¿Podia ser esta vez,ser una pulmonia?Hacia un par de dias se habia quedado helado en una de esas sanas corrientes de aire norteamericanas que suelen ofrecer los anfitriones a sus invitados,una vez tomada la segunda copa,en las noches ventosas.Y de repente Pnin(¿se estaba muriendo? se encontró con que estaba deslizandose hacia su propia infancia.Esta sensación venia acompañada de esa precisión en los detalles retrospectivos que,según se dice,disfrutan los individuos que se estan ahogando,sobre todo los pertenecientes a la antigua Armada Rusa,un fenomeno de ahogo que un veterano psicoanalista,cuyo nombre no recuerdo,ha explicado diciendo que es la evocación subsconsciente del propio bautismo,la cual provoca un estallido de los recuerdos que median entre la primera inmersión y la última.Todo ocurrió en un abrir y cerrar de ojos,pero no hay modo de contarlo como no sea con una serie consecutiva de palabras.
Antonio Gala Las afueras de dios 163pags. 205-163=42
Así cavilaba, apoyada la frente en los cristales, cuando reparó en que había dejado de llover. Abrió el balcón y vio los árboles lavados, chorreando agua aún. El olor de la tierra empapada y del arrayán de las borduras subía como una humareda desde el jardín. En los charcos se reflejaba el cielo que comenzaba a abrirse y permitía entrever lo azul. Sin saber lo que hacía, como arrastrada, dejó el balcón abierto, salió del salón del recreo, corrió por el pasillo y bajó desalada la escalera. Cuando llegó fuera llevaba las sandalias en la mano. Las arrojó y se puso a chapotear con los pies desnudos en el barro. Disfrutaba como una niña chica que hace algo prohibido. No miraba ni a su derecha ni a su izquierda, concentrada en su gozo terrenal e inmediato de salpicarse los hábitos sostenidos a media pierna. Después de unos instantes, al caer en la cuenta de que estaba faltando a las reglas, alzó los ojos al balcón abierto. En él estaba el viejo huraño que jamás sonreía. Estaba, y sonriendo. Cuando notó que ella lo miraba, dejó de sonreír. Nazaret pensó que, por lo menos, algo bueno había salido de su falta. Se lavó los pies en la fuente que rebosaba, se calzó las sandalias, moderó su expresión de contento, ordenó sus tocas como Dios le dio a entender y subió para servir la cena.
M.Mujica Lainez El Unicornio pag.205
¡ Con qué fruición bebí sus palabras! Ni siquiera el rey Guy de Lusignan, cuando alzó lacopa plena de nieve del monte Hermón hasta sus labios partidos, habrá experimentado
tanta alegría. No tengo a nadie. Sin mí, Aiol no tenía a nadie. ¿Acaso no me estremecía
una sensación igual a la que lo aherrojaba? ¿Qué separaba a nuestros sentimientos?
Embriagada, saturada de humo la cabeza, oscilé, como si todavía revistiera la fragilidad
de la humana estructura.
S.Gamboa El sindrome de Ulises pags.162 205-162=43
Retazos de actos heroicos extraídos de las vidas de otros guerrilleros, eran todas falsas, vergonzosamente falsas, y lo único que hacía era sumarse a esa infinita lista de europeas seducidas con el cuento de la revolución latinoamericana, ríos de esperma andina y caribeña, del Cono Sur o Centroamérica, corriendo sobre las capitales de Europa. Millares de blancos muslos vikings enrojecidos con historias de indios buenos y gringos malos, toneladas de traseros teutones conquistados con citas de Eduardo Galeano, kilómetros de vulvas abiertas con camisetas del Che y canciones de Quilapayún...
. Levanté la cara, lo miré a los ojos por primera vez y le dije, no hay mucho qué hacer, ¿no es cierto? Él, con unos ojos en los que creí ver fuego o lava ardiente, respondió, no, no tiene nada qué hacer, absolutamente nada, pero fue una buena partida. Esto último lo agregó con una extraña voz, como si el aire y sus palabras emergieran desde el fondo de una gruta. Entonces tiré abajo mi rey y le estreché la mano, una mano de dedos fríos, como de peces congelados, y me alejé hacia el salón de baile.
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