sábado, diciembre 15, 2012

EL DOBLE DE NAPOLEON

      

REY JESÚS
DE
ROBERT GRAVES 246

Un aspecto desconcertante del mesías guerrero -no era posible decidir entre el hijo de
David o el hijo de José- era que, según Isaías, se pondría en marcha en Edom, que en los
tiempos de Isaías estaba fuera del territorio judío, y con vestiduras teñidas de Bozrah. Si
se reconocía la evidente connotación de Bozrah -su carácter de capital edomita-, debía
ser un príncipe edomita. Pero tal vez, como sugerían los críticos, se hablaba de la otra
Bozrah, la del golfo Pérsico, donde florecía desde hacia siglos la industria del tinte
púrpura.
El tercer mesías era el hijo del hombre, pero este mesianato era una dudosa tradición
proveniente del séptimo capitulo del apocalíptico Libro de Daniel, en que Daniel ve a
cierto hijo del hombre a quien el Anciano de los Días, de cabeza blanca, otorga eterno
dominio sobre todos los pueblos, naciones y lenguajes. El hijo del hombre no era un rey
humano, y entraría en Jerusalén montado, no en un asno, sino en una tempestad, al decir
de Daniel. Sin embargo, se lo podía considerar el espíritu o la emanación de cualquiera
de los dos primeros mesías, encargado de realizar en el cielo aquello que se cumplía
simultáneamente en la tierra.
El cuarto mesías debía ser un rey sacerdote, asistido por un general de Judea. El mejor
texto para estudiar sus derechos era el hermoso, aunque no canónico, testamento de
Leví. Por ser sacerdote, este mesías debía proceder de la tribu de Leví, y no de Judá o de
José. Santificaría las conquistas de su general, instituiría la paz universal, reformaría el
calendario, revisaría el canon escritural y limpiaría de pecado al pueblo. Era difícil
reconciliar este concepto con los otros; sin embargo, Zacarías, como leal hijo de Zadok
no podía rechazarlo brutalmente, como sin embargo rechazaba la teoría farisea de la
resurrección universal al fin del milenio y el juicio final, por Jehová, de todas las almas
que habían existido
.

El último de la lista era el Siervo que Sufre; un pequeño grupo de fariseos pesimistas
estudiaban sus aspiraciones de verdadero mesías. El texto que lo justificaba se hallaba
en el capitulo cincuenta tres de Isaías: no había de ser un conquistador glorioso, como el
hijo de David o el hijo de José, sino un hombre feo, corrompido, despreciado, un chivo
emisario del pueblo, un pecador sentenciado a una muerte deshonorable, mudo ante sus
acusadores que finalmente le enviaban de prisa a la tumba, aunque de alguna manera
sería recompensado después de la muerte con los despojos de la victoria. También había
una referencia a su muerte en el capitulo doce de Zacarías: «Aquellos que lo han
atravesado lo mirarán y llorarán por él como se llora al hijo único». Zacarías, para quien
el Siervo que Sufre era una especie de profeta rechazado, no podía considerarlo de
ningún modo un mesías porque su reino sería póstumo y un reino póstumo parece una
contradicción en los términos. Sin embargo, por prolijidad, se sintió obligado a incluir
en su enumeración los textos referentes al Siervo que Sufre, junto a los comentarios
correspondientes, en alguno de los cuales se sugería que así como el profeta Elías había
resucitado al hijo muerto de la viuda de Sarepta, o el profeta Elisha al hijo muerto de la
Sunamita, este mesías había de sufrir la muerte, pero resucitado de los muertos por un
acto especial de Jehová
.

 

Roberto Bolaño
2666                        246

  Se casaron en París el 14 de abril de 1919, Duchamp mandó por
correo un regalo a la pareja. Se trataba de unas instrucciones para
colgar un tratado de geometría de la ventana de su apartamento y fijarlo
con cordel, para que el viento pudiera «hojear el libro, escoger los
problemas, pasar las páginas y arrancarlas». Como se puede ver,
Duchamp no sólo jugó al ajedrez en Buenos Aires. Sigue Tomkins:
Puede que la falta de alegría de este Ready-made malheureux,
como lo llamó Duchamp, resultara un regalo chocante para unos recién
casados, pero Suzanne y Jean siguieron las instrucciones de Duchamp
con buen humor. De hecho, llegaron a fotografiar aquel libro
abierto suspendido en el aire –imagen que constituye el único testimonio
de la obra, que no logró sobrevivir a semejante exposición a los
elementos– y más tarde Suzanne pintó un cuadro de él titulado Le
ready-made malheureux de Marcel. Como explicaría Duchamp a
Cabanne: «Me divertía introducir la idea de la felicidad y la infelicidad
en los ready-mades, y luego estaba la lluvia, el viento, las páginas
volando, era una idea divertida.»

