IAN McEWAN SÁBADO
Como si me marchara flotando-dice-.Ha sido como si mirase a todos.incluida yo misma,desde una esquina de la habitación,ahí arriba,junto al techo.Y pensaba;si va a ocurrir,no sentiré nada,me dará igual.
LA LLAVE DEL DESTINO GLENN COOPER
Gentileza del CORTE INGLES.
BUDA CARTER SCOTT
PAUL AUSTER LA INVENCION DE LA SOLEDAD
El cree que si la verdad tiene una voz —suponiendo que la verdad exista y que además pueda hablar—, ésta surgirá de la boca de una mujer.
También es cierto que a veces la memoria le llega en forma de voz, una voz que habla en su interior y que no es necesariamente la suya. Le habla con el tono en que se narran los cuentos a los niños, aunque a veces se burla de él, o le exige atención, o lo maldice en términos contundentes. En otras ocasiones, distorsiona adrede la historia que le cuenta, cambiando los hechos para acomodarse a sus deseos, ajustándose a un interés dramático más que a la verdad. Entonces él debe hablarle con su propia voz y ordenarle que se detenga, devolviéndola al silencio de donde vino. En algunas ocasiones, la voz le canta; en otras, incluso susurra; y en otras más, simplemente tararea, titubea o gime de dolor. Incluso cuando no dice nada, él sabe que sigue allí, y en el silencio de esa voz callada, él espera que hable.
Jeremías: «Pero yo dije: ¡Ah, Señor Yahvé! Mira que no sé hablar, pues soy un niño. Yahvé me dijo: No digas soy un niño pues irás a todos a quienes yo te envíe y todo lo que yo te mande dirás... Luego Yahvé alargó su mano, y tocando mi boca, Yahvé me dijo: He aquí que pongo mis palabras en tu boca».
El Libro de la Memoria, volumen siete.
Primer comentario sobre el Libro de Jonás.
Uno enseguida se asombra de su singularidad en comparación con los demás libros profetices. Esta obra breve, la única escrita en tercera persona, es la más dramática historia de soledad de la Biblia, y sin embargo, está contada desde el exterior de esa soledad, como si al sumergirse en la oscuridad el «yo» se separara de sí mismo y sólo pudiera hablar desde la perspectiva de otro. Como en la frase de Rimbaud: «Je est un autre».
Miguel de Cervantes Saavedra
NOVELA
El Ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha
-Al buen pagador no le duelen prendas -respondió Sancho-: yo pienso darme de
manera que, sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir la sustancia
deste milagro.
Desnudóse luego de medio cuerpo arriba, y, arrebatando el cordel, comenzó a
darse, y comenzó don Quijote a contar los azotes.
Hasta seis o ocho se habría dado Sancho, cuando le pareció ser pesada la burla y
muy barato el precio della, y, deteniéndose un poco, dijo a su amo que se
llamaba a engaño, porque merecía cada azote de aquéllos ser pagado a medio real,
no que a cuartillo.
-Prosigue, Sancho amigo, y no desmayes -le dijo don Quijote-, que yo doblo la
parada del precio.
-Dese modo -dijo Sancho-, ¡a la mano de Dios, y lluevan azotes!
Pero el socarrón dejó de dárselos en las espaldas, y daba en los árboles, con
unos suspiros de cuando en cuando, que parecía que con cada uno dellos se le
arrancaba el alma. Tierna la de don Quijote, temeroso de que no se le acabase la
vida, y no consiguiese su deseo por la imprudencia de Sancho, le dijo:
-Por tu vida, amigo, que se quede en este punto este negocio, que me parece muy
áspera esta medicina, y será bien dar tiempo al tiempo; que no se ganó Zamora en
un hora. Más de mil azotes, si yo no he contado mal, te has dado: bastan por
agora; que el asno, hablando a lo grosero, sufre la carga, mas no la sobrecarga.
-No, no, señor -respondió Sancho-, no se ha de decir por mí: "a dineros pagados,
brazos quebrados". Apártese vuestra merced otro poco y déjeme dar otros mil
azotes siquiera, que a dos levadas déstas habremos cumplido con esta partida, y
aún nos sobrará ropa.
-Pues tú te hallas con tan buena disposición -dijo don Quijote-, el cielo te
ayude, y pégate, que yo me aparto.
Volvió Sancho a su tarea con tanto denuedo, que ya había quitado las cortezas a
muchos árboles