sábado, enero 12, 2013

ENEMIGOS DE LOS SABADOS O EL JEFE DE LOS PERROS

 

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GAO XINGJIAN
LA MONTAÑA DEL ALMA    132

En las apacibles aguas del río que bordea la era se había ahogado un
perrito. No sé si algún asqueroso individuo lo arrojó al agua o si se ahogó él solo, pero lo cierto es
que su cadáver permaneció largo tiempo en la orilla. Mi madre me tenía formalmente prohibido
jugar en la orilla del río y yo no podía ir a excavar en la arena más que yendo detrás de los adultos
que iban allí a sacar agua. Hacían unos agujeros en la orilla y recogían el agua filtrada por la arena.
Comprendo en este instante que estoy rodeado de un mundo de muertos y que detrás de ese muro
en ruinas se encuentran mis parientes desaparecidos. Tengo ganas de retornar entre ellos, sentarme a la misma mesa, escuchar incluso las conversaciones más fútiles, tengo ganas de oír sus voces, de
ver sus miradas, de sentarme con gran comedimiento entre ellos, aun cuando no tome nada. Sé que
las comidas del otro mundo poseen un valor de símbolo, que son una especie de ceremonia en la
que no les está permitido participar a los vivos, sentarme a su mesa se me antoja de repente la
felicidad suprema. Me acerco, pues, a ellos con precaución, pero una vez que he franqueado la
pared en ruinas, se levantan y desaparecen en gran silencio detrás de otra pared. Oigo sus sigilosos
pasos que se alejan, veo la mesa vacía que han dejado. En un instante, la mesa se cubre de tierno
musgo, se resquebraja y queda reducida a un montón de piedras, y entre sus hendiduras crecen
hierbajos. También sé que hablan de mí en otra casa en ruinas, que no aprueban mi conducta y que
se inquietan por mí. En realidad, nada debería preocuparles, pero sé que lo están. Los muertos se
preocupan a menudo por los vivos. Están discutiendo a escondidas, pero se callan una vez que yo
aplico mi oído a la pared de húmedas piedras recubierta de musgo. Deben de seguir hablando con
los ojos, decir que no puedo continuar así, que me hace falta una familia normal, una esposa
prudente y virtuosa que se ocupe de mis comidas y lleve la casa, que si he contraído una
enfermedad incurable ello se debe a mi inadecuada alimentación.

JAMES JOYCE
ULISES                    132

Cae hacia atrás de repente, helado en
estereoscopio. El truco está en el click.
Encontráis mis palabras oscuras. La oscuridad
está en nuestras almas, ¿no es cierto? Más
aflautado. Nuestra alma, heridoavergonzada
por nuestros pecados, se aferra cada vez más a
nosotros una mujer aferrándose a su amante, lo
más lo más.
Ella confía en mí, su mano suave, los
largaspestañas ojos. ¿Ahora dónde en nombre
del tierno infierno la estoy trayendo detrás del
velo? En la ineluctable modalidad de la
ineluctable visualidad. Ella ella, ella. ¿Qué ella?
La virgen ante el escaparate de Hodges Figgis,
el lunes, buscando uno de los libros alfabéticos que tú ibas a escribir. Aguda mirada le lanzaste.
La muñeca dentro del bordado lazo de su
sombrilla. Ella vive de pesar y bagatelas en el
parque Leeson: una mujer de letras.

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos   132

Luego se supo que, mientras hacía su ronda nocturna, se había topado con el
dragón y se había dado tal susto que se quedó boca abajo petrificado en aquella
posición. El propietario de la fábrica, un hombre del tamaño y fuerza de un gorila, lo
volvió a su posición vertical y lo apoyó contra el poste de la farola, y luego se acercó
al dragón. El dragón estaba dormido, como no podía ser menos. Resulta que los
individuos que había devorado estaban empapados en vino, y se habían reventado
entre sus mandíbulas. El alcohol, en un estómago vacío, se le había subido
directamente a la cabeza por lo que había dejado caer la fina película de sus
pestañas con una sonrisa de beatitud. Estaba tumbado con las patas delanteras
recogidas bajo su panza, y el resplandor de la farola destacaba el brillo de los arcos
de sus dobles protuberancias vertebrales.

