domingo, julio 15, 2012

LA RATA Y LA MARIPOSA

 

          

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VLADIMIR NABOKOV-140

—... muerte —dijo Sleptsov suavemente, como rematando una frase muy larga.
El reloj dio la hora. La escarcha se imbricaba en dibujos geométricos sobre el cristal
azul de la ventana. El cuaderno, abierto, brillaba radiante sobre la mesa; junto a él,
la luz atravesaba la gasa del cazamariposas y relucía en la esquina de la lata abierta.
Sleptsov cerró los ojos con fuerza, y tuvo una sensación pasajera de que ante él se
tendía una vida terrena, totalmente desnuda y comprensible, y también,
estremecedoramente triste, humillantemente sin sentido, estéril, desnuda de
milagros...
En ese preciso momento se oyó un chasquido —un ruido débil como el de una
goma que se estira hasta romperse. Sleptsov abrió los ojos. El gusano de seda en su
lata de galletas había estallado, y una criatura negra y toda arrugada, del tamaño de
un ratón, reptaba por la pared por encima de la mesa. Se detuvo, asido a la
superficie con sus seis patas velludas, y empezó a palpitar de forma extraña. Había
surgido de su crisálida debido a que un hombre, vencido por el dolor, había llevado
una lata hasta su habitación caldeada, y el calor había penetrado su envoltura tensa
de hojas de seda; había esperado aquel momento durante tanto tiempo, había
reunido toda su fuerza con tal furor, que ahora, habiendo conseguido surgir a la
vida, no hacía sino desparramarse lenta y milagrosamente. Poco a poco los tejidos
arrugados, las extremidades de terciopelo se fueron desplegando; las venas en
forma de abanico se fueron fortaleciendo al llenarse de aire. Imperceptiblemente,
se transformó en una cosa alada, de la misma forma en la que un rostro que está
madurando se convierte imperceptiblemente en un rostro bello. Y sus alas —
todavía débiles, todavía húmedas— no dejaban de crecer y de desplegarse, y ahora
ya habían llegado a desarrollarse hasta el límite que Dios les había puesto, y allí, en
la pared, en lugar de un terrón minúsculo de vida, en lugar de un ratón oscuro, lo
que había era una gran mariposa Attacus como esas que vuelan, como pájaros, en
torno a las lámparas en el crepúsculo de la India.
Y entonces, aquellas poderosas alas negras, cada una con su mancha vidriosa y su
vello púrpura enganchado al polvo de sus bordes, respiraron a fondo bajo el
impulso de una felicidad tierna, devastadora, casi humana.

  

JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS  140

  Cierto film ruso prueba la iniquidad de la guerra mediante
la infeliz agonía de un jamelgo muerto a balazos; naturalmente,
por los que dirigen el film.

 

  

JAMES JOYCE-ULISES  140

A las cuatro ella. Encantadoramente ella a Blooembloom sonrió. Bloo sonn corr. Tardes. ¿Te crees el
ombligo del mundo? Hace eso con todos. Para los hombres.
En soñoliento silencio oro se inclinaba sobre la página.
Del salón del bar llegó una llamada, de muerte lenta. Era un diapasón que tenía el afinador que se olvidó
que ahora ha tocado él. Una llamada de nuevo. Que ahora él probaba ahora latía. ¿Oyes? Latía, pura, más
pura, suavemente, más suavemente, la horquilla zumbando. Llamada de muerte más lenta.
Pat pagó la botella corchoestallante del comensal: y por encima de vaso, bandeja y botella corchoestallante
antes de marchar cuchicheó, calvo y sorderas, con Miss Douce.
-Las brillantes estrellas se disipan ....
Una canción sin voz cantó desde dentro, cantando:
-... despunta el alba.

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