miércoles, octubre 31, 2012

PIROPO

 

    

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos                    105

—Parece absolutamente real —dijo Simpson pensativo—. Te lleva a creer en esos
relatos misteriosos que cuentan historias de retratos que de repente cobran vida.
He leído en algún lugar que un rey descendió de su lienzo y tan pronto como...
McGore se descompuso en una risa frágil y como reprimida.
—Todo eso son tonterías, desde luego. Pero ocurre otro fenómeno, el fenómeno
inverso, por así decir.
Simpson se le quedó mirando. En la oscuridad de la noche la pechera almidonada
de su camisa se abultaba como una joroba blanquecina, y la llama de su puro, como una pina de rubí, iluminaba desde abajo su rostro menudo y lleno de arrugas. Había
bebido mucho vino y, aparentemente, tenía ganas de hablar.
—Lo que ocurre es lo siguiente —continuó McGore sin prisa—. En lugar de invitar a
un personaje de un cuadro a que abandone su marco, imagínese a alguien que sea
capaz de adentrarse en el propio cuadro. Le produce risa ¿no es así? Y sin embargo,
yo lo he hecho miles de veces. He tenido la fortuna de haber visitado todos los
museos de pintura de Europa, desde La Haya a San Petersburgo, de Londres a
Madrid. Cuando encontraba un cuadro que me gustaba especialmente, me quedaba
enfrente del mismo y concentraba toda mi fuerza de voluntad en un solo
pensamiento: cómo entrar dentro del mismo. Era una sensación misteriosa, desde
luego. Me sentía como un apóstol a punto de bajar de su barca para caminar por la
superficie del agua. Pero, después, ¡qué felicidad! Digamos que estaba enfrente de
un lienzo flamenco, con la Sagrada Familia en primer plano, contra el fondo de un
paisaje suave, límpido. Ya sabe, con un camino que se pierde en zigzag como una
blanca serpiente por unas colinas verdes. Finalmente, daba el salto. Me liberaba de
la vida real y entraba en la pintura. ¡Sensación milagrosa! La frescura, el aire plácido
empapado de cera e incienso. Me transformaba en una parte viva del cuadro y todo
en torno a mí cobraba vida. Las siluetas de los peregrinos en el camino empezaban a
moverse. La Virgen María farfullaba algo en flamenco. El viento rizaba las flores
convencionales. Las nubes se deslizaban...

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L a m u e r t e d e V i r g i l i o
Hermann Broch                       105

Sueño y vigilia
se hicieron una misma cosa, comienzo y fin al mismo tiempo, fuente y primer origen, raíz y corona,
onda ascendente del árbol frondoso de las esferas, en cuyas ramas descansa la humanidad, familiar
con el destino y sin embargo liberada de él. Era, era ya y no era aún. Y fundido en el todo, rodeado
de su destino y llevándolo en el suyo, reposó también él, sintió la felicidad de la unión, la sintió
físicamente con todas las fibras de su ser liberado de la fiebre, sintió la felicidad del fresco que le
obligó a envolverse más en sus cobijas, sintió la felicidad del tiempo que se deslizaba por el mundo
de la noche nuevamente abierto y traía el frescor consigo, sintió la felicidad del aliento ahora fácil,
encajado en la manante respiración de la oscuridad de todas las fuentes de los mundos, sintió el
murmullo del mundo, sintió lo natural.

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La vida y la muerte me
están desgastando        MO YAN         105

Una mujer de blanco ataviada de luto salió a toda velocidad de la cabaña del
guardia y corrió hacia los estudiantes. Se lanzó sobre la espalda de uno de ellos y le pasó las
manos alrededor del cuello. Pero, de repente, apareció volando un ladrillo y fue a golpear en la
parte posterior de la cabeza de aquella mujer. Su rostro se tornó de un blanco fantasmal, como si
estuviera cubierto de cal viva. Sus gritos ensordecedores me irritaron. Unas llamas más intensas
que el acero derretido salieron de mi corazón y escuché cómo un grito humano salía de mi
garganta:
—¡Deteneos! ¡Yo, Ximen Nao, os exijo que dejéis de cavar las tumbas de mis antepasados!
¡Y no os atreváis a golpear a mi esposa!

 

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JAMES JOYCE
ULISES          105

Déjalos, Esteban. La belleza no está ahí. Ni en
la abúlica bahía de la biblioteca de March,
donde leíste las descoloridas profecías de
Joachim Abbas. ¿Para quién? La chusma de cien
cabezas en el recinto de la Catedral. Un odiador
de su clase huyó de ellos a los bosques de la
locura, su melena hirviendo de luna, sus pupilas
estrellas. Houyhnhnm, narices de caballo. Caras
equinas ovaladas. Temple, Buck Mulligan, Foxy
Campbell. Quijadas de farol. Padre Abbas,
furioso deán, ¿qué ofensa prendió fuego a sus
cerebros?

Sura 3. Al Imran (La Casa de Imrán)  105

(30) El Día en que cada ser humano encuentre ante sí todo el bien que haya hecho y todo
el mal que haya hecho, [muchos] desearán verse muy lejos de ese [Día]. Por eso, Dios os
advierte que tengáis cuidado con Él; pero Dios es muy compasivo con Sus criaturas

JAVIER MARIAS-LOS ENAMORAMIENTOS   105

  Quizá era eso lo llamativo, que estuviera hablándome así de un crimen grave, de un asesinato cometido
indirectamente o fraguado por él, algo de lo que no se habla con naturalidad o al menos no
se solía, en un pasado aún no remoto, casi reciente: cuando se descubría o se reconocía una
cosa semejante, no venían explicaciones ni disertaciones ni conversaciones sosegadas ni
análisis, sino horror y cólera, escándalo, gritos y acusaciones vehementes, o bien se cogía
una soga y se colgaba al asesino confeso de un árbol, y éste a su vez intentaba huir y
mataba de nuevo si hacía falta. ‘Nuestra época es extraña’, pensé. ‘De todo se permite
hablar y se escucha a todo el mundo, haya hecho lo que haya hecho, y no sólo para que se
defienda, sino como si el relato de sus atrocidades tuviera en sí mismo interés.’ Y se me
añadió un pensamiento que a mí misma me extrañó: ‘Esa es una fragilidad nuestra esencial.
Pero contravenirla no está en mi mano, porque yo también pertenezco a esta época, y no
soy más que un peón.

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