sábado, marzo 10, 2012

LA NOCHE DE LOS MILAGROS

    

                                       

VLADIMIR NABOKOV- 635

Estaba convencida de que su
existencia estaba influida por todo tipo de amigos muertos, cada uno de los cuales
se turnaba en dirigir su destino como si fuera un perdido gato callejero que una
colegiala recoge al pasar y acaricia con su mejilla para luego volverlo a depositar en
el suelo junto a un seto cualquiera de la periferia y que luego lo acaricia otra mano
fugaz para ser después conducido hasta un mundo de puertas y ventanas por una
dama hospitalaria.
Durante unas pocas horas, o durante una serie de días seguidos, y a veces también
en series irregulares, durante meses y años, cualquier cosa que le ocurriese a
Cynthia, después de que una persona concreta hubiera muerto, le sucedía a la manera de o según el humor del fallecido. El acontecimiento podía ser
extraordinario, uno de esos que cambian por completo el curso de la vida, o podía
ser una serie de incidentes sin importancia lo suficientemente conspicuos como
para destacar en el transcurso cotidiano del día y oscurecerse después hasta
desaparecer entre vagas trivialidades conforme el aura se va desvaneciendo
gradualmente. La influencia podía ser buena o mala; lo principal era que su fuente
podía ser identificada. Era como caminar a través del alma de una persona, decía
ella. Yo traté de discutirle que podía darse el caso de que no siempre distinguiera la
fuente exacta porque no todo el mundo tiene un alma reconocible; que hay cartas
anónimas y regalos de Navidad que cualquiera puede enviar; que, de hecho, lo que
Cynthia llamaba «un día cualquiera» podía muy bien ser una débil solución de
diferentes auras o sencillamente el desplazamiento rutinario de un aburrido ángel
de la guarda

jueves, marzo 08, 2012

LA NOVIA DEL ESCARABAJO

 

 

   

 

VLADIMIR NABOKOV- 367

Anton, en cuanto descubrió la vida nocturna de la luz en casa de Romantovski, no pudo
aguantar más. Subió descalzo hasta su puerta (bajo la cual surgía un tenso hilo de
luz dorada) y llamó.
Romantovski no respondió.
—A dormir, a dormir —dijo Anton, golpeando la puerta con la palma de la mano.
La luz asomaba en silencio por la grieta. Anton sacudió el manillar de la puerta. El
hilo dorado se rompió.
Desde entonces ambos hermanos (pero especialmente Anton, debido a que no
tenía trabajo) empezaron a hacer guardia ante el insomnio de su vecino. El
enemigo, sin embargo, era astuto y dotado de un buen oído. Por mucho que te

acercaras en silencio a su puerta la luz se apagaba al instante, como si nunca
hubiera estado allí; y tenías que quedarte en el pasillo helado durante un buen rato,
conteniendo el aliento, para tener la mínima esperanza de ver cómo volvía aquel
rayo de luz tan sensible a los condicionamientos externos. Igual que los escarabajos,
que se desmayan y luego vuelven a la vida.
La tarea de espiarle resultó ser agotadora. Finalmente, los hermanos tuvieron la
suerte de encontrarle en la escalera e inmediatamente empezaron a presionarle.
—Y si tengo la costumbre de leer por la noche, ¿qué les importa a ustedes?
Déjenme pasar, por favor.

 

BORGES-367

Percibimos los hechos reales e imaginamos los posibles (y los futuros); en el Señor no cabe esa
distinción, que pertenece al desconocimiento y al tiempo. Su
eternidad registra de una vez (uno intelligendi actu) no solamente
todos los instantes de este repleto mundo sino los que tendrían
su lugar si el más evanescente de ellos cambiara —y los imposibles,
también. Su eternidad combinatoria y puntual es mucho más
copiosa que el universo.

JAMES JOYCE-ULISES 367

—¿Estaba ese atorrante de Mulligan con
él? ¿Su fidus Achates
—No —dijo el señor Bloom—. Estaba
solo.
—Andará en lo de su tía Sally, supongo
—dijo el señor Dedalus—, la banda de Goulding,
el pequeño contador borracho y Crissie, el
montoncito de estiércol de papá, la astuta criatura que conoce —a su propio padre.


CORAN-367

SURA 12   JOSE 

(4) He ahí  que José habló así a su padre: “¡Oh padre mío! ¡En verdad, he visto [en un
sueño] once estrellas, y también al sol y a la luna: los he visto postrados ante mí!”
(5) [Jacob] respondió: “¡Oh hijo mío!8 No cuentes tu sueño a tus hermanos no sea que
[por envidia] tramen una intriga contra ti; ¡en verdad, Satán es enemigo declarado del hombre!

