Mi lista de blogs
viernes, marzo 16, 2007
UNA NUBE QUE HABLA
Recuerdo otros momentos de aquellas veladas en los que, no solo había experimentado malestar,sino un movimiento de retroceso y de espanto,como el de aquella vez delante del fuego.
Anne,como si de pronto sintiera frío,estiraba aquella colcha lanosa y de color verde y se envolvia a medias con ella;entonces se acercaba a mi y,buscaba mi mano.
Pnim Vladimir Nabokov pag 83
Noche tras noche Victor se permitió tener estas leves fantasias,tratando con ellas de seducir al sueño en aquel frio cubiculo en el que estaba expuesto a todos y cada uno de los ruidos del inquieto dormitorio.
Ulises James joyce pag393
Le hicieron perder el juicio-dijo-con visiones del infierno.Nunca capturará la nota ática. La nota de Swinburne,de todos los poetas,la blanca muerte y el bermejo parto.
Ayer y anteayer S.J.Agnon pag.956
Aqui no hay nieves ni heladas,sino buenos vientos y tibio sol.Aquí,el hombre no debe temer que la sangre se le cuaje de frio,porque aun en los dias frios el sol discurre por el cielo y calienta.
Los Mitos Griegos Robert Graves pag.115
Al amanecer,cuando el gallo habia cantado tres veces,Alcmena llamó al anciano Tiresias y le refirió el prodigio.Aconsejó a Alcmena que hiciera una fogata con haces de ulaga,abrojos y zarzas,y quemara en ella a las serpientes a la medianoche.
El hechicero Nabokov pag.99
Abrió la puerta,cruzó corriendo el umbral,la cerró ensordecedoramente a su espalda,y,escuchando aún los gritos,la llave agarrada en la mano,descalzo y con una mancha fria en el impermeable,se quedó paralizado,comenzó a hundirse gradualmente.
Desgracia J.M.Coetzee pag.135
La zona más dolorosa es el borde externo de la oreja derecha;como le dijo la joven doctora,fue la única parte de su cuerpo que de hecho llego a arder.
martes, marzo 13, 2007
lunes, marzo 12, 2007
EL TIEMPO EN DOS DIRECCIONES
Quart de Poblet |
El Centro de Comunicaciones de la ONU gestionará a partir de 2008 la relación entre 90.000 civiles y militares |
Generalitat |
Camps propone al Gobierno crear la Casa del Mediterráneo en Valencia |
El acto del 11-M acaba en insultos de Vidal Quadras a Isaura Navarro | |||
La diputada valenciana de IU responde a los gritos contra Zapatero con un Viva la República y el dirigente del PP la llama gilipollas
|
EL TIEMPO EN DOS DIRECCIONES
Su desaparición fue explicada de la siguiente manera:tres amigos caminaban en la mañana del dia 10 de Marzo a lo largo de la carretera:un mecanico sin empleo,el peluquero y el hermano de éste,un joven que carecia de ocupación fija.
Habiendo advertido en el lindero del bosque el brillo de una cosa metalica,sin ponerse siquiera de acuerdo se encaminaron directamente hacia ella.
J.M.Coetze Desgracia pag.222
En cuanto a los perros,ni siquiera le apetece pensar en ellos.A partir del lunes,los perros liberados de la vida entre las cuatro paredes de la clinica serán arrojados al fuego sin señas de identidad,sin duelo.¿Obtendrá perdón alguna vez por traición semejante?.
Pere Gimferrer Noche en el Ritz 165 pags. 222-165=57
Sombras chinescas:muñecos australianos,canciones de la más mágica puericia.Yo miro a Tápies,que dia tras dia arranca al silencio uraño de mármol los contornos de un pais desconocido;y miro a Octavio Paz,que ,antes en Nueva Delhi,ahora en Mexico.hace chisporrotear el lenguaje y cuartea,lúcido,las máscaras de la idea.
Nabokov Pnin 185pags. 222-185=37
Manipuló fatalmente su estufa nueva y dijo,muy sombrio,"no importa,pronto seremos primavera".
Allan Poe Obras selectas pag.222
A continuación,oí una triste voz,que me costó reconocer como la del noble Fortunato.La voz decia!Ja,ja,ja,ja,ja!Una broma muy buena.
!Fortunato!
