miércoles, julio 18, 2012

RESCATE

 

 

 

EL QUIJOTE-M. de CERVANTES    458

—Si quisieses, cruel Quiteria, darme en este último y forzoso trance la
mano de esposa, aún pensaría que mi temeridad tendría desculpa, pues en ella
alcancé el bien de ser tuyo.
El cura, oyendo lo cual, le dijo que atendiese a la salud del alma antes que
a los gustos del cuerpo, y que pidiese muy de veras a Dios perdón de sus pecados
y de su desesperada determinación.
A lo cual replicó Basilio que en ninguna manera se confesaría si primero
Quiteria no le daba la mano de ser su esposa; que aquel contento le adobaría
la voluntad y le daría aliento para confesarse.
En oyendo don Quijote la petición del herido, en altas voces dijo que Basilio
pedía una cosa muy justa y puesta en razón y, además, muy hacedera, y que el
señor Camacho quedaría tan honrado recibiendo a la señora Quiteria viuda del
valeroso Basilio como si la recibiera del lado de su padre:
—Aquí no ha de haber más de un sí, que no tenga otro efecto que el pronunciarle,
pues el tálamo de estas bodas ha de ser la sepultura.

Todo lo oía Camacho y todo le tenía suspenso y confuso, sin saber qué
hacer ni qué decir; pero las voces de los amigos de Basilio fueron tantas, pidiéndole
que consintiese que Quiteria le diese la mano de esposa porque su alma
no se perdiese partiendo desesperado desta vida, que le movieron, y aun forzaron,
a decir que, si Quiteria quería dársela, que él se contentaba, pues todo
era dilatar por un momento el cumplimiento de sus deseos.
Luego acudieron todos a Quiteria, y unos con ruegos y otros con lágrimas
y otros con eficaces razones la persuadían que diese la mano al pobre Basilio,
y ella, más dura que un mármol y más sesga que una estatua, mostraba que
ni sabía ni podía ni quería responder palabra; ni la respondiera, si el cura no
la dijera que se determinase presto en lo que había de hacer, porque tenía
Basilio ya el alma en los dientes, y no daba lugar a esperar inresolutas determinaciones.

Entonces la hermosa Quiteria, sin responder palabra alguna, turbada, al
parecer, triste y pesarosa, llegó donde Basilio estaba, ya los ojos vueltos, el
aliento corto y apresurado, murmurando entre los dientes el nombre de
Quiteria, dando muestras de morir como gentil y no como cristiano. Llegó, en
fin, Quiteria y, puesta de rodillas, le pidió la mano por señas y no por palabras.
Desencajó los ojos Basilio y, mirándola atentamente, le dijo:
—¡Oh Quiteria, que has venido a ser piadosa a tiempo, cuando tu piedad
ha de servir de cuchillo que me acabe de quitar la vida, pues ya no tengo fuerzas
para llevar la gloria que me das en escogerme por tuyo ni para suspender
el dolor que tan apriesa me va cubriendo los ojos con la espantosa sombra de
la muerte! Lo que te suplico es, ¡oh fatal estrella mía!, que la mano que me
pides y quieres darme no sea por cumplimiento ni para engañarme de nuevo,
sino que confieses y digas que sin hacer fuerza a tu voluntad me la entregas y
me la das como a tu legítimo esposo, pues no es razón que en un trance como
este me engañes ni uses de fingimientos con quien tantas verdades ha tratado
contigo.
Entre estas razones se desmayaba; de modo que todos los presentes pensaban
que cada desmayo se había de llevar el alma consigo.
Quiteria, toda honesta y toda vergonzosa, asiendo con su derecha mano la
de Basilio, le dijo:
—Ninguna fuerza fuera bastante a torcer mi voluntad y, así, con la más
libre que tengo te doy la mano de legítima esposa, y recibo la tuya, si es que
me la das de tu libre albedrío, sin que la turbe ni contraste la calamidad en que
tu discurso acelerado te ha puesto.

