sábado, enero 04, 2014

CURIOSIDADES DE LA MADRE NATURALEZA.

 

La presión que crea el corazón humano al latir, seria suficiente para lanzar la sangre a 10 metros de altura.

Los humanos y los delfines son las únicas especies que practican el sexo solamente por placer.  

La gente le tiene mas miedo a las arañas que a la muerte.


La hormiga puede levantar 50 veces su peso, arrastrar 30 veces su propio peso y siempre cae sobre su costado derecho cuando sufre una intoxicación .

Los osos polares son zurdos.

Una cucaracha puede vivir nueve días sin cabeza, hasta que finalmente muere de inanición.

Las mariposas pueden saborear la comida con sus pies

Su vista es tricolor, es decir, que ven solo en tres colores; amarillo, rojo y verde
Las mariposas larvas, "bebés", emiten una serie de sonidos que hacen que puedan comunicarse con las hormigas
Las mariposas son muy románticas. Expulsan el llamado "Polvo del Amor" para conquistar y atraer a su pareja.
El apareamiento puede durar 20 minutos o varias horas
Los ojos de estas criaturas son compuestos y poseen más de 6.000 lentes individuales

 

          

PAUL AUSTER
La trilogía
de Nueva York          35

A la mañana siguiente, y durante muchas mañanas más, Quinn se apostó en un
banco en el centro de la isleta que había en la esquina de Broadway con la Noventa y
nueve. Llegaba temprano, nunca después de las siete, y se sentaba allí con un vaso de
café, un panecillo con mantequilla y un periódico abierto en el regazo, mirando hacia la
puerta de cristal del hotel. A las ocho salía Stillman, siempre con su largo abrigo
marrón, llevando una bolsa de fieltro grande y anticuada. Durante dos semanas esta
rutina no varió. El anciano deambulaba por las calles del barrio, avanzando despacio,
poquito a poco, haciendo una pausa, poniéndose en marcha de nuevo, parándose otra
vez, como si cada paso tuviera que sopesarse y medirse antes de que ocupara su lugar
entre la suma total de pasos. A Quinn le resultaba difícil moverse de aquella manera.
Estaba acostumbrado a andar deprisa y todas aquellas paradas y arrastrar de pies
comenzaban a resultar un esfuerzo, como si el ritmo de su cuerpo se viera perturbado.
Era la liebre a la caza de la tortuga, y tenía que recordarse una y otra vez que debía
frenarse.

 

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Sanchez Adalid Jesus - Treinta Doblones De Oro  169

algunos con pieles
de leopardo y de león; eran los magnates del ejército. Hablaban entre ellos, formaban
algarabía, lanzaban risotadas, a veces daba la impresión de que discutían... De pronto se
formó un gran revuelo; todos ellos se volvieron para ver qué sucedía a sus espaldas;
tronaban los tambores y las chirimías, arreciaban las voces...
—¡El sultán, el sultán viene! —nos indicó el alcaide—. ¡Haced reverencia!
Nos inclinamos. Yo vi de reojo cómo entraba a caballo el rey moro, sobre una
montura riquísima, de pelo de gineta, con adornos de oro, perlas y sedas. Su presencia resultaba imponente, bajo una sombrilla que sostenía un negro enorme, una especie de coloso. No era el sultán muy alto; de mediana talla, tenía el rostro largo, moreno, la barba
partida y fuego en la mirada. Detrás venían otros aguerridos gigantes custodiándole, todos
igualmente negros, igualmente musculosos y brillantes de sudor, hechos como de acero.
Solo estos se mantenían de pie y erguidos, porque a derecha e izquierda todos los demás se
habían doblado hasta casi dar con sus narices en el suelo. Un pregonero de aguda voz
lanzaba al aire proclamas incomprensibles, como aullidos, que eran contestadas con
albórbolas de entusiasmo.
El sultán descabalgó, vio lo que había y apenas se detuvo allí un momento. Después
desapareció por donde había venido y pudimos enderezarnos. Entonces llegó la hora de la
rapiña...
 