 

PAUL AUSTER
La trilogía
de Nueva York          246

Finalmente, cuando la furia de Azul empieza a calmarse y ve lo que ha
hecho, no sabe con certeza si Negro está vivo o muerto. Le quita la máscara de la cara y
pone la oreja contra su boca, esperando oír el sonido de su respiración. Le parece oír
algo, pero no está seguro de si es el aliento de Negro o el suyo. Si está vivo ahora,
piensa Azul, no será por mucho tiempo. Y si está muerto, amén.
Azul se levanta, su traje desmadejado, y empieza a recoger las páginas del
manuscrito de Negro de la mesa. Eso le lleva varios minutos. Cuando las tiene todas,
apaga la lámpara del rincón y sale de la habitación, sin molestarse siquiera en echar una
última ojeada a Negro. Es más de medianoche cuando Azul entra en su cuarto al otro
lado de la calle. Deja el manuscrito sobre la mesa, entra en el cuarto de baño y se lava la
sangre de las manos. Luego se cambia de ropa, se sirve un vaso de whisky escocés y se
sienta a la mesa con el libro de Negro. Tiene poco tiempo. Vendrán pronto y entonces el
castigo será duro. Sin embargo, no deja que eso interfiera con lo que tiene entre manos.
Lee la historia de un tirón, cada palabra desde la primera página hasta la última.
Cuando termina, ha amanecido ya y la habitación ha empezado a clarear. Oye el canto
de un pájaro, oye pasos en la calle, oye un coche que cruza el puente de Brooklyn.
Negro tenía razón, se dice. Yo lo sabía todo de memoria.
Pero la historia no ha terminado aún. Todavía falta el momento final, y ése no
llegará hasta que Azul salga de la habitación. Así es el mundo: ni un momento más, ni
un momento menos. Cuando Azul se levante de la silla, se ponga el sombrero y salga
por la puerta, ése será el final.

 

GAO XINGJIAN
LA MONTAÑA DEL ALMA           246

Cuando ella vuelve con el pelo cortado, esta vez reparas en ello.
—¿Por qué te has cortado el pelo?
—Para romper con el pasado.
—¿Y lo has conseguido?
—De todas formas, es necesario hacerlo. Hago como si hubiera roto.
Tú te ríes.
—¿Qué te hace tanta gracia? —Luego ella añade con dulce voz—: Me arrepiento un poco, ¿te
acuerdas de mi bonito pelo?
—Está muy bien así. Eres más libre. Ya no tienes que soplar para apartarte el flequillo. Era un
incordio.
Es ella quien se ríe esta vez.
—Deja de hablarme de mi pelo, hablemos de otra cosa, ¿de acuerdo?
—¿De qué?
—De tu llave. ¿No la perdiste?
—La he encontrado. —Podría haber dicho también que la había perdido, que era inútil buscarla.
—Cuando uno ha roto, ha roto.
—¿Te refieres a tu pelo? Yo, a mi llave.
—Me refiero a mis recuerdos.

 

 


 

jueves, diciembre 13, 2012

VIAJE A ORIENTE DE UN PARADO DE LARGA DURACION

 

  2012-12-13 12.39.29  

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos             37

Los rayos de luna que formaban vigas en el techo se habían desplazado
imperceptiblemente. Unos pasos cruzaron silenciosos el pasillo, en algún lugar chirrió una cerradura, se oyó un débil zumbido; y de nuevo, pasos, el murmullo y el
susurro de los pasos.
Eso quiere decir que el baile ha terminado, pensó Kern. Le dio la vuelta a su
almohada para ventilarla.
Ahora, todo era un inmenso silencio que gradualmente iba adquiriendo tonos
gélidos. Sólo se movía su corazón, tenso y pesado. Kern tanteó la mesilla, localizó la
jarra de agua, y bebió un trago directamente del pico de la jarra. Un chorro helado
le escaldó el cuello y la clavícula.
Empezó a pensar en métodos para conciliar el sueño. Se imaginó unas olas que se
montaban rítmicamente hacia la orilla de la costa. Y luego unas ovejas grises y
gordas que muy despacio iban saltando y cayendo por una cerca. Una oveja, dos,
tres...
Isabel está durmiendo en la puerta de al lado, pensó Kern. Isabel está despierta, y
lleva probablemente un pijama amarillo. El amarillo le sienta bien. Un color español.
Si rascara con las uñas la pared me oiría. Malditas palpitaciones.
..