No hubo respuesta.Pasé una antorcha por la abertura y la dejé caer dentro.Como respuesta solo escuche el sonido de los cascabeles.Sentí nauseas,por la humedad de las catacumbas.Me apresuré a terminar mi trabajo.Puse la última piedra y la fijé.Contra la antigua pared ,volví a alzar la antigua pila de huesos.Durante medio siglo,nadie los ha perturbado.In pace requiescat!
Nabokov Lolita pag.222
Cuando correspondió mover a Gaston,comprendí a traves de la bruma de mi angustia,que podia robarme la reina.
domingo, marzo 11, 2007
ANIVERSARIO 11-M MONUMENTO A LAS VICTIMAS
Al salir del agua estuvo apunto de tropezar con el residuo humano.Saltó por encima,dio unos pasos,perdio el equilibrio y se desplomó en el suelo.Se puso a vomitar.Los espasmos sacudian su cuerpo.Al cabo de unos minutos,notó que el sudor le inundaba de pies a cabeza.Se acosto de espaldas y tuvo la sensación de flotar en un frescor delicioso.
Añadió con voz de niño:Tengo frio
Voy a mandarle a dos camilleros.
!Los canallas!
LA DEFENSA VLADIMIR NABOKOV 254pags 364-254=110pag.
¿Qué es eso?-preguntó ella
-Nada,nada-dijo Luzhin-;notas sobre diversas posibilidades.
¿Donde estoy?¿Quien es?¿Que pasará despues? se interrogó ella mentalmente,observando la habitación,la mesa cubierta de hojas de papel,la cama en desorden,el lavabo,en el fondo del cual yacia una hoja de afeitar oxidada,y un cajon a medio cerrar de donde,como una serpiente,pendia una corbata verde con lunares rojos.Ella trataba de decirse que aquel hombre no era apropiado para ella....y al mismo tiempo le preocupaba con toda claridad cómo se comportaria en la iglesia y que tal le sentaria el frac.
ROBERT GRAVES REY JESUS pag-364
Como el arabe habia dicho,el plañidero principal era el asesino rey Coscojo,un idolo falico,erecto,de rostro color escarlata,cabeza de cabra,y ojo de Agata.
Su reina era una Diosa de opulentas nalgas,pechos enormes y cola de pez,perfumada con nardo y vestida con un manto escarlata,cuyo rostro estaba pintado de verde con malaquita de cobre,como debe estar el rostro de una Diosa del amor,y el cuello cubierto de collares.En una mano tenia un delfin,en la otra una paloma.
ANTONIO GALA La pasion turca 140pags. 140*2=280 364-280=84
Yamam me acariciaba el pelo, la frente, las mejillas. Volví a hacer el gesto, ahora consciente, de girar la
cabeza al lado opuesto. Entonces me acarició la nuca, el cuello, la oreja... Dibujaba con su dedo la oreja;
tocaba mi pendiente... Estaban cayéndoseme lágrimas de los ojos, que caían sobre mi sien y sobre mi
nariz; lo supe porque Yamam me las borraba con sus dedos, y se demoraba en el hueso de mi pómulo, y
trazaba el perfil de la mejilla que desciende hasta la boca, y la línea de mi mandíbula, y avanzaba después
hasta la barbilla, ahora tan temblorosa y tan desalentada.
-No -dije-. ¡No!
Y me puse a sollozar con todas mis fuerzas, que no eran demasiadas.
-Déjame que te quiera -murmuraba cerca de mi oído Yamam.
Yo había aprendido que las batallas morales se libran a solas; me quedaba por aprender en carne propia
que las del amor hay que reñirlas con un aliado, a no ser que se tengan que reñir con un verdugo. Y es esa
ambigüedad la que conduce a que nunca estemos ciertos definitivamente de si hemos ganado o perdido la
batalla... Levanté la cabeza, y vi flores en mi mesa de noche.
-Déjame que te quiera -seguía murmurando Yamam-. Tu y yo somos el paraíso. Tú y yo somos bastante.
Wole Soyinka El hombre ha muerto 169pags. 169*2=338 364-338=26
—¿Está claro no? Supongo que ha leído mi artículo en los periódicos.
—Oh, sí.
Luego abrió un cajón de su escritorio y sacó una carpeta. Estaba llena de recortes de prensa.
—Sí. Los he leído. Y también las respuestas. ¿Qué opina usted de las respuestas a su artículo?
