho versículo como un "primer estadio" que quedaría invalidado, por así decirlo, una vez decretada
la prohibición absoluta. Es cierto, desde luego, que el Qur’an prohibe el uso de estupefacientes en todo
momento, y no sólo en el momento de la oración; pero dado que "el hombre ha sido creado débil" (4:28),
su alejamiento del camino de la virtud es una posibilidad constante: el versículo anterior fue promulgado
a fin de evitar que se añada a la falta de usar estupefacientes la de rezar en estado de embriaguez. Además,
la expresión "en estado de embriaguez (sukara)" no se aplica exclusivamente a la intoxicación alcohólica,
ya que el término sukr, en su sentido más amplio, significa cualquier estado de desequilibrio mental
que impide a una persona ejercitar plenamente sus facultades mentales: es decir, que puede significar
también un ofuscamiento temporal debido a medicamentos, a un mareo o a un arrebato de pasión, así
como el estado de somnolencia que se describe metafóricamente como "ebrio de sueño" --en suma, cualquier
estado en el que la capacidad normal de discernimiento esté confusa o paralizada. Debido a la gran
importancia que en todo el Qur’an se da a la consciencia como elemento indispensable en todo acto de
adoración, la oración sólo es permisible cuando el hombre está en plena posesión de sus facultades mentales
y "sabe lo que dice
".

CARMEN MARTIN GAITE-CAPERUCITA EN MANHATTAN       145

—¿De verdad estás segura de que los hombres esos del cine no te vieron convertirte en estatua?
Miss Lunatic sonrió.
—Completamente segura. Hay cosas que sólo pueden ver los que tienen, como tú, los ojos limpios.
—O sea que tu vives dentro de la estatua.
—Por el día sí. Envejezco allí dentro para insuflarle vida a ella, para que pueda seguir siendo la antorcha que ilumine el camino de muchos, una diosa joven y sin arrugas.
—¿Como si fueras su espíritu? —preguntó Sara.
—Exactamente, es que soy su espíritu. Pero me aburro muchísimo. Estoy deseando que se haga de noche para salir a trotar por Manhattan. En cuanto dejan de llegar turistas, le enciendo las luces de la corona y de la antorcha y, bueno, atiendo a mil detalles rutinarios que llevan bastante tiempo. Luego me aseguro de que está dormida y se acabó; me largo yo aquí por mi cuenta.
—¿Como si te despegaras de ella?
—Pues sí, más o menos. Está bien dicho. ¿Sabes que eres muy lista?

 

CITAS DEL
PRESIDENTE
MAO TSE-TUNG
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN                                                                     145

Discurso de apertura en la I Sesión Plenaria de la
Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino
(21 de septiembre de 1949).

El proletariado aspira a transformar el universo según su concepción del mundo, y la burguesía,
según la suya. A este respecto, aún no ha sido resuelta en definitiva la
cuestión de quién vencerá: el socialismo o el capitalismo

Antonio Gala

La pasión turca    140 págs   145-140=5

La niña de aquellas navidades en que mi padre me llevó a un pueblo de Somontano, no lejos de
Barbastro, donde había de entregar cirios y velas para la fiesta de la santa, y oí a las otras niñas, coloradas
y felices, que cantaban por el aguinaldo...

Santa Lucía bendita
nos viene a visitar,
con los ojos en el plato
pidiendo la caridad.
Ángeles somos,
del cielo venimos,
chullas y huevos pedimos

John Kennedy Toole

La conjura
de los necios                              145

¿Cuánto dinero se llevó?

—¿Dinero? No robó dinero. En realidad, no había dinero que robar, pues no había conseguido vender ni uno de esos manjares siquiera. Robó las salchichas.

»En fin, al parecer, no se las llevó todas. Cuando recobré el conocimiento, examiné el carro. Aún quedan una o dos, creo.

—Nunca oí nada parecido.