                                                 

Michel Houellebecq

Las partículas elementales  183*3=549-458=-91

 

Es perfectamente consciente de que el progreso de la ciencia y del materialismo ha minado las bases de todas las religiones tradicionales; también es consciente de que ninguna sociedad puede sobrevivir sin religión. Durante más de cien páginas intenta fundar las bases de una religión compatible con el estado de las ciencias. No se puede decir que el resultado sea muy convincente; tampoco puede decirse que la evolución de nuestras sociedades haya ido tanto en ese sentido. En realidad, ya que la evidencia de la muerte material acaba con cualquier esperanza de fusión, es imposible que la vanidad y la crueldad dejen de extenderse. La única compensación —concluyó de forma extraña— es que lo mismo ocurre con el amor.

11

Tras la visita de Bruno, Michel se quedó en la cama dos semanas enteras. De hecho, ¿cómo iba a sobrevivir una sociedad sin religión?, se preguntaba. Ya era difícil para un solo individuo. Durante muchos días contempló el radiador que estaba a la izquierda de la cama. En invierno las tuberías se llenaban de agua caliente, era un mecanismo útil e ingenioso; pero ¿cuánto tiempo podría resistir la sociedad occidental sin alguna religión? De niño, le gustaba regar las plantas del huerto.

 

                               

EL RAPTO

    

Una leyenda cuenta que, cuando Buda convocó a los animales, la Rata viajó sobre el lomo del Buey, que llegó puntualmente a la cita antes que cualquier otro animal. Sin embargo, justo en ese instante la Rata saltó del lomo del Buey y reclamó para sí el primer lugar, a lo cual el Buey, gentilmente, no se opuso.

      

 

BORGES-458

Soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado,
color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun
sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas
noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No
lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo
con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias
y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar
con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El
examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche:
luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió
la visión de otro de los órganos principales. Antes, de un
año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue
tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo,
pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos.
Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo
Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental
como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches
del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó
toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.).
Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se
arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un
potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó
con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de
tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también
un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que
su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en
Otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto

y que mágicamente
animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas,
excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre
de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos,
lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten

aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio
desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente
abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y
del culto del fuego. íntimamente, le dolía apartarse de él. Con
el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada días las horas
dedicadas al sueño. También rehízo el hombro derecho, acaso
deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo
eso había acontecido. . . En general, sus días eran felices; al cerrar
los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente:
El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez
le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba
la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos,
cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura
que su hijo estaba listo para nacer —y tal vez impaciente. Esa
noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos
despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable
selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era
un fantasma, para* que se creyera un hombre como los otros) le
infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos
de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de
piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos
ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba,
o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta
palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría
de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba
colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de
un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar
en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche:
no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre
mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no
quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios.
Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma.

MAHOMA-EL CORAN

Sura 17. Al-Isra’ (El Viaje Nocturno)   468

(60) Y, he ahí, que te dijimos [Oh Profeta:] “Ciertamente, tu Sustentador circunda a toda la
humanidad [con Su conocimiento y poder]: y, así, hemos dispuesto que la visión que te hemos
mostrado73 no sea sino una prueba para los hombres --como también el árbol [del infierno,] execrado
en este Qur’án.74 Y [con la mención del infierno] les hacemos llegar una advertencia: pero
[si están empeñados en negar la verdad,] esta [advertencia] no hace sino aumentar su ya desmesurada
arrogancia.”

(61) Y, HE AHÍ, que dijimos a los ángeles: “Postraos ante Adán” --y se postraron todos excepto
Iblís.75

Dijo: “¿Es que voy a postrarme ante quien has creado de barro?” (62) [Y] añadió: “Dime, ¿es
este [ser insensato] al que has exaltado por encima de mí? ¡Ten por seguro que si me concedes
una prórroga hasta el Día de la Resurrección, conseguiré sin duda que sus descendientes --salvo
unos pocos-- me sigan ciegamente!”76
(63) [Dios] respondió: “¡Vete [por el camino que has elegido]! Pero quien de ellos te siga --
¡ciertamente, el infierno será vuestra recompensa, una recompensa cumplida! (64) Tienta, pues,
con tu voz a quienes puedas de ellos, y atácales con todos tus caballos y hombres,77 y sé su asociado
en [todo pecado relacionado con] sus bienes y sus hijos,78 y hazles [toda clase de] promesas:
y [no sabrán que] cuanto Satán les promete es sólo para engañar a la mente.79
(65) “[Y, sin embargo,] ciertamente, no tendrás poder sobre [aquellos de] Mis siervos [que
pongan su confianza en Mí]:80 pues nadie es tan digno de confianza como tu Sustentador.”

