EL VELLOCINO DE ORO ROBERT GRAVES 94
-Ya sé cómo pasan su tiempo los dioses y las diosas allá arriba -dijo Idas en tono solemne.
-¿Cómo lo pasan? -preguntó Corono de Girtón, el ingenuo lapita.
-¡Jugando con bolas de nieve! -exclamó Idas, riéndose a carcajadas de su propia agudeza. Sus
compañeros fruncieron el ceño ante tal ligereza. La majestad del Olimpo, incluso visto desde una
distancia de diez millas, les llenaba el alma de un temor reverencial.
Almorzaron con queso de cabra y torta de cebada, que acompañaron con tragos de vino, y se
distrajeron proponiendo acertijos. El de Admeto decía así: «No viví hasta morir en honor de la
hermana del servidor de mi amo; ahora voy piadosamente con mi amo en busca de mi glorioso
antepasado.» Atalanta adivinó la respuesta: era la gorra de Admeto que estaba hecha con lana de los
corderitos nonatos de las ovejas preñadas que él sacrificaba a Artemisa. Pues Artemisa era hermana
de Apolo, que había sido servidor de Admeto; y ahora la gorra iba con Admeto en busca del
vellocino de oro.
Meleagro propuso otro acertijo: «Nunca me quedo mucho tiempo con mi gente. No conozco mi
fuerza. Derribo a los hombres como si fueran árboles podridos. Pasé mi infancia entre extraños. ¿He
fallado alguna vez en darle al blanco con mi flecha? Me atrevo a estar entre un grupo de enemigos
sin nadie que me acompañe; y nadie me lo impide porque todos me temen.»
-¡Hércules! -gritaron todos a la vez.
-No -dijo Meleagro-. Probad otra vez.
Cuando todos se dieron por vencidos les explicó:
-Es Atalanta. Pues no conoce la fuerza de su belleza que derriba los hombres como si fueran árboles
podridos. Pasó su infancia entre las sacerdotisas de Artemisa en el monte Aracinto, del mismo
modo que Hércules vivió en Cadmea, en Tebas, rodeada de extraños y, como él rara vez se queda
entre su gente. ¿La habéis visto errar el blanco alguna vez? Ahora se atreve a permanecer entre este
grupo de hombres, que son los enemigos naturales de la mujer; y nadie se lo impidió.
GAO XINGJIAN
LA MONTAÑA DEL ALMA 94
—Ah, bueno, ¿buscaban también ellos la Montaña del Alma?
Tú estás cada vez más interesado.
—¡La montaña de la desgracia dirás! Ya te lo he dicho, es allí donde las mujeres que quieren un
hijo varón van a quemar incienso.
—¿Por qué no pueden ir los hombres hasta allí?
—Si no le temes a la negra, puedes ir allí. ¿Quién te lo impide?
Ella tira otra vez de ti, pero tú dices que sigues sin comprender.
—¡Te verás manchado por la sangre!
No sabes si la vieja te pone en guardia o bien te maldice.
—Ella dice que es tabú para los hombres.
Quiere justificar lo que dice la anciana.
Tú dices que no existe ningún tabú.
—Ella se refiere a la sangre menstrual de las mujeres —te dice al oído, como si quisiera incitarte
a que os fuerais.
—Pues bien, ¿qué pasa con la sangre menstrual de las mujeres?
Tú dices que te importa un comino esa sangre.
—Vamos a ver lo que hay en esa Montaña del Alma.
Ella dice que ya basta, que no tiene ganas de ir allí. Tú le preguntas de qué tiene miedo, ella dice
que tiene miedo de las palabras de la anciana.
—Pero ¿cómo van a existir tales prácticas? ¡Vayamos allí! —le dices tú.
Y le preguntas el camino a la vieja.
—No hacéis bien, vais a atraer a los demonios.
EL fUEGO
KATHERINE
NEVILLE. 94
La mujer que lord Byron creía que podia tener la clave para localizar a
la Reina Negra perdida de Ali Bajá era la madre de Napoleón: Letizia
Ramolino Buonaparte.
Palazzo Rinuccini, Roma, 8 de septiembre de 1822
Aquí [en Italia] no se ven de momento más que las centellas del volcán, pero
la tierra está caliente y el aire es sofocante [...] hay en el pensamiento de las
gentes una gran conmoción que desembocará en quién sabe qué [...]. Las
«eras de los reyes» desaparecen deprisa. La sangre se verterá como agua, y
las lágrimas como niebla; pero al final los pueblos vencerán. No viviré para
verlo, pero lo presagio.
LORD BYRON
EL LIBRO TIBETANO DE LOS MUERTOS
BARDO-THODOL
Atribuido a Padmasambhava 94
Esta es una enseñanza que no requiere un entrenamiento perfecto, sino que libera por el mero
hecho de ser visto u oído.
Es la profunda instrucción que libera por la lectura. Esta enseñanza lleva igualmente a
los malhechores sobre el camino secreto de la perfección tantrista. Y aun cuando siete
perros te persiguieran, no debes olvidar las palabras y los conceptos de esta enseñanza,
ya que es la instrucción que permite alcanzar el despertar del Buda en el instante de la
muerte. Incluso los Budas de los Tres-Tiempos no podrían encontrar una doctrina
superior a ésta.
Esta es la quintaesencia de la Liberación por la Escucha en el Estado Intermedio,que libera a quien se encuentra en el estado intermedio y lleva a todos los seres a la liberación.
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