La vida y la muerte me
están desgastando         MO YAN  37

Mi amo pasó los brazos alrededor de mi
cabeza y me masajeó las orejas con sus ásperas manos, mientras que su esposa,
Yingchun, me limpiaba la pata herida con agua salada y la envolvía en un pedazo
de paño blanco. En ese momento tan doloroso y al mismo tiempo tan cálido, yo
no era Ximen Nao, era un burro, un asno que estaba a punto de convertirse en
adulto y en el acompañante de su amo para lo bueno y para lo malo. Como dice
la canción que escribió Mo Yan para su nueva obra, «El burro negro»:
El alma de un hombre encerrada en el cuerpo de un burro.
Los acontecimientos del pasado flotan como las nubes.
Todos los seres renacen entre los seis caminos, plagados de amargura.
La llama del deseo no se puede apagar, los sueños afectuosos persisten.
¿Cómo es posible que no recuerde su vida pasada y pase los días como
un burro satisfecho?Los Gons y los tambores retumban en los cielos

JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS            37

REMORDIMIENTO POR CUALQUIER
MUERTE

Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
el muerto no es un muerto: es la muerte.
Como el Dios de los místicos,
de Quien deben negarse todos los predicados,
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.
Todo se lo robamos,
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos,
allí la acera donde acechó su esperanza.
Hasta lo que pensamos podría estárlo> pensando él también;
nos hemos repartido como ladrones
el caudal de las noches y de los días.

EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS
BARDO-THODOL
Atribuido a Padmasambhava                       37

Según los testimonios místicos de las más diversas relaciones, el espíritu, como luz, no
es una metáfora o una imagen, es una experiencia íntima de su esencia.
En el budismo, la meditación de la luz es en principio un reconocimiento de la esencia
del espíritu. Cuando todas las actividades del espíritu, el diálogo interior
ininterrumpido, se han calmado, cuando el espíritu se aclara y ningún pensamiento le
perturba, aparece entonces en toda su luz. Existen varios métodos para reconocer la
verdadera naturaleza de ese diálogo interno: concentración en las sílabas (y no en
mantras), en destellos de luz, etc.

OBRAS COMPLETAS – FRANZ KAFKA  37

Es de noche y nadie podrá echarme en cara mañana lo que pueda decir
ahora, porque puede haber sido dicho en sueños.
Luego dije:
–Eso es. Pero ¿de qué hablábamos? No podíamos hablar de la iluminación del cielo, ya que estamos en la profundidad de un zaguán. No...,
sin embargo, hubiéramos podido hablar de ello, porque, ¿no somos
acaso completamente independientes en nuestra conversación? No buscamos
ni fin ni verdad, sólo diversión y esparcimiento. Pero ano podría
contarme de nuevo la historia de la señora del jardín? ¡Qué admirable,
qué sabia es esta mujer! Debemos comportarnos según su ejemplo.
¡Cómo me agrada! Y además está bien que me encontrara con usted y
lo atrapara. Ha sido para mí un gran placer conversar con usted. He
oído algunas cosas que (tal vez deliberadamente) ignoraba. Me alegro.
Parecía satisfecho. Aunque el contacto con un cuerpo humano siempre
me es desagradable, tuve que abrazarlo.
Luego salimos del zaguán y miramos el cielo. Mi amigo acabó de dispersar
con el aliento algunas nubes ya deshechas, y se nos ofreció la ininterrumpida
extensión de las estrellas. Caminaba penosamente

John Boyne
EL NIÑO CON EL
PIJAMA DE RAYAS            37

—Pero si esto es el campo, como dices, ¿dónde
están todos esos animales de los que hablas?
Gretel abrió la boca para replicar, pero no se le
ocurrió ninguna respuesta adecuada, así que miró de
nuevo y escudriñó el terreno en busca de los animales.
No los había por ninguna parte.
—Si fuera una granja, habría vacas, cerdos, ovejas
y caballos —dijo Bruno—. Y gallinas y patos.
—Pues no hay ninguno —admitió Gretel en voz
baja.
—Y si aquí cultivaran alimentos, como has dicho
—continuó Bruno, disfrutando de lo lindo—, la tierra
tendría mejor aspecto, ¿no crees? No me parece
que se pueda cultivar nada en una tierra tan árida.
Gretel volvió a mirar y asintió con la cabeza; no
era tan tonta como para empeñarse en tener razón
cuando era evidente que no la tenía.
—A lo mejor resulta que no es ninguna granja
—dijo.
—No lo es —confirmó Bruno.
—Y eso significa que esto no es el campo

