viernes, julio 04, 2014

EL COCHERITO LERE.






CATEDRAL DE LE MANS.

Parece imposible comprender la historia de Europa sin saber qué pasó en 1129 en esta bella ciudad, desconocida, a la que sus carreras de coches han dado fama internacional y en la que sus calles guardan el peso del pasado. La vieja ciudad, Plantagenet, como la conocen allí, es la cuna de una de las dinastías monárquicas más importantes del medievo. El nombre de la antigua urbe es el mismo que el de los monarcas. Y es que su primer mentor, el conde Godofredo V El Hermoso era aficionado a cazar por las landas de Le Mans mientras lucía en su peinado una ramita de hiniesta. Desde entonces los habitantes de Le Mans llamaron a la estirpe los Plantagenet –planta hiniesta–. Pero, ¿quiénes fueron estos personajes? Si la respuesta la damos nombre a nombre, basta con nombrar a Ricardo Corazón de León, su hermano, Juan sin Tierra, y su madre, Leonor de Aquitania para comprender la mística que rodea a esta familia. Reyes franceses, germanos, ingleses y españoles forman parte de su árbol genealógico. Pero aún hay un dato más: entre sus personajes ilustres figura quizás el monarca más famoso de todos los tiempos: el rey Arturo. El mito surgió del esfuerzo por inventar un pasado glorioso para la familia. No quedó ahí el ilustre pasado familiar. El misterio envuelve a los miembros de este clan. Parece que son descendientes directos del linaje davídico. Si esto fuera verdad, los Plantagenet tendrían como antepasado común al propio Jesucristo.

EL REY ARTURO


HINIESTA(CUENCA) ESPAÑA


                              Cytisus scoparius     HINIESTA     RETAMA NEGRA














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POR EL HILO SE SACA EL OVILLO.






DON QUIJOTE  CERVANTES   154


En esto alzó los ojos y vio que su amo estaba parado, procurando con la
punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo3333, por lo
cual se dio prisa a llegar a ayudarle, si fuese menester; y, cuando llegó, fue a
tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él,
medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas pesaba tanto, que fue
necesario que Sancho se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que
en la maleta venía.
Hízolo con mucha presteza Sancho, y, aunque la maleta venía cerrada con
una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había,

que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias, y
en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos
de oro, y así como los vio dijo:
—¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea
de provecho!
Y, buscando más, halló un librillo de memoria ricamente guarnecido. Este
le pidió don Quijote, y mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él.
Besóle las manos Sancho por la merced y, desvalijando a la valija de su lencería,
la puso en el costal de la despensa. Todo lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Paréceme, Sancho, y no es posible que sea otra cosa, que algún caminante
descaminado debió de pasar por esta sierra y, salteándole malandrines,
le debieron de matar y le trujeron a enterrar en esta tan escondida parte.
—No puede ser eso —respondió Sancho—, porque, si fueran ladrones, no
se dejaran aquí este dinero.
—Verdad dices —dijo don Quijote—, y así, no adivino ni doy en lo que esto
pueda ser; mas espérate, veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa
escrita por donde podamos rastrear y venir en conocimiento de lo que deseamos.
Abrióle, y lo primero que halló en él, escrito como en borrador aunque de
muy buena letra, fue un soneto, que, leyéndole alto, porque Sancho también
lo oyese, vio que decía desta manera:
O le falta al Amor conocimiento,
o le sobra crueldad, o no es mi pena
igual a la ocasión que me condena

al género más duro de tormento.Pero si Amor es dios, es argumento
que nada ignora, y es razón muy buena
que un dios no sea cruel; pues ¿quién ordena
el terrible dolor que adoro y siento?
Si digo que sois vos, Fili, no acierto,
que tanto mal en tanto bien no cabe,
ni me viene del cielo esta ruina.
Presto habré de morir, que es lo más cierto;
que al mal de quien la causa no se sabe
milagro es acertar la medicina.
—Por esa trova —dijo Sancho—, no se puede saber nada, si ya no es que
por ese hilo que está ahí se saque el ovillo de todo.
—¿Qué hilo está aquí? —dijo don Quijote.
—Paréceme —dijo Sancho— que vuestra merced nombró ahí hilo.
—No dije sino Fili —respondió don Quijote—, y este, sin duda, es el nombre
de la dama de quien se queja el autor de este soneto; y a fe que debe de
ser razonable poeta, o yo sé poco del arte.



VLADIMIR NABOKOV   CUENTOS 154

Mientras le traían el baúl, Chorb se puso a contemplar el cromo rosado. Cuando la
puerta se cerró, se inclinó sobre el baúl y lo abrió. En un rincón de la habitación,
detrás de un trozo de papel que se había despegado de la pared, un ratón se
arrastró por el suelo y luego corrió a toda velocidad como un juguete con ruedas.
Chorb se dio media vuelta asustado. La bombilla que colgaba del techo en una
cuerda se balanceó levemente, y la sombra de la cuerda se deslizó a lo largo del
sillón verde hasta detenerse en el borde. Era el mismo sillón en el que había
dormido en su noche nupcial. Ella, en la cama, respiraba tranquila con el ritmo de un
chiquillo. Aquella noche él la había besado tan sólo una vez, en el hueco de la
garganta, a eso se había limitado su hacer el amor aquella noche.
El ratón se movía de nuevo. Hay algunos ruidos que aunque leves son más
aterradores que el fuego de las armas. Chorb dejó a un lado el baúl y empezó a
pasearse por la habitación. Una mariposa nocturna chocó metálica contra la
bombilla. Chorb abrió la puerta de un tirón y salió.



