viernes, octubre 26, 2012

OLIVO

El Vellocino De Oro
Robert Graves 363 542-363=179

-Mi mensaje no es para ti, majestad. Es para tu noble huésped, el príncipe Hércules de Tirinto.
-¡Válgame el cielo! ¡Pero si es el Basurero! -exclamó Hércules-. Estás tan pegado a mí como mi
propia sombra, y caminas con igual silencio.
lcibio se inclinó profundamente y dijo:
-¡Me alegro de verte, mi noble Hércules!
-Pues yo no -respondió Hércules haciéndole una mueca gorgonea.
Talcibio hizo caso omiso del insulto, y extendiendo su serpenteante vara de olivo, dijo suavemente:
-El rey Euristeo de Micenas te presenta sus saludos y te pide que regreses inmediatamente a Grecia
para limpiar en un solo día las cuadras y los establos inmundos del rey Augías de Elide.
Hércules exclamó:
-¿Te ha hecho recorrer la mitad del mundo habitable sólo para pedirme que ejecute una sencilla
labor sanitaria en mi tierra natal del PeloTaponeso? ¡Pues vaya, hombre
Yo sólo soy un heraldo -se excusó Talcibio.
-No, también eres un basurero -dijo Hércules.
Talcibio sonrió débilmente y contestó:
-Lo siento, mi noble Hércules, pero ahora vas a ser tú el basurero.
Hércules rió a carcajadas pues volvía a encontrarse de muy buen humor.
El Vellocino de Oro
-¡Bien contestado! -exclamó-. Sólo por el chiste que has hecho voy a obedecer a tu señor. Pero
primero he de obtener el permiso del rey Augías, que está a bordo del Argo, sólo a un día de
navegación de aquí, en dirección este. El rey acaba de prometerme una veloz galera de guerra y
mañana saldré tras ellos

Las órdenes del rey son que regreses a Grecia inmediatamente -dijo Talcibio con voz firme.
-No puedo limpiar las cuadras y los establos de mi compañero Augías sin su permiso -dijo
Hércules-. Es posible que prefiera que se queden sucios, ¿quién sabe?
Y continuó obstinado. Pero en cuanto puso el pie en la galera, a la mañana siguiente, comenzó a
dolerle la cabeza y las voces infantiles chillaban en disonancia: «¡Regresa, regresa, Hércules! ¡Nos
estás matando! ¡Regresa, regresa!» Y tuvo que regresar. En el muelle, Lico se atrevió a preguntarle
qué noticias tenía de Hilas, y Hércules admitió con tristeza que no tenía ninguna. Le contó su
infructuosa búsqueda entre los misios y cómo había tomado rehenes de sus gobernantes y los había
dejado al cuidado de su cuñado que estaba construyendo con ellos un poblado en la desembocadura
del río Cío.-Bueno -dijo el rey Lico-, también podría ser que Hilas esté escondido en algún lugar entre los
misios, pero por lo que dejó caer uno de mis invitados, creo que el muy desagradecido había estado
planeando una escapada por el camino interior hacia Troya. Según he oído decir se llevó el zurrón,
que tintineaba; a lo mejor estaba lleno de adornos de oro y plata para pagarse el pasaje a la isla de
Lemnos, donde dicen que tiene una novia.
¡Qué! -bramó Hércules-. Con que ésa es la historia, ¿eh? ¡Los despiadados canallas proyectaron
deshacerse de mi, y se han valido del cándido amor de Hilas por la desvergonzada Ifinoe para
llenarle el zurrón de objetos valiosos que le permitieran escapar! Y entonces, en cuanto yo salí tras
él, se escabulleron silenciosamente y me dejaron allí abandonado. Ya ajustaré las cuentas con ellos
algún día, ya lo verás; pero mientras tanto, tengo que encontrar a mi adorado Hilas, que sin duda no
tuvo mala intención. Es un muchacho inconsciente y está en una edad en que cualquier chiquilla
deshonesta podría seducirlo, arrancándolo incluso del lado de Hércules que siente por él un cariño
inmenso e infinito. Te doy las gracias, buen Lico, por esta información, por muy dolorosa que sea
para mí. Tú si que eres un amigo fiel. Ahora tengo que regresar a Grecia, pero antes pasaré por
Troya; y si el rey Laomedonte no me quiere devolver a mi Hilas ni decirme dónde puedo
encontrarlo; destrozaré su orgullosa ciudad, piedra tras piedra. Tengo cuentas pendientes con él. Me
quitó unas yeguas comedoras de hombres que dejé a su cuidado la última vez que pasé por allí.

