domingo, septiembre 13, 2009

EL ESPEJO

 

 

 

dali cuadro en el espejo No se entristezca, padre, la prudencia es una virtud; como tal, se aprende ejerciéndola en situaciones como ésta. La Iglesia ha tardado milenios en alcanzarla, nosotros no vamos a lograrlo en cinco minutos...

—Sí, eminencia —repitió.

—Verá, lo que ha de tener siempre presente es que usted y yo, todos los que de una u otra manera formamos el gobierno de la Iglesia nos debemos a Cristo y al bien de su obra... Ni en éste, ni en ningún otro asunto, estoy dispuesto a echar carnaza a la prensa para que achaque a la Iglesia lo que no son más que posturas aisladas e inexplicables en un seglar o en un miembro de la jerarquía, que para el caso, son lo mismo simples individuos.

—Eminencia, ¿acaso sospecha que este dedo tiene algo que ver con la Iglesia?

—No sospecho nada, querido Andueza, nada de nada. Sólo afirmo que deberíamos tomarnos algo más de tiempo para recabar toda la información que nos sea posible. Antes de avisar a la policía, hemos de comprobar los hechos. Serrar un miembro entraña un modo extremo, rabioso, de violencia. Que nos lo hayan enviado a nosotros, un arzobispado de provincias, no deja de ser... chocante. Puede que todo este galimatías tenga un origen interno, o puede que no. Lo comprobaremos

REYES CALDERON CUADRADO   LOS CRIMENES DEL NUMERO PRIMO   pag.49

Colón era un genio. Buscaba el paraíso y descubrió el Nuevo Mundo. Todavía no es demasiado tarde para que se convierta en el paraíso.

-Efectivamente.

-Reconozco que las cosas no han salido demasiado bien hasta ahora. Pero aún hay esperanza. Los americanos nunca han perdido su deseo de descubrir nuevos mundos. ¿Recuerda usted lo que sucedió en 1969?

-Recuerdo muchas cosas. ¿A qué se refiere?

-Los hombres caminaron por la luna. Piense en eso, mi querido señor. ¡Los hombres caminaron por la luna!

-Sí, lo recuerdo. Según el presidente, fue el aconteci­miento más importante desde la creación.

-Tenía razón. Es la única cosa inteligente que dijo ese hombre. ¿Y qué aspecto supone usted que tiene la luna?

-No tengo ni idea.

-Vamos, vamos, piense.

-Oh, sí. Ya veo lo que quiere decir.

-Concedido. La semejanza no es perfecta. Pero es verdad que en ciertas fases, especialmente en una noche clara, la luna se parece mucho a un huevo.

-Sí. Mucho.

PAUL AUSTER  LA TRILOGIA DE NUEVA YORK    pag.49

-¿Por qué agradecérnoslo a nosotras? Da las gracias al de Allá

Arriba, -y le llevó un cuenco de agua para que se lavara los dedos, y un casquete para que recitara la bendición. Herman musitó el primer versículo y se retiró a su cuarto. Masha llenó de agua el

fregadero. Aún era de día en la calle, y Herman creyó oír trinos de pájaros en el árbol del patio; pero no de los gorriones que solían gorjear entre las ramas. Herman pensó que tal vez fueran los espíritus de pájaros de otras épocas, de antes de Colón o de una Era prehistórica, que hubieran despertado para cantar en aquel atardecer. Algunas noches, Herman había encontrado en su habitación unas cucarachas tan

grandes y raras que no creía que pudieran ser producto de aquel clima ni de aquel tiempo.

ISAAC BASHEVIS SINGER  - ENEMIGOS        pag.49

De repente dio otro grito. Por entre la lluvia estropajosa de sus cabellos y las rendijas de sus dedos había visto saltar el sol desde el tejado, caerle encima y arrancarle la sombra que ahora contemplaba en el patio. Mordida por la cólera se puso en pie y la tomó contra su sombra y su imagen golpeando el agua y el piso, el agua con las manos, el piso con los pies. Su idea era borrarlas. La sombra se retorcía como animal azotado, mas a pesar del furioso taconeo, siempre estaba allí. Su imagen despedazábase en la congoja del líquido golpeado, pero en cesando la agitación del agua reaparecía de nuevo. Aulló con berrinche de fiera rabiosa, al sentirse incapaz de destruir aquel polvito de carbón regado sobre las piedras, que huía bajo sus pisotones como si de veras sintiera los golpes, y aquel otro polvito luminoso espolvoreado en el agua y con no sé qué de pez de su imagen que abollaba a palmotadas y puñetazos.

