DON QUIJOTE CERVANTES 154
En esto alzó los ojos y vio que su amo estaba parado, procurando con la
punta del lanzón alzar no sé qué bulto que estaba caído en el suelo3333, por lo
cual se dio prisa a llegar a ayudarle, si fuese menester; y, cuando llegó, fue a
tiempo que alzaba con la punta del lanzón un cojín y una maleta asida a él,
medio podridos, o podridos del todo, y deshechos; mas pesaba tanto, que fue
necesario que Sancho se apease a tomarlos, y mandóle su amo que viese lo que
en la maleta venía.
Hízolo con mucha presteza Sancho, y, aunque la maleta venía cerrada con
una cadena y su candado, por lo roto y podrido della vio lo que en ella había,
que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias, y
en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos
de oro, y así como los vio dijo:
—¡Bendito sea todo el cielo, que nos ha deparado una aventura que sea
de provecho!
Y, buscando más, halló un librillo de memoria ricamente guarnecido. Este
le pidió don Quijote, y mandóle que guardase el dinero y lo tomase para él.
Besóle las manos Sancho por la merced y, desvalijando a la valija de su lencería,
la puso en el costal de la despensa. Todo lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Paréceme, Sancho, y no es posible que sea otra cosa, que algún caminante
descaminado debió de pasar por esta sierra y, salteándole malandrines,
le debieron de matar y le trujeron a enterrar en esta tan escondida parte.
—No puede ser eso —respondió Sancho—, porque, si fueran ladrones, no
se dejaran aquí este dinero.
—Verdad dices —dijo don Quijote—, y así, no adivino ni doy en lo que esto
pueda ser; mas espérate, veremos si en este librillo de memoria hay alguna cosa
escrita por donde podamos rastrear y venir en conocimiento de lo que deseamos.
Abrióle, y lo primero que halló en él, escrito como en borrador aunque de
muy buena letra, fue un soneto, que, leyéndole alto, porque Sancho también
lo oyese, vio que decía desta manera:
O le falta al Amor conocimiento,
o le sobra crueldad, o no es mi pena
igual a la ocasión que me condena
al género más duro de tormento.Pero si Amor es dios, es argumento
que nada ignora, y es razón muy buena
que un dios no sea cruel; pues ¿quién ordena
el terrible dolor que adoro y siento?
Si digo que sois vos, Fili, no acierto,
que tanto mal en tanto bien no cabe,
ni me viene del cielo esta ruina.
Presto habré de morir, que es lo más cierto;
que al mal de quien la causa no se sabe
milagro es acertar la medicina.
—Por esa trova —dijo Sancho—, no se puede saber nada, si ya no es que
por ese hilo que está ahí se saque el ovillo de todo.
—¿Qué hilo está aquí? —dijo don Quijote.
—Paréceme —dijo Sancho— que vuestra merced nombró ahí hilo.
—No dije sino Fili —respondió don Quijote—, y este, sin duda, es el nombre
de la dama de quien se queja el autor de este soneto; y a fe que debe de
ser razonable poeta, o yo sé poco del arte.
VLADIMIR NABOKOV CUENTOS 154
Mientras le traían el baúl, Chorb se puso a contemplar el cromo rosado. Cuando la
puerta se cerró, se inclinó sobre el baúl y lo abrió. En un rincón de la habitación,
detrás de un trozo de papel que se había despegado de la pared, un ratón se
arrastró por el suelo y luego corrió a toda velocidad como un juguete con ruedas.
Chorb se dio media vuelta asustado. La bombilla que colgaba del techo en una
cuerda se balanceó levemente, y la sombra de la cuerda se deslizó a lo largo del
sillón verde hasta detenerse en el borde. Era el mismo sillón en el que había
dormido en su noche nupcial. Ella, en la cama, respiraba tranquila con el ritmo de un
chiquillo. Aquella noche él la había besado tan sólo una vez, en el hueco de la
garganta, a eso se había limitado su hacer el amor aquella noche.
El ratón se movía de nuevo. Hay algunos ruidos que aunque leves son más
aterradores que el fuego de las armas. Chorb dejó a un lado el baúl y empezó a
pasearse por la habitación. Una mariposa nocturna chocó metálica contra la
bombilla. Chorb abrió la puerta de un tirón y salió.
ROBERT GRAVES LA DIOSA BLANCA 154
En las montañas se encienden fogatas de retama (inhiesta). El efecto de la quemazón de los
pinchos viejos es hacer que broten en el tronco otros nuevos tiernos que las ovejas
comen vorazmente, e impulsar el crecimiento de la hierba: «La retama se porta mal
hasta que se la domina». La importancia religiosa de la retama o aulaga, que en el
folklore galés es «buena contra las brujas», es aumentada por el hecho de que sus flores
son frecuentadas por las primeras abejas del año.
JAMES JOYCE ULISES 154
Sombras vegetales flotaban
silenciosamente en la paz de la mañana, desde
la escalera hacia el mar que él contemplaba.
Partiendo de la orilla el espejo del agua
blanqueaba, acicateado por fugaces pies
luminosos. Blanco seno del oscuro mar. Los
golpes enlazados, de dos en dos. Una mano
pulsando las cuerdas de un arpa que funden sus
acordes gemelos. Palabras enlazadas, blancas
como olas, rielando sobre la sombreante marea.
Una nube empezó a cubrir el sol,
lentamente, oscureciendo la bahía con un verde
más intenso. Estaba detrás de él, un cántaro de
aguas amargas. La canción de Fergus: la canté
sólo en la casa, sosteniendo los acordes largos y
tristes. La puerta de ella estaba abierta: quería
escuchar mi música. Con una mezcla de temor respeto y lástima me acerqué silenciosamente a
su lecho. Lloraba en su cama miserable. Por
esas palabras, Esteban: amargo misterio del
amor.
¿Ahora dónde?
Sus secretos: viejos abanicos de plumas,
tarjetas de baile con borlas espolvoreadas de
almizcle, una charrería de cuentas de ámbar en
su cajón cerrado con llave. Cuando era niña, en
una ventana asoleada de su casa pendía una
jaula. Escuchó cantar al viejo Royce en la
pantomina de Turco el terrible y rió con los
demás cuando él cantaba:
Soy el muchacho
que goza
de la invisibilidad.
Jubilos reliquiaduendeperdidos:
almizcleviejoperfumados.