      

GRAVES, ROBERT LA DIOSA BLANCA   206*3=618-542=76

La Corona Borealis, llamada también la «Corona Cretense», estaba consagrada
en la Antigüedad a una diosa cretense, esposa del dios Dioniso, y, según este escoliasta,
madre de -es decir, adorada por- Estafilo, Toas, Enópides, Taurópolo y otros. Estos
hombres eran los antepasados epónimos de clanes o tribus pelasgo-tracios establecidos
en las islas Quío y Lemnos del Egeo, en el Quersoneso tracio y en Crimea, y se
relacionaban culturalmente con la Europa del noroeste. La diosa era Ariadna («Muy
Santa»), alias Alpheta, pues alpha y eta eran la primera y la última letras de su nombre.
Era la hija, o el yo más joven, de la antigua diosa de la Luna cretense Pasifae, «la que
brilla para todos», y los griegos la hicieron hermana de su antiguo héroe de la vid
Deucalión, que sobrevivió al gran Diluvio. Ariadna, que parece haber sido el modelo de
«Arianrhod», era una diosa orgiástica, y la consecuencia evidente de las leyendas de
Lemnos, Quío, el Quersoneso y Crimea es que el sacrificio humano masculino era parte
integrante de su culto, como lo era entre los devotos prerromanos de la Diosa Blanca de
Britania. Orfeo mismo, que vivió «entre los salvajes cauconianos», cerca de la patria de
Enópides, fue una víctima sagrada de su furia. Fue despedazado por un grupo de
mujeres delirantes embriagadas con hiedra y también, según parece, con la seta
consagrada a Dioniso. Eratóstenes de Alejandría, citando Las bacantes de Esquilo,
indica que Orfeo se negó a acatar la religión local, pero «creía que el Sol, al que llamaba
Apolo, era el más grande de los dioses. Levantándose durante la noche, ascendía antes
de la aurora a la montaña llamada Pangeo para ser el primero en ver el sol. Eso irritó a
Dioniso, quien le envió las bacantes que lo despedazaron.». Esta es una manera
fraudulenta de relatar la fábula. Proclo, en su comentario sobre Platón, es más atinado:
«Orfeo, porque dirigía los ritos dionisíacos, se dice que sufrió el mismo destino que el
dios». Pero la cabeza de Orfeo siguió cantando y profetizando, como la. del dios Bran.
Orfeo, según Pausanias, era adorado por los pelasgos, y la terminación eus es una
prueba de su antigüedad. «Orpheus», como «Erebus», el nombre del Infierno que
gobernaba la Diosa Blanca, se deriva según los gramáticos de la raíz ereph, que
significa «cubrir u ocultar». Era la diosa de la Luna, y no el dios del Sol, quien
originalmente inspiraba a Orfeo.

JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS   542

Yo había cruzado
un laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemorizó
y repugnó. Un laberinto es una casa labrada para confundir
a los hombres; su arquitectura, pródiga* en simetrías, está subordinada
a ese fin. En el palacio que imperfectamente exploré,
la arquitectura carecía de fin. Abundaban el corredor sin salida,
la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una
celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños
y la balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente
al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros, en la tiniebla superior de las
cúpulas. Ignoro si todos los ejemplos que he enumerado son literales;
sé que durante muchos años infestaron mis pesadillas;
no puedo ya saber si tal o cual rasgo es una transcripción de la
realidad o de las formas que desatinaron mis noches. Esta Ciudad
(pensé) es tan horrible que su mera existencia y perduración,
aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado
y el porvenir y de algún modo compromete a los astros. Mientras
perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz. No quiero
describirla; un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre
o de toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y
odiándose, dientes, órganos y cabezas, pueden (tal vez) ser imágenes
aproximativas.