 

Edgar Allan Poe
Obras en español 37

Había tres personas en nuestro grupo y dos de ellas ya han sido objeto de nota.
Había una tercera y esa persona era yo misma. Yo soy la Signora Psyche Zenobia. No soy
Suky Snobbs. Mi apariencia es imponente. En la memorable ocasión de la que hablo estaba vestida con un atuendo de satén carmesí y un mantelet árabe azul-cielo. El vestido estaba
guarnecido de agraffas verdes y siete gráciles velos de aurícula naranjas. Así era la
tercera del grupo. Estaba la perra de lana. Estaba Pompeyo. Estaba yo misma. Éramos tres.
Del mismo modo que originalmente las Furias no eran sino tres: Meltia, Nimia y Hetia, la
Meditación, la Memoria y el Violín
.

 

martes, diciembre 11, 2012

RUEDA

 

Graves, Robert Rey Jesús 376

Adán se prepara para la realeza. Mira, descansa bajo una retama
antes de su vigilia.
-No: es Elías quien allí reposa. Porque así está escrito.
-No es así; aquí Adán, durante su vigilia, domestica a las bestias salvajes que vienen
contra él.
-No: Adán las domestica en el Edén. Porque así está escrito.
-No es así, pues aquí Adán es ungido rey de Hebrón.
-No: Samuel unge a David rey de Israel. Porque así está escrito.
-No es así, pues aquí se hacen los preparativos para la fiesta del matrimonio de Adán
con mi señora, la segunda Eva.

2012-12-03 13.10.06         2012-12-03 12.57.38

La vida y la muerte me
están desgastando MO YAN 376

Comencé a retroceder, cada vez más, sin dar a esas bestias la
oportunidad de desplegarse y rodearnos. Los conté y eran nueve, machos y hembras, y todos ellos
pesaban por lo menos doscientos jin. Tenían unos hocicos largos, duros y ridículos, orejas
puntiagudas como las de los lobos y cerdas afiladas. Su negra y aceitosa piel delataba lo bien alimentados
que estaban y el olor que emitían me hacía ver su cruda y salvaje potencia. Por
entonces yo pesaba quinientos jin y era tan grande como un bote de remos. Después de haber
experimentado la existencia de los hombres, de los burros y de los bueyes, me había vuelto astuto
y fuerte y ninguno de ellos habría sido rival para mí de uno en uno, pero en un combate contra
nueve al mismo tiempo no tenía la menor oportunidad. En lo único que podía pensar en aquel
momento era en retroceder, en seguir retrocediendo, hasta llegar al borde del agua, donde podía
dejar que Pequeña Flor huyera nadando. Después, yo me giraría y lucharía con toda la
inteligencia y el valor que pudiera. Dado que se alimentaban con una dieta exclusiva de cerebros
y huevas de pescado, la inteligencia de esos animales estaba casi a la par de la de los zorros, así
que lo más probable era que no iba a poder engañarles con mi estrategia. Observé cómo dos
jabalíes me asediaban por la espalda para poder rodearme antes de alcanzar el agua. Me di cuenta
de que la retirada era un callejón sin salida, que había llegado el momento de pasar al ataque, de
amagar hacia el este y atacar hacia el oeste para poder romper el círculo y huir hacia el extenso
centro del banco de arena del río

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 376

Utilicé no sólo el látigo sino también un método famoso y de
larga historia, del que me avergüenza entrar en detalles, sobre todo porque lo he
utilizado de una forma bastante más que bastante equivocada. Sin embargo, la
primera vez surtió efecto: un cierto signo sacramental realizado con los dedos
juntos, propio de un cierto culto religioso, fúe realizado por mí a unos pocos
centímetros del compacto grupo de demonios rozándoles apenas como con un
hierro candente con un silbido suculento, a la vez agradable y un punto repugnante;
ante lo cual, retorciéndose de dolor con sus quemaduras, mis picaros tunantes se
dispersaron y cayeron con pequeños golpes al suelo. Pero cuando repetí el
experimento con otro grupo nuevo, el efecto no fue el mismo sino mucho más débil
y después dejaron de reaccionar por completo, esto es, poco a poco fueron
desarrollando una cierta inmunidad... pero basta ya. Con una carcajada —¿y qué
otra cosa me quedaba?—, yo pronunciaba un rotundo «T'foo!» (la única
exclamación, por cierto, que la lengua rusa ha tomado prestada del léxico
demoníaco; ver también la alemana Teufel), y, sin desvestirme, me metía en la cama
(sobre las sábanas, desde luego, porque tenía miedo de encontrarme con
inesperados compañeros de almohada).