 

9 Al igual que en el relato bíblico de la historia de José, el Qur’an muestra que no pasó desapercibido a
Jacob el significado de ese sueño visionario de la grandeza futura de su hijo, en el que las once estrellas
simbolizaban a sus hermanos, y el sol y la luna a sus padres. Pero mientras que, en la Biblia, el padre
“reprende” a su hijo (Génesis 37 10) por entender, obviamente, que el sueño era fruto de la fantasía, el

Qur’an deja claro que Jacob --que era también profeta-- comprende inmediatamente su cualidad profética
y sus profundas implicaciones
.

miércoles, marzo 07, 2012

UN DIA EN EL HOSPITAL

    

    

JAMES JOYCE-ULISES    683

El colmillo del verraco lo
ha herido donde el amor está sangrando. Si la
arpía es vencida, persiste sin embargo en ella la
invisible arma de la mujer. Hay, lo siento en las
palabras, algún aguijón de la carne
impulsándolo a una pasión nueva, una sombra
más sombría de la primera, ensombreciendo
hasta su propia comprensión de sí mismo. Una suerte semejante lo aguarda y los dos furores se
mezclan en un solo torbellino.
Ellos escuchan. Y en los pórticos de sus
oídos yo vierto.
—El alma ha sido antes herida
mortalmente, un veneno vertido en el pórtico de
un oído entregado al sueño. Pero aquellos que
son muertos mientras duermen no pueden saber
el porqué de su muerte, a menos que el Creador
favorezca a sus almas con esa revelación en la
vida futura.
El espectro del rey Hamlet no podría
haber tenido conocimiento del envenenamiento
ni de la bestia de dos lomos si no hubiera sido
dotado de conocimiento por su creador. Por eso
es que su discurso (en magro inglés
desagradable) está siempre orientado hacia otra
parte, y retrocediendo. Arrebatador y
arrebatado, lo que quería y no quería va con él

 

  

VLADIMIR NABOKOV-  683

El duende del bosque
Yo trataba, pensativo, de encerrar entre mis trazos la silueta vacilante de la sombra
circular del tintero. En un cuarto lejano un reloj dio la hora, mientras que yo,
soñador como soy, me imaginé que alguien llamaba a mi puerta, suave al principio,
luego más y más fuerte. Llamó doce veces y se detuvo expectante.
—Sí, aquí estoy, pase...
El pomo de la puerta crujió tímidamente, la llama de la vela ya gastada se ladeó un
tanto, y él entró a saltos desde un rectángulo de sombra, jorobado, gris, cubierto
con el polen de la helada noche estrellada.
Conocía su rostro. ¡Lo conocía desde tanto tiempo atrás!
Su ojo derecho seguía en la sombra, pero el izquierdo me escrutaba
temerosamente, alargado, verde humo. ¡La pupila brillaba como si estuviera
oxidada... aquel mechón gris de musgo de su sien, la ceja de pálida plata apenas
visible, la cómica arruga junto a su boca sin bigote —todo ello intrigaba y molestaba
un punto a mi memoria!
Me levanté. Él dio un paso adelante.
Su abriguito raído estaba abotonado al revés, como los de las mujeres. En la mano
llevaba una gorra, no, era un fardo mal atado de color oscuro, y no había la más
mínima señal de una gorra...
Sí, claro que lo conocía, incluso le había tenido un cierto aprecio, pero
sencillamente no conseguía recordar dónde ni cuándo nos habíamos conocido. Y
debíamos habernos visto con frecuencia, de otra manera no tendría aquel firme
recuerdo de sus labios

de arándano, de aquellas orejas puntiagudas, de aquella
nuez tan divertida...
Con un murmullo de bienvenida estreché su fría mano, tan ligera, y luego la posé
en el dorso de un sillón raído. Él se encaramó como un cuervo en el tocón de un
árbol y empezó a hablar apresuradamente.
—Dan tanto miedo las calles. Por eso vine. Vine a visitarte. ¿Me reconoces? En otros
tiempos tú y yo solíamos retozar y jugar juntos durante días enteros. En nuestro viejo
país. ¿No me dirás que te has olvidado?
Su voz me cegó, literalmente. Me encontré turbado y aturdido: recordé la felicidad,
la felicidad reverberante, interminable, irreemplazable...
No, no puede ser. Estoy solo... es tan sólo un delirio antojadizo. Y sin embargo había
alguien sentado junto a mí, un ser de carne y hueso totalmente inverosímil, con
botines alemanes de largas vueltas, y su voz tintineaba, susurraba —dorada,

