martes, octubre 15, 2013

LOS MALVADOS NO SABEN SONREIR.

 

                                                       

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En griego antiguo existían dos palabras para la risa: «γελάω» («gelao», 'brillo', 'resplandor de alegría') y «καταγελάω» («katagelao», 'risa de arriba hacia abajo'). Como puede intuirse, la primera hace alusión a la «risa sana», y la segunda a la «risa despectiva».

La risa puede inducirse estimulando el núcleo subtalámico, y se ha comprobado en pacientes con enfermedad de Parkinson. Un trabajo reciente realizado por Itzhak Fried et al., de la Universidad de California, ha permitido localizar una zona del cerebro llamada área motora suplementaria, que, al estimularse por medio de electrodos, produce la sonrisa y, con una estimulación más intensa, la risa a carcajadas. El área motora suplementaria es una zona muy cercana al área del lenguaje. Este mecanismo se descubrió de forma accidental mientras se trataba a una joven con epilepsia.

Se han realizado experimentos para determinar exactamente en qué zona reside el sentido del humor. En un estudio, presentado en 2000 por científicos de la Universidad de Rochester, sometieron a 13 voluntarios a resonancia magnética funcional al tiempo que les realizaban diversas preguntas. Sus conclusiones fueron que dicha característica residía en una pequeña región del lóbulo frontal. No obstante, otro equipo londinense realizó la misma prueba sobre 14 individuos a los que se les contaba chistes, y los resultados fueron que la zona cerebral que se activaba era el córtex prefrontal ventral junto con otras regiones implicadas en el proceso del lenguaje cuando la gracia del chiste residía en un juego de palabras.

  • Algunos indicadores relacionados con el estrés disminuían durante los episodios de risa, relacionados con la disminución de los niveles de epinefrina y cortisona.
  • La risa incrementaba la producción de anticuerpos y la activación de células protectoras como los linfocitos o los linfocitos T citotóxicos, que producen la inmunidad celular, importante para evitar la formación de tumores.
  • Las carcajadas o risas alegres y repetitivas mejoraban el estado de humor, reducían los niveles de colesterol en sangre y regulaban la presión sanguínea

Científicos japoneses del Unitika Central Hospital sometieron a 26 individuos con dermatitis alérgica a los ácaros del polvo a distintos alergenos, y posteriormente les pasaron la película Tiempos modernos, de Charles Chaplin. Unos días después realizaron el mismo experimento pero con una película no cómica. Los resultados mostraron que la reacción alérgica era menor en el caso de la película de Charlot

La risa como signo patológico

Si bien la risa se considera en general beneficiosa para la salud, existen paradójicamente también problemas de salud que cursan con episodios de risa.

Existe una risa patológica (no controlable, con incontinencia y labilidad afectiva) que caracteriza ciertas enfermedades del sistema nervioso central, como es el caso de tumores, esclerosis múltiple, ictus, demencias (Alzheimer) y afección de las conexiones entre el cerebro, el bulbo raquídeo y el cerebelo. Enfermedades mentales como la esquizofrenia, manía y drogadicción también pueden presentarse con risa patológica (crisis de risa incontrolada) y ser tratadas con antidepresivos de última generación, como la paroxetina

 

La risa en otros animales

Contrariamente a la creencia popular, y a lo que se creía en general hasta bien recientemente, la risa no está restringida a los humanos. Según un estudio publicado en la revista Science por Jaak Panksepp, existe la risa animal, y no sólo en los primates. También estudió perros y ratas y encontró que en sus juegos emitían sonidos muy similares a las risas de los bebés. En parte se puede deber a que el sistema límbico, que maneja la risa, es una de las partes menos evolucionadas del cerebro humano que compartimos en buena medida con otros animales

Platón y Aristóteles, entre otros autores que escribieron sobre la risa, tenían una visión más oscura sobre ella. Ellos, por ejemplo, encontraban divertidas las ejecución|ejecuciones públicas, algo que actualmente es políticamente incorrecto, del mismo modo que también se reían, además de con las personas de su grupo, de personas de otros grupos, como por ejemplo, otras etnias o razas. En la actualidad, nuestro propio lenguaje matiza tal diferencia: no es lo mismo reírse con alguien, que reírse de alguien. Para Robert Provine, la risa ridiculizadora es un mecanismo instintivo ancestral diferente de la risa de grupo que servía para modular la conducta de los individuos que no pertenecían al grupo propio, con la finalidad de que éstos se adaptasen y se integrasen en el mismo. La antropóloga Verena Alberti utiliza los términos «risa de acogida» y «risa de exclusión».

