jueves, enero 16, 2014

REGALO DE BODA.

 

                                                            

 

VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos        308

Estaba solo. Los juncos lucían más y más vagos, el cielo
flameaba más y más débil. Mis ojos siguieron a un escarabajo exquisito que reptaba
por una piedra, pero no me quedaba fuerza para capturarlo. Todo a mi alrededor se
estaba desvaneciendo, dejando desnudo el escenario de la muerte —unos cuantos
muebles y cuatro paredes. Mi último movimiento fue el de abrir un libro, húmedo a
causa de mi sudor, porque me veía absolutamente forzado a escribir una nota
acerca de algo, pero, ay, se me escurrió de la mano. Lo busqué a tientas por toda la
manta, pero ya no estaba allí.

                                                            

Miguel de Cervantes
DON QUIJOTE DE LA MANCHA  308

Se fue a poner de hinojos ante Dorotea, pidiéndole, con
palabras caballerescas y andantescas, que la su grandeza fuese servida de darle
licencia de acorrer y socorrer al castellano de aquel castillo, que estaba puesto
en una grave mengua. La princesa se la dio de buen talante, y él luego, embrazando
su adarga y poniendo mano a su espada, acudió a la puerta de la venta,
adonde aún todavía traían los dos huéspedes a mal traer al ventero; pero así
como llegó, embazó y se estuvo quedo, aunque Maritornes y la ventera le decían
que en qué se detenía; que socorriese a su señor y marido.
—Deténgome —dijo don Quijote—, porque no me es lícito poner mano a
la espada contra gente escuderil; pero llamadme aquí a mi escudero Sancho;
que a él toca y atañe esta defensa y venganza
.

   

Graves, Robert El Vellocino de Oro 308

-Camaradas -les dijo-, éste no es asunto de risa. La ola que nos ha traído hasta aquí ha vuelto al seno de los mares, y aunque tal vez pudiésemos, después de un mes de duro trabajo, abrir un canal a través de la playa hasta llegar al mar, jamás conseguiríamos levantar el Argo por encima de aquellos arrecifes que se extienden, fila tras fila, como bancos en una concurrida sala, durante casi una milla. El Argo está atrapado aquí, como una ballena encallada, y aquí ha de permanecer y
pudrirse su armazón, y nosotros con él, a menos que el lago comunique con el mar de alguna forma que aún no hemos visto.
El lago se extendía tierra adentro hasta perderse de vista por el sur, y hacia el este llegaba muy lejos, pero la lengua de tierra que los separaba del mar por el este se ensanchaba gradualmente hasta convertirse en una gran planicie pedregosa; mientras que hacia el Oeste estaba limitado, a poca distancia de allí, por una larga fila de dunas.
Jasón le preguntó a Nauplio:
-¿Dónde estamos? ¿Qué lago es éste?
Nauplio respondió:

-No lo sé con certeza, porque nunca he estado aquí. En Hadrumeto, en cuyas cercanías creo que nos
hallamos, hay un lago, pero me han dicho que está a muchas millas del mar, y por esto estoy
perplejo. Vamos a tratar de llevar la nave a aguas de mayor profundidad y atravesar el lago. Quizás encontremos un río que vaya a desembocar al mar.

 

 

JAMES JOYCE
ULISES                        308

Su echarpe azul claro suelto en el viento con su
cabello.
Toda mejillas con hoyuelos y bucles
tu cabeza simplemente gira.
Chicas bañistas. Sobre roto. Las manos
metidas en los bolsillos del pantalón, cochero de
paseo por el día, cantando. Amigo de la familia.
Gira, dice él. Muelle con lámpara, tarde de
verano, banda.
Esas chicas, esas chicas
Esas hermosas chicas bañistas.

Milly también. Jóvenes besos: el primero.
Lejos en el pasado ahora. Sra. Maruja. Leyendo
ahora acostada de espalda, contando las hebras
de su cabello, sonriendo, trenzando.
Un débil espasmo de remordimiento se
insinuó a lo largo de su espinazo, aumentando.
Sucederá, sí. Prevenirlo. Inútil: no puedo
moverme. Dulces labios frescos de niña.
Ocurrirá también. Sintió que se le
desparramaba el creciente espasmo. Inútil
moverse ahora. Labios besados, besando
besados. Glutinosos labios carnosos de mujer.

 

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