Ya los pies le sangraban, ya botaba las manos de cansancio y su sombra y su imagen seguían indestructibles.

Convulsa e iracunda, con la desesperación del que arremete por última vez, se lanzó de cabeza contra la pila...

MIGUEL ANGEL ASTURIAS   EL SEÑOR PRESIDENTE   pag.49

 

Otra vez volvió a tener la sensación de que estaba percibiendo las cosas de un modo onírico,
fogonazos de escenas descabaladas. Imaginó a Zanuni escudriñando detrás del ventanal de la biblioteca,

un hombre ya viejo y deprimido, con las facultades algo deterioradas, que tal vez no llegase a reconocer los
rostros y los cuerpos que brillaban en la penumbra, y se viese asaltado por la certeza de haber regresado
por efecto de algún prodigio a una noche pasada de hacía más de veinte años.
Igual que entonces, el anciano pudo ver la silueta de una mujer muy joven casi desnuda, apenas
cubierta con un finísimo chal de gasa azul, y acaso vio también a un hombre alto que hundía las manos en
su larga cabellera como en un río. Dos cuerpos que irradiaban un rescoldo luminoso, la fosforescencia del
amor en la piel. Tal vez oyó los jadeos de placer, tan semejantes a otros gemidos lejanos que más bien
parecían su repetición o sueco, sonidos oscuros cuyo fiero gozo le estallaba enla cabeza y casi llegaba a
percibir en el aire el mismo olor fuertemente sexuado que emanaba de los cuerpos. Una cosa que recuerda
a otra, como el reflejo de un rostro delante de un espejo. «Igual que el que toma el espectro y persigue el
sueño es aquel que vive entre sombras.»
Pero también podría ser que el viejo hubiese reconocido los rostros y los nombres de los amantes, y
entonces las cosas habrían sucedido de otro modo

SUSANA FORTES    EL AMANTE ALBANES   pag.49

Sujetándole todavía la mano,Myu la miraba fijamente.Sumire pudo ver,nítida,su imagen reflejada en las negrísimas pupilas de Myu.Como si fuera su propia alma,absorbida hacia el otro lado del espejo.Por esa imagen.Sumire sintió amor y al  mismo tiempo pánico.Cuando Myu sonreía,se le formaban unas arrugas encantadoras en el contorno de los ojos.

HARUKI MURAKAMI     SPUTNIC,MI AMOR     pag.49

Esto es lo que veo ahora mismo en tus ojos: una noche lluviosa, una calle angosta, unas farolas que se pierden en la distancia. El agua se desliza vertiginosa por las laderas de los tejados empinados hasta los desagües. Debajo de la boca de serpiente de cada uno de los desagües hay un cubo con un aro verde. Las hileras de cubos bordean las paredes negras a ambos lados de la calle. Yo los observo mientras se van llenando de mercurio frío. El mercurio pluvial va creciendo hasta desbordarse. Las bombillas desnudas brillan en la distancia, sus rayos erizados en la lluviosa oscuridad.

Salimos al balcón. Es primavera. Abajo, en medio de la calle, un chico de rizos amarillos trabaja a toda prisa, dibujando a un dios. El dios se extiende de una a otra acera. El chico agarra un trozo de tiza en la mano, un trocito de carboncillo blanco, y en cuclillas, sin dejar de dar vueltas, dibuja con amplios trazos en el suelo. Este dios blanco tiene grandes botones también blancos y los pies abiertos. Crucificado en el asfalto, mira hacia el cielo con ojos abiertos. Su boca es tan sólo y también un simple arco blanco. Un puro, del tamaño de un leño, ha aparecido en su boca. Con trazos helicoidales el chico dibuja unas espirales que quieren representar el humo. Contempla su obra, brazos en jarras

VLADIMIR NABOKOV    CUENTOS COMPLETOS  pag.49