CAPITULO II-----------EL ASESINATO DEL OBISPO----------370
(1)¿Quién mi niña,puso en tus manos esa piedra de rio que llevas como piedra preciosa?Un momento después, señala a uno de los guerreros.El acusado intenta huir,pero los que están cerca de el,lo sujetan.
(2) Permítaseme recordar que en Inglaterra, durante la aprobación del Acta de Niños y Jóvenes en 1933,se definió el término "niña "como<criatura que tiene más de ocho años, pero menos de catorce>(después de lo cual, desde los catorce hasta los diecisite,la definición estatuida es<joven>)Hugh Broughton,escritor polemista del reinado de Jaime Aprobó que Rahab era una prostituta desde los diez años. Tengo algunas otras imágenes: dos de las hijas pre-núbiles del rey Akenaton y la reina Nefertiti(la pareja real tenía una progenie de seis).con muchos collares de cuentas brillantes por todo atavío,abandonadas sobre almohadones, intactas después de tres mil años, con suaves cuerpos morenos de cachorros, el pelo corto, los alargados ojos de ébano…..Dante se enamoro perdidamente de su Beatriz cuando ella tenía nueve años, Petrarca se enamoro locamente de su Laura, ella era una ninfula rubia de doce años.
(3) La joven con lento cuidado se quitó una ramita agarrada a su falda clara.Creí que andaban en una nueva conspiración de la pólvora-dijo J.J. O´Molloy.Ned Lambert chascó los dedos en el aire.-Vaya por Dios-gritó-,Me olvide de decirle aquello del conde de Kildare después que pegó fuego a la catedral de Cashel.¿Lo sabe?Siento una burrada haberlo hecho,dice,pero juro por Dios que creí que estaba dentro el arzobispo.
(4) Nuestra vida en común fue breve pero feliz. Durante treintaicinco días vivimos juntos y cada noche hicimos el amor y hablamos hasta tarde y comimos en casa comidas que preparaba él y que generalmente eran complicadas o a veces muy sencillas pero siempre apetitosas. Una noche me contó que la primera vez que hizo el amor tenía diez años. No quise que me contara más. Recuerdo que miré hacia otro lado, hacia un grabado de Pérez Camarga que colgaba de una pared y que rogué a Dios que aquella primera vez hubiera sido con una adolescente o con un niño o una niña y que no lo hubieran violado.
(5) Una noche, sin ningún motivo que yo pudiera entender, me llevó a su cuarto en el segundo piso. Me dijo que me sentara en la cama, y una vez me hube puesto cómodo, abrió la tapa de un viejo y baqueteado baúl que estaba en un rincón. Yo siempre había pensado que ella guardaba allí sus sábanas y mantas, pero resultó que estaba lleno de objetos de su pasado: fotografías y collares de cuentas, mocasines y vestidos de piel, puntas de flecha, recortes de periódico y flores secas. Uno por uno, trajo estos recuerdos hasta la cama, se sentó a mi lado y me explicó lo que significaban. Resultó ser verdad que había trabajado para Búfalo Bill, y lo que más me impresionó al mirar sus viejas fotos fue lo bonita que había sido entonces, vivaz y esbelta, con todos sus dientes blancos y dos largas y preciosas trenzas. Había sido una auténtica princesa india, una squaw de ensueño como las de las películas, y resultaba difícil asociar a aquella graciosa chica con la gorda lisiada que nos llevaba la casa, aceptar el hecho de que eran la misma persona. Había empezado cuando tenía dieciséis años, me dijo, en el apogeo de la moda de la Danza de los Espíritus que había barrido los territorios indios a finales de la década de 1880. Aquéllos eran malos tiempos, los años del fin del mundo, y los pieles rojas creían que la magia era lo único que podría salvarlos de la extinción. La caballería los acorralaba por todas partes, expulsándolos de las praderas y encerrándolos en pequeñas reservas, y los Casacas Azules tenían demasiados hombres para que un contraataque fuese viable. Bailar la Danza de los Espíritus era la última línea de la resistencia: sacudirte hasta el frenesí, saltar y brincar como los Holy Rollers y los chiflados que presumían de haber recibido el don de lenguas. Entonces podías volar fuera de tu cuerpo y las balas del hombre blanco ya no te tocaban, ya no te mataban, ya no vaciaban tus venas de sangre. La danza prendió en todas partes y finalmente el propio Toro Sentado se unió a ella.
