martes, abril 10, 2012

LOTIENENQUEREGALARTODO

     

BORGES-673

En la   Galatea de Cervantes,  resulta
que el barbero es amigo suyo y no lo admira demasiado, y dice
que es más versado en desdichas que en versos y que el libro
tiene algo de buena invención, propone algo y no concluye nada.
El barbero, sueño de Cervantes o forma de un sueño de Cervantes,
juzga a Cervantes.... También es sorprendente saber,
en el principio del noveno capítulo, que la novela entera ha sido
traducida del árabe y que Cervantes adquirió el manuscrito en
el mercado de Toledo, y lo hizo traducir por un morisco, a quien
alojó más de mes y medio en su casa, mientras concluía la, tarea.
Pensamos en Carlyle, que fingió que el Sartor Resartus era versión
parcial de una obra publicada en Alemania por el doctor Diogenes
Teufelsdroeckh; pensamos en el rabino castellano Moisés
de León, que compuso el Zohar o Libro del Esplendor y lo divulgó
como obra de un rabino palestiniano del siglo m.
Ese juego de extrañas ambigüedades culmina en la segunda
parte; los protagonistas han leído la primera, los protagonistas
del Quijote son, asimismo, lectores del Quijote.


En Las Mil y Una Noches. Esta compilación de historias fantásticas
duplica y reduplica hasta el vértigo la ramificación de un
cuento central en cuentos adventicios, pero no trata de graduar
sus realidades, y el efecto (que debió ser profundo) es superficial,
como una alfombra persa. Es conocida la historia liminar de la
serie: el desolado juramento del rey, que cada noche se desposa
con una virgen que hace decapitar en el alba, y la resolución de
Shahrazad, que lo distrae con fábulas, hasta que encima de los
dos han girado mil y una noches y ella le muestra su hijo. La
necesidad de completar mil y una secciones obligó a los copistas
de la obra a interpolaciones de todas clases. Ninguna tan perturbadora
como la de la noche DCII, mágica entre las noches.

En esa noche, el rey oye de boca de la reina su propia historia.
Oye el principio de la historia, que abarca a todas las demás,
y también —de monstruoso modo—, a sí misma. ¿Intuye claramente
el lector la vasta posibilidad de esa interpolación, el curioso
peligro? Que la reina persista y el inmóvil rey oirá para
siempre la trunca historia de Las Mil y Una Noches, ahora infinita
y circular

 

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JOYCE- ULISES -673

Cristozorro con calzas de cuero,
escondiéndose, un fugitivo entre las secas
horquetas de los árboles huyendo de la alarma,
sin conocer hembra, pieza única de la caza. Las
mujeres que ganó para su causa, gente tierna,
una prostituta de Babilonia, damas de
magistrados, esposas de rufianes de taberna. El
zorro y las ocas. Y en New Place un débil cuerpo
deshonrado que en otros tiempos fuera donoso,
dulce, fresco como la canela, cayéndosele ahora
las hojas, desnuda y horrorizada por el horror
de la estrecha tumba y no perdonado.
—Sí. Así que usted cree...
La puerta se cerró detrás del que salía.
La quietud se posesionó repentinamente
de la discreta celda abovedada, descanso de
cálido y caviloso ambiente de incubadora.

Una lámpara de vestal.
Aquí pondera él cosas que no fueron: lo
que César habría llevado a cabo si hubiera
creído al augur: lo que pudo haber sido:
posibilidades de lo posible como posible: cosas
no conocidas: qué nombre llevaba Aquiles
cuando vivía entre las mujeres.
Ideas de ataúdes alrededor de mí, en
cajas de momias, embalsamadas en especia de
palabras. Tot, dios de las bibliotecas, un dios
pájaro, coronado de luna. Y yo escuché la voz de
ese sumo sacerdote egipcio. En cámaras
pintadas cargadas de tejas libros.
Están inmóviles. No hace mucho activo
en los cerebros de los hombres. Inmóviles: pero
una picazón de muerte está en ellos, para
contarme un cuento lacrimógeno al oído y para
urgirme a que yo cumpla su voluntad.

                      

VLADIMIR NABOKOV-673

En cuanto al título de «Solus Rex» citaré aquí a Blackburne en su obra Terms &
Themes ofChess Problems (Términos y asuntos de problemas ajedrecísticos,
Londres, 1907): «Si el Rey es la única figura negra en el tablero, entonces nos
hallamos ante el problema que se conoce con el nombre de "Solus Rex"».
El Príncipe Adulf, al cual imaginé, por alguna razón, con unos rasgos físicos
semejantes a los de S. P. Diághilev (1872-1929), sigue siendo uno de los personajes
favoritos de mi museo particular de momias que todo escritor agradecido guarda en
algún lugar de su estancia. No recuerdo los pormenores de la muerte del pobre
Adulf, salvo que Sien y sus compañeros lo despacharon de manera horrible y
desmañada, exactamente cinco años antes de que se inaugurara el puente sobre el
río Egel.

 

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DON QUIJOTE DE LA MANCHA-CERVANTES  673

—¡Válame Dios —dijo don Quijote—, y qué vida nos hemos de dar,
Sancho amigo! ¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de
gaitas zamoranas, qué tamborines, y qué de sonajas, y qué de rabeles! Pues
¡qué si destas diferencias de músicas resuena la de los albogues! Allí se verán
casi todos los instrumentos pastorales.
—¿Qué son albogues? —preguntó Sancho—; que ni los he oído nombrar,
ni los he visto en toda mi vida.
—Albogues son —respondió don Quijote— unas chapas a modo de candeleros de azófar, que dando una con otra por lo vacío y hueco, hace un son,
si no muy agradable, ni armónico, no descontenta, y viene bien con la rusticidad
de la gaita y del tamborín; y este nombre albogues es morisco, como lo son
todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a
saber: almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y
otros semejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua
que son moriscos y acaban en i, y son borceguí, zaquízamí, y maravedí; alhelí
y alfaquí, tanto por el al primero como por el i en que acaban, son conocidos
por arábigos. Esto te he dicho de paso por habérmelo reducido a la memoria
la ocasión de haber nombrado albogues; y hanos de ayudar mucho al parecer
en perfeción este ejercicio el ser yo algún tanto poeta, como tú sabes, y el serlo
también en estremo el bachiller Sansón Carrasco; del cura no digo nada, pero
yo apostaré que debe de tener sus puntas y collares de poeta; y que las tenga
también maese Nicolás, no dudo en ello, porque todos o los más son guitarristas
y copleros. Yo me quejaré de ausencia; tú te alabarás de firme enamorado;
el pastor Carrascón de desdeñado, y el cura Curiambro de lo que él más puede
servirse, y, así, andará la cosa que no haya más que desear.
A lo que respondió Sancho:

—Yo soy, señor, tan desgraciado que temo no ha de llegar el día en que
en tal ejercicio me vea. ¡Oh, qué polidas cuchares tengo de hacer cuando pastor
me vea! ¡Qué de migas, qué de natas, qué de guirnaldas y qué de zarandajas
pastoriles, que, puesto que no me granjeen fama de discreto, no dejarán
de granjearme la de ingenioso! Sanchica mi hija nos llevará la comida al hato;
pero ¡guarda! que es de buen parecer y hay pastores más maliciosos que simples,
y no querría que fuese por lana y volviese trasquilada; y también suelen
andar los amores y los no buenos deseos por los campos como por las ciudades,
y por las pastorales chozas como por los reales palacios, y, quitada la
causa, se quita el pecado, y ojos que no veen corazón que no quiebra, y más
vale salto de mata que ruego de hombres buenos.

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