El tono era de satisfacción. Era ese tono, admíranos, ¿no te parece que lo hemos hecho bien?, que adquirió su sentido unos momentos después.
—Me parece que procedían de una maquinaria propagandística frenética —contesté—. La mayor parte de los nombres que aparecen firmando esas cartas son falsos. El setenta y cinco por ciento de las cartas han sido escritas por el mismo grupo de plumas a sueldo.
—¿Por qué está tan seguro de eso?
—Me chocó lo parecido del estilo. Hasta lo reconocí.
—Sí, por supuesto, usted es un literato.
—Sí. El estilo literario es para mí como una huella para usted. O el método de un ladrón en una operación. En realidad era evidente la misma mano colectiva también en las cartas escritas contra Tai Solarin. ¿Quiere saber quiénes las escribieron?
—¿Quiénes?
Mencioné al grupo por su nombre. Se sonrió y guardó la carpeta.
—No puedo decir nada sobre eso. Tampoco importa...
Pero sí importaba. Mallam D. no tenía suficiente dominio de sí mismo —en aquella etapa— para resistir ni siquiera la más mínima sensación de que había grietas en la Seguridad. Se leía en su cara: ¿cómo podía yo saberlo? ¿Qué más sabía yo de las actividades de ese grupo favorable al régimen militar? Pensé que debía de tenerle desorientado un poco más —era únicamente una pequeña ventaja temporal en la escaramuza, pero era un momento para aguijonear en aquel adversario debilidades reales o imaginadas, mala conciencia o ambición. ¿Hasta qué punto Mallam D. «sabía», qué papel desempeñaba entre los hombres que habían ordenado mi detención o algo peor?
—Dígame —le pregunté—: ¿por qué tiene Lagos tantas ganas de liquidarme?
ORHAN PAMUK Me llamo rojo 276pags. 364-276=88
Y así la conversación llegó a la muerte de los venecianos y de los musulmanes, a Azrael y a los demás ángeles de Dios y a cómo era imposible que dichos ángeles fueran representados por las pinturas de los infieles. El joven maestro que poco después habría de pintarme, y que ahora me mira con sus hermosos ojos en nuestro querido café, se sentía angustiado por aquella imponente conversación, notaba que su mano se impacientaba y quería pintarme, pero no sabía cómo era yo.
El avieso y astuto anciano, que pretendía enredar al joven maestro, se dio cuenta de aquello. Clavó su mirada, que brillaba con la llama del candil que ardía en vano en aquella habitación en sombras, en los ojos del joven maestro de manos milagrosas.
—La Muerte, que los venecianos pintan como un ser humano, para nosotros es un ángel, como Azrael —le dijo—. Pero con apariencia humana, como cuando Gabriel se le apareció en forma humana a Nuestro Profeta cuando descendió el Sagrado Corán. ¿Me entiendes?
Comprendí que aquel joven maestro al que Dios le había concedido un increíble talento se impacientaba, que quería pintarme. Porque el diabólico anciano había conseguido despertar en él la siguiente idea demoníaca: en realidad no queremos pintar algo que conocemos con toda su luz, sino algo desconocido y en penumbra.
—No sé nada en absoluto de esa Muerte de la que me hablas —dijo poco después el ilustrador que habría de pintarme.
—Todos sabemos de la Muerte —repuso el anciano.
—La tememos, pero no la conocemos.
—Entonces pinta ese temor.
Poco faltó para que me dibujara allí mismo. Noté cómo al gran maestro le hormigueaba la nuca, cómo se le tensaban los músculos del brazo, cómo buscaba un cálamo con la punta de los dedos. Pero como realmente era un gran maestro, se contuvo sabiendo que aquella tensión intensificaría el amor por la pintura de su espíritu.
Como el astuto anciano también lo había comprendido, le leyó fragmentos sobre la muerte de los libros que tenía ante él, del Libro del alma de El Cevziyye, del Libro de las circunstancias del Juicio Final de Gazzali, y otros de Suyuti para que le sirvieran de inspiración en mi pintura, en la cual estaba seguro de que se pondría a trabajar sin que pasara mucho.
