El kyūdō es practicado como un arte y busca el desarrollo
moral y
espiritual del individuo. Muchos
arqueros lo ven como deporte, pero la meta que los más devotos practicantes esperan alcanzar es "
seisha seichu", "tiro correcto es golpe correcto".
En el kyūdō, lo deseado es la acción única de expansión ("
nobiai") que resulta en un tiro liberado naturalmente. Cuando el espíritu y el balance del tiro son correctos, el resultado es que la flecha llega al blanco. Abandonarse a sí mismo completamente en el tiro es el objetivo espiritual. A este respecto, muchos practicantes creen que la competitividad, la examinación y cualquier oportunidad que coloque al arquero en esta situación es importante; por el contrario, hay otros que evitan las competencias y examinaciones de cualquier clase.
El "yumi" (arco) japonés es excepcionalmente largo (con aproximadamente dos metros), superando la altura del arquero (kyūdōka). "Yumi" son tradicionalmente hechos de bambú, madera y piel, usando técnicas que no han cambiado en centurias, aunque algunos arqueros (particularmente aquellos novatos en el arte) pueden llegar a usar "yumi" sintéticos (madera laminada y forrada con fibra de carbón o vidrio). Incluso avanzados kyūdōka llegan a usar "yumi" y "ya" que no están hechos de bambú debido a la fragilidad del bambú en climas extremos.
"Ya" (flecha) eran tradicionalmente hechas de bambú, emplumadas ya fuese con plumas de águila o halcón. Muchas siguen siendo hechas con bambú hoy en día (aunque hay excepciones) y las plumas son en la actualidad obtenidas de especies que no están en
peligro de extinción, como
pavos o
cisnes. Cada "ya" tiene un género (masculinas "ya" se llaman "haya"; femeninas "ya" son "otoya"); creado de las plumas de los lados alternos del ave, "hayaya" giran conforme a las manecillas del
reloj y las "otoya" del lado contrario. La "haya" es la primera en ser tirada.
"Kyūdōka" llevan un guante en la mano derecha, llamado "yugake". Hay diferentes estilos de "yugake", pero típicamente están hechos de piel de venado. Los practicantes pueden elegir entre un guante duro (con un endurecido pulgar) o un guante suave (sin el pulgar). Hay diferentes ventajas en ambos.
TEXTOS DE LAS PIRAMIDES 107
EL CAOS OMEGA TRECE EN ZURICH ROBERT LUDLUM 107
Un hijo de los Scarlatti no desaparecía simplemente sin que el Gobierno al menos fuera alertado.Demasiados parlamentarios estaban en deuda con Scarlatti por un motivo u otro:una fabrica aquí,un periódico allá,casi siempre un suculento cheque para la campaña.Tarde o temprano alguien recordaría que el Grupo Veinte había investigado las actividades de ese hombre en esa epoca.
haruki murakami la caza del carnero salvaje 107
Llevé la lupa al tercer carnero por la derecha de la fila delantera. Luego
miré al que tenía a su lado, y volví de nuevo al tercero por la derecha.
—Esta vez habrás apreciado algo, ¿no?
—Es de una raza diferente, ¿verdad? —le respondí.
—Efectivamente. Exceptuando el tercer carnero por la derecha, todos
son ejemplares corrientes de la raza Suffolk. Únicamente ése es distinto. Es
bastante más rechoncho que los Suffolk, el color de su lana también es
diferente, y no tiene la cara negra. Cómo te lo diría..., da impresión de fortaleza.
He enseñado esta fotografía a varios especialistas en ganado ovino, y lo que he
sacado en conclusión es que esta raza no existe en Japón. Ni tampoco,
seguramente, en el resto del mundo. Así que tienes delante un carnero
inexistente.
Lupa en mano, examiné una vez más el tercer carnero por la derecha. Al
mirarlo con atención, descubrí en medio de su lomo una mancha tenue, como
si le hubieran tirado café. Era una mancha tan vaga, que no podía definirla:
unas veces se me antojaba una imperfección de la película, y otras una ligera
alucinación de los ojos. Aunque tal vez alguien hubiera derramado una taza de
café sobre el lomo del carnero. ¿Por qué no?
—En el lomo se ve una mancha tenue, ¿eh?
—No es una mancha —dijo el hombre—. Es un lunar en forma de
estrella.
Robert Graves
La hija de Homero 107
Los pretendientes, sorprendidos y encantados de verme usar mis vestiduras nupciales y una
guirnalda de flores frescas —pues era el tercer día del funeral—, golpearon en las mesas con los
mangos de sus cuchillos y lanzaron un ruidoso vítor, que yo acepté con un leve movimiento de
cabeza antes de depositar mi carga y dirigirme a ellos.—Mis señores, el príncipe Clitóneo resolvió no elegirme esposo alguno que pudiera resultar
desagradable para el rey, y dejó prudentemente la decisión en mis manos. Como me resultaba una
tarea difícil, recurrí a la diosa Atenea, quien ayer por la noche se me apareció en un sueño y me
habló como sigue: «Niña, elige al hombre de mano más firme y ojo más agudo entre todos los que
se sientan a tu mesa en tu patio interior; ¡y como mañana es la fiesta de Apolo el Arquero, recuerda
el arco de Filoctetes!». ¿Qué podía ser más claro? Homero describe cómo Isandro e Hipoloquio
contendieron por el reino de Licia en una competición de arquería; y aunque aquí el premio es
menor, más de cien lo disputarán con empecinamiento, como apasionados rivales de mi amor.
Dejé que estas palabras cortaran como navajas.
—No sólo sería aburrido —continué— que tantos rivales disputaran con el mismo arco, sino
que temo riñas de precedencia. Por lo tanto, para limitar las inscripciones, he elaborado una simple
prueba de destreza. Mi hermano Clitóneo colocará doce estacas en fila, una detrás de la otra, a
través del patio, y ningún pretendiente podrá tirar más de un tejo. A los tres hombres que acierten en
las estacas más distantes se les permitirá participar en la competición de arquería, que consistirá en
disparar flechas a través de cabezas de hachas. El arco que les prestaré es una herencia: el arco de
Filoctetes, la más famosa reliquia de un héroe en toda Sicilia. Perteneció al propio Hércules, quien
la legó a Filoctetes cuando subió a su pira, en el monte Eta. Con este arma Filoctetes hirió a Paris
primero en la mano, y luego en el ojo derecho, terminando así, virtualmente, la guerra troyana