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA  542

Y luego la Dolorida y las demás dueñas alzaron los antifaces con que
cubiertas venían, y descubrieron los rostros todos poblados de barbas, cuáles
rubias, cuáles negras, cuáles blancas, y cuáles albarrazadas, de cuya vista mostraron
quedar admirados el duque y la duquesa, pasmados don Quijote y
Sancho, y atónitos todos los presentes, y la Trifaldi prosiguió:
—Desta manera nos castigó aquel follón y malintencionado de
Malambruno, cubriendo la blandura y morbidez de nuestros rostros con la
aspereza destas cerdas; que pluguiera al cielo que antes con su desmesurado
alfanje nos hubiera derribado las testas, que no que nos asombrara la luz de
nuestras caras con esta borra que nos cubre, porque si entramos en cuenta,
señores míos (y esto que voy a decir agora lo quisiera decir hechos mis ojos
fuentes, pero la consideración de nuestra desgracia y los mares que hasta aquí
han llovido, los tienen sin humor y secos como aristas, y, así, lo diré sin lágrimas),
digo, pues, que ¿adónde podrá ir una dueña con barbas? ¿Qué padre o
qué madre se dolerá della? ¿Quién la dará ayuda? Pues aun cuando tiene la tez
lisa y el rostro martirizado con mil suertes de menjurjes y mudas apenas halla
quien bien la quiera, ¿qué hará cuando descubra hecho un bosque su rostro?
¡Oh dueñas y compañeras mías, en desdichado punto nacimos, en hora menguada
nuestros padres nos engendraron!

jueves, octubre 25, 2012

TRASPLANTADOS FURIOSOS

 

     

Lolita
Vladimir Nabokov      134

La claridad exquisita de todos sus movimientos tenía su equivalente
audible en el puro sonido de cada golpe suyo. Cuando entraba en el aura de su
dominio, la pelota se volvía más blanca, y su elasticidad más rica, y el
instrumento de precisión que Lo empleaba sobre ella parecía desmedidamente
prensil y deliberado en el momento de establecer contacto. Su estilo era, en
verdad, una imitación perfecta de una campeona... sin ningún resultado
utilitario. Como me dijo una vez Electra Gold –hermana de Edusa, una
entrenadora maravillosamente joven–, mientras yo miraba jugar a Dolores Haze
con Linda Hall (que le ganaba): «Dolly tiene un imán en el centro de su raqueta,
pero, ¿por qué diablos es tan cortés?» Ah, Electra, qué importaba eso, con
semejante gracia... Recuerdo que en el primer juego ya me sentí inundado por
una asimilación casi convulsiva y penosa de belleza. Lolita tenía un modo
peculiar de levantar la rodilla izquierda doblada al iniciar el acto amplio y elástico
del «saque», en el cual desarrollaba y suspendía al sol, durante un segundo, una
trama vital de equilibrio entre pie en puntilla, axila prístina, brazo fulgurante y
raqueta hacia atrás, mientras sonreía con dientes centelleantes al globo
minúsculo, suspendido en lo alto, en el cénit del cosmos poderoso y lleno de gracia que había creado con el expreso fin de caer sobre él con un límpidozumbido de su látigo dorado.
Ese «saque» tenía belleza, precisión, juventud, una pureza de trayectoria
clásica, y a pesar de su instantaneidad era muy fácil devolverlo, ya que en su
vuelo largo y elegante no había el menor desvío.
Gimo de frustración cuando pienso que hoy podría tener inmortalizados en
cintas de celuloide cada tiro suyo, cada hechizo... ¡Habrían sido tantos más que
las instantáneas que quemé! Su voleo se vinculaba al «saque» como el envío a la
balada; pues habían enseñado a mi chiquilla a dar unos rápidos pasillos hacia la
red con sus pies ágiles, vivientes, calzados de blanco. Brazo e impulso eran
indiscernibles: eran imágenes mutuamente reflejadas... mis entrañas aún se
estremecen con esos estallidos reiterados por esos trémulos y los gritos de
Electra