Y así, mientras el maestro ilustrador de manos milagrosas hacía esta pintura mía que ahora contempláis con temor, escuchaba cómo el Ángel de la Muerte habría de tener miles de alas que se extenderían desde el Cielo hasta el mundo y desde el punto más lejano del Oriente hasta el más lejano del Occidente y cómo dichas alas abrazarían con amor a los verdaderos creyentes y serían dolorosas como clavos para los pecadores y los rebeldes y me pintó recubierta de clavos porque la mayoría de vosotros, ilustradores, estáis condenados al Infierno. El ilustrador escuchó cómo el ángel que Dios enviará para recoger vuestras almas llevará en la mano un libro en el que estarán escritos todos vuestros nombres y en las páginas de ese libro algunos nombres estarán rodeados por un círculo negro pero sólo Dios sabe el momento exacto de la muerte, y cómo cuando llegue ese momento caerá una hoja del árbol que hay bajo su Trono, y cómo quienquiera que agarre la hoja y la lea sabrá a quién le ha llegado el turno de morir, y por esa razón me pintó terrible pero también pensativa, como alguien que entiende de libros de cuentas. Como aquel viejo chiflado le leía que, después de que el ángel de la muerte apareciera en forma humana, le alargara la mano a la persona cuyo plazo había expirado y se llevara su alma, de repente todo lo envolvería una luz parecida a la del sol, el inteligente ilustrador me pintó rodeada de luz porque sabía que esa luz no sería visible para los que estarían junto al muerto. Como el apasionado anciano le leía también cómo en el Libro del alma decía que antiguos saqueadores de tumbas habían visto cadáveres con clavos por todas partes y llamas que aparecían en lugar del cuerpo aún reciente al cavar la tierra y cráneos llenos de plomo, el maravilloso ilustrador, que le escuchaba atentamente, mientras me pintaba puso todo lo que pudiera atemorizar al que me mirara.
Pero luego se arrepintió. No del miedo que había reflejado en la pintura, sino del mero hecho de haberme pintado. Y yo me siento como alguien a quien su padre recuerda con vergüenza y remordimientos. ¿Por qué se arrepintió de haberme pintado el maestro ilustrador de manos maravillosas?
ORHAN PAMUK El libro negro 255pags. 364-255=109
el misterio de las letras, a Galip poco le faltaba para creer que el guía compraba cada día el Milliyet antes que nadie y leía el artículo de Celâl con avidez, envidia, odio y la misma furia que se notaba en su voz. Mientras el guía les decía que aquellos que pudieran soportar el espectáculo de los esqueletos, inmortalizados abrazándose unos a otros, de los bizantinos que se habían refugiado en los subterráneos dejándose llevar por el pánico ante el cerco abbasí y de los judíos que habían huido de la invasión cruzada, podían entrar en aquella increíble galería de cuyos techos colgaban collares y ajorcas de oro, Galip comprendió que el guía había leído con sumo cuidado los últimos artículos de Celâl. Mientras el guía les contaba cómo los esqueletos de los genoveses, amalfitanos y pisanos que huyeron cuando los bizantinos masacraron a más de seis mil italianos en la ciudad, hacía de esto setecientos años, esperaban el día del Juicio Final sentados a las mesas que se habían bajado a los subterráneos durante el sitio de los ávaros junto a los esqueletos de aquellos que seiscientos años antes se habían salvado de la peste introducida en la ciudad por un barco procedente del mar de Azov, Galip pensaba que él tenía la misma paciencia que Celâl. Mientras el guía les contaba que aquellos que, para escapar de la prohibición del café, el tabaco y el opio de Murat IV, se habían lanzado a las galerías abiertas por los bizantinos cientos de años antes para huir de los otomanos que saqueaban la ciudad y que se extendían desde Santa Sofía hasta Santa Irene y desde allí hasta el Pantocrátor, y que luego, como resultaban suficientes, habían extendido hasta esta orilla, esperaban, bajo una sedosa capa de polvo que había caído sobre ellos como si fuera nieve, con sus molinillos de café y sus cafeteras, sus narguiles y pipas, bolsas de tabaco y opio y tazas, la aparición algún día de los maniquíes que les mostrarían el camino de la salvación, Galip pensaba que en algún momento la misma capa de polvo sedoso cubriría el esqueleto de Celâl. Mientras el guía contaba que podríamos ver, además de los esqueletos del heredero de Ahmet III, que después de que fracasara su conspiración palaciega se había visto obligado a descender a los subterráneos en los que setecientos años antes se habían refugiado los judíos expulsados de Bizancio, y el de la muchacha georgiana que se había fugado del harén con su amante, billetes de banco aún húmedos en manos de impresores de moneda falsa que controlan el color, o a una lady Macbeth musulmana que se había visto forzada a ir un piso más abajo, puesto que el pequeño teatro del sótano no disponía de camerino en el que cambiarse, tiñendo sus manos ante el espejo de su cómoda con un rojo tan original como no se había visto en ningún otro escenario del mundo gracias a un barrilito lleno de sangre de búfalo comprado a carnicerías clandestinas, o a jóvenes químicos, llevados por el entusiasmo de la exportación, destilando en sus retortas de cristal la deliciosa heroína que luego enviarían a América en roñosos barcos búlgaros, Galip pensaba que podría leer todo aquello en el rostro de Celâl con tanta exactitud como lo hacía en sus artículos.