ROBERT GRAVES  LA DIOSA BLANCA  154

En las montañas se encienden fogatas de retama (inhiesta). El efecto de la quemazón de los
pinchos viejos es hacer que broten en el tronco otros nuevos tiernos que las ovejas
comen vorazmente, e impulsar el crecimiento de la hierba: «La retama se porta mal
hasta que se la domina». La importancia religiosa de la retama o aulaga, que en el
folklore galés es «buena contra las brujas», es aumentada por el hecho de que sus flores
son frecuentadas por las primeras abejas del año.



JAMES JOYCE ULISES   154

Sombras vegetales flotaban
silenciosamente en la paz de la mañana, desde
la escalera hacia el mar que él contemplaba.
Partiendo de la orilla el espejo del agua
blanqueaba, acicateado por fugaces pies
luminosos. Blanco seno del oscuro mar. Los
golpes enlazados, de dos en dos. Una mano
pulsando las cuerdas de un arpa que funden sus
acordes gemelos. Palabras enlazadas, blancas
como olas, rielando sobre la sombreante marea.
Una nube empezó a cubrir el sol,
lentamente, oscureciendo la bahía con un verde
más intenso. Estaba detrás de él, un cántaro de
aguas amargas. La canción de Fergus: la canté
sólo en la casa, sosteniendo los acordes largos y
tristes. La puerta de ella estaba abierta: quería
escuchar mi música. Con una mezcla de temor respeto y lástima me acerqué silenciosamente a
su lecho. Lloraba en su cama miserable. Por
esas palabras, Esteban: amargo misterio del
amor.
¿Ahora dónde?
Sus secretos: viejos abanicos de plumas,
tarjetas de baile con borlas espolvoreadas de
almizcle, una charrería de cuentas de ámbar en
su cajón cerrado con llave. Cuando era niña, en
una ventana asoleada de su casa pendía una
jaula. Escuchó cantar al viejo Royce en la
pantomina de Turco el terrible y rió con los
demás cuando él cantaba:

Soy el muchacho
que goza
de la invisibilidad.

Jubilos reliquiaduendeperdidos:
almizcleviejoperfumados.


jueves, julio 03, 2014

EL CAFE DE LAS 19h 14´ 25".



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TRAS LA PISTA DEL ESPEJO DE BUDA DON WISLOW 154

El hotel Península había sido en otro tiempo el final del camino, el lugar
donde los agotados viajeros descansaban antes de subir a bordo del Orient Express
para emprender el largo camino de regreso a Occidente. Su arquitectura era
típicamente británica y colonial: una amplia terraza, grandes columnas, pintura
blanca. La terraza, ahora cubierta por una moderna cristalera, cobijaba un salón de
té y ofrecía vistas a la bahía y a la isla de Hong Kong. Los lugareños, inmunes a los
encantos del panorama, acudían en busca de un buen punto de observación desde
donde no perder ripio de quién tomaba el té con quién ni de las aventuras
románticas o conspiraciones comerciales que pudieran inferirse a partir de las idas
y venidas en el vestíbulo del Península.
Neal se detuvo a medio camino sobre la escalera de anchos peldaños que
conducía al Península y permaneció un momento admirando la vista, lo cual fue su
manera de anunciarles «¡Eh! ¡Que ahora voy a entrar en el hotel Península!» a
Chin, sus chicos y a cualquier otro que pudiera estar interesado.
El camarero lo sentó a una mesa para uno en medio del enorme salón de té.
Neal pidió una jarra de café, un té helado y un sándwich de pollo, y a continuación
se acomodó para hacer lo mismo que hacía todo el mundo a su alrededor:
inspeccionarse subrepticiamente unos a otros.
Se trataba de una clientela acomodada, pues los precios del Península
tendían a lo elevado, y el salón desprendía cierta atmósfera de satisfacción que
contribuía a acentuar la sensación incestuosa. La mayoría de los clientes eran
blancos, junto a una considerable minoría de chinos vestidos de manera
conservadora que aún no habían conseguido perder su expresión ligeramente a la
defensiva, heredada de los días en los que únicamente habían sido bienvenidos allí
como camareros. Un gran contingente de turistas, en su mayoría europeos canosos,
terminaba de redondear la concurrencia. La charla era apagada y esporádica; la
gente estaba demasiado ocupada mirando por encima de los hombros de sus
acompañantes como para seguir una conversación de verdad.
Neal distinguió a duras penas a Portero merodeando por el vestíbulo del
hotel y ni siquiera levantó una ceja cuando Ben Chin se sentó a una mesa cercana y comenzó a comerse con los ojos a cualquier mujer del salón que aparentara menos
de ochenta años.

Don Winslow nacido en Nueva York en 1953, es un escritor estadounidense, muy reconocido en novelas de crimen y misterio. Estudió periodismo e Historia africana en la Universidad de Nebraska. En Sudáfrica trabajó como periodista e investigador en la Universidad de Ciudad el Cabo y desde hace años reside en San Diego. Ha sido detective privado, guionista de cine y televisión,conocido mundialmente por la fama reportada con El poder del perro primero, y la adaptación al cine por parte de Oliver Stone de Salvajes una de sus novelas y la continuación a Un soplo de aire fresco.

PONGA UN JEROGLÍFICO EN SU VIDA.








































PROHIBIDO PISAR HORMIGAS..

                                                            LA REINA DE AFRICA      





                                                       INICIACION AL TANTRA







                                                    EL PIROMANO DE LAS TRES










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miércoles, julio 02, 2014

COMO SE MANIFIESTA LA DIVINIDAD A LA BUENA GENTE.


Les robaron una niña recién nacida,año 1952-1953.Los elefantes son muy listos.Que belleza.





QUE RÁPIDO QUE TE CRECIÓ LA COLA.