voluptuosamente verde, familiar—, mientras que las palabras que pronunciaba eran
tan sencillas, tan humanas...
—Ya, ya te acuerdas. Sí, soy un duende del bosque, un gnomo travieso. Y aquí
estoy, me han obligado a huir, como a todos los demás.
Suspiró profundamente, y volvieron a mi mente visiones de agitados nimbos y
también frondosas sierpes de arrogante follaje, y vivos destellos de corteza de
abedul como salpicaduras de espuma marina, contra el fondo de un dulce zumbido
perpetuo... Se inclinó hasta mí y me miró con dulzura a los ojos. «¿Recuerdas
nuestro bosque, los abetos tan negros, los abedules tan blancos? Lo han talado
entero. El dolor fue insoportable, vi cómo caían crepitando mis queridos abedules
¿y qué podía hacer yo? Me empujaron a los pantanos. Lloré y aullé, troné como un
avetoro, luego me fui corriendo a un bosque de pinos vecino

BORGES-683

  Si el mundo es el sueño de alguien,si hay alguien  que ahora está soñándonos
y que sueña la historia del universo, como es doctrina de la
escuela idealista, la aniquilación de las religiones y de las artes,
el incendio general de las bibliotecas, no importa mucho más
que la destrucción de los muebles de un sueño. La mente que
Una vez los soñó volverá a soñarlos; mientras la mente siga soñando,
nada se habrá perdido. La convicción de esta verdad,
que parece fantástica, hizo que Schopenhauer, en su libro Parerga
und Paralipomena, comparara la historia a un calidoscopio, en
el que cambian las figuras, no los pedacitos de vidrio, a una
eterna y confusa tragicomedia en la que cambian los papeles y
máscaras, pero no los actores. Esa misma intuición de que el
universo es una proyección de nuestra alma y de que la historia
universal está en cada hombre, hizo escribir a Emerson el poema
que se titula History.

lunes, marzo 05, 2012

PARALIZADOS

    

 

Aquí Carlos Jiménez Villarejo (ex fiscal anticorrupción) y Juanjo Millás denunciando bien clarito, con pelos y señales, nombres y datos, cómo el estado está al servicio de las mafias y el crimen organizado

Impresiona y acojona

       

 

'Stainless', o como detener el tiempo esperando el tren (por Adam Magyar)

Muy interesante, curioso y llamativo este proyecto fotográfico que equivale a detener el tiempo en movimiento. Aunque no es fácil definirlo sin echarle un vistazo a los primeros segundos. El fotógrafo Adam Magyar ha estado trabajando en él durante mucho tiempo en una serie de fotografías en movimiento, desde trenes subterráneos.

Emplea una técnica curiosa, son capturas de alta velocidad tomadas desde el propio tren cuando va llegando a la estación. Los pasajeros que esperan parecen congelados, aunque en la parte izquierda tenemos lo que ocurre unos doce segundos antes de lo que ocurre en la parte derecha del encuadre.

El montaje posterior, titánico por cierto, está montado en cámara lenta para poder apreciar con más detalle este curioso efecto logrado. Este vídeo contiene tres llegadas de metro a la popular estación de Alexanderplatz (Berlín), cada una de ellas son unos 12 segundos de tiempo real que aquí vemos dilatados en uno 8 minutos cada uno. Es realmente sorprendente verlo con calma, un trabajo realmente original.


Web del autor | www.magyaradam.com

 

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CAMBIO DE HORARIO

   

                    Captura

                                                            

ARTURO-STEPHEN R.LAWHEAD   360

 

Terrible fue la batalla, y terribles las lágrimas que la siguieron. Y largo, muy largo el luto.

El sol brillaba rojo y con fuerza y se alzaba como una herida abierta por el este cuando el último enemigo dejó caer las armas para siempre. Sólo quedaban siete hombres, que se miraron los unos a los otros con sangre en los ojos y en las manos.

Entonces Evnissyen el Depravado vio cómo colocaban el Caldero Resucitador sobre el fuego y empezaban a poner a los muertos en su interior. Temeroso de que todos sus esfuerzos se malograran, Evnissyen se colocó sin que nadie se diera cuenta entre los cadáveres, y fue introducido en el caldero junto con los demás.

Una vez en su interior, se estiró en toda su estatura apretando manos y pies contra los costados del caldero. Presionó con todas sus fuerzas hasta que el maravilloso caldero se partió en cuatro pedazos y quedó destruido. Al suceder esto, el corazón de aquel hombre perverso reventó también y murió de una forma innoble.