 

PAUL AUSTER
La trilogía
de Nueva York                   134

Me esforcé mucho en mi cortejo. Sin duda mis motivos eran transparentes, pero
quizá eso fue lo bueno. Sophie sabía que me había enamorado de ella, y el hecho de que
no me abalanzase, de que no la obligase a declarar sus sentimientos hacia mí,
probablemente contribuyó más que ninguna otra cosa a convencerla de mi seriedad. Sin
embargo, yo no podía esperar eternamente. La discreción tenía su función, pero
demasiada discreción podía ser fatal. Llegó un momento en que noté que ya no
estábamos empeñados en un combate, que las cosas se habían asentado entre nosotros.
Al pensar ahora en ese momento, me tienta utilizar el lenguaje tradicional del amor.
Deseo hablar con metáforas de calor, de fuego, de barreras que se derriten ante pasiones
irresistibles. Soy consciente de lo ampulosos que pueden sonar estos términos, pero al
final creo que son exactos. Todo había cambiado para mí, y palabras que nunca había
comprendido, súbitamente empezaron a tener sentido. Aquello fue una revelación, y
cuando finalmente tuve tiempo de absorberla, me pregunté cómo había podido vivir
tanto tiempo sin aprender aquella sencilla verdad. No estoy hablando de deseo tanto
como de conocimiento, del descubrimiento de que dos personas, a través del deseo,
pueden crear algo más poderoso de lo que ninguna de ellas podría crear sola. Ese
conocimiento me transformó, creo, e hizo que me sintiera más humano. Al pertenecer a
Sophie, empecé a sentir como si perteneciera a todos los demás. Resultó que mi verdadero
lugar en el mundo estaba más allá de mí mismo, y si estaba dentro de mí, también
era ilocalizable. Era el diminuto espacio entre el yo y el no yo, y por primera vez en mi
vida vi esta nada como el centro exacto del mundo.

Sura 4 An-Nisa’ (Las Mujeres)   134

(5) Y no confiéis a los faltos de juicio los bienes que Dios os ha encomendado6 para [su] manutención;
alimentadles de ellos y vestidles, y habladles con amabilidad. (6) Y examinad a los
huérfanos [a vuestro cargo] hasta que alcancen edad de casarse; entonces, si les consideráis sensatos,
entregadles sus bienes; y no los consumáis pródiga y apresuradamente, adelantándoos a su
mayoría de edad. Y que el rico se abstenga por completo [de tocar los bienes de su pupilo]; y que
el pobre los comparta en forma honorable. Y cuando les entreguéis sus bienes, que haya testigos
por su parte --aunque nadie lleva las cuentas tan bien como Dios

EL CRIMEN DE UN ACADÉMICO
ANATOLE FRANCE                        134

—¡Juanita! —exclamé—. Aunque fuese necesario huir hasta Oceanía, la abominable Préfére no volverá a apoderarse de usted. Lo juro. ¿Y por qué no habíamos de marcharnos a Oceanía? El clima es muy saludable, y precisamente leía hace poco en un periódico que allí tienen hasta pianos. Mientras lo decidimos nos refugiaremos en casa de la señora de Gabry, que afortunadamente se halla en París hace tres o cuatro días; somos dos inocentes y necesitamos ayuda.
Entretanto el rostro de Juanita palideció; un velo nublaba sus ojos y un pliegue doloroso contrajo sus labios entreabiertos. Inclinó su cabeza sobre mi hombro y comprendí que se había desmayado.
Cogíla en brazos y subí la escalera de la señora de Gabry como si llevara un niño dormido. Abrumado por la fatiga y la emoción me desplomé sobre un banco del des-cansillo; entonces Juanita se reanimó.
—¡Es usted! —me dijo al abrir los ojos—. ¡Cuánto me alegro!

