http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2011/09/05/la-capilla-de-los-huesos-de-evora/
JORGE LUIS BORGES—OBRAS COMPLETAS
Quizá profesaba
el arrianismo, que mantiene que la gloria del Hijo es
reflejo de la gloria del Padre, pero más congruente es imaginarlo
devoto de la Tierra, de Hertha, cuyo ídolo tapado iba de
cabaña en cabaña en un carro tirado por vacas, o de los dioses
de la guerra y del trueno, que eran torpes figuras de madera,envueltas en ropa tejida y recargadas de monedas y ajorcas. Venía
de las selvas inextricables del jabalí y del uro; era blanco, animoso,
inocente, cruel, leal a su capitán y a su tribu, no al universo.
Las guerras lo traen a Ravena y ahí ve algo que no ha
visto jamás, o que no ha visto con plenitud. Ve el día y los
cipreses y el mármol.
VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos
La veréis a continuación (si el censor ño encuentra que mis palabras ofenden la
piedad) de rodillas en la niebla color de miel de una atestada iglesia rusa, gimiendo
ruidosamente junto a la esposa o la viuda (ella lo sabía exactamente) del general
cuyo secuestro había sido tan convenientemente organizado por su marido y tan
diestramente ejecutado por aquellos hombres corpulentos, eficientes y anónimos,
que el jefe supremo había enviado a París.
La veréis también, otro día, dos o tres años más tarde, mientras canta en un cierto
appartement , calle de George Sand, rodeada por amigos que la admiran, y mirad,
sus ojos se estrechan ligeramente, la sonrisa de su canto se desvanece, mientras su
marido, a quien habían retenido los detalles finales del negocio que tenía entre
manos, entra ahora sigiloso y con un gesto suave rechaza el ofrecimiento de un
coronel entrecano de cederle su asiento; y a través del flujo inconsciente de una
canción cantada por enésima vez ella le mira fijamente (es ligeramente miope,
como Ana Karenina) tratando de discernir algún signo específico, y luego, cuando
ella se ahoga y los buques pintados de su marido navegan en la distancia y se dejan
ver en las aguas las últimas olas visibles del río Volga, y el condado de Smara se
disuelve en la monótona eternidad (porque ésta es la última canción que ella canta),
su marido se le acerca y le dice en una voz que ningún aplauso humano puede
ahogar: «¡Masha mañana van a talar el árbol!».
Aquel detalle acerca del árbol fue el único placer dramático que Golubkov se
permitió durante su carrera gris. Pero perdonaremos su arrebato si recordamos que
éste era el último general que se interponía en su camino y que el acontecimiento
del día siguiente le brindaría automáticamente su elección. En los últimos tiempos
sus amigos habían hecho chanzas (el humor ruso es un pajarillo que se contenta con
una migaja de pan) acerca de la peleílla divertida que mantenían aquellos dos
chicos grandes, ella pidiéndole petulantemente que talara el inmenso álamo viejo,que oscurecía la ventana de su estudio en su casa de verano en las afueras de la
ciudad, y él argumentando que el robusto y viejo amigo era el admirador más verde
(y al decirlo se partía de risa) y por lo tanto debían conmutarle la pena.
JAMES JOYCE
ULISES
Nuestro gran día, dijo ella.
Fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo.
Dulce nombre también; caramelo. Ella sabía, yo
creo que ella sabía por la forma que ella. Si ella
se hubiera casado habría cambiado. Supongo
que realmente andaban escasas de dinero. A
pesar de eso freían todo con la mejor
mantequilla. Nada de grasa de cerdo para ellas.
Mi corazón está despedazado de comer grasa.
Les gusta enmantecarse por todos lados. Maruja
probándola, su velo levantado. ¿Hermana? Pat Claffey, la hija del usurero. Dicen que fue una
monja la que inventó el alambre de púas.
Cruzó la calle Westmoreland cuando el
apóstrofe S había pasado pesadamente. La
bicicletería Rover. Esas carreras se corren hoy.
El Vellocino De Oro
Robert Graves
-Camaradas --dijo--, habéis olvidado a la Gran Diosa, cuya soberanía es universal y eterna (aunque
en Grecia ha tenido la indulgencia de dividir sus poderes entre sus juguetones hijos) y gracias a
cuyos manejos estamos aquí. No tenemos por qué desesperar mientras continuemos a su servicio.
Olvidad por ahora a Zeus y su vellocino; recordad a la diosa y sus designios. El principal objetivo
de nuestro viaje es el de hallar y enterrar los huesos de Frixo el minia. Cuando ya lo hayamos hecho
y con ello hayamos complacido a la diosa, podremos esperar que nos ayude también en la otra
empresa. Que nadie diga ni una palabra más acerca del vellocino hasta que el espíritu de Frixo haya
encontrado por fin el reposo.
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