74 En cuanto al “árbol execrado en este Qur’án”, no hay duda de que se trata del “árbol de fruto mortal”
(shayarat as-saqqum) que se menciona, en 37:62 ss. y en 44:43 ss., como una de las manifestaciones del
infierno (véase 37:62-63 y las notas 22 y 23 correspondientes, la última de las cuales explica por qué este
“árbol” se ha convertido en “una prueba para los hombres”). Es descrito aquí como “execrado” porque
obviamente representa al propio infierno. Y el por qué se alude aquí especialmente al “infierno” --y no
a otra manifestación del más allá-- se hace evidente por la siguiente declaración de que su propósito es
transmitir una advertencia.
75 Para una explicación de la alegoría de Adán y los ángeles, véase 2:30-34, 7:11-18 y 15:26-41, así como
las notas correspondientes. En este caso, como en Al-Aaraf y en Al-Hichr, el énfasis recae en el desprecio
de Iblís por Adán (obviamente una metonimia de toda la raza humana): por ello, este pasaje parece enlazar
con el final del versículo 53 más arriba --“¡en verdad, Satán es enemigo declarado del hombre!” El

acento sobre la dignidad del hombre --expresada en la orden de Dios a los ángeles de que “se postraran
ante Adán”--

JAMES JOYCE-ULISES 458

La espalda de paño fino ascendía
cada escalón: espalda. Tiene toda la inteligencia
en el cogote, dice Simón Dedalus. Costurones de
carne detrás. Gordos dobleces del cuello, gordo
cuello, gordo, cuello.
—¿No te parece que su cara es como la de
Nuestro Salvador? cuchicheó Red Murray.
La puerta de la oficina de Ruttledge
cuchicheó: ii, crii. Siempre hacen una puerta
enfrentando a la otra para que el viento.
Entrada. Salida.

  

JAMES JOYCE-ULISES 438  458-438=20

Una de su hermandad me sacó guañiendo a la
vida. Creación desde la nada. ¿Qué tiene en el bolso? Un engendro con el cordón umbilical arrastrando,
amorrado en paño bermejo. El cordón de todos enlaza con el pasado, cable cabitrenzado de toda carne. Por
eso los monjes místicos. ¿Querríais ser como dioses? Miraos vuestro omphalos. ¡Oiga! Aquí Kinch.
Póngame con Villaedén. Alef, alfa: cero, cero, uno.
Esposa y compañera de Adán Kadmon: Heva, Eva desnuda. Ella no tenía ombligo. Mirad. Vientre sin
mácula, bien abombado, broquel de tensa vitela, no, grano blanquiamontonado naciente e inmortal, que
existe desde siempre y por siempre. Entrañas de pecado.
Entrañado en la oscuridad pecaminosa estuve yo también, concebido no engendrado. Por ellos, el hombre
con mi voz y mis ojos y una mujer fantasmal de aliento a cenizas. Se ayuntaron y desjuntaron, cumplieron
la voluntad del apareador. Desde antes de los tiempos Él me dispuso y ahora no puede disponer lo contrario
ni nunca. Una lex eterna Le atenaza. ¿Es ésa pues la divina sustancia en la que el Padre y el Hijo son consustanciales?
¿Dónde está el pobre de Arrio para meterse dentro y ver qué pasa? Guerreando de por vida
por la contransmagnificandjudeogolpancialidad. ¡Aciago heresiarca malogrado! En un excusado griego
exhaló su último suspiro: euthanasia. Con mitra de abalorios y con báculo, instalado en su trono, viudo de
una sede viuda, con omophonon envarado, con posaderas aglutinadas.
Los vientos potreaban a su alrededor, vientos cortantes y apasionados. Llegan, las olas. Los hipocampos
crestiblancos, tascando, embridados en fúlgidos céfiros, los corceles de Mananaan.