Los supervivientes, todos ingleses, se acercaron a Bran, que agonizaba junto a la hermosa Bronwen. Cayeron de rodillas y lloraron sobre su cuerpo.

—Rey y señor —se lamentaron—, el caldero se ha reventado y no podemos salvaros.

—Escuchadme, hermanos —dijo Bran—, y haced lo que os diré. Cuando haya muerto, cortad mi cabeza y llevadla de regreso con vosotros a Ynys Prydein. Una vez allí, enterradla sobre la Colina Blanca que se alza ante Mor Hadren, desde donde protegerá esa entrada marítima contra todo intruso.

»En verdad os digo que, mientras nadie desentierre la cabeza, ningún enemigo os hará daño. Os deleitaréis en la tierra de vuestros padres, las aves de Rhiannon os cantarán, y ochenta años serán como un solo día. Si lo hacéis así, la cabeza será tan

buena compañera para vosotros como siempre lo fui yo, puesto que vuestra alegría y prosperidad quedarán aseguradas.

»Pero si alguien desentierra la cabeza, las plagas y la guerra regresarán a la Isla de los Poderosos. Y, una vez desenterrada, deberéis apresuraros a enterrarla de nuevo donde nadie pueda encontrarla jamás, para evitar que os sucedan aún cosas peores.

»Ahora, pues, me ha llegado el momento de morir. Haced enseguida lo que os he ordenado.

Llenos de pesar, los hombres hicieron lo que su señor les ordenaba. Zarparon de nuevo hasta su país y enterraron la cabeza donde Bran les había dicho. Y enterraron a Bronwen un poco más lejos, pero cerca del lugar donde descansaba la cabeza de su hermano, para que pudieran estar juntos.

Y, de inmediato, un enorme palacio surgió del suelo con paredes y suelos de piedra pulimentada que relucía como piedras preciosas bajo el sol. En su interior encontraron una gran sala y comida de todas las clases colocada sobre una crujiente mesa. Había también vino y aguamiel y cerveza para beber. Y tanto la comida como la bebida eran de lo más delicioso que habían probado en su vida. Tan pronto como empezaron su banquete, tres aves aparecieron sobre unas perchas doradas y las canciones más maravillosas que jamás hubieran escuchado se convirtieron en un vacío sonido comparadas con el canto de estas aves fantásticas.

Durante ochenta años vivieron de esta forma, mientras su riqueza y descendencia aumentaban, al igual que su felicidad. Estos ochenta años recibieron el nombre de la Asamblea de la Cabeza Maravillosa. Por este motivo, el entierro de la cabeza de Bran fue llamado uno de los Tres Felices Ocultamientos. Mientras la cabeza permaneció tranquila en su lugar, ninguna plaga ni enemigo se acercó a las playas de Inglaterra.

Así termina este relato del mabinogi.

Terminada la canción, Myrddin bajó el arpa en medio de un silencio total. Los reyes y guerreros reunidos comprendieron que estaban en presencia de un auténtico bardo y se quedaron mudos. Sus ojos brillaban como encantados, y a lo mejor lo estaban. Pues en verdad el relato los había cautivado, y había obrado su sutil hechizo en su interior.

Y también en mi interior. También yo sentí el relato como algo vivo; me di cuenta de que estaba vivo como lo están todos los relatos auténticos. ¡Mayor es el temor que inspiran por ese motivo! Ya que comprendí el auténtico significado de la canción, y supe qué era lo que el Emrys nos había cantado:

El agitado reinado de Arturo, y la mano del Enemigo en él.

BORGES-360

En el libro tercero de las Ene a das, leemos que la materia
es irreal: es una mera y hueca pasividad que recibe las formas
universales como las recibiría un espejo; éstas la agitan y la pueblan
sin alterarla. Su plenitud es precisamente la de un espejo,
que simula estar lleno y está vacío; es un fantasma que ni siquiera
desaparece, porque no tiene ni la capacidad de cesar.
Lo fundamental son las formas.

