Robert Graves Rey Jesús 480
–¿Eres tú el grande que profetizaba nuestro maestro, o debemos
buscar a algún otro? Hemos oído maravillosas narraciones
de tus hazañas, contando cómo los baldados andan, los
ciegos ven, los leprosos son purificados y los sordos oyen.
–¿Quién os ha enviado a mí?
–Simón de Gita, el delegado de Juan.
Jesús lo conocía; era el hijo de un apóstata zadokita que
había sido uno de los principales agentes de Lívia en Siria.
Simón era emprendedor, elocuente y valeroso, pero el poder le
interesaba más que la virtud. Se había circuncidado para casarse
con una mujer perteneciente a la familia de un sumo
sacerdote, pero cuando su padre sufrió un infortunio y perdió
todo su dinero, no había podido cumplir el contrato de matrimonio,
y la muchacha se había casado con otro. Simón se hundió
en una desesperación vengativa y después de varias aventuras
al servicio de un jefe árabe de caravanas, se convirtió en
un discípulo de Juan, de quien había esperado aprender el secreto
del poder profético. Ahora que Juan ha muerto, deseaba
unirse a Jesús, por quien Juan había expresa oscuramente su
veneración, y aprender de él lo que Juan no le había podido enseñar.
Pedro llevó aparte a Jesús y le contó, indignado, que Sim
utilizaba la fórmula curativa que Jesús les había dado; pero le
respondió que nadie podía reclamar la propiedad de esas palabras,
que no eran un hechizo secreto como los que usaban los
encantadores. Sin embargo, no confiaba en Simón y dijo a sus
discípulos:
–No le digáis más que esto: yo predico a los pobres la misericordia
de Dios, y seré feliz si con esto no lo ofendo.
Más tarde, Simón de Gita se apartó por completo del judaísmo
y tomó, de cierto Dositen, la dirección de un nuevo culto
sincrético fundado en el de Hércules-Melkart y su amante, la
diosa de la luna. Tenía veintiocho discípulos, correspondientes
a cuatro semanas; él mismo y una mujer representaban el día
y medio restante para completar el mes lunar. La mujer era
Jezabel, una sacerdotisa de Hierápolis con quien se casó y que
luego fue conocida por sus seguidores como Selena –la luna–
en tanto que él recibía el nombre de Simón el Telchin, es decir
“el que permanece; estuvo, está y estará”, como si fuera una
encarnación del Dios Sol
Sura 18. Al-Kahf (La Cueva) 480
(83) Y TE PREGUNTARÁN acerca del Bicorne. Di: “Os relataré algo por lo que debiera ser
recordado.”81(84) Le dimos, ciertamente, una buena posición en la tierra, y le dotamos [del conocimiento]
del medio correcto para conseguir cualquier cosa82 [que se propusiera]; (85) y él eligió el medio
correcto [en todo lo que hizo].83
(86) [Y marchó hacia el norte] hasta que, cuando llegó al poniente del sol,84 le pareció que
éste se ponía en un mar85 oscuro y turbio; y en las inmediaciones encontró a una gente [entregada
a toda clase de maldad].
Dijimos: “¡Oh Bicorne! ¡Puedes castigarles o bien tratarles benignamente!”86
(87) El [les] dijo: “A quien obre injustamente [con los demás87] le castigaremos; y luego será
devuelto a su Sustentador, y Él le infligirá un castigo inefable.88 (88) Pero quien crea y haga
buenas obras, tendrá como recompensa el supremo bien [de la Otra Vida]; y [por nuestra parte,]
le ordenaremos [sólo] lo que es fácil de cumplir.”89
81 El epíteto Du’l-Qarnain significa “el Bicorne” o “el de
las Dos Épocas”, ya que el nombre qarn significa tanto “cuerno” como “generación”, “época”, “era” o “siglo”.
Los comentaristas clásicos se inclinan por el primero de estos significados (“el Bicorne”); y en su
elección parecen haberse visto influenciados por el antiguo simbolismo de los “cuernos”, entendido en el
Oriente Medio como señal de poder y de grandeza,
85 O bien: “abundante agua” --que es, según muchos filólogos (cf. Tach al-Aarús), uno de los significados de
aain (que primariamente designa un “manantial”). En cuanto a mi traducción de la frase “lo encontró (wayadaha)
poniéndose...”, etc., por “le pareció que se ponía”, véase Rasi e Ibn Kazir, quienes señalan que se
trata de una metáfora basada en la ilusión óptica de que el sol “se hunde en el mar”; y Rasi lo explica, correctamente,
por el hecho de que la tierra es esférica. (Es interesante saber que, según él, esta explicación ya
figuraba en el comentario coránico --hoy perdido-- de Abu Ali al-Yubba’i, el famoso erudito muatasili, que
murió en el 303 Heg., correspondiente al 915 o 916 de la era cristiana.)