VLADIMIR NABOKOV-458

Oh, qué bien se acuerda de sus antiguos enemigos, y
también de los dos o tres libros que ha leído, y de cómo un hombre le dio una buena
paliza por caerse de la pila de leña y matar un par de gallinas; quiero decir, que hay
un cierto mecanismo crudo de memoria que todavía funciona dentro de él, pero si
los dioses le propusieran que excavara en sus recuerdos para hacer una síntesis de
su persona a partir de los mismos, con la condición de que aquella imagen se viera
provista de inmortalidad, el resultado sería un embrión oscuro, un niño nacido
prematuramente, un enano ciego y sordo, incapaz de cualquier forma de
inmortalidad.

lunes, julio 16, 2012

EL PICADOR PICADO

                   

VLADIMIR NABOKOV-173

La mirada de Erwin se fijó en la cara de la niña, que caminaba mesuradamente junto al viejo poeta; había algo extraño en
aquel rostro, era extraña la mirada subrepticia de sus ojos excesivamente brillantes,
y de no ser por el hecho de que era todavía una niña, la nieta del viejo, sin duda, se
hubiera podido incluso sospechar que sus labios tenían un toque de carmín.
Caminaba balanceando sus caderas ligera, muy ligeramente, mantenía las piernas
muy juntas al andar, le preguntaba algo a su acompañante, algo con esa su voz
melodiosa, y aunque Erwin no dio ninguna orden, supo que su veloz deseo secreto
había sido cumplido.
—Desde luego, desde luego —contestó el viejo zalamero, inclinándose hacia la
niña.
Cuando pasaron a su lado, Erwin percibió un olor a perfume. Se volvió y luego
prosiguió su camino.

  

                       

 

        

JAMES JOYCE
ULISES                   173

P. D. Dime qué clase de perfume usa tu
esposa. Quiero saberlo.
Separó con cuidado la flor del pinche, olió
su casi no olor y la colocó en el bolsillo sobre su
corazón. Lenguaje de las flores. Les gusta
porque nadie puede oírlo. O un ramo venenoso
para fulminarlo. Luego, avanzando lentamente,
leyó la carta de nuevo, murmurando aquí y allá
una palabra. Enojada tulipanes contigo querido
hombreflor castigar tus cactos si no te por favor
pobre nomeolvides cómo deseo violetas querido
rosas cuando nosotros pronto anémona
encontrarnos todo pícaro pedúnculo esposa
perfume de Marta

 

                             

EL FIGÓN DE LA REINA PATOJA
de
Anatole France                                   173

        

Es una lección para las
mujeres honradas que se obstinan con excesiva soberbia en su altanera
virtud. Existe algún sensualismo, si se piensa bien en ello, en conceder un
precio exagerado a la carne, y en defender, con no menos exagerado celo, lo
que debe despreciarse. Se ven, con frecuencia, matronas que creen tener en
sí mismas un tesoro que guardar, y que exageran visiblemente el interés
que conceden a su persona Dios y los ángeles. Se creen una especie de
Santo Sacramento natural. Santa María Egipcíaca juzgaba mejor. Aunque
hermosa y bien formada, estimó excesiva soberbia detenerse en su santa
peregrinación, por una cosa indiferente por sí, que sólo es un punto de
mortificación, y no un objeto precioso. Lo mortificó, señora, entrando con
su admirable humildad en el camino de la penitencia, donde realizó
esfuerzos maravillosos.
—Señor abate —dijo mi madre—, no os entiendo. Sois demasiado sabio
para mí.