La risa forma parte del vocabulario universal humano, y si queremos comprender cómo el cerebro produce el sonido deberíamos analizar comportamientos que todo el mundo tiene de la misma manera; o sea, que estudiar la risa —si queremos comprender el comportamiento humano— será como usar el E. coli, o la mosca de la fruta, para comprender el mecanismo de la genética. En lugar de afrontar la inmensa complejidad de la naturaleza, intentamos concentrarnos en una pequeña molécula, que es una parte, a la que se puede acceder mejor

Como demuestra la ciencia, la risa y el humor son tan antiguos como los seres humanos, y encontramos diversos testimonios de la tradición oral que así lo atestiguan:

Según la tradición de los Ainos, un grupo étnico del norte de Japón, «en los orígenes de la humanidad las mujeres no menstruaban, sino los hombres». Los bantúes de África meridional, ante la inminencia de algún peligro grave, efectúan un ritual en el que las mujeres jóvenes se visten de hombres y realizan las tareas de los pastores para la diversión —y la distensión— de todos. Según se cuenta que observó Knud Rasmussen, los niños esquimales Netsilik Inuit celebraban juegos en los que imitaban a los hechiceros de la comunidad, empleando las mismas fórmulas para alejar los malos espíritus, lo cual desataba la risa incontrolada de los adultos.

En todos los casos, la blasfemia no produce horror entre el público, sino la risa, bajo el sobreentendimiento de que los dioses o los espíritus saben comprender una broma

«Los hombres de valor no deberían representarse como poseídos por la risa, y aún menos deberíamos permitir tal representación de los dioses».

Platón

En La República, Platón señala que la risa debe estar limitada por la razón. No deben reírse, por tanto, ni los guardianes ni las personas de mérito. La risa es un exceso que debe evitarse, manteniendo un estado de templanza y equilibrio sin reacciones desmedidas.

Aristóteles no condena la risa despectiva cuando esta va dirigida a una persona sin virtud. Escribe, por ejemplo:

«[...] veremos claramente cuán digno de risa es el varón magnánimo si no es hombre dotado de virtud, y cuán lejos está de ser digno que le hagan honra, pues es malo».

Aristóteles

A los hombres que no pueden contener las emociones, los llama afeminados. Hablando de las personas virtuosas, escribe, también:

«Porque no es de maravillar que uno sea vencido de deleites o pesadumbres fuertes y excesivas, antes es de perdonar y haber compasión de él, si resistiendo fue vencido, [...] y de la misma manera los que procuran detener la risa, de un golpe la despiden. [...] Pero es de maravillar cuando lo es en aquellas en que los más pueden resistir, y él no es bastante a resistir, no por la naturaleza de su género ni enfermedad [...] Hay, pues, una manera de incontinencia que es una desenfrenada temeridad, y otra que es flaqueza».

Aristóteles

Y termina hablando de los más propensos a descontrolarse:

«Pero los que más incontinentes son de desenfrenada incontinencia, son los repentinos y los melancólicos. Porque aquellos por su presteza y estotros por la fortaleza del afecto, no escuchan razón, por ser muy prontos en seguir sus imaginaciones».

http://es.wikipedia.org/wiki/Risa

      

REY JESÚS
DE
ROBERT GRAVES 455

Entonces empezó a circular el rumor
de que Jesús había comenzado su ministerio poco después de descender del monte
Tabor, donde se había iniciado en los ritos del demonio Belcebú, y de que lograba sus
milagros invocando su poder. Belcebú es uno de los «nombres de escarnio» que tanto
abundan en la literatura sagrada judía. Mediante una leve alteración de las letras, un
titulo de honor se convierte en otro de deshonor. Del mismo modo se cambió el
honorable nombre de Laban, el caudillo del Carmelo con cuya viuda se casó el rey
David -Laban significa «hombre blanco»- por Nabal, «tonto». Y por una modificación
análoga, la estatua de Zeus Olímpico instalada por Antioco Epifanes en el templo de
Jerusalén no se llama «la estatua del señor del cielo» sino «la abominación de la
desolación». Y así también Belcebú, «el señor de las moscas» es una deformación de
Baal Zebul, «el señor de Zebulón» o Atabyrius, a quien había recurrido en una ocasión
Ahazias, rey de Judá, para que le sanase las heridas internas que había sufrido al caer de
una alta ventana.
Jesús se burló del ataque
.

La vida y la muerte me
están desgastando        455
   

Me cepillé los dientes y me lavé la
cara. Me afeité y me corté los pelos de la nariz. A continuación estudié mi
reflejo en el espejo, la mitad rojo, la mitad azul: realmente desagradable.
Me di unas palmaditas suaves en la mitad azul y maldije: ¡Menuda mierda!
La seguridad en mí mismo estaba al borde de venirse abajo. Escuché varias
veces algunas pisadas ligeras que se acercaban a mi oficina y abrí
rápidamente la puerta para saludarla. Pero el vestíbulo siempre estaba
vacío. Así que me recosté donde siempre se sentaba ella y esperé
consumido por la impaciencia, ojeando nervioso el libro que le había
entregado. Casi podía verla sentarse allí a leer. Su olor estaba impregnado
en ese libro, sus huellas dactilares se encontraban por todas partes...
Por fin, escuché que llamaban a mi puerta y sentí que el frío me invadía el
cuerpo. Estaba temblando de los pies a la cabeza y me castañeteaban los
dientes. Me precipité hacia la puerta y la abrí. La sonrisa que lucía en su
rostro se abrió paso hasta mi alma. Lo olvidé todo, las palabras que había
pensado decirle, la advertencia velada de Pang Kangmei, todos mis temores.
La cogí en mis brazos y la besé. Ella también me besó

 

 

 

            

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