      

JAMES JOYCE
ULISES                     376

Sé bueno con Athos,
Leopoldo, es mi último deseo. Tu voluntad sea
cumplida. Los obedecemos en el sepulcro. Un
garabato agonizante. Se lo tomó a pechos, se
consumió. Bestia tranquila. Los perros de los
señores viejos generalmente lo son.
Una gota de lluvia le escupió en el
sombrero. Se hizo atrás y vio la regada de un
chaparrón sobre las baldosas grises. Separadas.
Notable. Como a través de un colador. Me lo
imaginé. Recuerdo ahora que mis botines
crujían
.—Cambio de tiempo —dijo
apaciblemente.
—Es una lástima que se haya
descompuesto —agregó Martín Cunningham.
—Es necesario para el campo —dijo el
señor Power—. Ahí está saliendo el sol otra vez.
El señor Dedalus, atisbando a través de
sus anteojos el sol velado por las nubes, lanzó
una muda imprecación al cielo.
—Es tan variable como el trasero de un
chico.
—Estamos en marcha otra vez.
Las ruedas anquilosadas del coche
giraron de nuevo y los troncos de los pasajeros
se balancearon dulcemente. Martín
Cunningham se retorció con más rapidez la
punta de la barba.

    Captura

MITOLOGIA DEL CABELLO

http://thehistoryofthehairsworld.com/mitologia_del_cabello.html#buda

lunes, diciembre 10, 2012

CRUZ DE AGUA

 

                                                     

                                             

            

Robert Graves Rey Jesús    356

Recuérdame a Abner. ¿Cómo murió?
–Era el caudillo a quien el rey David pidió en matrimonio a
Michal de Hebrón, y fue muerto allí por los criados de David.
David fue quien más lo lloró.
–Entonces, debía ser el rey de Hebrón a quien David había
desposeído. Pero Abner puede significar igualmente “el elegido
de las Nereidas”, otro título de la misma diosa del mar,
que da su nombre a las Nereidas. Caleb debía ser también un
título real. El oráculo no ha callado, como dices. Aún se puede
consultar. La pitonisa que lo atiende se llama María la Peluquera.
–¿Qué significa Caleb? No soy hebraísta.
–Significa “perro” –respondió el mercader de Petra– Dudo
que perro sea un titulo real.
El griego preguntó:
–¿En nombre de quién pronuncia oráculos esa mujer?
–En el nombre de la Madre, usando la quijada oracular de
Adán.
–¿Por qué no? –dijo el griego– ¿Por qué los calebitas no podían
ser los hijos de la estrella del perro? Y si la gruta de los
oráculos de Machpelah no se diferencia de otras que hemos
visitado en nuestros viajes mi hijo y yo, la gran Diosa que inspira
los oráculos es también un perro. Es un perro por su promiscuidad
en el amor y porque devora cadáveres; sus iniciados
usan máscaras de perro cuando la adoran como Astarté o
como la adorable Isis, y en el culto de su forma letal de Hécate
o Brimo, se sacrifican perros allí donde se encuentran tres
caminos. La estrella del perro brilla en la estación más pestilente
del año. Y los perros han custodiado siempre la tierra
de los muertos para la gran Diosa. Allí están Cerbero, y el
egipcio Anubis, guardián del paraíso occidental. ¿Y no hay relación
entre Caleb y la diosa Calypso, reina de la paradisíaca
isla de Ogygia, a quien los poetas describen como hija de
Océano y Tetis, o de Nereo, o de Atlas Telamon? ¿Y no es,
acaso, en la poesía hebrea, “el poder del perro” un sinónimo
de la muerte? He leído los salmos del rey David en traducción
griega.
La conversación prosiguió, pero Jesús no intervenía.
El griego dijo:
–No, no; es como yo digo. Mi propio hermano, ahora muerto,
consultó a la pitonisa; y según lo que me contó, esta María es
una mujer muy temible.
Judas respondió:
–¿Cómo puede ser? Se recuerda que cuando el rey David
después de siete años de residencia en Hebrón, trasladó su capital
a Jerusalén, y colocó allí el arca en la era anteriormente
consagrada a Arauna, llevó consigo el cráneo de Adán y lo enterró,
como un talismán de protección, en una encrucijada de
caminos fuera de la ciudad.

            salome_devi_sword_and_severed_head_ht18