—Esta gran santa —dijo el hermano Ángel— hállase pintada al natural
en la capilla de mi convento, y todo su cuerpo está cubierto, por la gracia
de Dios, de un vello largo y espeso. Se han sacado copias de ese cuadro, de
las cuales os traeré una bendecida, mi buena señora.
Mi madre, conmovida, le pasó la sopera por detrás del maestro. Y el
buen hermano, al amor de la lumbre, metió el hocico en el aromático
caldo

domingo, julio 15, 2012

LA RATA Y LA MARIPOSA

 

          

   20080207034942-rata    

 

 

VLADIMIR NABOKOV-140

—... muerte —dijo Sleptsov suavemente, como rematando una frase muy larga.
El reloj dio la hora. La escarcha se imbricaba en dibujos geométricos sobre el cristal
azul de la ventana. El cuaderno, abierto, brillaba radiante sobre la mesa; junto a él,
la luz atravesaba la gasa del cazamariposas y relucía en la esquina de la lata abierta.
Sleptsov cerró los ojos con fuerza, y tuvo una sensación pasajera de que ante él se
tendía una vida terrena, totalmente desnuda y comprensible, y también,
estremecedoramente triste, humillantemente sin sentido, estéril, desnuda de
milagros...
En ese preciso momento se oyó un chasquido —un ruido débil como el de una
goma que se estira hasta romperse. Sleptsov abrió los ojos. El gusano de seda en su
lata de galletas había estallado, y una criatura negra y toda arrugada, del tamaño de
un ratón, reptaba por la pared por encima de la mesa. Se detuvo, asido a la
superficie con sus seis patas velludas, y empezó a palpitar de forma extraña. Había
surgido de su crisálida debido a que un hombre, vencido por el dolor, había llevado
una lata hasta su habitación caldeada, y el calor había penetrado su envoltura tensa
de hojas de seda; había esperado aquel momento durante tanto tiempo, había
reunido toda su fuerza con tal furor, que ahora, habiendo conseguido surgir a la
vida, no hacía sino desparramarse lenta y milagrosamente. Poco a poco los tejidos
arrugados, las extremidades de terciopelo se fueron desplegando; las venas en
forma de abanico se fueron fortaleciendo al llenarse de aire. Imperceptiblemente,
se transformó en una cosa alada, de la misma forma en la que un rostro que está
madurando se convierte imperceptiblemente en un rostro bello. Y sus alas —
todavía débiles, todavía húmedas— no dejaban de crecer y de desplegarse, y ahora
ya habían llegado a desarrollarse hasta el límite que Dios les había puesto, y allí, en
la pared, en lugar de un terrón minúsculo de vida, en lugar de un ratón oscuro, lo
que había era una gran mariposa Attacus como esas que vuelan, como pájaros, en
torno a las lámparas en el crepúsculo de la India.
Y entonces, aquellas poderosas alas negras, cada una con su mancha vidriosa y su
vello púrpura enganchado al polvo de sus bordes, respiraron a fondo bajo el
impulso de una felicidad tierna, devastadora, casi humana.

  

JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS  140

  Cierto film ruso prueba la iniquidad de la guerra mediante
la infeliz agonía de un jamelgo muerto a balazos; naturalmente,
por los que dirigen el film.

 

  

JAMES JOYCE-ULISES  140

A las cuatro ella. Encantadoramente ella a Blooembloom sonrió. Bloo sonn corr. Tardes. ¿Te crees el
ombligo del mundo? Hace eso con todos. Para los hombres.
En soñoliento silencio oro se inclinaba sobre la página.
Del salón del bar llegó una llamada, de muerte lenta. Era un diapasón que tenía el afinador que se olvidó
que ahora ha tocado él. Una llamada de nuevo. Que ahora él probaba ahora latía. ¿Oyes? Latía, pura, más
pura, suavemente, más suavemente, la horquilla zumbando. Llamada de muerte más lenta.
Pat pagó la botella corchoestallante del comensal: y por encima de vaso, bandeja y botella corchoestallante
antes de marchar cuchicheó, calvo y sorderas, con Miss Douce.
-Las brillantes estrellas se disipan ....
Una canción sin voz cantó desde dentro, cantando:
-... despunta el alba.