La vida y la muerte me
están desgastando             169

una bandada de gansos salvajes que volaba por encima de las
cabezas cayó al suelo como piedras. En esa época, la carne de esas aves era una exquisitez,enormemente nutritiva, una rareza para la gente que se encontraba abajo. Que aquellos gansos cayeran del cielo en un momento en el que la capacidad alimenticia del pueblo estaba tan empobrecida parecía una bendición del cielo, pero en realidad fúe todo lo contrario. La gente se volvió loca, empujando, pateando, gritando y vociferando, peor que una manada de perros hambrientos. La primera persona en poner las manos en una de las aves que había caído debió sentirse llena de alegría, quiero decir hasta que todos los demás se abalanzaron sobre ella tratando de arrebatársela. Las plumas se esparcieron por el suelo y salieron flotando por el aire. Era como rasgar una almohada. Le arrancaron las alas al ave; las patas acabaron en las manos de alguna persona y el cuello fue arrancado de su cuerpo y sacudido en el aire, derramando gotas de sangre por todo el lugar. La multitud que se encontraba en las filas de atrás golpeó las cabezas y los
hombros de los que se encontraban en la parte delantera como si fueran perros de presa. La gente se caía al suelo, era pisoteada, pateada. Los gritos de ¡madre!..., ¡madre, sálvame!... emergían de docenas de nudos negros de humanidad que borbotaban y se agitaban. Los gritos y chillidos —
¡oh, mi pobre cabeza!— se mezclaban con el sonido de los altavoces. El caos se convirtió en una lucha enmarañada y de ahí en una batalla campal. El resultado final fue el siguiente: diecisiete personas fueron pisoteadas hasta la muerte y un número desconocido sufrió diversas lesiones.

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos           169

La veía con tanta claridad, la percibía con una fuerza tan perfecta y tan penetrante
que, parecía, no había nada nuevo que sus rasgos pudieran revelarle en largos años
de intimidad previa. Sus pálidos labios se movían como si repitieran el más mínimo
movimiento del cachorro; sus pestañas parpadeaban de forma tan brillante que
parecían rayos que salieran de sus ojos radiantes; pero lo más maravilloso, quizás,
era la curva de su mejilla, ahora ligeramente de perfil; aquella línea curva,
evidentemente, no podía encontrar palabras que la describieran. Empezó a correr,
mostrando unas piernas bonitas, y el cachorro empezó a dar tumbos persiguiéndola,
como una pelota de lana. Dándose cuenta de pronto de su poder milagroso, Erwin
contuvo el aliento y esperó a que se produjera la esperada señal. En ese preciso momento la joven volvió la cabeza y le lanzó un destello de sonrisa a la criaturilla gorda que se esforzaba por seguirla.

—Número uno —se dijo Erwin con insólita complacencia y se levantó del banco.
Siguió andando por el sendero de grava que crujía bajo sus pies, enfundados en
unos zapatos rojo-amarillentos que sólo utilizaba los domingos. Abandonó el oasis
del diminuto parque y cruzó al otro lado hasta el bulevar Amadeus. ¿Le bailaban los
ojos? Y tanto que sí. Quizás la chica de blanco le había dejado una marca más
cegadora que cualquier posible recuerdo y aquel punto ciego en su mirada le
impedía encontrar otra novia. Pronto, sin embargo, la ceguera se disolvió, y junto a
una columna vidriada donde se anunciaba el horario del tranvía, nuestro amigo
observó a dos jóvenes —hermanas, quizá gemelas, a juzgar por su extraordinario
parecido— que discutían con voz vibrante qué tranvía tomar.

GRAVES, ROBERT LA DIOSA BLANCA 169

Su cabello era rubio como la retama, sus dedos pálidos como las
anémonas del bosque, sus mejillas rosadas y de las huellas de sus pies brotaba el trébol
blanco; el trébol para mostrar que era el aspecto estival de la antigua Diosa Triple. Esta
peculiaridad le dio el nombre de Olwen, «La de la Senda Blanca». El trébol, dicho sea
de paso, era celebrado por los bardos galeses con elogios fuera de proporción con su
belleza. Homero lo llamaba «loto» y decía que era buen pienso para los caballos

 

viernes, enero 03, 2014

EL AGUA QUE CAE CUANDO SE ESTA QUEMANDO EL MONTE.

 

 

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA    351

En el soberbio trono diamantino
que con sangrientas plantas huella Marte,
frenético el manchego su estandarte
tremola con esfuerzo peregrino.
Cuelga las armas y el acero fino
con que destroza, asuela, raja y parte:
¡nuevas proezas!, pero inventa el arte
un nuevo estilo al nuevo paladino.
Y si de su Amadís se precia Gaula,
por cuyos bravos descendientes Grecia
triunfó mil veces, y su fama ensancha,
hoy a Quijote le corona el aula
do Belona preside, y dél se precia
más que Grecia, ni Gaula, la alta Mancha.
Nunca sus glorias el olvido mancha,
pues hasta Rocinante en ser gallardo,
excede a Brilladoro y a Bayardo.