     

 

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JUAN GOYTISOLO
COTO VEDADO    134

Consideración feraz, germinativa de la transmigración a la
luz de la poesía : vuelo ligero del alma de un cuerpo a otro
cuerpo, parecido o idéntico al que sustentara en vida: mudanza
de los malos tragos de ésta a otra de apariencia más
correosa y huérfana, pero arropada con el respeto de una
creencia  que la sacraliza y eleva a las alturas de un trono
ideal: cobijado a la sombra cálida del Islam, el viejo acuclillado
te interpela en silencio: su mano es flaca, rígida,
macilenta : el capuchón de la chilaba le cubre la cabeza
a medias pero permite ver el rostro magro, apurado al
límite de los huesos, la nariz corva, los labios exangües :
mirándote como si fueras transparente, repite en voz baja,
tal vez para sí mismo, fi sabili Allah u otra invocación tradicional
al creyente, con esa serenidad resignada del otro
moribundo, Alonso Quijano al borde del sepulcro, cuando
recién llegado del aeropuerto entraste de puntillas en su habitación : tu padre, las sucesivas encarnaciones de tu padre en zocos y callejas de Fez o Marraquech, acurrucado,
digno, implorante, cruces casuales o metódicamente planeados
generadores del chispazo, el arco voltaico que nunca
brotó en vida : itinerante ritual, medineo evocador de la
tristeza de un desencuentro que lo trae no obstante a tu
memoria y cariñosamente lo resucita.

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA              134

Acabó en esto de descubrirse el
alba y de parecer distintamente las cosas, y vio don Quijote que estaba entre
unos árboles altos, que ellos eran castaños, que hacen la sombra muy oscura;
sintió también que el golpear no cesaba, pero no vio quién lo podía causar. Y
así, sin mas detenerse, hizo sentir las espuelas a Rocinante y, tornando a despedirse
de Sancho, le mandó que allí le aguardase tres días a lo más largo,como ya otra vez se lo había dicho, y que. si al cabo dellos no hubiese vuelto,tuviese por cierto que Dios había sido servido de que en aquella peligrosa aventura se le acabasen sus días.

 

armas y voces

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos              134

Mientras tanto, el dragón había cruzado el puente, la plaza del mercado y la
catedral gótica, que le despertó recuerdos repugnantes, había continuado por el
bulevar principal y cuando se disponía a atravesar una gran plaza, apareció,
abriéndose paso entre la multitud, un caballero armado, que se dirigía a la carga
contra él. El caballero llevaba una armadura de hierro, con la visera baja, un
penacho fúnebre en el casco y cabalgaba a lomos de un impresionante caballo
negro con cota de malla. Junto a él unas mujeres vestidas de pajes portaban las
armas, con unos pendones pintorescos diseñados a toda velocidad en los que se
anunciaba: «GRAN CASCO», «FUME SÓLO GRAN CASCO DE HIERRO», «CASCO
DE HIERRO ES EL MEJOR». El jinete del circo que se hacía pasar por caballero hincó
espuelas y aprestó su lanza. Pero por alguna razón el corcel empezó a retroceder,
echando espuma, y luego, de repente se alzó de manos para acabar dejándose caer
pesadamente sobre sus cuartos traseros. Derribó al caballero, que cayó al asfalto,
con semejante estrépito que hubiera podido pensarse que alguien había tirado la
vajilla entera por la ventana. Pero el dragón no vio nada de esto. Al primer
movimiento del caballero se detuvo abruptamente, y luego, se dio la vuelta a toda
velocidad, derribando a su paso con la cola a dos ancianas que contemplaban la escena desde un balcón, y aplastando a los espectadores que habían comenzado a
dispersarse, emprendió la huida. De un salto, se colocó fuera de la ciudad, voló a
través de los campos, trepó como pudo por las pendientes rocosas, y se zambulló en
su caverna sin fondo. Una vez allí, se dejó caer de espaldas, con las patas encogidas
y, mostrando su blanco y satinado estómago que no dejaba de temblar bajo las
oscuras bóvedas, dio un suspiro profundo, cerró sus ojos asombrados y murió.