La vida y la muerte me
están desgastando MO YAN 480
Apoyado por un par de jóvenes,
avanzaba hacia mí desde el pino que se levantaba al este de la puerta
principal. Se detuvo justo delante de los campesinos y detrás de las ancianas que estaban sentadas, en un espacio que era evidente que habían
reservado para él. Aquélla era una multitud de demandantes organizada y
disciplinada, conducida, por supuesto, por Hong Taiyue, que añoraba
desesperadamente el espíritu colectivo de la Comuna del Pueblo y la
testaruda perseverancia de Lan Lian, el campesino independiente. Esas dos
figuras excéntricas del concejo de Gaomi del Noreste habían sido como un
par de bombillas de tamaño gigante, esparciendo su luz en todas las
direcciones, como dos banderas voladoras, una roja y la otra negra. Hong
Taiyue se dio la vuelta y sacó su hueso de cadera de buey, que por entonces
se había teñido de amarillo por los años, pero conservaba las nueve
monedas de cobre que colgaban alrededor del borde. Lo levantó en el aire,
luego lo bajó, una y otra vez, cada vez más rápido, creando un sonido
rítmico que sonaba hua langlang, hua ¡anglang. Aquel hueso suponía un
recuerdo importante de su gloriosa historia, como la espada empleada por
un guerrero contra su enemigo. La habilidad principal de Hong Taiyue era
sacudirlo, al igual que su hablar de forma rítmica:
Hua langlang, hua langlang, el hueso canta y yo comienzo mi tema
JAMES JOYCE
ULISES 480
Levantó los ojos y se encontró con la mirada de
un reloj bilioso. Dos. El reloj del bar cinco
minutos adelantado. El tiempo pasa. Las
manecillas se mueven. Las dos. Todavía no.
Anhelosamente su diafragma subió, se
hundió dentro de él, subió más largamente,
largamente.
Vino.
Oliósorbió el zumo cordial y, ordenando a
su garganta vehementemente que lo
apresurara, asentó luego con delicadeza su vaso
de vino.—Sí —dijo—. En realidad es el
organizador
MIGUEL DE CERVANTES DON QUIJOTE DE LA MANCHA 480
—Dígame vuestra merced, señor adivino, ¿qué peje pillamo?164, ¿qué ha de
ser de nosotros?; y vea aquí mis dos reales.
Y mandó a Sancho que se los diese a maese Pedro, el cual respondió por
el mono y dijo:
—Señor, este animal no responde ni da noticia de las cosas que están por
venir; de las pasadas sabe algo, y de las presentes, algún tanto.
—¡Voto a Rus! —dijo Sancho—, no dé yo un ardite porque me digan lo
que por mí ha pasado, porque ¿quién lo puede saber mejor que yo mesmo?; y
pagar yo por que me digan lo que sé, sería una gran necedad; pero pues sabe
las cosas presentes, he aquí mis dos reales y dígame el señor monísimo qué
hace ahora mi mujer Teresa Panza y en qué se entretiene.
No quiso tomar maese Pedro el dinero, diciendo:
—No quiero recebir adelantados los premios sin que hayan precedido los
servicios.
Y, dando con la mano derecha dos golpes sobre el hombro izquierdo, en
un brinco se le puso el mono en él, y, llegando la boca al oído, daba diente con
diente muy apriesa; y, habiendo hecho este ademán por espacio de un credo,
de otro brinco se puso en el suelo; y al punto con grandísima priesa se fue maese
Pedro a poner de rodillas ante don Quijote, y abrazándole las piernas dijo:
—Estas piernas abrazo, bien así como si abrazara las dos colunas de
Hércules, ¡oh resucitador insigne de la ya puesta en olvido andante caballería,
oh no jamás como se debe alabado caballero don Quijote de la Mancha, ánimo
de los desmayados, arrimo de los que van a caer, brazo de los caídos, báculo y
consuelo de todos los desdichados!
164 «¿Qué pez pescamos?», en italiano macarrónico.
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