    

La vida y la muerte me
están desgastando              351

La canción del sombrero de paja volvió a elevarse
triunfalmente por los aires. Mientras se escuchaba la música de fondo, una
sonora voz de tenor ascendió a los cielos: El sombrero de paja de mamá ha
ascendido hasta la luna-Llevándose consigo mis amores y mis ideales. Todas las
demás puercas, libres de celos, colocaban la cola de los cerdos por delante
de su morro y comenzaban a bailar en círculos alrededor de Amante de la
Mariposa y de mí siguiendo el ritmo de la canción del sombrero de paja.
Mientras los pájaros del Jardín del Albaricoque cantaban y la luz de la
mañana se asomaba por el cielo, mi primer apareamiento se llevó a cabo sin
la menor dificultad.
Mientras me bajaba del lomo de Amante de la Mariposa, observé a
Ximen Bai caminando con dificultad, ayudada por un bastón hecho en casa,
mientras acarreaba cestas de comida sobre el hombro. Haciendo acopio de
las energías que me quedaban, salté por encima de la pared y entré en mi
pocilga a esperar a que Ximen Bai me diera de comer. El aroma a alubias
negras y a avena me hizo babear. Estaba hambriento. El rostro de Ximen
Bai, teñido de rojo por la luz de la mañana, se asomó por encima de la
pared de mi pocilga. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Casi sobrecogida
por la emoción, dijo:

—Dieciséis, Jinlong y Jiefang ahora están casados, al igual que tú.Todos os habéis hecho
adultos...El cabello milagroso devuelve a la vida a Diao Xiaosan
La muerte roja extermina a la cuadrilla de puercos

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EL ORGASMO DEL CERDO ¿30 MINUTOS?

El cerdo, a diferencia de otros animales, tiene un volumen de eyaculación muy grande (entre 250 y 300 ml, aunque puede llegar a los 500 ml), aunque no toda con la misma composición.

La eyaculación se divide en tres etapas:

1º- Eyaculación de las glándulas Accesorias (plasma seminal).

2º. Eyaculación de espermatozoides.

3º Eyaculación de las glándulas accesorias (fructuosa, ácido cítrico, sustancias con función tampón).

Para llegar a este punto necesita mucha estimulación de las glándulas accesorias (próstata, vesículas seminales, glándulas bulbo-uretrales y otras menores que segregan el plasma seminal).

En algunas ocasiones el animal llega a dormirse en el proceso

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos      351

«Quédate aquí sentado un rato», dijo Ivanov. «Tengo que pensar. El mar
no se va a marchar.» «Por favor ¡déjeme ir!», suplicó David.
Ivanov se alzó sobre un codo y contempló las olas. Eran grandes y con joroba; nadie
se bañaba en aquel lugar; había que ir más a la izquierda para encontrar una docena
de cabezas con gorros de baño naranja que se movían y que se veían arrastradas
hacia un lado al unísono. «Esas olas», dijo Ivanov con un suspiro, para luego añadir:
«Puedes chapotear un poco, pero no entres más de un sazhen. Un sazben son unos
dos metros».

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Graves, Robert El Vellocino de Oro  351

