JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS 365
Los manuales de teología no se demoran con dedicación especial
en la eternidad. Se reducen a prevenir que es la intuición contemporánea
y total de todas las fracciones del tiempo, y a fatigar las
Escrituras hebreas en pos de fraudulentas confirmaciones, donde
parece que el Espíritu Santo dijo muy mal lo que dice bien el
comentador. Suelen agitar con ese propósito esta declaración de
ilustre desdén o de mera longevidad: Un día delante del Señóles
como mil años, y mil años son como un día, o las grandes palabras
que oyó Moisés y que son el nombre de Dios: Soy El que
Soy,, o las que oyó San Juan el Teólogo en Patmos, antes y después
del mar de cristal y de la bestia de color escarlata y de los pájaros
que comen carne de capitanes: Yo soy la A y la Z, el principio
y el fin.x Suelen copiar también esta definición de Boecio (concebida
en la cárcel, acaso en vísperas de morir por la espada) :
Aeternitas est interminabilis vitae tota et perfecta possessio, y
que me agrada más en la casi voluptusa repetición de Hans Lassen
Martensen: Aeternitas est merum hodie, est ¡inmediata et lucida
fruitio rerum infinitarum. Parecen desdeñar, en cambio, aquel
oscuro juramento del ángel que estaba de pie sobre el mar y sobre
la tierra (Revelación, X, 6) : y juró por Aquel que vivirá para
siempre, que ha creado el cielo y las cosas que en él están, y la
tierra y las cosas que en ella están, y la mar y las cosas que en
ella están, que el tiempo dejará de ser. Es verdad que tiempo en ese versículo, debe equivaler a demora.
1 La noción de que el tiempo de los hombres no es conmensurable con el
de Dios, resalta en una de las tradiciones islámicas del ciclo del miraj. Se sabe
que el Profeta fue arrebatado hasta el séptimo cielo por la resplandeciente
yegua Alburak y que conversó en cada uno con los patriarcas y ángeles que
lo habitan y que atravesó la Unidad y sintió un frío que le heló el corazón cuando la mano del Señor le dio una palmada en el hombro. El casco
de Alburak. al dejar la tierra, volcó una jarra llena de agua; a su regreso,El Profeta la levantó y no se había derramado ni una gota.
Mo YA N -La vida y la muerte me
están desgastando 365
Diao Xiaosan? Pues bien, justo cuando estaba sumergiendo
mi cerebro en esos pensamientos, y justo cuando el
personal de la granja estaba tratando de averiguar qué
futuro les aguardaba, y justo cuando el abdomen de un
cerdo que había sido enterrado apareció bajo el reluciente
sol, y justo cuando un pájaro de cola de vivos colores, un
pájaro que ni siquiera yo, con todos mis conocimientos y
mi experiencia, había visto jamás, vJroló bajo y fue a
aterrizar sobre el albaricoquero torcido e inundado de
agua, que había perdido todas sus hojas, y justo cuando
Ximen Bai miraba el pájaro, cuya cola colorida colgaba
hasta alcanzar casi el suelo, y gritaba excitada, con los
labios temblando: «¡Fénix!», justo en ese momento,
Jinlong salió corriendo de su nido nupcial, sujetando la
radio contra su pecho. Su rostro había perdido el color y
parecía un cadáver al que le había abandonado el alma.
Mirando con los ojos abiertos de par en par, anunció
bruscamente:
—¡El Presidente Mao ha muerto
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VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos 365
Ni una palabra, ni una sola palabra salió de los labios del inquilino; en su lugar, se
puso en pie al momento, se volvió hacia la ventana, alzó un dedo como para señalar
algo y se quedó así, de piedra.
Los hermanos miraron pero no encontraron nada raro en aquella ventana:
enmarcaba una nube, la copa del álamo y parte de la pared de ladrillo.
—Pero, cómo ¿es que no ven nada? —preguntó Romantovski.
El jersey rojo y el gris fueron hasta la ventana e incluso se asomaron, convirtiéndose
al hacerlo en hermanos gemelos. Nada. Y ambos tuvieron la sensación inmediata y compartida de que pasaba algo raro, muy raro. Se volvieron. El seguía junto a la
cómoda en actitud extraña.
—Debo de haberme equivocado —dijo Romantovski, sin mirarlos—. Me pareció
que algo pasaba volando. En una ocasión vi caer un avión.
—Eso ocurre a veces
TOROTUMBO MIGUEL ANGEL ASTURIAS 365
Cerró los ojos aterrorizado de sólo imaginar lo que ocurriría si echaban a Carne Cruda en el fuego, pero no pudo apartarse de su visión y aleteantes las narices, duros los dedos en las manos empuñadas que pesaban como martillos sobre sus rodillas, siguió imaginando con los ojos cerrados, mientras rodaba el automóvil, a los miembros del «Comité de Defensa contra el Comunismo», como hormigas que se acercaban a la hoguera con un escorpión de sangre a cuestas. Se representó a Tamagás, al padre Berenice, a Fracas, a Teotimo, al Milico Chacal, al yanqui del capuchón, a los dos invitados de sendas lilas, arzobispales y al entorchado fantoche presidencial, triste, intestinal, con las pestañas largas y las ojeras del árbol en que se ahorcó judas. Pero no pudo retener sus pupilas y en el instante en que vio o creyó que iban a entregar a las llamas al enorme Carne Cruda, muñeco de cuernos amarillos, ojos verdes y dientes blancos como los rieles de los ferrocarriles de la luna, alzó los párpados ateronados de cansancio y encontróse a sus acompañantes satisfechos de estar a pocas cuadras de la casa del alquilador de disfraces, planeando el asalto por la tapia que daba a la hortaliza, ya que eran pocos y debían operar por sorpresa.Sin haberse escondido tras el lienzo agujereado de un Cristo, lugar que le preparó Tamagás, no sólo para que no lo vieran, por aquello de que estarían ojo al Cristo y no ojo al ojo del escondido, sino para librar de maleficio a su buen amigo y cómplice de tantas cosas -la violación, las copias de las listas de evadidos, su culto al Demonio.
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