viernes, octubre 18, 2013

DURRUTI EN AMIGABLE CHARLA CON JESUS.

 

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REY JESÚS
DE
ROBERT GRAVES  417

Cerca del pueblo había un barranco llamado Barranco de los
Enredadores, y tradicionalmente se ejecutaba despeñando por él a toda persona que predicara doctrinas nuevas y peligrosas, tuviera algo que ver con la magia, o dijera ser lo que no era.
Apenas terminó el servicio y Jesús salió de la sinagoga, la concurrencia se apoderó de él
y lo condujo hacia el barranco. El ordenó con calma a sus discípulos:
-Volved a casa, hijos míos. Decid a mi madre que iré en seguida.
No luchó con sus captores, sino que echó a andar despreocupadamente al frente. Por otra parte, ellos dejaron en libertad los brazos de Jesús porque observaron que sus propios dedos se entumecían Y acalambraban. Jesús empezó a hablar serenamente con ellos de cosas indiferentes: la cosecha de frutas, el alto precio que se había pagado
recientemente por cierto campo que atravesaban. Todo el mundo guardó silencio
mientras él hablaba; su voz se alzaba incesantemente hasta que llegó a ser un grito que estalló en sus oídos estremeciendo sus orejas, pero luego retornó gradualmente al tono
de la conversación. Pronto dejaron de tener conciencia de lo que decía. Cada hombre buscó apoyo en su vecino, y todos unieron sus brazos. Su voz llegaba hasta ellos en olas
quebradas, como una distante canción traída por el viento, mientras avanzaban
adormecidos colina arriba. Cada vez se acercaban más al barranco: los hombres
dormían sobre sus pies como viejas mulas entre las varas de los carros.
De pronto un violento grito sonó en sus oídos:
-¡Alto! ¡Alto, enredadores de Jerusalén, o sois todos hombres muertos!
Obedecieron, y la larga fila miró estúpidamente el abismo. Tres pasos más y habrían perecido. Desde unos arbustos, a la derecha, oyeron nuevamente la voz de Jesús, que les ordenaba regresar en paz a sus hogares.
Giraron sobre sus talones y huyeron aterrorizados, como si los persiguieran los Shedim.

 

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CON EL OTOÑO LLEGA UNA GOTA FRIA DE DINERO .

"Vivimos un momento fantástico, llega dinero de todas partes"

 

La vida y la muerte me
están desgastando       MO YAN   417

El sonido del palo partiéndose por la mitad
me recorrió el cráneo hasta llegar a las orejas. Una mitad del palo se cayó
al agua, mientras que la otra mitad todavía seguía en su mano. No tuve
tiempo de pensar en el dolor que sentía en la cabeza. Mis ojos estaban fijos
en lo que quedaba de su palo mientras venía directamente a mi boca. Lo
agarré con los dientes y lo sujeté. Él aplicó todas sus considerables fuerzas
a tratar de tirar del palo hasta que su rostro se puso rojo como un farol
intentando eclipsar a la luna. Yo lo solté, haciendo que saliera volando
hacia atrás y que cayera al agua. Puedes pensar que había planeado hacer
una cosa así, pero en realidad no lo hice. En aquel momento todos los
sonidos, todos los colores y todos los olores se precipitaron sobre mí.

Salté al río, enviando una columna de agua a varios metros por
encima de la superficie. El agua estaba fría y tenía un tacto pegajoso, como
si fuera un licor que hubiera estado envejeciendo durante años. Vi a los
cuatro cazadores flotando en la superficie. Liu Yong y Lü Xiaopo estaban
tan borrachos que no podían funcionar ni pensar con claridad, así que no
había necesidad de que precipitara su partida de este mundo. Zhao
Yonggang era el único hombre auténtico que había entre ellos y, si podía
llegar a tierra firme, le dejaría vivir. Qiao Feipeng era el que se encontraba
más cerca de mí. Trató con todas sus fuerzas de mantener su nariz púrpura
por encima del agua.
Asqueado por el modo en que jadeaba para respirar, le golpeé en la
cabeza con mi pezuña. Después su cuerpo no se movió, salvo su trasero,
que salió flotando a la superficie.
Dejé que la corriente me llevara río abajo. El agua y los rayos de luna
formaban un líquido plateado, como una leche de burra que estuviera a
punto de congelarse. A mi espalda, el motor del barco estaba emitiendo
ruidos alocados, mientras desde la orilla del río llegaba un coro de gritos.
El único que pude distinguir fue:
—¡Disparadle! ¡Disparad!

JAMES JOYCE
ULISES   417

El acólito cantaba los responsos en
sobreagudo. He pensado muchas veces que sería
mejor tener muchachos sirvientes. Hasta los
quince, más o menos. Después, naturalmente...

Eso era agua bendita, supongo. Sacándole
sueños a sacudidas. Debe estar aburrido de este
trabajo, sacudiendo esa cosa sobre todos los
cadáveres que le traen. Sería bueno que pudiera
ver sobre qué lo está sacudiendo. Cada día
mortal una nueva remesa: hombres de edad
madura, mujeres viejas, chicos, mujeres
muertas de parto, hombres con barbas, hombres
de negocios calvos; jóvenes tuberculosas con
esmirriados pechos de gorrión. Todo el año rezó
lo mismo sobre todos ellos y les sacudió agua
encima: duerme. Ahora sobre Dignam.
—In paradisum.
Dijo que iba a ir al paraíso o que está en
el paraíso. Se lo dice a todos. Cansadora tarea.
Pero tiene que decir algo.

 

LOS MERCADOS ESTAN LOCOS

DISTINTA CASA CON LOS MISMOS CIMIENTOS.

 

                                                                     

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