GEORGES CONCHON EL ESTADO SALVAJE pag.473
¿De modo que,porque él es negro, he de pegarle más que a otro?Entonces,sería como un toro,embestiría contra lo negro en vez de hacerlo contra lo rojo,me lanzaría sobre un trapo que agitan…¿Ciegamente?Vamos,vamos,es algo que no tiene sentido…Un hombre es un hombre,mierda,¿no?.Pero aquí, lo bueno son los animales.Busque un auto y vaya a darse una vuelta por la colina, y será muy extraño si no ve una pantera que cruza la pista, a la luz de los faros resulta fantasmal, en dos saltos,bum,bum,no,ni siquiera eso:silencio,un relámpago blanco,en una pantera blanca…!Inolvidable!.
JAMES JOYCE ULISES pag.473
En una elegante mesa de caoba,cerca de él,estaban dispuestos en orden el cuchillo de descuartizar,los diversos instrumentos de fino temple para el destripado,una cazuela de barro para la recepción del duodeno,colon,intestino ciego,apéndice,etc.,una vez extraídos con éxito, y dos amplias cacharras de leche destinadas a recibir la preciosísima sangre de la preciosísima víctima. El mayordomo general del Hogar asociado para Gatos y Perros estaba presente para trasladar estas estas vasijas,una vez llenas,a dicha institución de beneficiencia.
MIGUEL ANGEL ASTURIAS MENSAJES INDIOS Danza guerrera pag.473
La esmeralda entre plumas
Los vencidos pegados a la cera caliente
De la sangre, ya heridos
Por el vuelo en saetas
De abejas vengadoras
¿De qué constelación salió este sueño
De jaguares,abejas y guerreros
ALI
TARIQ A LA SOMBRA DEL GRANADO págs.=141 141*3=423 473-423=50
-Era absolutamente sincero -afirmó al-Zindiq con una certeza propia de su
edad-. En una ocasión djo que el peor día de su vida fue aquel en que llevó a
su hijo a la mezquita para las plegarias del viernes y una multitud los echó. No
le afectó sólo la humillación, sino también la convicción de que las pasiones de
la gente sin instrucción acabarían ahogando la religión más moderna del mundo.
En cuanto a mí, creo que Ibn Rushd no era suficientemente hereje. Aceptó la idea
de que el universo está al servicio de Dios. -Zuhayr comenzó a temblar-. ¿Tienes
frío, chico?
IVO ANDRIC UN PUENTE SOBRE EL DRINA pags: 207 207*2=414 473-414=59
La kapia volvió a ser para la ciudad lo que había sido siempre. En la terraza izquierda, según se salía de la ciudad, el dueño del café encendió de nuevo un brasero y dispuso sus utensilios.
Sólo había sufrido desperfectos la fuente, en la cual la cabeza del dragón, por donde brotaba el agua, había sido aplastada. La gente tornó a detenerse en el sofá y a pasar allí el tiempo hablando, arreglando sus asuntos o dormitando ociosamente. En las noches de verano, los muchachos cantaban en grupos; los hombres solitarios acudían también a sentarse en las terrazas, ahogando alguna tristeza de amor o un deseo doloroso y vago de marcharse a otras tierras y emprender una vida lejos (deseo de grandes empresas y de aventuras extraordinarias que a menudo atormenta a los jóvenes que arrastran su existencia en ambientes estrechos y limitados).
Unos veinte años después de todos estos acontecimientos, fue una nueva generación la que cantó y bromeó en el puente, una generación que no se acordaba de la armazón deforme que fue en tiempos el reducto de madera, ni de los gritos sordos de la guardia que, por la noche, detenía a los viajeros, ni de Hairudine, ni de las cabezas que éste cortaba con una maestría que llegó a ser proverbial.
Solamente algunas viejas perseguían a los muchachuelos que les robaban melocotones gritando con voz fuerte e irritada algunas maldiciones:
— ¡Ojalá Dios ponga en tu camino un Hairudine que te corte la cabeza! ¡Ojalá tu madre tenga que ir a la kapia a buscar tu cadáver!
ISABEL ALLENDE LA CASA DE LOS ESPIRITUS pags: 261 473-261=212
-¡Son unos imbéciles, no se dan cuenta de que la derecha se está armando! -dijo
Miguel a Alba.
Alba le creyó. Había visto descargan en medio de la noche grandes cajas de madera
en el patio de su casa, y luego, con gran sigilo, el cargamento fue almacenado, bajo
las órdenes de Trueba, en otro de los cuartos vacíos. Su abuelo, igual que su madre, le
puso un candado a la puerta y andaba con la llave al cuello en la misma bolsita de
gamuza donde llevaba siempre los dientes de Clara. Alba se lo contó a su tío Jaime,
que después de acordar una tregua con su padre, había vuelto a la casa. «Estoy casi
segura de que son armas», le comentó. Jaime, que en esa época estaba en la luna y lo
siguió estando hasta el día en que lo mataron, no pudo creerlo, pero su sobrina insistió
tanto, que aceptó hablar con su padre a la hora de la comida. Las dudas que tenían se
les disiparon con la respuesta del viejo.
-¡En mi casa hago lo que me da la gana y traigo cuantas cajas se me antojen! ¡No
vuelvan a meter las narices en mis asuntos! -rugió el senador Trueba dando un
puñetazo a la mesa que hizo bailar la cristalería y cortó en seco la conversación.