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA    132

—Sucedió —dijo Sancho— que el pastor puso por obra su determinación,
y, antecogiendo sus cabras, se encaminó por los campos de Estremadura para
pasarse a los reinos de Portugal. La Torralba, que lo supo, se fue tras él, y seguíale
a pie y descalza desde lejos, con un bordón en la mano y con unas alforjas
al cuello, donde llevaba, según es fama, un pedazo de espejo y otro de un
peine, y no sé qué botecillo de mudas para la cara; mas, llevase lo que llevase,
que yo no me quiero meter ahora en averiguallo, solo diré que dicen que el
pastor llegó con su ganado a pasar el río Guadiana, y en aquella sazón iba crecido
y casi fuera de madre, y por la parte que llegó no había barca ni barco, ni
quien le pasase a él ni a su ganado de la otra parte, de lo que se congojó
mucho porque veía que la Torralba venía ya muy cerca y le había de dar mucha
pesadumbre con sus ruegos y lágrimas; mas, tanto anduvo mirando, que vio un
pescador que tenía junto a sí un barco tan pequeño, que solamente podían
caber en él una persona y una cabra, y, con todo esto, le habló y concertó con
él que le pasase a él y a trescientas cabras que llevaba. Entró el pescador en el
barco, y pasó una cabra; volvió, y pasó otra; tornó a volver, y tornó a pasar otra.
Tenga vuestra merced cuenta en las cabras que el pescador va pasando, porque,
si se pierde una de la memoria, se acabará el cuento y no será posible contar
más palabra dél. Sigo, pues, y digo que el desembarcadero de la otra parte
estaba lleno de cieno y resbaloso y tardaba el pescador mucho tiempo en ir y
volver. Con todo esto, volvió por otra cabra, y otra, y otra...
—Haz cuenta que las pasó todas —dijo don Quijote—; no andes yendo y
viniendo desa manera, que no acabarás de pasarlas en un año.
—¿Cuántas han pasado hasta agora? —dijo Sancho.
—¡Yo qué diablos sé! —respondió don Quijote.

 

 

 

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miércoles, enero 09, 2013

SIN TRAMPA NI CARTON


Me despierta a las dos de la mañana, un individuo con mal pelaje,  me dice no se que de los muertos y que si no tengo miedo.Lleva en las manos una navaja ensangrentada.Saco mi arma y me preparo a contestarle,pero ya no está.Un guerrero Gurka que pasaba por allí piensa que volverá.
        

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA

Preguntáronle a Julio César, aquel
valeroso emperador romano, cuál era la mejor muerte; respondió que la
impensada, la de repente y no prevista, y aunque respondió como gentil y
ajeno del conocimiento del verdadero Dios, con todo eso dijo bien para ahorrarse
del sentimento humano; que puesto caso que os maten en la primera
facción y refriega, o ya de un tiro de artillería o volado de una mina, ¿qué
importa?, todo es morir y acabose la obra; y, según Terencio, más bien parece
el soldado muerto en la batalla que vivo y salvo en la huida, y tanto alcanza
de fama el buen soldado, cuanto tiene de obediencia a sus capitanes y a
los que mandarle pueden. Y advertid, hijo, que al soldado mejor le está el oler
a pólvora que a algalia, y que si la vejez os coge en este honroso ejercicio,
aunque sea lleno de heridas y estropeado o cojo, a lo menos no os podrá
coger sin honra, y tal que no os la podrá menoscabar la pobreza; cuanto más
que ya se va dando orden como se entretengan y remedien los soldados viejos
y estropeados, porque no es bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad a sus negros cuando ya son viejos y no pueden
servir, y, echándolos de casa con título de libres, los hacen esclavos de la
hambre, de quien no piensan ahorrarse sino con la muerte. Y por ahora no os
quiero decir más, sino que subáis a las ancas deste mi caballo hasta la venta,
y allí cenaréis conmigo, y por la mañana seguiréis el camino, que os le dé Dios
tan bueno como vuestros deseos merecen.

martes, enero 08, 2013

CARRERA DE OBSTACULOS

 

          

            JAMES JOYCE

ULISES   1148               

Reina de los ángeles, reina de los
patriarcas, reina de los profetas, de todos los
santos, rezaban, reina del santísimo rosario y
entonces el padre Conroy alcanzaba el incensario al canónigo O'Hanlon y él ponía el
incienso e incensaba al Santísimo Sacramento y
Cissy Caffrey agarró a los dos mellizos y estaba
ardiendo por darles un buen tirón de orejas,
pero no lo hizo porque pensó que él podría estar
mirando, pero ella nunca estuvo tan equivocada
en toda su vida porque Gerty podía ver sin
mirar que no le había sacado los ojos de encima
a ella, y el canónigo O'Hanlon devolvió el
incensario al padre Conroy y se arrodilló con los
ojos puestos en el Santísimo Sacramento y el
coro empezó a cantar Tantum ergo y ella
balanceó el pie hacia adentro y hacia afuera a
compás a medida que la música se elevaba y
descendía al Tantumer gosa cramen tum.