Diodoro interpreta la pictografía familiar pero misteriosa del Carnero volante, sobre el cual Hele y Frixo viajaron a Cólquide, como una nave veloz con un carnero por mascarón de proa, y sugiere que la caída de Hele al Helesponto sólo significa que la corriente le produjo mareo, y que al inclinarse sobre la borda, se cayó al agua. Es posible que tuviera razón en lo del carnero, aunque sus interpretaciones de otros fragmentos de la leyenda no son, ni mucho menos, tan convincentes. Es obvio que se equivoca cuando dice que la serpiente que guardaba el vellocino era un oficial cuyo nombre era capitán Serpiente. Lo mismo ocurre con Dionisio Scytobrachion cuando sugiere que el vellocino de oro era en realidad la piel del joven señor Carnero, el paje de Frixo, que los colquídeos
curaron y doraron después de haberlo matado. También se equivoca Estrabón cuando dice que los argonautas navegaban en busca de oro y que el vellocino era el oro aluvial de Cólquide que los colquídeos recogían en vellones colocados en el fondo de las artesas en las que lavaban los minerales. Y también Suidas cuando dice que se trataba de un libro hecho de piel de cordero quecontenía el secreto de la alquimia, que los colquídeos habían heredado de sus antecesores egipcios.
Igualmente se equivoca Carax de Pérgamo, el cual escribió en el siglo I después de J.C. que el vellocino era un rollo de pergamino que contenía el secreto de cómo iluminar sobre oro. Sin
embargo, todos estos griegos creían que el viaje era un hecho histórico, y que sus símbolos más disparatados podían llegar a ser interpretados como hechos reales; no hicieron como los eruditos alemanes del siglo pasado que descartaron la historicidad de todo el relato afirmando que se trataba de un mito solar.
Por otra parte, quizás hubiéramos tenido que recurrir a la explicación de Estrabón (que es bastante convincente pues aún existe oro aluvial en el Rion y el método de lavar el oro utilizando el vellón es un método práctico) si Heródoto, Apolodoro, Pausanias y el anónimo mitógrafo del Primer Vaticano, no hubieran revelado, entre todos, el secreto de la historia. Este mitógrafo, aunque escribía en el siglo y después de J.C., evidentemente tuvo acceso a una fuente muy antigua de la leyenda: él es la única autoridad que menciona la oposición de los troyanos a la travesía del Argo hacia el mar Negro3, que es un elemento importante de la trama. El deja constancia de que el vellocino era el que Zeus utilizaba para ascender a los Cielos», y de este modo lo relaciona, con más
seguridad que Pausanias, con la historia del dios Carnero, Zeus Lafisrio, y del intento de sacrificio por parte del minia Atamante de su hijo Frixo como medio de persuadir a Zeus de que enviase lluvia cuando la cosecha había fallado. El color púrpura del vellón que menciona Simónides,subraya esta relación: las nubes blancas no traen lluvia, pero las de color púrpura sí; lo mismo ocurre con los vellones blancos y de color púrpura utilizados para fines mágicos. Parece ser que Frixo, para salvarse de ser sacrificado al dios Carnero, robó el vellón púrpura (¿con el fleco de oro?)
que era el instrumento sagrado y necesario del ritual de la lluvia, y escapó con él a Cólquide donde no podría ser alcanzado. Naturalmente, la pérdida del vellocino produjo entre los minias una sensación de mala suerte y una generación más tarde los argonautas, que eran todos minias, unos de nacimiento, otros por adopción, se hicieron a la vela con el fin de recuperarlo.


jueves, enero 02, 2014

CARDO.

 

llamativos 

Miles de mujeres cada año van a visitar la tumba de Victor Noir, ubicada en el cementerio Père Lachaise de París y no sólo eso, van a frotar su área genital y sus labios, también se toman fotos en posiciones eróticas.Este feliz muerto fue un periodista del Siglo XIX, quien fue asesinado por Pierre Bonaparte, sobrino-nieto de Napoleón, y que tal vez en vida nunca imaginó ser tan frecuentado por tantas féminas.
La razón es que su escultura hecha en bronce posee una notable protuberancia fálica que indica una singular erección, la cual la ha convertido en una de las tumbas más visitadas por las mujeres en este cementerio.

Lugares increíbles y curiosos que seguro no viste[Megapost]

Virgen de Guadalupe tallada en el tronco de un gigantesco árbol que fue arrancado por el huracán Wilma sobre la península del Yucatán en el año 2005.

 

