Día Fuera del Tiempo y año nuevo maya 2011.Existe cierta confusión sobre la fecha del año nuevo maya y por qué esta se celebra el 26 de julio cada año por una comunidad incipiente (el 25 de julio es el día fuera del tiempo).
Los mayas llevaban dos calendarios principales, el Tzolkin, el calendario 13:20, el calendario ritual y el más importante, y el Haab, de 18 meses de 20 días con 5 días al final del último mes o uayebs. Al parecer de estos cinco días se extrapola el concepto del día fuera del tiempo. El calendario de Argüelles se basa en la idea de que los mayas llevaban un calendario lunar (Tun Uc) de 13 meses de 28 días: 364, lo que otorga un día extra para completar el ciclo solar, que es entendido como un día de meditación ante el nuevo año; también una especie de día agujero negro o portal dimensional.
Este día se ha declarado el día de la celebración de la Noosfera (la mente del planeta)
El Plan Oculto del Calendario "Dreamspell"
(Calendario de las trece Lunas)http://www.calleman.com/content/articles/Spanish/El_Plan_Oculto_Calendario.htm
FESTIVIDAD 25 DE JULIO
SANTIAGO APOSTOL-Santiago de Zebedeo (en arameo: Yaakov Bar-Zebdi; en hebreo: יעקב, Jacob) también llamado Santiago el Mayor (Betsaida, Galilea, 5 a.C. - † Jerusalén, Judea, 44) fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. Fue hijo de Zebedeo y Salomé, nombrado como Santiago el hijo de Zebedeo en el Nuevo testamento, y hermano de Juan el Apóstol. Se le conoce como Santiago el Mayor para distinguirlo del otro apóstol llamado Santiago, Santiago el Menor o Santiago el de Alfeo. Es el Patrón de España.
El apóstol Santiago, primer apóstol martir, viajó desde Jerusalén hasta Cádiz (España). Sus predicaciones no fueron bien recibidas, por lo que se trasladó posteriormente a Zaragoza. Aquí se convirtieron muchos habitantes de la zona. Estuvo predicando también en Granada, ciudad en la que fue hecho prisionero junto con todos sus discípulos y convertidos. Santiago llamó en su ayuda a la Virgen María, que entonces vivía aún en Jerusalén, rogándole lo ayudase. La Virgen le concedió el favor de liberarlo y le pidió que se trasladara a Galicia a predicar la fe, y que luego volviese a Zaragoza.
Santiago cumplió su misión en Galicia y regresó a Zaragoza, donde corrió muchos peligros. Una noche, el apóstol estuvo rezando intensamente con algunos discípulos junto al río Ebro, cerca de los muros de la ciudad, pidiendo luz para saber si debía quedarse o huir. Él pensaba en María Santísima y le pedía que rogara con él para pedir consejo y ayuda a su divino Hijo Jesús, que nada podía entonces negarle. De pronto, se vio venir un resplandor del cielo sobre el apóstol y aparecieron sobre él los ángeles que entonaban un canto muy armonioso mientras traían una columna de luz, cuyo pie, en medio de un rayo luminoso, señalaba un lugar, a pocos pasos del apóstol, como indicando un sitio determinado.
HARUKI MURAKAMI-1Q84 –pag,682
Cuando el tren dibujó una gran curva a lo largo de la costa bordeada por las
montañas, las dos lunas aparecieron en el cielo. Pendían sobre el mar sereno. Una
gran luna amarilla y una pequeña luna verde. Aunque tenían un contorno muy
nítido, era difícil calcular a qué distancia se encontraban. El escarceo en la superficie
del mar reflejaba misteriosamente su luz, como añicos de cristal roto esparcidos. A
continuación, las dos lunas se desplazaron despacio al otro lado de la ventanilla
trazando la misma curva que el tren, dejaron tras de sí un pequeño fragmento como
un silencioso recuerdo y, al cabo de un rato, desaparecieron de su vista.
Cuando dejaron de verse las lunas, el calor volvió a su pecho. Era un calor firme
que, aunque vago, transmitía una promesa, como una pequeña luz en el camino del
viajero.
«A partir de ahora viviré en este mundo», pensó Tengo con los ojos cerrados.
Todavía desconocía cómo se había originado aquel mundo y bajo qué principios
funcionaba. No tenía ni idea de qué iba a ocurrir a partir de entonces. Pero no
importaba. No había que tener miedo. Independientemente de lo que lo aguardase,
sobreviviría en aquel mundo de dos lunas y encontraría su camino. Siempre y
cuando no olvidara aquel calor, no perdiera el ánimo.
Permaneció un buen rato con los ojos cerrados. Poco después los abrió y
contempló por la ventanilla la oscuridad de la noche de principios de otoño. Ya no se
veía el mar.
«Voy a encontrar a Aomame», se dijo Tengo con absoluta determinación. «Pase
lo que pase, sea como sea este mundo, sea quien sea ella.»