(6)
El 14 de abril de 1984 Juan Pablo II hacía un llamamiento a la juventud de todo el mundo: «Os toca averiguar si ha anidado en vosotros el bacilo de esa 'cultura de la muerte (p.e., drogas, terrorismo, erotismo y tantas otras formas del vicio) que, lamentablemente, envenena y destruye vuestra juventud». El «erotismo» aparece aquí, como de costumbre, ¡junto a las drogas, el terrorismo y las demás formas del vicio! El Papa prosigue:
«os digo, queridos jóvenes, una vez más: no cedáis ante la 'cultura de la muerte'. Elegid la vida (...) ¡Respetad vuestro cuerpo! Es una parte de vuestra humanidad. Es templo del ESPÍRITU SANTO. Os pertenece porque os fue regalado por Dios». El cuerpo, colocado aquí entre Dios y el Espíritu Santo, no pertenece precisamente al joven; en todo caso, no debe pertenecerle a él ¡sino a la Iglesia! ¡La Iglesia lo reclama! ¡Quiere disponer de él!
¿Pero qué entiende este hombre por «vida»? ¿Qué quiere decir para él «renovación»? Quiere decir «penitencia»; «que el ser humano sea consciente de que
es pecador»; «que sepa que sólo Dios misericordioso puede otorgar una segunda oportunidad (...)». Sin embargo, todo esto no significa nada más que: ¡más poder, más poder para la Iglesia! ¡Mayor tutela de los creyentes! Y, si Dios quiere, ¡también de los incrédulos! ¡De todos! Los fundamentalistas estrictos prácticamente han emprendido una cruzada en favor de una «América más limpia» en especial durante el gobierno de Ronaid Reagan. Como consecuencia de sus presiones, se ha introducido la censura en bibliotecas escolares, manuales de enseñanza y textos de canciones, una censura entre cuyas víctimas se encuentran cada vez más a menudo libros como el Ulises de James Joyce o Huckieberry Finn de Mark Twain.
(7) La barrera de sonidos seguía su curso, potente, impenetrable. Las manos espectrales en sus profundidades de laca seguían con sus contorsiones habituales. «Seremos felices para siempre», ¡qué melodía, qué resplandor trémulo en aquellas palabras! Ella era toda como de terciopelo y uno no quería sino abrazarla como abrazaría. a un potrillo con las piernas dobladas. Abrazarla, envolverla. ¿Y luego, qué? ¿Qué había que hacer para poseerla por completo? Amo tu hígado, tus ríñones, tu sangre. Y ella le contestaba: «No seas desagradable». No vivían con gran lujo, pero tampoco eran pobres, e iban a nadar al mar en cualquier época del año. Las medusas, arrojadas por el mar a la playa de guijarros, temblaban con el viento. Las rocas de Crimea brillaban con la espuma. En una ocasión vieron a unos pescadores que se llevaban el cuerpo de un ahogado; sus pies descalzos sobresalían por debajo de la manta y parecían sorprendidos. Por las noches solía hacer chocolate caliente.
(1)M.Angel Asturias La audiencia de los confines pag.370
(2)Vladimir Nabokov Lolita pags.344 370-344= pag.26
(3)James Joyce Ulises pag.370
(4)R.Bolaño Los detectives salvajes pag.370
(5)P.Auster Mr.Vertigo pags:136*3=408 – 370= pag.38
(6)Karlheinz Deschner Historia sexual del cristianismo pag.370
(7)Vladimir Nabokov Cuentos completos pag.370
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