Robert Graves
La Diosa Blanca     52

Los latinos adoraban a la Diosa Blanca con el nombre de Cardea, y Ovidio relata
una anécdota confusa acerca de ella en sus Fasti, relacionándola con la palabra cardo,
gozne. Dice que era la querida de Jano, el dios bicéfalo de las puertas y del primer mes
del año, y que se hacía cargo de los goznes de las puertas. También protegía a los niños
de pecho contra las brujas disfrazadas de terribles aves nocturnas que arrancaban a los
niños de sus cunas y les chupaban la sangre. Dice que ejercía este poder al principio en
Alba («la ciudad blanca»), que fue colonizada en la época de la gran dispersión, por
unos emigrantes del Peloponeso que luego colonizaron Roma, y que su principal
instrumento profiláctico era el espino blanco. El relato de Ovidio dice las cosas al revés:
Cardea era Alfito, la Diosa Blanca que mataba a los niños disfrazada de ave o de
animal, y el espino blanco consagrado a ella no podía ser introducido en una casa
porque mataba a los niños que vivían en ella. Era Jano, «el recio guardián de la puerta
de roble», quien no dejaba entrar a Cardea ni sus brujas, pues Jano era realmente el dios
del roble Diano, encarnado en el rey de Roma y después en el Flamen Dial, su sucesor
espiritual; y su esposa Jana era Diana (Dione), la diosa de los bosques y de la luna. Jano
y Jana eran en realidad una forma rústica de Juppiter y Juno. La doble p de Juppiter
representa una n elidida: era Jun-pater, padre Diano. Pero antes que Jano, o Diano, o Juppiter se casara con Jana, o Diana, o Juno, y la pusiera bajo su dependencia, él era su hijo y ella era la Diosa Blanca Cardea. Y aunque él era la Puerta, o sea el guardián
nacional, ella se convirtió en el gozne que lo conectaba a él con la jamba; la importancia
de esta relación será explicada en el capítulo X. Cardo, el gozne, es la misma palabra
que cerdo, artífice: en el mito irlandés el dios de los artesanos que se especializaba en
los goznes, cerraduras y remaches se llamaba Credne, el artesano que originalmente
reclamaba a la diosa Cerdo o Cardea como su patrona. Así, como querida de Jano, se le
confió a Cardea la tarea de no dejar pasar por la puerta al coco de los niños que en las
épocas matriarcales era su augusto yo y al que se propiciaba en las bodas romanas con
antorchas y espino blanco. Ovidio dice de Cardea, al parecer citando una fórmula
religiosa: «Su poder consiste en abrir lo que está cerrado y en cerrar lo que está
abierto»

Esta es Glass Beach, la playa de vidrio, ubicada en el Parque Estatal MacKerricher, cerca de la ciudad de Fort Bragg, en el norte de California, se encuentra esta singular playa llena de pequeñas y multicolores rocas de vidrio.Desde el gran terremoto de San Francisco esta área fue usada como vertedero de basura,el vidrio rompiéndose en pedazos cada vez más pequeños, estos se fueron puliendo hasta parecer pequeñas rocas. Ahora la playa parece un arco iris de vidrio pulido, algunas piezas son tan pequeñas que incluso parece que la arena tiene destellos de color.

lugares

PAYASO.

 

     

Graves, Robert El Vellocino de Oro  111

-¡Cuánto tardas para todo! Cuando yo era un hombre joven, tendría tu edad entonces, me invitaron a disfrutar de la compañía de las ninfas tespiadas en premio por mi matanza de la bestia de Citerón,yo me acosté con las cincuenta en el curso de una sola noche y las preñé a todas ellas. ¡Pero tú! ¡Tú
pareces haber pasado dos días y dos noches retozando sin resultado con la misma mujer. A este paso, ¿cómo esperas poder ganar algún día el vellocino de oro? Puedes estar seguro que no loganarás jugueteando por los campos de cebada de Lemnos. ¡Por el latón de mi maza! ¡Ningún
hombre se ha burlado hasta ahora de mí, y tú no vas a ser el primero!Con insultos acres y obscenos hizo salir a Jasón de la casa de Hipsípila. Esta, que se había limpiadola cara con una esponja, salió corriendo medio desnuda a la calle y empezó a gritarle a Jasón:
-¡Qué la bendita Madre te devuelva a mí, mi amor, ileso, victorioso y rodeado de todo sus
compañeros! Ya sabes cuál es mi promesa: tu serás el rey, y todos los compañeros tuyos que deseenestablecerse en Lemnos tendrán toda la tierra y el ganado que tú juzgues prudente concederles.
Recuerda a tu pobre Hipsípila cuando estés lejos. Pero antes de irte, dime, ¿qué debo hacer si me convierto en la madre de tu hijo?
Jasón respondió:
-Hipsípila, hemos pasado juntos dos días y dos noches exquisitos ¡ojalá se hubieran podido
convertir en años! Pero Hércules tiene razón en lo que dice. Nos esperan grandes trabajos y no podemos continuar aquí. Tampoco puedo prometer que regresaré para establecerme definitivamente
en tu hermosa Lemnos, porque Ptiótide es mi reino, y es peligroso para el hombre cabalgar sobre dos caballos. La soberanía de Lemnos debe quedar en tus manos; sin embargo, si das a luz un niño,y si llega a la edad adulta, puedes naturalmente convertirlo en rey; pero recuerda que también ocupa
el puesto siguiente al mío en la sucesión del trono de Ptiótide y que en el caso de mi muerte deberá
elegir, como hago yo ahora, entre los dos tronos. En cuanto hayas tenido la criatura -pues seguro que habrá una criatura hazlo saber a mis ancianos padres, y si algún día te ves forzada a abandonar esta isla ellos, en mi nombre, os proporcionarán un buen hogar para los dos -y se puso a llorar.