 

miércoles, octubre 24, 2012

AUTOCARAVANA

 

2012-10-24 15.50.14  2012-10-24 17.56.36  2012-10-24 18.08.13

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 327

—Mañana a las cinco en mi casa —dijo Ilya Borisovich—. ¡Qué pena que no pueda
venir esta noche!
—¡Una pena! —contestó la voz titubeante—, pero verá, mis amigos me han
arrastrado a ver La pantera negra, una obra terrible, pero hace tanto tiempo que no
he visto a mi querida Elena Dmitrievna.
Elena Dmitrievna Garina, una hermosa actriz ya madura, había llegado de Riga para
montar un teatro de repertorio ruso en Berlín. El siguiente pase empezaba a las
ocho y media. Después de una cena solitaria Ilya Borisovich miró de repente el reloj,
sonrió maliciosamente, y tomó un taxi para ir al teatro.
El «teatro» era realmente una gran sala de conferencias, más que un teatro. La
representación no había empezado todavía. Un cartel de aficionado mostraba a
Garina reclinada sobre la piel de una pantera que había matado su amante, quien a
su vez la iba a matar a ella poco después.

 

        

JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS    327

La historia sabe los diversos momentos
de esa pesadilla tan lúcida: el descenso arriesgado y pendular
por las escaleras de cuerda, el tambor del ataque, la precipitación
de los defensores, los arqueros apostados en la azotea,
el directo destino de las flechas hacia los órganos vitales del
hombre, las porcelanas; infamadas de sangre, la muerte ardiente
que después es glacial; los impudores y desórdenes de la muerte.
Nueve capitanes murieron; los defensores no eran menos valientes
y no se quisieron rendir. Poco después de media noche
toda resistencia cesó.
Kira Kotsuké no Suké, razón ignominiosa de esas lealtades,
no aparecía. Lo buscaron por todos los rincones de ese conmovido
palacio; y ya desesperaban de encontrarlo cuando el consejero
notó que las sábanas de su lecho estaban aún tibias. Volvieron
a buscar y descubrieron una estrecha ventana, disimulada
por un espejo de bronce. Abajo, desde un patiecito sombrío, los
miraba un nombre de blanco. Una espada temblorosa estaba en
su diestra. Cuando bajaron, el hombre se entregó sin pelear.
Le rayaba la frente una cicatriz: viejo dibujo del acero de Takumi
no Kami.Entonces, los sangrientos capitanes se arrojaron a los pies del
aborrecido y le dijeron que eran los oficiales del señor de la Torre, de cuya perdición y cuyo fin él era culpable, y le rogaron
que se suicidara, como un samurai debe hacerlo.
En vano propusieron ese decoro a su ánimo servil. Era varón
inaccesible al honor; a la madrugada tuvieron que degollarlo

 

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L a m u e r t e d e V i r g i l i o
Hermann Broch                           230  327-230=97