Esa noche Alba fue a ver a su tío en el túnel de libros y le propuso usar con las
armas del abuelo el mismo sistema que ella empleaba con las vituallas de su madre
IAN McEWAN EL INOCENTE pags:270 473-270=203
No era sólo que sabía que ella haría mejor el trabajo de limpiar la mesa y el suelo. Quería que se fuera, quería estarsola.Y a él la posibilidad de dejar aquel lugar, de salir él solo,aunque fuese cargado con un pesado equipaje, le resultaba atractiva.Le daba sensación de libertad. Deseaba alejarse de ella tanto como ella deseaba que él se fuera. Era así de simple y deprimente. Porque ahora no podían tocarse, ni siquiera podían intercambiar una mirada. Hasta los gestos más convencionales, cogerle una mano por ejemplo, le repelían. Todo entre ellos, cada detalle, cada transacción, impacientaba e irritaba, como arenilla en un ojo. Vio las herramientas. Allí estaba el hacha, sin usar. Trató de recordar por qué había pensado que la necesitaría. La imaginación era aún más brutal que la vida.
—No te olvides de limpiar bien la cuchilla y la sierra y todos los dientes —dijo él
MUJICA LAINEZ EL UNICORNIO pags: 212*2=424 473-424=49
Yo holgazaneaba hasta tarde entre los cuerpos indefensos. No era únicamente mi amor
por Aiol el que a ello me impelía, sino la necesidad de saber que participaba de esas
alegrías, esos titubeos y esas angustias, y de que ya no estaba sola, descartada de las
desazones de la vida, en la fatua prisión de Lusignan. Oía sus respiraciones, sus quejas,
sus ronquidos, sus palabras tartamudas, infantiles, su rechinar de dientes, y respiraba el
olor que se levantaba del encierro caldeado, y así como cuando Aiol, al atisbar por la
ventana, pensativo, tenía la sensación de que espiaba al futuro, yo sentía que en los
instantes en que más se me entregaba la inerme intimidad de aquellos seres, me
acercaba a las enigmáticas raíces del mundo, y que el mundo se resumía y concretaba y
crecía, como una rica planta de distintas hojas y flores en el abrigo de un invernáculo, en
la fértil fraternidad de un mesón de Poitiers. Hasta que terminaba la silenciosa ronda y yo
también me echaba a descansar, aguardando el momento en que todos reanudaríamos,
con el alba.
ORHAN PAMUK ME LLAMO ROJO pags: 292 473-292=181
Así pues, pusimos unas junto a otras las páginas de aquellos dos libros que se estaban
preparando, el uno en secreto y el otro abiertamente, que contaban historias y trataban temas
distintos, y que estaban ilustrados con estilos diferentes, el libro del difunto señor Tío y el Libro de
las festividades describía las ceremonias de la circuncisión de Nuestro Príncipe, que se estaba
pintando bajo mi supervisión, y Negro y yo observamos con atención los lugares por los que
pasaba mi lente.
1. Primero observamos la boca abierta de la piel de zorro que un peletero vestido con un caftán
rojo y un fajín morado llevaba en brazos durante el desfile de los artesanos peleteros mientras
pasaban ante el Sultán, que los contemplaba desde un quiosco hecho especialmente para la
ocasión. Los dientes del zorro, que se podían distinguir individualmente, y los dientes de aquella
malhadada criatura medio demonio, medio gigante, y que yo creía que venía de la mismísima
Samarcanda, que aparecía en la pintura del Diablo del Tío, habían surgido de la misma mano, del
pincel de Aceituna.
ANDRES TRAPIELLO AL MORIR DON QUIJOTE pags: 206*2=412 473-412=61
Quizá la ambición de casarse con Antonia fuese en Cebadon anterior a la muerte de don Quijote, pero ésta le dio alas, y se dijo: ancha es Castilla. Porque una cosa, según pensaba Cebadón, eran las comedias y entremeses y otra bien diferente, como él decía, «la cruda realidad»; una cosa, celebrar el triunfo del amor en las novelas o en los cánticos y madrigales, y otra, descender a los casos concretos de la familia propia, y Cebadón, atribuyendo a don Quijote su propia previsión, estaba convencido de que el hidalgo habría estorbado la unión de un gañán con su sobrina, incluso en el caso de que ella le hubiese favorecido con sus amores, y por eso jamás se le hubiera ocurrido en vida del hidalgo acercarse a la muchacha. Pero una vez muerto, nada le impedía soñar con ocupar un lugar preponderante en el corazón de Antonia, en su lecho y, desde luego, en aquella casa, los majuelos, las tierras y el ganado.
Y tales cosas le participó Cebadan a un amigo suyo, con el que había guardado los rebaños muchos días, un cabrero al que se le conocía en el pueblo por el nombre de Juan y el sobrenombre de Montes, porque era un hombre que como los gatos monteses era de difícil presa, y siempre lograba escabullirse y hallarle una gatera a todas las cuestiones y parlas que se hablaran, por donde fugarse. Pero precisamente por ello, todo el mundo le consultaba los casos graves y peliagudos, para los que tenía, a pesar de su extrema juventud, una razonable salida.
A Juan Montes le habló Cebadón:
—¿Qué justicia hallas tú en el mundo Juan, que nos hace a unos desde la cuna pobres y a otros ricos, a unos con castillo y a otros sin más techo que las estrellas, sin haber puesto de nuestra parte nada?