POSIBLE RETRATO DE ANJESENAMON -MUJER DE TUTHANKAMON
UNA GRAN MAGA
Ningún incidente dramático vino a enturbiar los nueve años del reinado de Tutankamón (1334-1325 a. J.C.). Sabemos que su morada para la eternidad, la única tumba real inviolada del Valle de los Reyes, fue descubierta en 1922 porHoward Carter, al cabo de una larga exploración financiada por lord Carnarvon.De esta tumba, cuidadosamente oculta, se extrajo una cantidad increíble de obras maestras; entre ellas, una capillita dorada cuyas escenas nos revelan qué papel desempeñó la gran esposa real.
Anjesenamón era extremadamente bella: la vemos tocada con una delicada y complicada peluca, la serpiente uraeus en la frente, los ojos pintados y la cara maquillada con gran destreza; luce también unos pendientes, además de un ancho collar de varias vueltas, y un largo vestido blanco que le llega hasta las sandalias. La gran esposa real era la imagen misma de la seducción.No obstante, las escenas en las que aparece no son meras demostraciones de encanto femenino; los textos jeroglíficos la designan, en efecto, como «la gran maga» que, mediante sus actos rituales, comunicaba al rey la energía necesaria para reinar. En las paredes del naos de oro, Anjesenamón renovaba para la eternidad los ritos de la coronación que la pareja real celebrará durante millones de años.
¿UNA REINA CULPABLE DE ALTA TRAICIÓN?
Tutankamón murió joven, sin duda antes de cumplir veinticinco años. Su viuda quedó desamparada. ¿Iba a asumir en solitario todo el poder convirtiéndose en reina-faraón, o tomaría por esposo a un nuevo monarca?La reina realizó entonces un acto insólito que cabría considerar como una traición. En lugar de elegir como faraón a uno de los nobles de la corte, escribió una sorprendente carta al rey hitita Subbiluliuma, cuyo máximo afán era conquistar las Dos Tierras y apoderarse de sus riquezas. El pasaje principal del documento, conservado por los archivos hititas, reza así:
«Mi marido ha muerto—
escribe la reina
—. No tengo hijos. Se dice que tú tienes varios hijos. Si me envías a uno de ellos, se convertirá en mi marido. Nunca escogeré a uno de mis servidores como marido”.
El soberano hitita dudó de la autenticidad de la misiva. Creyendo que se trataba de una trampa, envió a Tebas un emisario para que examinase la situación. Anjesenamón, impaciente, escribió una segunda carta y defendió su buena fe:
«De haber tenido un hijo propio, ¿me habría dirigido, en mi propio deshonor y en el de mi país, a un reino extranjero?»
(John Harris, sostienen que la carta fue enviada por la propia Nefertiti tras la muerte de Ajenaton. La mayoría piensan que Dahamuzu no es más que la traducción de "esposa del rey", y que por lo tanto, pudo ser tanto Anjesenamon como Nefertiti.)
El soberano hitita empezó a soñar. ¡Conquistar las Dos Tierras mediante un simple matrimonio! Decidió intentar la aventura y envió a Egipto uno de sus hijos, el futuro faraón En la corte no habían pasado desapercibidas las gestiones de la joven reina. Dos hombres vigilaban sus actos: el general Horemheb, jefe de los ejércitos,y el viejo sabio Ay, que ya había conocido tres reinados y era la eminencia gris de la administración. Mientras este oscuro asunto se limitaba al intercambio de misivas no intervinieron. Pero cuando la escolta del príncipe hitita se puso encamino tomaron una decisión.El príncipe hitita no llegó a cruzar la frontera; no cabe duda de que acabaron con su vida. La advertencia era clara y brutal: ningún hitita subiría nunca al trono de Egipto.Anjesenamón se casó con Ay, quien, después de servir a varios faraones,se convirtió él mismo en faraón con el apoyo de Horemheb. El mismo Ay había dirigido los funerales de Tutankamón. Su unión con la joven viuda fue puramente teológica.¿Qué fue de la esposa de Tutankamón tras su matrimonio con Ay? Lo ignoramos. Para nosotros, ella sigue siendo la gran maga del rey máscara de oro,la reina eternamente joven que le transmite ininterrumpidamente la vida
Respaldo de la silla de Tutanjamón. Museo de El Cairo.
la decoración que forma parte del respaldo del trono encontrado en la tumba de Tutanjamon, por Howard Carter, en la que su esposa le está untando probablemente aceites. Me parece que la imagen habla por sí sola de la relación que debió de existir entre ambos, además de ser una representación muy características del arte amarniano, lleno de humanidad y familiaridad. Un detalle a tener en cuenta es que en dicha imagen las figuras del Rey y de la Reina aparecen con sólo un pié calzado. El rey lleva una sandalia en su pié izquierdo, la reina sólo en su pié derecho. ¿Acaso denota un detalle más de esa intimidad y ternura que respira la imagen? ¿Puede suponerse como "todo un detalle enternecedor" este compartir hasta el calzado? ¿Son solo figuraciones? Indicamos que tras examinar fotos, incluso el propio sitial en el Museo de El Cairo, nos quedan algunas dudas. Parece como si el artista hubiese querido calzar al Rey en ambos pies, pero al final, o bien se arrepintió, o bien en el azar de los miles de años transcurridos, esas partes de la indumentaria se desprendieron. Puede observarse como sobre el empeine del pie derecho del Rey subsiste una fina tira del mismo material del calzado que lleva en el pie izquierdo, también puede observarse una fina línea en el pie derecho que podría ser una huella de la pieza que falta. Pero si observamos el pié izquierdo de la Reina, veremos que no hay ningún indicio que suponga la presencia en el pasado de ningún tipo traza de calzado, excepto bajo el pie donde se extiende una ¿suela? ¿es el suelo mismo?. De todas maneras, sea lo que sea, nos sirve de pretexto para abundar un poco más en esa tierna imagen, nacida de un arte mucho más natural que el rígido Arte Egipcio secular.