Nombre Femenino de origen Griego.
La perfecta. Eternamente virgen. Diosa griega de la caza y de la luna.
altamisa, anastasia, artemisa, ceñidor, escobilla parda, flor de santos, hierba del caminante, hierba de San Juan, madra, madre yerba, madrona, hierba de San Juan.
Era ante todo diosa de la caza, a la que los cazadores invocaban antes de partir, y cuyas reglas, como la de no matar los animales jovenes que le estaban consagrados, debían ser respetadas por todos. También era diosa de la música, tenía el poder de dar oráculos, era diosa curadora y alejadora de males, divinidad maritima, protectora de las ciudades y de sus puertas, diosa de los mercaderes, caminantes, viajeros y oradores, protectora de la agricultura y de la cría de animales domésticos, su victima preferida para los sacrificios era la cabra.
Por útlimo, era también la diosa que fertilizaba la tierra y presidía la vida vegetativa, se le rendía culto a veces como protectora de las uniones matrimoniales y protectora de las madres de numerosa prole.
Por útlimo, era también la diosa que fertilizaba la tierra y presidía la vida vegetativa, se le rendía culto a veces como protectora de las uniones matrimoniales y protectora de las madres de numerosa prole.
Acoso a Artemisa.
Como joven virgen, Artemisa despertó el interés de muchos dioses y hombres, pero ninguno de ellos logró ganar su corazón.
Alfeo, un dios río, estaba enamorado de Artemisa, pero sabía que no podía hacer nada para ganarse su corazón, así que decidió raptarla. Artemisa estaba con su séquito en Letrenoicuando fue al Alfeo, pero sospechando sus motivos cubrió su rostro con barro para que el dios río no la reconociera.
Aura
En las Dionisíacas, de Nono de Panópolis, Aura era la diosa griega de las brisas y el aire frío, hija de Lelanto y Peribea. Era una cazadora virgen, como Artemisa, y se enorgullecía de su castidad. Un día, afirmó que el cuerpo de Artemisa era demasiado femenino y dudó de su virginidad. Artemisa pidió a Némesis que vengara su dignidad y provocó la violación de Aura por parte de Dioniso. Aura enloqueció y se convirtió en una homicida peligrosa. Cuando parió dos hijos mellizos, se comió a uno de ellos, y el otro, Yaco, fue salvado por Artemisa. Más tarde, Yaco se convirtiría en ayudante de Deméter y en guía de los misterios eleusinos.
Guerra de Troya
Artemisa puede haber sido representada como partidaria de Troya porque su hermano Apolo era el patrón de la ciudad y ella misma era ampliamente adorada en Anatolia occidental en tiempos históricos. En la Ilíadase enfrentó con Hera cuando los dioses aliados con los bandos en conflicto se involucraron en éste. Hera golpeó a Artemisa en los oídos con su propia aljaba, haciendo que perdiese las flechas. Artemisa huyó llorando con Zeus y Leto recogió el arco y las flechas caídas.
La artemisa tiene tujona, que es tóxica. Embarazadas, en particular, deben evitar consumir artemisa. Actualmente se la usa poco por su toxicidad, pero es recordada por su uso culinario, medicina herbal, y hierba para fumar.Las propiedades medicinales de la artemisa fueron descubiertas por las poblaciones de las zonas semiáridas y templadas, donde crecen espontáneamente. En el texto griego de Dioscórides, la artemisa se cita como remedio contra los gusanos internos. Los indios de Nuevo Méjico aColombia utilizan variedades análogas para curar bronquitis y resfriados. Todavía los chinos introducen hoy en la nariz una hoja de artemisa envuelta para parar el epistaxis o hemorragia nasal.
En el viejo folclore germánico muggiwurti significa "planta de las moscas", haciendo referencia a su uso desde ancianos tiempos para repeler insectos.
En la medicina tradicional china pulverizado, tostado, y recompuesto en una forma llamada moxa. La moxibustión de artemisa incrementa el posicionamiento cefálico de fetos que venían de nalgas antes del tratamiento. Como causa contracciones uterinas, se lo ha usado para causar abortos. En medicina asiática tradicional es método de corregir presentación de nalgas del neonato. Y al método se lo llama moxibustión.