—¡Oh retorno! ¡Oh retorno de quien ya no necesita ser un huésped! No puede repetirse la sonrisa
que antaño nos rodeara, no puede repetirse el sonriente abrazo, la totalidad del ser del despertar y
del aún-no-haber-despertado, clareado y aún oscuro, no puede repetirse la dulzura en la que hemos
sepultado nuestro rostro para que lo visto no se convierta azar; oh, todo era nuestro, porque todo nos
era dado de nuevo, nada era azar para nosotros, nada era perecedero, pues imperecederamente
inmóvil era el tiempo de los mundos, oh el tiempo de los mundos, en el que para los mudos ojos del
niño no había habido nada mudo y todo había sido nueva creación...
—¡oh retorno, oh música del interior y el exterior! Hundida en nosotros, nos ha quedado como
un saber del antaño, hundida en nosotros nos ha elevado a su mayor ser, y nosotros, hundidos en
ella, más grandes que nosotros mismos, la hallamos más allá del azar; ¡oh música del interior y el
exterior! sólo lo que está oculto en nuestro yo es más grande que nosotros, es inmortal para nosotros
y libre del azar, en armonía con la voz de las esferas, pero lo que no llevamos en nosotros, es para
nosotros azar y azar permanece, es mortal para nosotros, ya nunca será más grande que nosotros, ya
nunca nos encerrará...
—¡oh retorno! todo es encerrado por el niño, todo se le vuelve música, todo inmortal, todo la
grandeza de la totalidad, envolviendo siempre con su sonrisa al niño y colmándole de ella, porque,
los ojos fijos en sus ojos, el todo pudiera refugiarse en su abrazo; ¡oh, eso no puede repetirse para
nosotros, porque todo es irrecuperable en el crecimiento vacío! y aunque crezcamos tanto, tanto,
que nuestros brazos se ramifiquen como corrientes, extendido nuestro cuerpo sobre tierras y
océanos hasta los límites del mundo, la luna en nuestro cabello, espacio nosotros mismos, nosotros
mismos la cúpula estrellada de la noche, la bóveda resplandeciente del sueño, sin fin, sin fin, un
solo irradiar, aun así seguimos fuera de nosotros mismos, seguimos expulsados, la noche no nos
abraza ni mañana alguna nos abrazará, porque estamos confinados, sin huida ni punto al que poder
huir, sin entrega a nosotros mismos, porque nuestros brazos no han atraído nada a nuestro corazón...

   william-wegman-puppies  

GRAVES, ROBERT LA DIOSA BLANCA 206    327-206=121 

 

La creación de Adán en Hebrón en vez de en la Baja Mesopotamia es alarmante,
pues muchos eruditos en asuntos bíblicos consideran ahora los tres primeros capítulos
del Génesis como una leyenda jerahmeelita proveniente de Negeb en Judea que hicieron
suya los israelitas y se babilonizó durante el cautiverio. Jerahmeel («amado de la luna»)
es otro nombre del HérculesCanópico. El Dr. Cheyne restaura el texto de Génesis, ll, 8
como «Plantó luego Yavé un jardín en Edén de Jerahmeel». Y dice:
Los jerahmeelitas, de quienes los israelitas tomaron la leyenda,
probablemente situaban el Paraíso en una montaña muy alta, a veces en un
jardín, en alguna parte del territorio jerahmeefita. La montaña con un
bosquecillo sagrado en su cumbre ha desaparecido del relato del Génesis, 11,
pero está atestiguada en Ezequiel; y en el etíope Enoch, XXIV, el árbol de la
vida está situado en una cordillera del sur. En cuanto a la localidad, si es
exacto que la frase hebrea «una tierra que mana leche y miel» se refería
originalmente muna parte del Negeb (Números, XIII, 23, 27) podemos deducir
que esa tierra fértil, con sus vides, granadas e higueras (véase Génesis, 111, 7),
había sido en otro tiempo el Paraíso jerahmeel

ROBERT MERLE WEEK-END EN ZUYDCOTE    327

Volaban muy alto,en apretada formación, y de súbito se pusieron a evolucionar graciosamente,como hicieran antes ,separándose ,juntándose y volviéndose a separar.Caían de ala,giraban,iniciaban un picado,volvían a elevarse,viraban,describían círculos,formaban ochos,y después,de pronto,en triangulo,con el morro hacia adelante,hacían una salida de aves migratorias ,la interrumpían,volvían sobre sus pasos y se dividían de nuevo.Aquello semejaba figuras ensayadas de ballet,de un gigantesco ballet a dos mil metros de altitud,una especie de danza sacra antes del ataque.

 

2012-10-08 13.59.15

martes, octubre 23, 2012

ADIOS CORDERO,ADIOS.

 

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