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA 1148

¿Quién podrá decir que esta señora que está a mí lado es la gran reina
que todos sabemos, y que yo soy aquel caballero de la Triste Figura que anda
por ahí en boca de la fama? Ahora no hay que dudar sino que esta arte y ejercicio
excede a todas aquellas y aquellos que los hombres inventaron, y tanto
más se ha de tener en estima, cuanto a más peligros está sujeto. Quítenseme
delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas; que les diré, y
sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que los tales
suelen decir y a lo que ellos más se atienen es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si
fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas
fuerzas, o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no
se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho
entendimiento, o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a su
cargo un ejército o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como
con el cuerpo. Si no, véase si se alcanza con las fuerzas corporales, a saber y
conjeturar el intento del enemigo, los disignios, las estratagemas, las dificultades,
el prevenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del
entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo.
—Siendo, pues, ansí, que las armas requieren espíritu como las letras, veamos
ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja
más
.

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 678*2=1350-1148=202

Berg era fornido, poderoso, siempre bien afeitado y
le gustaba compararse con un ángel atlético. Una vez le mostró a Anton Petrovich
un viejo cuaderno negro. Las páginas estaban todas cubiertas de cruces, había
exactamente quinientas veintitrés. «La guerra civil en Crimea, un recuerdo», dijo
Berg con una leve sonrisa, y añadió fríamente: «Ni qUe decir tiene que sólo he
contado a los rojos que maté en el acto, de un solo tiro». El hecho de que Berg fuera
un ex oficial de caballería y de que hubiera luchado a las órdenes del general
Denikin provocaba la envidia de Anton Petrovich y no podía soportar que Berg
empezara a contar, delante de Tanya, sus incursiones de reconocimiento y sus
cargas nocturnas. Anton Petrovich, por su parte, era un ser más bien gordo,
paticorto y portaba un monóculo que, en sus ratos libres, es decir, cuando no estaba colocado en el ojo, colgaba de una estrecha cinta negra y, cuando Anton Petrovich
se acomodaba tepantigado en una butaca, el monóculo brillaba ridículo como un
ojo descabalado sobre su estómago. Un furúnculo que le habían extirpado dos años
antes le había dejado una cicatriz en la mejilla derecha. La cicatriz, así como su
bigote recortado y tosco y su gran nariz rusa, se crispaban cuando intentaba
colocarse el monóculo en su posición. «Deja de hacer muecas», le decía entonces
Berg, «por mucho que te esfuerces, no vas a lograr ponerte más feo de lo que
estás».

 

JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS           1148

LA RECOLETA
Convencidos de caducidad
por tantas nobles certidumbres del polvo,
nos demoramos y bajamos la voz
entre las lentas filas de panteones,
cuya retórica de sombra y de mármol
promete o prefigura la deseable
dignidad de haber muerto.
Bellos son los sepulcros,
el desnudo latín y las trabadas fechas fatales,
la conjunción del mármol y de la flor
y las plazuelas con frescura de patio
y los muchos ayeres de la historia
hoy detenida y única.
Equivocamos esa paz con la muerte
y creemos anhelar nuestro fin
y anhelamos el sueño y la indiferencia.
Vibrante en las espadas y en la pasión
y dormida en la hiedra,
sólo la vida existe.
El espacio y el tiempo son formas suyas,
son instrumentos mágicos del alma,
y cuando ésta se apague,
se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte,
como al cesar la luz
caduca el simulacro de los espejos que ya la tarde fue apagando.
Sombra benigna de los árboles,
viento con pájaros que sobre las ramas ondea,
alma que se dispersa en otras almas,
fuera un milagro que alguna vez dejarían de ser,
milagro incomprensible,
aunque su imaginaria repetición
infame con horror nuestros días.
Estas cosas pensé en la Recoleta,
en el lugar de mi ceniza
.

 

        

lunes, enero 07, 2013

DOS CUERDAS

 

    

Sura 73. Al-Mussammil (El Arropado) 723

(2) Mantente despierto [en oración] por la noche, salvo una pequeña parte (3) de la mitad de
ella2 --o algo menos, (4) o añade algo más [a voluntad]; y [durante ese tiempo] recita el Qur’án
pausada y claramente, con tu mente atenta a su significado.3
(5) Ciertamente, hemos de encomendarte un mensaje de gran peso –(6) [y,] en verdad, las
horas de la noche dejan mayor impronta en la mente y hablan con voz más clara,4 (7) mientras que de día tus ocupaciones son muchas. (8) Pero [tanto de noche como de día,] recuerda el
nombre de tu Sustentador, y conságrate a Él con total devoción.