NABOKOV-360

a la noche siguiente, volvía a hacer mi camino a través de todos los controles
que la marina había establecido en las esquinas de las calles (se me pedía
documentación que me permitiera acceder hasta el umbral del alma de Katya,
salvoconductos inservibles más allá de ese punto); y de nuevo volvía a mirar a Katya,
quien, a la primera palabra de compasión que yo pronunciaba, se convertía en una
gran muñeca rígida que se limitaba a bajar sus pestañas rizadas y a contestarme en
un lenguaje propio de una muñeca de porcelana

JOYCE-ULISES  360

—No—dijo el señor Bloom—. Prepárelo,
por favor. Vendré más tarde y llevaré uno de
esos jabones. ¿Cuánto cuestan?
—Cuatro peniques, señor.
El señor Bloom se llevó un pan a la nariz.
Dulce cera alimonada.
—Voy a llevar éste —dijo—. Con eso son
tres chelines y un penique.
—Sí, señor. Lo puede pagar todo junto,
señor, cuando vuelva.
—Bueno —dijo el señor Bloom.
Salió del negocio sin apresurarse, el
bastón de diario bajo el sobaco, el frescoenvuelto
jabón en la mano izquierda.
Al sobaco le dijeron la voz y la mano de
Bantam Lyons:
—Hola, Bloom, ¿qué noticias hay? ¿Es de
hoy? Veámoslo un minuto.
Se afeitó otra vez el bigote, ¡por Júpiter!
Largo y frío sobrelabio. Para parecer más joven.
De veras que está fragante. Más joven que yo.

CAMISA BLANCA

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VLADIMIR NABOKOV-LA DEFENSA   158

Hay una oscuridad temporal de los sentidos, que gradualmente va desapareciendo. Por lo que podemos juzgar, su recuperación completa está en marcha.

Las palabras del psiquiatra produjeron una pequeña sensación en la casa.

—¿Quiere eso decir que se acabó el ajedrez? —observó la madre con satisfacción—. ¿Qué va a quedar de él entonces?, ¿sólo su locura?

—No, no —dijo el padre—. No es un problema de locura. El hombre será cuerdo. El diablo no es tan malo como lo pintan. He dicho «pintan», ¿me oyes, preciosa?

Pero la hija no sonrió, sino que emitió un suspiro. La verdad es que se sentía muy cansada. Había pasado la mayor parte del día en la clínica, y había algo increíblemente extenuante en la exagerada blancura de todo lo que la rodeaba, y en los blancos y silenciosos movimientos de las enfermeras. Aún extremadamente pálido, con una barba incipiente y una camisa limpia, Luzhin yacía inmóvil.

EDGAR ALLAN POE-

EL JUGADOR DE AJEDREZ DE MAELZEL         158

¡Una gran audacia! ¡Qué pena! ¡Una era de maravillosos inventos! ¡Prodigios de
valor! A propósito, ¿oyó hablar del capitán Mann?
- ¡Qué el capitán Mann se vaya al d...! – exclamé -. Continúe, por favor, con la historia.
- ¿Ejem! Bueno, es la la méme cho-o-se, como decimos en Francia. Smith, ¿eh?
¿Dice usted el brigadier general John A. B. C.? [Aquí el señor Sinivate juzgó apropiado
apoyar un dedo contra su nariz.] ¿No insinuará usted, sinceramente, que desconoce
por completo ese episodio de Smith? ¿Se refiere usted a Smith, John A. B. C.? Válgame
Dios, si es el hombre que...
- Señor Sinivate - le imploré -, ¿se trata del hombre de la máscara?
- ¡No-o-o! - respondió, poniendo cara de entendido -. Tampoco es el hombre de la
luna.

RUIZ ZAFON-PRISIONERO DEL CIELO  158

La novia vestía de blanco y, aunque no lucía grandes alhajas ni adornos, no ha habido en la historia una mujer que fuese más hermosa a los ojos de su prometido que la Bernarda aquel día primerizo de febrero reluciente de sol en la plaza de la iglesia de Santa Ana. Don Gustavo Barceló, que si no había comprado todas las flores de Barcelona para inundar la entrada al templo no había comprado ninguna, lloró como una magdalena, y el cura amigo del novio nos sorprendió a todos con un sermón lúcido que le arrancó lágrimas hasta a Bea, que no era presa fácil.

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Manuel Mujica Lainez
EL VIAJE DE LOS SIETE
DEMONIOS                            158

Acudieron al día siguiente, muy de mañana, al palacio, donde los criados

habían compuesto, en el Salón de Baile, un escenario cuya simple decoración
simulaba tres fachadas.
Traía cada uno sus vestiduras y sus elementos tradicionales: Arlequín, el
sayo de bobo, el de losanges multicolores, con el garrote por arma segura; Scapino,
la casaca blanca, a la que realzaban cintas verdes, sin olvidar el guitarrón; el Doctor,
la ropa talar negra, el soleto y el birrete de su oficio; el napolitano Polichinela, el
sombrero cónico y las dos jorobas; el Capitán de las bravatas huecas, la espada
nunca temible; y los enamorados, que hablaban, a diferencia del resto, en un
toscano exquisito, los trajes a la moda. Todos, menos los apasionados jóvenes,
llevaban máscaras ridículas