jueves, febrero 02, 2012

EL CARACOL DEL FARAON

 

             

                                               

                                                          

JAMES JOYCE-ULISES   375

Relativamente lo pasó muy
bien en lo que se refiere a enfermedades.
Solamente el sarampión. Té de linaza.
Epidemias de escarlatina, influenza.
Representantes de la muerte. No pierdas esta
oportunidad. Por ahí anda la casa de los perros.
¡Pobre viejo Athos! Sé bueno con Athos,
Leopoldo, es mi último deseo. Tu voluntad sea
cumplida. Los obedecemos en el sepulcro. Un
garabato agonizante. Se lo tomó a pechos, se
consumió. Bestia tranquila. Los perros de los
señores viejos generalmente lo son.

 

                                          

VLADIMIR NABOKOV-375

Merced a mis borracheras prolongadas, solitarias, persistentes llegué a
experimentar la más vulgar de las visiones, la más rusa de las alucinaciones: empecé
a ver demonios. Los veía todas las noches tan pronto como salía de mi ensoñación
diaria para disipar con mi lámpara maldita el crepúsculo que ya empezaba a tomar
cuerpo. Sí, incluso con más claridad con la que veo ahora el temblor perpetuo de
mis manos, veía a los preciosos intrusos e incluso, pasado algún tiempo llegué a
acostumbrarme a su presencia, dado que no se metían demasiado conmigo y se
entretenían entre ellos. Eran más bien pequeños y regordetes, del tamaño de un
sapo voluminoso —apacibles, desmayados, de piel negra, unos monstruos llenos de
verrugas. Reptaban más que caminaban, pero a pesar de su fingida torpeza,
resultaron ser imposibles de capturar. Recuerdo que compré una fusta y, tan pronto
como se hubieron reunido junto a mi mesa, traté de darles unos buenos golpes
pero, milagrosamente, consiguieron evitarlos; intenté fustigarles de nuevo, y uno de ellos, el más cercano, se limitó a cerrar los ojos, haciendo una serie de guiños
astutos con ellos, como un perro expectante al que alguien quiere apartar de un
rincón de basura tentadora. Los otros se dispersaron, arrastrando sus cuartos
traseros. Pero todos ellos se volvieron a agrupar furtivamente de nuevo mientras yo
limpiaba la tinta que había derramado sobre mi mesa de trabajo y recogía un
retrato caído.

Declaración de Su Santidad el XIV Dalai Lama, Tenzin Gyatso, sobre el tema de su reencarnación

¿Cómo se lleva a cabo el renacimiento?

Vidas pasadas y futuras

Reconocimiento de las reencarnaciones

El sistema de reconocimiento de reencarnaciones en el Tíbet

Las formas de reconocer las reencarnaciones

La próxima encarnación del Dalai Lama

http://bhuddadharma.blogspot.com/2011/09/declaracion-de-su-santidad-el-xiv-dalai.html

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