.Esquirol “ardilla” en catalán-
Se denomina esquirol (o carnero en Argentina ), en sentido específico, a aquella persona que recibe una remuneración a cambio de romper una huelga
Del catalan. esquirol, y este de L'Esquirol, localidad barcelonesa( actualmente Santa María de Corcó).de donde procedían los obreros que, a fines del siglo XIX, ocuparon el puesto de trabajo de los de Manlleu durante una huelga
English:blackleg- Français:briseur- jaune ( rompedor amarillo) -Portugues- furador
Ratatösk
Un manuscrito islandés del siglo XVII representando a Ratatosk con un cuerno.
En la mitología nórdica, Ratatosk o Ratatöskr (en nórdico antiguo, generalmente se lo considera «diente perforador»[1] o «diente taladro»[2] ) es una ardilla que corre de arriba abajo por el árbol del mundo Yggdrasil llevando mensajes entre el águila sin nombre, posada en la copa, y el dragón Níðhöggr, que reside bajo una de las tres raíces del árbol.
BORGES-612
LA E S P E RA
El coche lo dejó en el cuatro mil cuatro de esa calle del Noroeste.
No habían dado las nueve de la mañana; el hombre notó
con aprobación los manchados plátanos, el cuadrado de tierra
al pie de cada uno, las decentes casas de balconcito, la farmacia
contigua, los desvaídos rombos de la pinturería y ferretería. Un
largo y ciego paredón de hospital cerraba la acera de enfrente;
el sol reverberaba, más lejos, en unos invernáculos. El hombre
pensó que esas cosas (ahora arbitrarias y casuales y en cualquier
orden, como las que se ven en los sueños) serían con el tiempo,
si Dios quisiera, invariables, necesarias y familiares. En la vidriera
de la farmacia se leía en letras de loza: Breslauer; los judíos
estaban desplazando a ios italianos, que habían desplazado a los
criollos. Mejor así; el hombre prefería no alternar con gente de
su sangre.
El cochero le ayudó a bajar el baúl; una mujer de aire distraído
o cansado abrió por fin la puerta. Desde el pescante el
cochero le devolvió una de las monedas, un vintén oriental
que estaba en su bolsillo desde esa noche en el hotel de Meló.
El hombre le entregó cuarenta centavos, y en el acto sintió:
"Tengo la obligación de obrar de manera que todos se olviden
de mí. He cometido dos errores: he dado una moneda de otro
país y he dejado ver que me importa esa equivocación."
JAMES JOYCE-ULISES - 612
Me gustarían también unas cuantas
aceitunas, si las tuviera. Las prefiero italianas.
Buen vaso de borgoña; saca eso, lubrica. Una
linda ensalada, fresca como un pepino. Tomás
Kernan sabe aderezar una ensalada. Le da
gusto. Aceite puro de oliva. Milly me sirvió esa
chuleta con una ramita de perejil. Tomar una
cebolla española. Dios hizo el alimento, el diablo
el condimento. Cangrejos al infierno.
—¿La señora bien?
—Muy bien, gracias... Un sandwich de
queso, entonces, ¿Gorgonzola, tiene?
—Sí, señor.
Nosey Flynn sorbía su grog.
—¿Canta siempre?
Mira su boca. Podría silbar en su propia
oreja. Orejas grandes y gachas haciendo juego.
Música. Sabe tanto de eso como mi cochero. Sin
embargo mejor decirle. No hace daño. Aviso
gratis.
—Está comprometida para una gran gira
a fin de mes. Quizá usted haya oído algo.
—No. Así se hacen las cosas. ¿Quién la
prepara?
El mozo sirvió.
—¿Cuánto es eso?
—Siete peniques, señor... gracias, señor.
El señor Bloom cortó su sandwich en tiras
delgadas. El reverendo señor Cornegio. Más
fácil que esas preparaciones. Crema de Sueño.
Sus quinientas esposas. No tenían por qué estar
celosas.
—¿Mostaza, señor?
—Sí, gracias.
ROBERTO BOLAÑO-2666 - 612
Durante la entrevista Haas se ratificó en su inocencia, dijo que
durante el interrogatorio le fueron administradas «sustancias
extrañas» para conseguir doblegar su voluntad. No recordaba
haber firmado nada, ninguna declaración autoinculpatoria,
pero señaló que si la había ésta fue conseguida tras cuatro días
de tortura física, psicológica «y médica». Advirtió a los periodistas
que ocurrirían «cosas» en Santa Teresa que demostrarían
que él no era el asesino de mujeres.
VLADIMIR NABOKOV-OBRAS COMPLETAS 612- Signos y símbolos https://docs.google.com/document/d/1ciCIutkHZtunRVSom1fysYd4RsW5OMAgKLFVmzUhaZU/edit
¿Podría hablar con Charlie? —dijo la vocecilla inexpresiva de una chica.
—¿Qué número ha marcado? No. Se ha equivocado de número.
Con dulzura dejó el auricular en su posición inicial. Se llevó la mano a su corazón
cansado.
—Me ha asustado —dijo.
Él esbozó una rápida sonrisa e inmediatamente volvió a su monólogo excitado. Lo
irían a buscar tan pronto como se hiciera de día. Tendrían que guardar los cuchillos
en un armario con llave. Incluso en sus peores momentos no constituía peligro
alguno para la gente.
El teléfono volvió a sonar por segunda vez. La misma voz joven, inexpresiva y un
poco angustiada preguntó por Charlie.
—Tiene el número equivocado. Creo que se confunde y marca la letra O en lugar
del cero.
Se sentaron a tomar su inesperado té nocturno y festivo. El regalo de cumpleaños
seguía sobre la mesa. Él sorbía el té con ruido; el rostro, ruborizado; de vez en
cuando impartía un movimiento circular a su vaso alzado para que el azúcar se
disolviera mejor. A un lado de la calva, allí donde tenía una gran marca de
nacimiento se destacaba llamativa una vena hinchada y, aunque se había afeitado
aquella mañana, en su barbilla se observaba una cerda plateada. Mientras ella le
servía otro vaso de té, él se puso las gafas y volvió a examinar con placer las jarritas
de luminoso color amarillo, verde, rojo. Sus torpes labios húmedos repetían los
nombres de sus elocuentes etiquetas: albaricoque, uva, ciruelas Claudias,
membrillo. Había llegado a la manzana cuando volvió a sonar el teléfono.
JUAN RODRIGUEZ FREILE-EL CARNERO 612
MURAKAMI-LA CAZA DEL CARNERO SALVAJE 295*3=885-612=273
Pero cuando en el salón del Hotel del Delfín vi por
casualidad la foto de este lugar, me entraron ganas de volver a echarle un
vistazo. Digamos que fue por un motivo sentimental. También a ti te pasa de
vez en cuando, ¿no?
—Sí —asentí. Y me acordé de mi mar, ahora convertido en tierra.
—Allí fue donde oí la historia del profesor Ovino. Esa historia del
carnero que se aparecía en sueños, con la marca de la estrella sobre el lomo.
Sabes de qué va, ¿no?
—Sí, desde luego.
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