Yasunari
Kawabata
La
bailarina de Izu
Llevaba el pelo recogido en lo alto de la cabeza, peinado en una
forma que yo nunca había visto. Su lindo rostro quedaba
empequeñecido, pero aquel peinado le sentaba maravillosamente. Su
cabellera era abundante, como la de esas ideales doncellas de los
cuentos. Con ella había una mujer como de cuarenta años, otras dos
muchachas y un hombre de unos veinticinco años, sobre cuya bata azul
de trabajo se destacaba, pintado en caracteres blancos, el nombre de
una hostería de Baños de Nagaoka.
¡Conque había vuelto a encontrar a mi pequeña bailarina! La vi por
primera vez cuando iba yo camino de Yugashima, en las cercanías de
Yugawabashi, y ella se dirigía a Baños de Shuzenji. Iban entonces
tres mujeres, y la bailarina llevaba a la espalda un enorme tambor.
Me volví a mirarla una y otra vez, oprimido por una comprensible
melancolía. En la noche de mi segundo día de viaje, la vi de nuevo
en una hostería de Yugashima. Sentado en los peldaños de una
escalera, con el corazón ardiente, contemplé la danza que, con
indescriptible gracia, ejecutaba en la plaza.
HARUKI MURAKAMI LA CAZA DEL CARNERO SALVAJE
A ambos lados del camino se extendía un césped cuidadosamente
cortado, que bajaba siguiendo el declive del terreno. Por él se esparcían al azar
hortensias, azaleas y muchas otras plantas para mí desconocidas. Una bandada
de estorninos se desplazaba ondulante de derecha a izquierda sobre el césped,
como una duna movida caprichosamente por el viento.
Por ambas laderas de la loma descendían escaleras de piedra, más bien
estrechas. La de la derecha conducía a un jardín japonés, con su estanque y sus
linternas de piedra; la de la izquierda desembocaba en un pequeño campo de
golf. Al lado del terreno de golf había un cenador circular de color pardo
rojizo, enfrente del cual se alzaba una estatua de piedra que representaba a uno
de los dioses de la mitología griega. Más allá de la estatua pude ver un enorme
garaje, donde un empleado lavaba otro coche con una manguera. No pude
distinguir la marca, pero, indudablemente, no se trataba de un Volkswagen de
segunda mano.
Con los brazos cruzados, eché otra ojeada al jardín, a mi alrededor. Era
un jardín al que no se podía hacer ni un reproche, aunque empezaba a darme
dolor de cabeza.
—¿Y dónde está el buzón de la correspondencia? —pregunté, pues me
picó la curiosidad de saber adónde tenían que desplazarse cada mañana y cada
tarde para recogerla.
—El buzón está en el portón de atrás.
Era una respuesta obvia. Naturalmente, había un portón trasero.
Una vez inspeccionada la panorámica del jardín, me volví y dirigí la
mirada al frente; tuve que alzar la vista para contemplar el soberbio edificio que
allí se erguía.
Tenía aires —¿cómo decirlo?— de inmenso caserón tristemente solitario.
Imaginemos una idea cualquiera. Muy pronto crece a su lado la excepción que
se aparta levemente de la idea primigenia. Con el paso del tiempo, dicha
excepción se expande como una mancha de aceite, y acaba cristalizando en una
idea diferente. A continuación, y a partir de ahí, brota una nueva excepción
ligeramente divergente... En resumen, aquel edificio venía a ser el paradigma de
este proceso. Se asemejaba a una especie arcaica de vida que hubiese
evolucionado siguiendo los caprichos de un azar inexplicable.
Templo de Artemisa (Éfeso)
Alejandro Magno nació la noche en la que el templo ardía. Plutarco sentenció que Artemisa estaba demasiado preocupada por este hecho como para salvar su propio templo en llamas. Más tarde, Alejandro ofrecería a los efesios costear su reconstrucción, a lo que se negaron, aduciendo que no era conveniente que un dios le construyera un templo a otra divinidad.