http://megaricos.com/2012/11/02/los-10-diamantes-mas-grandes-del-mundo-hoy-en-dia/
ALOE VERA: el diamante vegetal
También llamado sábila, es oriundo de las zonas más desérticas de África, pero está difundido por todo el mundo. Es una planta protectora y portadora de buena suerte para las casas y los negocios. Por eso, se coloca en zonas de paso para detectar y absorber la energía extraña o negativa de las visitas.
Estudios científicos comprobaron que es capaz de absorber muchas de las toxinas que emiten diferentes materiales, como la fibra de vidrio o la pintura y, también, las radiaciones de algunos electrodomésticos. En México y otros países americanos, es costumbre ponerles un lazo de color rojo cuando se invoca al amor, y uno verde, para la buena suerte. También, es frecuente su uso por su gran poder energético, comparable con el del diamante en el mundo mineral. En su sentido místico, se les atribuye la capacidad de purificar las almas
sauce diamante
http://www.ehowenespanol.com/encontrar-sauce-diamante-hechos_187340/
http://lahermandaddelasflores.blogspot.com.es/2010/11/el-sutra-del-diamante.html
"¡Bien Subhuti! -contestó el Buddha- cuando alguien dice, '¡Quiero seguir el Camino del Bodhisattva porque quiero salvar a todos los seres; sin importarme que sean criaturas que hayan sido formadas en un útero o incubadas en un huevo; que sus ciclos vitales sean tan observables como el de los gusanos, insectos o mariposas, o que aparezcan tan milagrosamente como las setas o los dioses; que sean capaces de pensamientos profundos, o de ningún tipo de pensamientos; hago el voto de conducir a cada uno de los seres al Nirvana
John Kennedy Toole
La conjura
de los necios 122
Se le dormían los pies cuando pensaba en una de aquellas zarpas de oso aterrizando directa sobre su cráneo, hundiéndole quizá como a una estaca en el impredecible suelo de la oficina.
Cuatro de los obreros varones abrazaban a Ignatius por los descomunales jamones que tenía por muslos, y, con considerable esfuerzo, estaban subiéndole a una de las mesas de cortar. Sobre los hombros de sus porteadores, Ignatius aullaba instrucciones como si supervisase el cargamento de la mercancía más rara y valiosa.
—¡Arriba y a la derecha, ahí! —gritaba a los de abajo—. Arriba, arriba, cuidado. Despacio. ¿Me tiene bien cogido? —Sí —contestó uno de los porteadores.
—Da la sensación de que no. ¡Por favor! Estoy hundiéndome en un estado de angustia profunda.
Los obreros observaban con interés cómo los cargadores se tambaleaban bajo su carga.
—Ahora hacia atrás —decía nervioso Ignatius—. Hacia atrás hasta que la mesa quede justo debajo de mí.
—No se preocupe, señor R —jadeó un cargador—. Le llevamos derechito a esa mesa.
—Pues no lo parece —contestó Ignatius, mientras su cuerpo chocaba con una columna—. ¡Oh, Dios mío! Me he dislocado el hombro.
Surgió un grito de los otros obreros.
—Eh, más cuidado con el señor R —chilló alguien—. Vais a romperle la cabeza.
—¡Por favor! —gritó Ignatius—. ¡Que alguien ayude! Si no, voy a convertirme de un momento a otro en un saco de huesos rotos.
—Mire, señor R —dijo sin aliento un cargador—, ahora la mesa está justo detrás de usted.
—Probablemente me arrojen a uno de estos hornos antes de que esta desdichada aventura termine. Sospecho que habría sido mucho más prudente dirigirse al grupo al nivel del suelo.
—Apoye los pies, señor R. Tiene la mesa justo debajo.
—Despacito —dijo Ignatius, echando hacia abajo su enorme pie con mucha precaución—. Bien, así. Muy bien. Cuando esté bien asentado, podéis soltarme.
Ignatius estaba al fin vertical sobre la larga mesa, sujetando la sábana enrollada sobre la pelvis, para ocultar a su público el hecho de que, durante el proceso de carga y descarga, se había sentido un tanto estimulado.
Ned Beauman
Escarabajo Hitler 122
Entonces, Millicent Bruiseland entró dando brincos en la sala. Tenía tantas pecas que Erskine se preguntó si se las habría robado a algún otro niño.
—Deberías estar en el cuarto de los niños, Millicent —dijo la madre de Erskine—. ¿Te has tomado ya el té? ¿Dónde está tu niñera?
—Soy mayor para el cuarto de los niños y, además, tengo que hablar urgentemente con su hijo.
La conversación continuó cuando Millicent fue hasta Erskine y le susurró:
—Señor Erskine, tengo una noticia de lo más impactante. Su amigo Morton me ha pedido que le dé esto a su hermana.
Entonces Millicent le entregó una nota arrugada, que evidentemente había sido escrita por un niño, que decía:
«querida señorita erskine, me gustaría tomar el té de la tarde con sus partes pudendas, atentamente, morton».
—Deshazte de esto inmediatamente, Millicent.
Millicent chasqueó la lengua y luego salió. Kasimir Mowinckel le pidió a su padre la sal y su padre le ignoró.
Las baladas del ajo mo yan
Cuando te doblas, se te
levanta el trasero y puedo ver la
línea de tu ropa interior a través de tus
finos pantalones. Eso mismo te
sucede cuando estás en los campos durante el día. Zhang Kou, prueba a
contar el cuento de El Peñasco Rojo.
Quiero cogerte la mano, Jinju. Ya he
cumplido los veintisiete y tú ya
tienes
veinte años. Quiero que seas mi
esposa. Cuando estás con la azada en tu
campo de alubias, yo rocío mi campo
de maíz y mi corazón suena como
los pulgones que se posan sobre las mazorcas durante la temporada seca.
Los campos parecen no tener fin.
Hacia el sur se encuentra el pequeño
monte Zhou, que tiene un cráter
volcánico en cuyo interior se arraciman las nubes.
DAN BROWN INFERNO 122
Te pondrás bien —le aseguró
ella, pero su voz temblaba—. Las
visiones recurrentes son habituales
en los casos de amnesia. La función
cerebral que clasifica y cataloga tus
recuerdos ha sufrido una conmoción
temporal, de modo que lo
reconstruye todo en una sola imagen.
—Una imagen muy poco
agradable —añadió él.
—Lo sé, pero hasta que te cures,
esos recuerdos seguirán desordenados y sin catalogar, de
modo que mezclarás pasado,
presente y fantasía. Como en los
sueños.
si los bueyes y los caballos y leones tuvieran manos, / manos como las personas, para dibujar, para pintar, para crear una obra de arte, / entonces los caballos pintarían a los dioses semejantes a los caballos, los bueyes / semejantes a bueyes, y a partir de sus figuras crearían / las formas de los cuerpos divinos según su propia imagen: cada uno según la suya. Jenófanes, La ilustración es un detalle del Toro Farnese, escultura helenística