ISIS SIN VELO
HELENA PETROVNA BLAVATSKY
TOMO IV 204
El brahmana Aytareya, en el himno de la serpiente, dice que la sierpe Râjni es la reina de las sierpes y “la madre de todo cuanto se mueve”. Esto significa que antes de tomar nuestro globo la forma esferoidal tuvo la de una larga cola de materia cósmica, que se movía retorcidamente como una culebra modelada por la incubación del Espíritu de Dios flotante sobre las “aguas”. Esta serpiente está representada en actitud de morderse la cola, como emblema de la eternidad en el orden espiritual y de nuestro planeta en el orden físico, porque, según interpretaron los antiguos filósofos, la tierra muda su configuración superficial a cada pralaya menor, como muda de piel la serpiente, y después del pralaya mayor pasa del estado subjetivo al objetivo, de la propia suerte que, según dice Sanchoniaton, la serpiente cada vez que muda la piel parece como si se rejuveneciera y cobrase mayor fuerza y energía. Ésta es la razón de que primero a Serapis y después a Jesús se les representase en figura de serpiente; y también de que en nuestros mismos días se conserve con especial solicitud la enorme serpiente de la mezquita de El Cairo. Se cuenta que en el Alto Egipto suele aparecerse un famoso santo en figura de serpiente; y en la India hay costumbre de colocar junto a la cuna de las criaturas una pareja de serpientes domesticadas que, en opinión popular, irradian un aura magnética de sabiduría, salud y dicha. Todas las serpientes descienden, según los indos, de la primitiva Râjni, símbolo de la tierra, y están dotadas de las mismas virtudes que su progenitora.
En la mitología induísta, el gran dragón Vasaki escupe contra Durga una ponzoña que por intervención de Siva, esposo de ésta, queda embebida en la tierra. Vemos, por lo tanto, que el místico drama de la Virgen celeste perseguida por el dragón que intenta devorarle el hijo, estaba también representado en los ritos secretos de los templos, además de tener su signo entre las constelaciones zodiacales. Los misterios simbolizaban este drama en el dios del Sol y lo grababan sobre una imagen de Isis esculpida en negro (72), donde aparecía el divino Niño perseguido por el cruel Tiphón (73). Dice una leyenda egipcia que el Dragón persiguió a Isis mientras ésta procuraba proteger a su hijo (74). Ovidio refiere que Dioné, madre de Venus y esposa del Zeus pelasgo, huyó al Éufrates perseguida por Tiphón (75).
Por su parte, Virgilio exclama:
¡Salve, oh hijo amado de los dioses, descendiente de Jovel. Recibe el sumo honor, porque se avecinan los tiempos en que ha de morir la.serpiente (76).
Alberto el Magno, entusiasta astrólogo, ocultista, alquimista y prelado católico señaló la aparición del signo zodiacal Virgo en el horizonte el día 25 de Diciemrbe en que la Iglesia conmemora el nacimiento de Jesucristo .
En los misterios eleusinos, Plutón rapta a Perséfona, hija de Demeter, y se la lleva al Hades, donde su madre la encuentra erigida en soberana del tenebroso reino. De este mito extrajo el cristianismo la leyenda de Santa Ana (78) que va en busca de su hija María, que con su esposo José hubo de refugiarse en Egipto. Las antiguas imágenes de la Virgen María la representan con dos espigas de trigo en la mano, lo mismo que aparecen representadas Perséfona y la Virgen zodiacal.
El árabe Albumazar nos ofrece asimismo una variación del mito en el siguiente pasaje:
En el primer decán de la constelación de la Virgen, nació la doncella Aderenosa (79), la pura e inmaculada Virgen (80) llena de gracia, de apostura encantadora, modesta en el vestir y cabellera flotante, que sentada en adornado trono y con dos espigas de trigo en las manos, amamanta al niño Issa llamado Christos por los griegos y Iessus por otras naciones
La vida y la muerte me
están desgastando MO YAN 204
sé que eras cualquier cosa menos un
cabeza hueca, que en realidad había todo tipo de pensamientos corriendo a
través de tu mente y no te limitabas a los asuntos del mundo mortal, sino
que incluían cuestiones del inframundo, del pasado, del presente y del
futuro.
Mi hermano iba mejorando poco a poco. Estaba pálido como un
fantasma, pero dispuesto a liderar la revolución. Durante los días que
permaneció inconsciente, mi madre había lavado su ropa en agua
hirviendo y había ahogado a todos los piojos, pero su elegante túnica
militar Dracon había quedado tan terriblemente arrugada después del
lavado que parecía que una vaca la había masticado y escupido. Su gorra
del ejército de imitación se había desteñido y arrugado y daba la
sensación de que no era más que el escroto de un toro castrado. Cuando
contempló el deterioro que sufrían su túnica y su gorra, le entró un ataque
de pánico. Se puso furioso y la sangre oscura comenzó a resbalar por su
nariz
JAMES JOYCE
ULISES 204
el esqueleto tembloroso de
una rama quemada por el fuego, un aroma de
palo de rosa y de cenizas húmedas. Lo había
salvado de ser pisoteado y desapareció,
habiendo sido apenas. Una pobre alma que
ascendió al cielo: y en el matorral, bajo las
estrellas parpadeantes, un zorro, rojo vaho de rapiña en su piel, con claros ojos inclementes,
escarbaba la tierra, levantaba la tierra,
escuchaba, escarbaba y escarbaba.
Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA 204
Y, volviéndose a la doncella, dijo:
—La vuestra gran fermosura se levante; que yo le otorgo el don que pedirme
quisiere.
—Pues el que pido es —dijo la doncella— que la vuestra magnánima persona
se venga luego conmigo donde yo le llevare, y me prometa que no se ha
de entremeter en otra aventura ni demanda alguna hasta darme venganza de
un traidor que, contra todo derecho divino y humano, me tiene usurpado mi
reino.
—Digo que así lo otorgo —respondió don Quijote—, y así podéis, señora,
desde hoy más, desechar la malenconía que os fatiga y hacer que cobre nuevos
bríos y fuerzas vuestra desmayada, esperanza; que, con el ayuda de Dios y
la de mi brazo, vos os veréis presto restituida en vuestro reino y sentada en la
silla de vuestro antiguo y grande estado, a pesar y a despecho de los follones
que contradecirlo quisieren; y manos a labor, que en la tardanza dicen que
suele estar el peligro.
La menesterosa doncella pugnó con mucha porfía por besarle las manos;
mas don Quijote, que en todo era comedido y cortés caballero, jamás lo consintió;
antes la hizo levantar y la abrazó con mucha cortesía y comedimiento; y
mandó a Sancho que requiriese las cinchas a Rocinante y le armase luego al
punto. Sancho descolgó las armas, que, como trofeo, de un árbol estaban pendientes,
y, requiriendo las cinchas, en un punto armó a su señor, el cual, viéndose
armado, dijo:
—Vamos de aquí, en el nombre de Dios, a favorecer esta gran señora.