 

 

PAUL AUSTER
La trilogía
de Nueva York              111

No es seguro que Azul llegue a recuperarse realmente de los sucesos de esa
noche. Y aunque lo haga, debe advertirse que pasan varios días hasta que vuelve a ser
algo parecido a lo que era. Durante ese tiempo no se afeita, no se cambia de ropa, ni
siquiera considera la posibilidad de salir de su habitación. Cuando llega el día de
escribir su siguiente informe, no se toma la molestia de hacerlo. Se acabó, se dice,
dándole una patada a uno de los viejos informes tirado en el suelo, y que me aspen si
vuelvo a escribir uno.
Durante la mayor parte del tiempo está tumbado en la cama o paseando arriba y
abajo por la habitación. Mira las diversas fotografías que ha clavado en las paredes
desde que empezó el caso, estudiándolas una por una, pensando en cada una de ellas
todo el tiempo que puede y pasando luego a la siguiente. Está el forense de Filadelfia,Oro, con la mascarilla del niño. Hay una montaña cubierta de nieve y en la esquina
superior derecha una fotografía del esquiador francés, su cara encerrada en un pequeño
recuadro. Está el puente de Brooklyn y a su lado los dos Roebling, padre e hijo. Está el
padre de Azul, vestido con uniforme de policía y recibiendo una medalla de manos del
alcalde de Nueva York, Jimmy Walker

La selva de las almas Jean-Christophe
Grangé                                                      111

La frase del padre no cesaba de dar vueltas en su cabeza. «Creo que va a matar a
alguien esta noche. En el Distrito X.»
Le sería fácil comprobarlo: ella era magistrada. Podía llamar a la
prefectura de policía de París para saber si se había descubierto algún cadáver en la capital durante la noche pasada. Admitiendo que «el
hombre-niño» hubiera actuado y se hubiera librado del cuerpo en el
extrarradio parisino, podía incluso llamar a las distintas fiscalías de la Îlede-
France. Conocía a todos los fiscales. O a casi todos.
Segundo Nespresso. Se dirigió al salón y se sentó en el sofá frente a la
mesa baja. Sacó de su cartera la guía especializada editada por el
Ministerio de Justicia y descolgó el teléfono.
Primero llamó al despacho del fiscal de la prefectura de policía. Ningún
asesinato esa noche. En todo caso, ningún cadáver esa mañana. Pero
todavía no eran las diez. Y, dado que era sábado, el hallazgo podía
retrasarse dos días si el cuerpo estaba en una oficina, un almacén o
cualquier otro lugar de trabajo.

Vladimir Nabokov Lolita   111

A veces (nada puedo contestar a esa pregunta),
cuando Lolita se disponía fortuitamente a cumplir con sus deberes escolares y
chupaba un lápiz y se recostaba de lado, en un sillón, con ambas piernas sobre el
brazo, yo olvidaba toda mi contención pedagógica, perdonaba todas nuestras
riñas, renegaba de todo mi orgullo masculino y me arrastraba literalmente de
rodillas hasta tu sillón, Lolita. Tú me echabas una mirada con un gris signo de
interrogación en tus ojos. «Oh, no, no empecemos de nuevo» (incredulidad,
exasperación). Pues nunca te dignabas creer que yo pudiera sentir el deseo –sin
intenciones específicas– de hundir mi cara en tu falda tableada, amor mío. La
fragilidad de tus brazos desnudos... Cómo anhelaba envolver esos brazos, y tus
cuatro miembros límpidos, encantadores –un potrillo acurrucado–, y tomar tu
cabeza entre mis manos indignas y estirar hacia atrás la piel de tus sienes y
besar tus ojos achinados y... «Por favor, déjame en paz, ¿quieres?», decías.
«Dios mío, déjame tranquila». Y yo me levantaba del suelo, mientras tú me
mirabas crispando el rostro en una imitación deliberada de mi tic nerveux. Pero
no importa, no importa, soy un miserable, no importa, sigamos con mi
desgraciada historia.

Busto del faraón Akenaton en el Museo de El Cairo. (Foto: Wikipedia Commons)

Revelan que el faraón egipcio Akenaton pudo haber sido hermafrodita

http://www.elmundo.es/elmundo/2008/05/05/ciencia/1209991303.html

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