JORGE LUIS BORGES
OBRAS COMPLETAS
EL OTRO, EL MISMO
Sólo -una cosa no hay. Es el olvido.
Dios; que salva el metal) salva la escoria
Y cifra en Su profética memoria
Las lunas que serán y las que han .sido.
Ya todo está. Los:miles de reflejos ;
Que entre los dos crepúsculos del día
Tu rostro, fue dejando en los espejos
Y los que irá dejando todavía.
Y todo es una parte del diverso
Cristal de esa; memoria, el universo;
No atienen fin sus arduos corredores
Y las puertas se cierran a tu .paso;
Sólo del otro lado del ocaso,
Verás los Arquetipos y Esplendores.
Roberto Bolaño
2666
–¿Lo habéis pensado bien?
–Mataremos a quien nos lo impida –dijeron los rumanos.
La mayoría, como para reafirmar sus palabras, cogió sus fusiles
y hubo alguno que incluso se puso a apuntarles sin el más
mínimo recato. Por un instante pareció que ambos grupos se
iban a poner a disparar. Justo en ese momento Reiter se bajó
del vehículo y haciendo caso omiso de la actitud de los rumanos
y de los alemanes se puso a caminar en dirección a la cruz y
al crucificado. Éste tenía sangre seca sobre el rostro, como si le
hubieran roto la nariz a culatazos la noche anterior, y sus ojos
estaban amoratados y los labios hinchados, pero aun así lo reconoció
en el acto. Era el general Entrescu, el hombre que se
había acostado con la baronesita Von Zumpe en el castillo de
los Cárpatos y a quien él y Wilke espiaron desde el pasillo secreto.
Le habían arrancado la ropa a jirones, probablemente
cuando aún estaba vivo, dejándolo completamente desnudo a
excepción de sus botas de montar. El pene de Entrescu, una
verga soberbia que en erección medía, según los cálculos que
Wilke y él hicieron en su momento, unos treinta centímetros,
era mecido cansinamente por el viento del atardecer. A los pies
de la cruz había una caja de fuegos artificiales, con los que el
general Entrescu entretenía a sus invitados.La pólvora debía de
estar mojada o los artefactos caducados puesto que lo único
que hacían al estallar era provocar una nubecilla de humo azul
que no tardaba en subir al cielo y desaparecer.
JAMES JOYCE
ULISES
Los arruina. Les destroza la vida. Luego
les construye cubiles para que terminen allí sus
días. Arrorró. Arrullo. Muere, perro. Perrito,
muere.
La voz de alerta, solemne alerta, les
advirtió que el joven había entrado en un
vestíbulo solitario, les refirió cuán solemnes
eran allí sus pasos, les describió la oscura
cámara, el sacerdote con la estola, sentado para
recibir la confesión.
Alma honesta. Un poco inservible ahora.
Cree que va a salir ganador en el rompecabezas
poético de las Respuestas. Le entregamos un
billete flamante de cinco libras. Pájaro
empollando en un nido. Creyó que era la
incubación del último trovador. G. dos espacios
o, ¿qué animal doméstico? D tres espacios e,
marino prócer valiente
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