Francisco de
Quevedo Villegas
Los sueños
Vinieron la Verdad y la Justicia a la tierra; la una no halló comodidad por desnuda, ni la otra por rigurosa. Anduvieron mucho tiempo ansí, hasta que la Verdad, de puro necesitada, asentó con un mudo. La Justicia, desacomodada, anduvo por la tierra rogando a todos, y viendo que no hacían caso della y que le usurpaban su nombre para honrar tiranías, determinó volverse huyendo al cielo. Salióse de las grandes ciudades y cortes y fuese a las aldeas de villanos, donde por algunos días, escondida en su pobreza, fue hospedada de la Simplicidad, hasta que invió contra ella requisitorias la Malicia. Huyó entonces de todo punto y fue de casa en casa pidiendo que la recogiesen. Preguntaban todos quién era, y ella, que no sabe mentir, decía que la Justicia; respondíanle todos:
-¿Justicia y por mi casa? Vaya por otra.
Y ansí no estuvo en ninguna. Subióse al cielo y apenas dejó acá pisadas. Los hombres, que esto vieron, bautizaron con su nombre algunas varas que, fuera de las cruces, arden algunas muy bien allá, y acá solo tienen nombre de justicia ellas y los que las traen, porque hay muchos deseos en quien la vara hurta más que el ladrón con ganzúa y llave falsa y escala. Y habéis de advertir que la cudicia de los hombres ha hecho instrumento para hurtar todas sus partes, sentidos y potencias que Dios les dio las unas para vivir y las otras para vivir bien. ¿No hurta la honra de la doncella, con la voluntad, el enamorado? ¿No hurta con el entendimiento el letrado que le da malo y torcido a la ley? ¿No hurta con la memoria el representante que nos lleva el tiempo? ¿No hurta el amor con los ojos, el discreto con la boca, el poderoso con los brazos (pues no medra quien no tiene los suyos), el valiente con las manos, el músico con los dedos, el gitano y cicatero con las uñas, el médico con la muerte, el boticario con la salud, el astrólogo con el cielo? Y al fin, cada uno hurta con una parte o con otra. Solo el alguacil hurta con todo el cuerpo, pues acecha con los ojos, sigue con los pies, ase con las manos y atestigua con la boca; y al fin son tales los alguaciles que dellos y de nosotros defiende a los hombres la santa Iglesia Romana.
-Espántome -dije yo- de ver que entre los ladrones no has metido a las mujeres, pues son de casa.
-No me las nombres -respondió-, que nos tienen enfadados y cansados, y a no haber tantas allá, no era muy mala la habitación del infierno. Diéramos, para que enviudáramos, en el infierno, mucho, que como se urden enredos, y ellas, desde que murió Medusa la hechicera, no platican otro, temo no haya alguna tan atrevida que quiera probar su habilidad con alguno de nosotros, por ver si sabrá dos puntos más. Aunque sola una cosa tienen buena las condenadas, por la cual se puede tratar con ellas: que como están desesperadas no piden nada.
-¿De cuáles se condenan más, feas o hermosas?
Sura 44. Ad-Duján (El Humo)
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(47) [Y se dirá:] “¡Cogedle, [Oh fuerzas infernales,] y arrastradle al centro del fuego abrasador:
(48) luego derramad sobre su cabeza la angustia de la ardiente desesperación! (49) ¡Saboréala –tú
que [en la tierra] te considerabas tan poderoso, tan noble!27 (50) Esto es precisamente aquello
que vosotros [que negabais la verdad] solíais cuestionar!”28
(51) [En cambio --] ciertamente, los conscientes de Dios se hallarán en una situación segura,
(52) entre jardines y fuentes, (53) vestidos de seda y brocado, unos enfrente de otros.29
(54) Así será. Y los desposaremos con compañeras puras, de hermosísimos ojos rasgados.30
(55) En ese [paraíso] reivindicarán [justamente] todos los frutos [de sus acciones pasadas],31
reposando seguros; (56) y no saborearán la muerte allí después de su muerte primera.32
Así les habremos librado del castigo del fuego abrasador –(57) como favor de tu Sustentador:
33 ¡y ese, precisamente, será el triunfo supremo!
(58) ASÍ, en verdad, [Oh Profeta,] hemos hecho esta [escritura divina] fácil de comprender,
en tu propia lengua [humana], para que los hombres recapaciten sobre ella.34