Robert Graves Rey Jesús 356
Recuérdame a Abner. ¿Cómo murió?
–Era el caudillo a quien el rey David pidió en matrimonio a
Michal de Hebrón, y fue muerto allí por los criados de David.
David fue quien más lo lloró.
–Entonces, debía ser el rey de Hebrón a quien David había
desposeído. Pero Abner puede significar igualmente “el elegido
de las Nereidas”, otro título de la misma diosa del mar,
que da su nombre a las Nereidas. Caleb debía ser también un
título real. El oráculo no ha callado, como dices. Aún se puede
consultar. La pitonisa que lo atiende se llama María la Peluquera.
–¿Qué significa Caleb? No soy hebraísta.
–Significa “perro” –respondió el mercader de Petra– Dudo
que perro sea un titulo real.
El griego preguntó:
–¿En nombre de quién pronuncia oráculos esa mujer?
–En el nombre de la Madre, usando la quijada oracular de
Adán.
–¿Por qué no? –dijo el griego– ¿Por qué los calebitas no podían
ser los hijos de la estrella del perro? Y si la gruta de los
oráculos de Machpelah no se diferencia de otras que hemos
visitado en nuestros viajes mi hijo y yo, la gran Diosa que inspira
los oráculos es también un perro. Es un perro por su promiscuidad
en el amor y porque devora cadáveres; sus iniciados
usan máscaras de perro cuando la adoran como Astarté o
como la adorable Isis, y en el culto de su forma letal de Hécate
o Brimo, se sacrifican perros allí donde se encuentran tres
caminos. La estrella del perro brilla en la estación más pestilente
del año. Y los perros han custodiado siempre la tierra
de los muertos para la gran Diosa. Allí están Cerbero, y el
egipcio Anubis, guardián del paraíso occidental. ¿Y no hay relación
entre Caleb y la diosa Calypso, reina de la paradisíaca
isla de Ogygia, a quien los poetas describen como hija de
Océano y Tetis, o de Nereo, o de Atlas Telamon? ¿Y no es,
acaso, en la poesía hebrea, “el poder del perro” un sinónimo
de la muerte? He leído los salmos del rey David en traducción
griega.
La conversación prosiguió, pero Jesús no intervenía.
El griego dijo:
–No, no; es como yo digo. Mi propio hermano, ahora muerto,
consultó a la pitonisa; y según lo que me contó, esta María es
una mujer muy temible.
Judas respondió:
–¿Cómo puede ser? Se recuerda que cuando el rey David
después de siete años de residencia en Hebrón, trasladó su capital
a Jerusalén, y colocó allí el arca en la era anteriormente
consagrada a Arauna, llevó consigo el cráneo de Adán y lo enterró,
como un talismán de protección, en una encrucijada de
caminos fuera de la ciudad.
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