IAN MCEWAN
SÁBADO 43
Hay grandeza en esta concepción de la vida. Le despierta, o cree que le despierta, el
sonido del secador de Rosalind y un murmullo de voz que repite una frase, y
después, cuando ha vuelto a abismarse, oye el sólido golpetazo que hace la puerta
del ropero al abrirse, el espacioso ropero empotrado de Rosalind, uno de los dos que
tienen, con luces automáticas y un interior intrincado, barnizado de laca, y recovecos
hondos y fragantes; más tarde aún, cuando ella cruza descalza una y otra vez el
dormitorio, el susurro sedoso de su combinación, sin duda la negra con los bordados
de tulipanes que él le compró en Milán; luego, el serio taconeo de sus botas en el
suelo de mármol del cuarto de baño cuando ella acomete los últimos preparativos
delante del espejo, se pone perfume, se cepilla el pelo; y en todo este tiempo, la radio
de plástico con forma de un delfín azul que ejecuta un salto, sujeta por ventosas a la
pared de mosaico de la ducha, emite la misma frase hasta que él empieza a presentir
el contenido religioso a medida que su significado se expande: Hay grandeza en esta
Concepción de la vida, dice, una y otra vez.
Hay grandeza en esta concepción de la vida. Dos horas después, cuando se
despierta totalmente, ella se ha ido y el dormitorio está silencioso. Una contraventana
entornada forma una estrecha columna de luz. El día parece de una blancura
violenta. Retira las mantas y se tumba de espaldas en la parte de la cama de Rosalind,
desnudo en el aire caldeado por la calefacción central, a la espera de situar la frase.
Darwin, por supuesto, en la lectura de anoche en la bañera, en el párrafo final de la
gran obra que Perowne nunca ha leído en realidad. El Charles bondadoso,
apremiante, enfermo, que menciona con toda su humildad a las lombrices y los ciclos
planetarios para ayudarle con una reverencia de despedida. Para suavizar el
mensaje, también invocaba al Creador, pero no lo hacía de corazón y Lo dejó en la
cuneta en las ediciones posteriores. Aquellas quinientas páginas merecían una sola
conclusión: la infinidad de bellas formas de vida, tal como se ven en un simple seto, y
entre ellas los seres elevados como nosotros, surgen de leyes físicas, de la guerra que
libran la naturaleza, el hambre y la muerte. Ahí reside la grandeza. Y un tonificante
tipo de consuelo en el fugaz privilegio de la conciencia.
VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 43
Un viento helado le azotó la frente. La ventana de la habitación, espaciosa y
completamente iluminada estaba abierta de par en par. Y en la cama, vestida con
un pijama amarillo escotado, estaba tumbada Isabel. Una mano pálida, con un
cigarrillo encendido entre los dedos, colgaba a un lado de la cama. Se debía de
haber quedado dormida sin darse cuenta.
Kern se acercó a la cama. Se golpeó la rodilla contra una silla y una guitarra soltó un débil tañido.
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