martes, octubre 11, 2011

LA POESIA DE LOS INSECTOS

 

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JAPON EL PAIS DE LAS LIBELULAS

     

- Mitologia Japonesa : 
Se dice que los japoneses son los más ardientes aficionados del mundo a los insectos. Y entre ellos, los más populares son las libélulas, luciérnagas y los insectos sonoros del otoño. Desde la antigüedad, los japoneses han gozado observando estos insectos, como muestra la historia.
La prueba más temprana de esta afición son los dibujos en las campanas ceremoniales dotaku, de mediados a finales del periodo Yayoi (entre el segundo siglo A.C. y el tercero D.C.). Las campanas, hechas de bronce, a veces eran decoradas con dibujos primitivos de libélulas, junto con mantis religiosas y arañas – todos insectos beneficiosos debido a que eliminan los insectos que se comen las plantas de arroz. Los historiadores creen que los dibujos de los insectos representan plegarias por una buena cosecha.
Nihon Shoki (Crónica de Japón, recopilada en el 720) es una historia del Japón antiguo. En ella se mencionan las libélulas, con el nombre de akitsu. Las Crónicas cuentan que el primer Emperador, Jimmu Tenno, subió a una pequeña montaña en Yamato (actual Prefectura de Nara), miró hacia el suelo y dijo: “La forma de mi país es como una pareja de akitsu”.
Las Crónicas también describen una anécdota de cuando el 21 Emperador, Yuryako Tenno, se encontraba cazando en una llanura en Yoshino (actual sur de la Prefectura de Nara). Un tábano se posó en su brazo y le picó. En ese momento bajó en barrena una libélula y se deshizo del tábano. El Emperador quedó tan satisfecho con tal acción que llamó a la zona: Akitsu-no (Llanura de la Libélula). Y según las citadas Crónicas de ahí surgió el antiguo nombre de Japón: Akitsu Shima (Las Islas Libélula)
A las libélulas se las denominó kachi-mushi (insectos victoriosos), que traen buena suerte, en parte debido a la leyenda del tábano. Los cascos de los samurai, las gorras de los soldados, marcas familiares y otros objetos fueron decorados con dibujos de libélulas de la buena suerte.

E n el Carbonífero había moscas enormes, escorpiones descomunales y arañas del tamaño de una planta de las cintas. Había una colección de insectos gigantescos que no volaban, y una criatura de metro y medio semejante a un miriópodo, la Arthropleura, que se parecía a un neumático abierto y aplastado. Quizá la más asombrosa fuera la libélula gigante, la Meganeuropsis Permiana, y sus parientes, cuyas alas tenían una envergadura de 75 centímetros. Fueron los insectos más grandes que ha habido nunca. Estas grandes especies proliferaron hace unos 300 millones de años, cuando buena parte del terreno era frondoso y tropical y había un estallido de plantas vasculares (que más tarde formarían el carbón, y de aquí el Carbonífero). Pero las especies gigantescas habían desaparecido a mediados del Pérmico tardío, unos 50 millones de años más tarde.Las grandes especies pueden ser sólo el grupo más alto de una población más diversaLa concentración de oxígeno atmosférico llegó a su máximo hace 300 millones de años

Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que el oxígeno atmosférico desempeñó un papel esencial tanto en el auge como en la caída de estos organismosLas libélulas se reproducen sin necesidad de un macho, dice estudio

Durante viajes a las islas Azores (Portugal), donde se realizó el estudio, los biólogos tomaron larvas de la especie Ishnura hastata, sobre la que ya existía la sospecha de que eran poblaciones compuestas únicamente por hembras, y las criaron en su laboratorio.

El resultado fueron nueve generaciones de estos caballitos del diablo —como se conoce genéricamente a esta especie— y 2 mil crías. “Todas las hijas fueron hembras y clones de sus madres, es decir, con una variabilidad genética muy pequeña”.

ESCARABAJOS EN JAPON

 

PELEA DE ESCARABAJOS EN LA TELEVISION
REINOCERONTE

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