Mucho más tarde, después de que el guía les mostrara a sus «invitados» todas las galerías y todos los maniquíes, después de que les contara lo que había sido el mayor sueño de su padre y de él mismo: que un cálido día de verano, mientras arriba todo Estambul dormitara en el pesado calor del mediodía envuelta por nubes de moscas, basura y polvo, abajo, en las frías, húmedas y oscuras galerías subterráneas, los pacientes esqueletos y los maniquíes, vivos gracias a la vitalidad de nuestro pueblo, organizarían todos juntos una fiesta, una enorme verbena, un banquete que celebraría la vida y la muerte y que iría más allá del tiempo y de la Historia, de las leyes y las prohibiciones; después de que los visitantes se imaginaran aterrorizados el horror y la excitación de aquella fiesta, los esqueletos y los maniquíes bailando felices, las copas de vino y las tazas rotas, la música y el silencio y los crujidos de los huesos al aparearse; después de que hubieran visto la amargura en el rostro de cientos de «ciudadanos» cuyas historias el guía ni siquiera sintió la necesidad de contar; en el camino de vuelta Galip sentía sobre sí el peso de todas las historias que había escuchado y todas las caras que había visto. El malestar que notaba en las piernas no se debía ni a lo empinado de la cuesta que subían ni al cansancio de aquel largo día. Sentía en su propio cuerpo el agotamiento que se veía en los rostros de aquellos hermanos suyos que se le aparecían en las resbaladizas escaleras iluminadas por las bombillas desnudas de las habitaciones húmedas ante las que pasaban sin cesar. Las cabezas inclinadas, las cinturas dobladas, las espaldas deformes, las piernas torcidas, los problemas y las historias de aquellos conciudadanos suyos eran prolongaciones de su propio cuerpo. Como sentía que todas las caras eran la suya y todas las desdichas su desdicha, quería no mirar a esos maniquíes que se le acercaban rebosantes de vida, no cruzar su miradaNAHUM MONTT El eskimal y la mariposa 133pags. 133*2=266 364-266=98
—Arrestarán a los sospechosos de siempre. En eso son muy buenos. En menos de lo que canta un gallo tendrán una cantidad de sospechosos aquí en Bogotá y en cualquier ciudad de Colombia, hablarán de redes y bandas y cosas por el estilo... Aparecerán sospechosos por todos lados. Después, cuando baje la emoción, serán discretamente liberados... Así son las cosas.
Don Luis tomó un sorbo de vino y le explicó que cada ciudad tenía un banco de sospechosos, culpables de algún delito, y en estos casos siempre acudían a ellos: eran los de mostrar.
—Además, ya tienen ese gran chivo que se llama Pablo Escobar.
Cerró los ojos y Coyote creyó que se había dormido. Al cabo de un rato los abrió y pidió un cigarrillo. Lo encendió y añadió:
—Al comienzo le disgustaba su papel, pero después cedió ante las tentaciones de la fama. Nosotros lo convertimos en una leyenda. Es cierto que está librando una guerra contra los políticos, pero también es cierto que no ha tenido velas en muchos entierros que le han adjudicado. La gente del común cree más en sus comunicados que en las versiones oficiales. Todos saben que algo huele mal en este país. Sospechan, pero nadie dice nada, porque no saben de dónde provienen las balas; ni siquiera Pablo Escobar lo sabe. El hombre ha vislumbrado algunos enemigos pero no ha visto la élite,
.