—Quizá tuviera mucha hambre. Quizás alguna deficiencia vitamínica de su organismo en desarrollo necesitase urgentemente una compensación. El deseo humano de alimento y de sexo es relativamente similar. Si hay violaciones a mano armada, ¿por qué no habría de haber robos de salchichas a mano armada? No veo nada insólito en el asunto.

—Todo eso es un cuento.

¿Un cuento? El incidente es sociológicamente válido. La culpa la tiene nuestra sociedad. Los jóvenes, enloquecidos por sugestivos programas de televisión y publicaciones lascivas se han dedicado, al parecer, a asociarse con ciertas adolescentes más bien convencionales que se niegan a participar en sus imaginativos programas sexuales. Sus deseos físicos insatisfechos han de buscar, en consecuencia, una sublimación en la comida. Yo, por desgracia, fui la víctima de todo esto. Podemos dar gracias a Dios de que el muchacho haya recurrido a la comida como vía de desahogo. Si no, podría haberme violado allí mismo en plena calle.

—Sólo ha dejado cuatro —-dijo el viejo, atisbando en el pocilio de las salchichas—. El muy hijo de puta... y cómo habrá podido llevárselas todas.

Antes de Adán Jack London   74*2=148-145=3

Me acerque por fin a la jaula del león, asustado y tembloroso, después de haberme animado mucho mi padre. ¡Oh! ¡Le reconocí instantáneamente! ¡Era la fiera terrible! Sentí relampaguear en mi visión anterior las reminiscencias de mis sueños: el sol ardiente del mediodía sobre las hierbas altas, el toro salvaje que pacía apaciblemente, el rápido abrirse de las hierbas ante el veloz salto de la fiera de atezada piel, un salto sobre la espalda del toro, la explosión de un bramido y un crujir de huesos rotos... Otras veces, la fresca quietud del abrevadero, el caballo salvaje que se arrodillaba para beber, suavemente, y luego, la fiera de atezada piel, un relincho doloroso, un salpicar de agua y el crujir y roer de huesos... Otras veces, el crepúsculo sombrío y el silencio triste del morir del día, y luego el rugido a toda voz del león calenturiento, repentino como si fuera la trompeta del destino, que nos hacía estremecer y encoger de pavor entre los árboles, y yo era uno de los que temblorosos, se recogían en la selva, castañeteando que miedo los dientes.

Al contemplarle impotente tras de los barrotes de su jaula, sentí brotar mi cólera. Le enseñé los dientes apretujados, dancé dando brincos, ululé en una burla incoherente, entre extraños y grotescos gestos. Él contestó abalanzándose contra los barrotes y rugiendo entre dientes contra mí en su ira impotente ¡Oh! ¡Él también me reconocía! ¡Mis gritos eran los de pesadas edades remotas, inteligibles para él!

Se asustaron mis padres. "El niño está enfermo", dijo mi madre. "Es un histérico", añadió mi padre. Nunca se lo dije y nunca lo supieron. Había aprendido a guardar la más absoluta reserva en cuanto concierne a mi dualidad, a esta semidisociación de la personalidad, como creo llamarla justamente.

Vi al encantador de serpientes, y allí se acabó para mí el circo de aquella noche. Me tuvieron que llevar a casa, nervioso, destrozado, enfermo por la invasión en mi vida real de aquella otra vida de mis sueños.

El Señor de la Noche

Tanith Lee                      103  145-103=42

¿Qué debo hacer? –se preguntó a sí misma, y se tendió en el suelo, la oreja pegada a él, como si quisiera escuchar alguna respuesta.

Y una respuesta llegó. En verdad que parecía venir de la tierra, o quizá del Mundo Inferior. Vio ante ella una hilera de puertas, con el cerrojo echado, algunas con llaves esperando a ,girar en la cerradura, otras con las llaves reposando en un gran montón entre las sombras. Eran esas puertas de la magia oscura sobre las que el sacerdote la había precavido y que, hasta ahora, nunca se le había ocurrido abrir.