En japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984. En ese mundo en apariencia normal y reconocible se mueven Aomame, una mujer independiente, instructora en un gimnasio, y Tengo, un profesor de matemáticas. Ambos rondan los treinta años, ambos llevan vidas solitarias y ambos perciben a su modo leves desajustes en su entorno, que los conducirán de manera inexorable a un destino común. Y ambos son más de lo que parecen: la bella Aomame es una asesina; el anodino Tengo, un aspirante a novelista al que su editor ha encargado un trabajo relacionado con La crisálida del aire, una enigmática obra dictada por una esquiva adolescente. Y, como telón de fondo de la historia, el universo de las sectas religiosas, el maltrato y la corrupción, un universo enrarecido que el narrador escarba con precisión orwelliana.
AOMANE.
AOMAME
Con sigilo, para no despertar a la mariposa
1 Aomame puede designar una variedad de soja o puede ser sinónimo de guisante.
Soramame significa haba (Viciafaba); y Edamame, vaina de soja verde.
La Historia era una de las aficiones de Aomame, junto con el deporte. Apenas
había leído novelas, pero podía leer cuantos libros históricos se le pusieran delante.
De la Historia le interesaba el hecho de que todos los acontecimientos estaban, en el
fondo, vinculados a determinadas épocas y lugares. Acordarse de las diferentes
épocas no le resultaba difícil. Aunque no memorizara las cifras, cuando podía captar
todas las relaciones entres los diversos hechos, las épocas le venían automáticamente
a la cabeza. En los exámenes de Historia durante la secundaria y en el instituto
siempre sacaba las notas más altas de la clase. Cada vez que alguien le decía que se le
daba mal recordar épocas históricas, ella se extrañaba. ¿Por qué no son capaces de
hacer algo tan sencillo? Aomame era realmente el apellido de aquella chica. Su
abuelo paterno era oriundo de la prefectura de Fukushima. Se decía que en aquellos
pequeños pueblos y aldeas en medio de las montañas había varias personas que se
apellidaban Aomame.
TENGO-
El primer recuerdo de Tengo era de cuando tenía un año y medio. Su madre se
había quitado la blusa, había desanudado el lazo de la combinación blanca y daba el
pecho a un hombre que no era su padreCada vez que se le presentaba la oportunidad, Tengo preguntaba a las personas
que lo rodeaban qué edad tenían en el primer recuerdo de sus vidas. La mayoría,
cuatro o cinco años. Como muy pronto, tres años. Nadie solía recordar cosas de una
edad más temprana. Era como si un niño debiera tener al menos tres años para poder
presenciar y comprender, con cierta lógica, las situaciones que ocurrían a su
alrededor. En fases previas, todo se reflejaba como un caos incomprensible. El
mundo era cenagoso como una papilla diluida, carecía de armazón y resultaba
elusivo. Se escapaba por la ventana sin llegar a constituir un recuerdo en el cerebro.
Por supuesto, un lactante de un año y medio de edad no puede juzgar qué
significa el hecho de que un hombre que no es su padre chupe los pezones de su
madre. Eso es evidente.
Komatsu le pasó a Tengo un pequeño trabajo de redacción. Tenía que escribir
textos anónimos para una revista femenina que publicaba su editorial. Despachaba
todo lo que le encargaban, desde reescribir cartas al editor, hasta redactar breves
reseñas de películas o de nuevas publicaciones, pasando incluso por el horóscopo. El
horóscopo, que Tengo escribía al tuntún, tenía fama porque acertaba a menudo.
Cuando escribió «Tenga cuidado con el terremoto que va a haber por la mañana
temprano», efectivamente hubo un gran terremoto a primera hora del día. Ese tipo
de trabajo a destajo era de agradecer, porque le proporcionaba unos ingresos
adicionales y le servía como práctica de la escritura. Le alegraba que sus textos
fueran publicados y expuestos en las librerías, no importaba bajo qué formato
¿No sería, acaso, un mero falso recuerdo? Una invención de la memoria: Tengo
también había considerado esa posibilidad. Pero había llegado a la conclusión de que
lo más seguro es que fuera imposible. Era demasiado vivida y tenía un poder
persuasivo demasiado profundo como para ser una invención. La luz, el olor, las
palpitaciones allí presentes. El realismo que emanaba era sobrecogedor; no podía ser
una falsificación. Además, suponiendo que fuera real, daba sentido a muchas cosas.
De manera lógica y emotiva.
A veces aquella imagen nítida aparecía, sin previo aviso, durante unos diez
segundos. Ni un presagio, ni una prórroga. Sin llamar a la puerta. Lo visitaba de
repente cuando viajaba en el tren, cuando escribía fórmulas matemáticas en el
encerado, cuando comía o cuando charlaba con alguien (como, por ejemplo, en ese
preciso instante). Avanzaba arrasando todo, como un tsunami silencioso. Cuando se
daba cuenta, ya se alzaba ante él y los miembros se le dormían por completo. El
tiempo se detenía durante un instante. A su alrededor, el aire se enrarecía y le
costaba respirar. La gente y los objetos que lo rodeaban se convertían en cosas ajenas
a él. La pared líquida engullía su cuerpo.
VOY POR EL CAPITULO 7,PROMETE SER UNA LECTURA INTERESANTE.