Una leyenda cuenta que, cuando Buda convocó a los animales, la Rata viajó sobre el lomo del Buey, que llegó puntualmente a la cita antes que cualquier otro animal. Sin embargo, justo en ese instante la Rata saltó del lomo del Buey y reclamó para sí el primer lugar, a lo cual el Buey, gentilmente, no se opuso.
BORGES-458
Soñó con un corazón que latía.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado,
color granate en la penumbra de un cuerpo humano aun
sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas
noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No
lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo
con la mirada. Lo percibía, lo vivía, desde muchas distancias
y muchos ángulos. La noche catorcena rozó la arteria pulmonar
con el índice y luego todo el corazón, desde afuera y adentro. El
examen lo satisfizo. Deliberadamente no soñó durante una noche:
luego retomó el corazón, invocó el nombre de un planeta y emprendió
la visión de otro de los órganos principales. Antes, de un
año llegó al esqueleto, a los párpados. El pelo innumerable fue
tal vez la tarea más difícil. Soñó un hombre íntegro, un mancebo,
pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podía abrir los ojos.
Noche tras noche, el hombre lo soñaba dormido.
En las cosmogonías gnósticas, los demiurgos amasan un rojo
Adán que no logra ponerse de pie; tan inhábil y rudo y elemental
como ese Adán de polvo era el Adán de sueño que las noches
del mago habían fabricado. Una tarde, el hombre casi destruyó
toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.).
Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se
arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un
potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó
con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de
tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también
un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que
su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en
Otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto
y que mágicamente
animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas,
excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre
de carne y hueso. Le ordenó que una vez instruido en los ritos,
lo enviaría al otro templo despedazado cuyas pirámides persisten
aguas abajo, para que alguna voz lo glorificara en aquel edificio
desierto. En el sueño del hombre que soñaba, el soñado se despertó.
El mago ejecutó esas órdenes. Consagró un plazo (que finalmente
abarcó dos años) a descubrirle los arcanos del universo y
del culto del fuego. íntimamente, le dolía apartarse de él. Con
el pretexto de la necesidad pedagógica, dilataba cada días las horas
dedicadas al sueño. También rehízo el hombro derecho, acaso
deficiente. A veces, lo inquietaba una impresión de que ya todo
eso había acontecido. . . En general, sus días eran felices; al cerrar
los ojos pensaba: Ahora estaré con mi hijo. O, más raramente:
El hijo que he engendrado me espera y no existirá si no voy.
Gradualmente, lo fue acostumbrando a la realidad. Una vez
le ordenó que embanderara una cumbre lejana. Al otro día, flameaba
la bandera en la cumbre. Ensayó otros experimentos análogos,
cada vez más audaces. Comprendió con cierta amargura
que su hijo estaba listo para nacer —y tal vez impaciente. Esa
noche lo besó por primera vez y lo envió al otro templo cuyos
despojos blanqueaban río abajo, a muchas leguas de inextricable
selva y de ciénaga. Antes (para que no supiera nunca que era
un fantasma, para* que se creyera un hombre como los otros) le
infundió el olvido total de sus años de aprendizaje.
Su victoria y su paz quedaron empañadas de hastío. En los crepúsculos
de la tarde y del alba, se prosternaba ante la figura de
piedra, tal vez imaginando que su hijo irreal ejecutaba idénticos
ritos, en otras ruinas circulares, aguas abajo; de noche no soñaba,
o soñaba como lo hacen todos los hombres. Percibía con cierta
palidez los sonidos y formas del universo: el hijo ausente se nutría
de esas disminuciones de su alma. El propósito de su vida estaba
colmado; el hombre persistió en una suerte de éxtasis. Al cabo de
un tiempo que ciertos narradores de su historia prefieren computar
en años y otros en lustros, lo despertaron dos remeros a medianoche:
no pudo ver sus caras, pero le hablaron de un hombre
mágico en un templo del Norte, capaz de hollar el fuego y de no
quemarse. El mago recordó bruscamente las palabras del dios.
Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma.
MAHOMA-EL CORAN
Sura 17. Al-Isra’ (El Viaje Nocturno) 468
(60) Y, he ahí, que te dijimos [Oh Profeta:] “Ciertamente, tu Sustentador circunda a toda la
humanidad [con Su conocimiento y poder]: y, así, hemos dispuesto que la visión que te hemos
mostrado73 no sea sino una prueba para los hombres --como también el árbol [del infierno,] execrado
en este Qur’án.74 Y [con la mención del infierno] les hacemos llegar una advertencia: pero
[si están empeñados en negar la verdad,] esta [advertencia] no hace sino aumentar su ya desmesurada
arrogancia.”