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA  923-707=216

un pedazo de pan y queso, que esto fue lo que me dio mi señora Dulcinea, por
las bardas de un corral, cuando della me despedí; y aun, por más señas, era el
queso ovejuno.
—Es liberal en estremo —dijo don Quijote—, y si no te dio joya de oro, sin
duda debió de ser porque no la tendría allí a la mano para dártela; pero buenas
son mangas después de Pascua; yo la veré y se satisfará todo. ¿Sabes de
qué estoy maravillado, Sancho? De que me parece que fuiste y veniste por los
aires, pues poco más de tres días has tardado en ir y venir desde aquí al Toboso,
habiendo de aquí allá más de treinta leguas. Por lo cual me doy a entender que
aquel sabio nigromante que tiene cuenta con mis cosas y es mi amigo, porque
por fuerza le hay y le ha de haber, so pena que yo no sería buen caballero
andante, digo que este tal te debió de ayudar a caminar sin que tú lo sintieses;
que hay sabio destos que coge a un caballero andante durmiendo en su cama
y, sin saber cómo o en qué manera, amanece otro día más de mil leguas de
donde anocheció. Y si no fuese por esto, no se podrían socorrer en sus peligros
los caballeros andantes unos a otros, como se socorren a cada paso. Que acaece
estar uno peleando en las sierras de Armenia con algún endriago o con
algún fiero vestiglo, o con otro caballero, donde lleva lo peor de la batalla y está
ya a punto de muerte, y cuando no os me cato asoma por acullá, encima de
una nube o sobre un carro de fuego, otro caballero amigo suyo que poco antes
se hallaba en Ingalaterra, que le favorece y libra de la muerte, y a la noche se
halla en su posada cenando muy a su sabor, y suele haber de la una a la otra
parte dos o tres mil leguas.

JAMES JOYCE
ULISES                        923

¡Ah!, ahora él oía, ella sosteniéndoselo
junto al oído. ¡Escuche! Él escuchaba.
Maravilloso. Ella lo sostuvo junto al suyo y a través de la tamizada luz el pálido oro en
contraste se deslizaba. Para oír.
Tap.
A través de la puerta del bar Bloom vio
una concha sostenida junto a sus oídos. Él oyó
más tenuamente que el que ellos escuchaban,
cada uno para ella sola, luego uno para el otro,
oyendo el chapoteo de las olas, ruidosamente, un
silencioso rugido.
Bronce y oro aburrido, cerca, lejos, ellos
escuchaban.
La oreja de ella también es una concha, el
lóbulo que asoma allí. Ha estado a orillas del
mar.

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos  923-675=248

—Fred, ¿no sabes por qué estoy aquí?
Ella se levantó y se le acercó hasta tocarle. Fred, con una sonrisa de apenada
disculpa, trató de escaparse, y al hacerla acabó resbalándose de la silla.
Y fue entonces cuando ella le dijo con una voz inmensamente dulce:
—Lo cierto es que tuve un hijo tuyo.
El enano se quedó helado, la mirada perdida en un cajoncillo minúsculo de cristal
cuadrado que resplandecía en el lateral de un jarrón azul oscuro. Una tímida sonrisa
de extrañeza se encendió en las comisuras de su boca y luego se extendió hasta
encender sus mejillas con un rubor púrpura.
—Mi hijo...
Y de repente lo entendió todo, el sentido completo de la vida, de su larga angustia,
de aquella ventanita que relucía en el jarrón de cristal.
Alzó la vista con lentitud. Nora estaba sentada de lado en, una silla y se estremecía
en sollozos violentos. La cabeza de cristal del prendedor de su sombrero
resplandecía como una lágrima. El gato, ronroneando tiernamente, se frotaba
contra sus piernas.
Corrió hasta ella y recordó una novela que acababa de leer.

OBRAS COMPLETAS – FRANZ KAFKA   923

EL CASTILLO
(1922)

Frieda estaba en casa y o
lavaba la ropa o seguía bañando al gato de Gisa; era un signo de confianza
por parte de Gisa que dejase a Frieda ese trabajo, por lo demás,
un trabajo desagradable e inadecuado, que K habría rechazado, si no
fuese aconsejable, después de todas las negligencias laborales, aprovechar
cualquier oportunidad para satisfacer a Gisa. Ésta había visto satisfecha
cómo K bajaba la bañera para niños, había calentado el agua y
cómo, finalmente, introducía al gato en la bañera