(61) Y, HE AHÍ, que dijimos a los ángeles: “Postraos ante Adán” --y se postraron todos excepto
Iblís.75
Dijo: “¿Es que voy a postrarme ante quien has creado de barro?” (62) [Y] añadió: “Dime, ¿es
este [ser insensato] al que has exaltado por encima de mí? ¡Ten por seguro que si me concedes
una prórroga hasta el Día de la Resurrección, conseguiré sin duda que sus descendientes --salvo
unos pocos-- me sigan ciegamente!”76
(63) [Dios] respondió: “¡Vete [por el camino que has elegido]! Pero quien de ellos te siga --
¡ciertamente, el infierno será vuestra recompensa, una recompensa cumplida! (64) Tienta, pues,
con tu voz a quienes puedas de ellos, y atácales con todos tus caballos y hombres,77 y sé su asociado
en [todo pecado relacionado con] sus bienes y sus hijos,78 y hazles [toda clase de] promesas:
y [no sabrán que] cuanto Satán les promete es sólo para engañar a la mente.79
(65) “[Y, sin embargo,] ciertamente, no tendrás poder sobre [aquellos de] Mis siervos [que
pongan su confianza en Mí]:80 pues nadie es tan digno de confianza como tu Sustentador.”
74 En cuanto al “árbol execrado en este Qur’án”, no hay duda de que se trata del “árbol de fruto mortal”
(shayarat as-saqqum) que se menciona, en 37:62 ss. y en 44:43 ss., como una de las manifestaciones del
infierno (véase 37:62-63 y las notas 22 y 23 correspondientes, la última de las cuales explica por qué este
“árbol” se ha convertido en “una prueba para los hombres”). Es descrito aquí como “execrado” porque
obviamente representa al propio infierno. Y el por qué se alude aquí especialmente al “infierno” --y no
a otra manifestación del más allá-- se hace evidente por la siguiente declaración de que su propósito es
transmitir una advertencia.
75 Para una explicación de la alegoría de Adán y los ángeles, véase 2:30-34, 7:11-18 y 15:26-41, así como
las notas correspondientes. En este caso, como en Al-Aaraf y en Al-Hichr, el énfasis recae en el desprecio
de Iblís por Adán (obviamente una metonimia de toda la raza humana): por ello, este pasaje parece enlazar
con el final del versículo 53 más arriba --“¡en verdad, Satán es enemigo declarado del hombre!” El
acento sobre la dignidad del hombre --expresada en la orden de Dios a los ángeles de que “se postraran
ante Adán”--
JAMES JOYCE-ULISES 458
La espalda de paño fino ascendía
cada escalón: espalda. Tiene toda la inteligencia
en el cogote, dice Simón Dedalus. Costurones de
carne detrás. Gordos dobleces del cuello, gordo
cuello, gordo, cuello.
—¿No te parece que su cara es como la de
Nuestro Salvador? cuchicheó Red Murray.
La puerta de la oficina de Ruttledge
cuchicheó: ii, crii. Siempre hacen una puerta
enfrentando a la otra para que el viento.
Entrada. Salida.
JAMES JOYCE-ULISES 438 458-438=20
Una de su hermandad me sacó guañiendo a la
vida. Creación desde la nada. ¿Qué tiene en el bolso? Un engendro con el cordón umbilical arrastrando,
amorrado en paño bermejo. El cordón de todos enlaza con el pasado, cable cabitrenzado de toda carne. Por
eso los monjes místicos. ¿Querríais ser como dioses? Miraos vuestro omphalos. ¡Oiga! Aquí Kinch.
Póngame con Villaedén. Alef, alfa: cero, cero, uno.
Esposa y compañera de Adán Kadmon: Heva, Eva desnuda. Ella no tenía ombligo. Mirad. Vientre sin
mácula, bien abombado, broquel de tensa vitela, no, grano blanquiamontonado naciente e inmortal, que
existe desde siempre y por siempre. Entrañas de pecado.
Entrañado en la oscuridad pecaminosa estuve yo también, concebido no engendrado. Por ellos, el hombre
con mi voz y mis ojos y una mujer fantasmal de aliento a cenizas. Se ayuntaron y desjuntaron, cumplieron
la voluntad del apareador. Desde antes de los tiempos Él me dispuso y ahora no puede disponer lo contrario
ni nunca. Una lex eterna Le atenaza. ¿Es ésa pues la divina sustancia en la que el Padre y el Hijo son consustanciales?
¿Dónde está el pobre de Arrio para meterse dentro y ver qué pasa? Guerreando de por vida
por la contransmagnificandjudeogolpancialidad. ¡Aciago heresiarca malogrado! En un excusado griego
exhaló su último suspiro: euthanasia. Con mitra de abalorios y con báculo, instalado en su trono, viudo de
una sede viuda, con omophonon envarado, con posaderas aglutinadas.
Los vientos potreaban a su alrededor, vientos cortantes y apasionados. Llegan, las olas. Los hipocampos
crestiblancos, tascando, embridados en fúlgidos céfiros, los corceles de Mananaan.
VLADIMIR NABOKOV-458
Oh, qué bien se acuerda de sus antiguos enemigos, y
también de los dos o tres libros que ha leído, y de cómo un hombre le dio una buena
paliza por caerse de la pila de leña y matar un par de gallinas; quiero decir, que hay
un cierto mecanismo crudo de memoria que todavía funciona dentro de él, pero si
los dioses le propusieran que excavara en sus recuerdos para hacer una síntesis de
su persona a partir de los mismos, con la condición de que aquella imagen se viera
provista de inmortalidad, el resultado sería un embrión oscuro, un niño nacido
prematuramente, un enano ciego y sordo, incapaz de cualquier forma de
inmortalidad.