miércoles, febrero 26, 2014

ESPAÑA SE MERECE PODER SOÑAR.

 

 

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MITOLOGIA CLASICA   A.R. HOPE

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 Jesús, 3000 años antes de Cristo  

Presentan a Jesús o al faraón en relación con el mundo luminoso; el Sol de una parte, los astros en general de otra. Son numerosos los empleos bíblicos del tema de la luz en un sentido religioso. Pertenecen a dos categorías:
unos se ciñen a las diferentes descripciones de los tiempos mesiánicos,
otros presentan la conducta moral como una marcha hacia la luz.
Daniel ya había asociado la condición de los elegidos al brillo de
la luz (Dan 12, 3), pero el principal foco de luz es el Mesías mismo,'1"
idea que prosigue el cuarto evangelio en numerosos pasajes: «Yo soy
la luz del mundo» (Jn 8, 12), dice Jesús, desvelando un aspecto del drama mucho más vasto presentado en el prólogo de Juan: «la luz luce en las tinieblas y las tinieblas no la acogieron» (Jn 1, 5).
La luz mesiánica, de la cual se trata, tiene un uso bíblico que asocia la luz a la presencia de Yahvé'1' como lo muestra la Transfiguración de Jesús que Mateo (17, 2) explica a través de metáforas que tienen afinidades con el sol o la luz.
«Horus es el sol» u Horus es «Dios de la luz»44 contienen la misma intención de insistir sobre un aspecto de Horus asociado al Dios supremo Amón-Ra. El título «Horus de oro», llevado por los faraones atestigua su origen divino, otorgándoles el privilegio de indestructibilidad que los dioses poseen por naturaleza.**
El estudio del empleo de ciertos vocablos revela cierta propaganda al servicio del faraón. Puede ser llamado «Tu sol de la humanidad» o puede decirse que una divinidad «aparece»; en egipcio la misma palabra se emplea para indicar la salida de los astros. El advenimiento
del faraón tenía lugar al amanecer y el ejercicio de sus funciones eran descritas por el mismo vocablo que servía para indicar la manifestación cotidiana del sol. Así ¿cómo un egipcio no habría confundido el himno de Zacarías que profetiza la visita del Sol
naciente (Le 1, 7) con palabras tales como las de Amenemhat I a su hijo «Tú que fe has puesto a brillar como un Dios, escucha lo que yo voy a decirte»? El verbo h'i se escribe con el jeroglifo que representa al sol naciente sobre la colina primordial y se utiliza también para la salida del sol.*** El judaismo por su lado compara la venida del
Mesías a la salida de un astro: «Álzase de Jacob una estrella, surge de Israel un cetro».46 En fin, una última metáfora es la de «Estrella de la Mañana» (2 Pe 1, 19; Ap 2, 28; 22, 16) que se aplica al Cristo;aunque poco conocida por el judaismo se encuentra en Isaías 14,12: «¿Cómo caíste del cielo, lucero matutino, hijo de la aurora?, ¿está echado por tierra el dominador de las naciones?».
Con toda evidencia este versículo no concierne al Mesías* y no constituye verdaderamente un precedente de la metáfora neotestamentaria.
En los Textos de las Pirámides, la estrella de la mañana es femenina y sigue a su servidora (las estrellas nhh.w).** Horus, el dios real, es calificado cinco veces de estrella de la mañana en los Textos de las Pirámides.**"" A fin de cuentas, ¿puede haber una imagen fiel
para narrar toda la historia de salvación a los ojos de un egipcio? Las estrellas nhh.w, los servidores de Ra, simbolizarían a los profetas que se sucederían hasta el día en que vendría Aquel que es más grande que todos aquellos que lo precedieron,""1'*"' Aquel que acabaría definitivamente con las tinieblas y ayudaría al advenimiento de la luz.
Si bien estas metáforas relativas al pastor o al mundo luminoso y astral son en suma bastante banales, la interferencia de las metáforas egipcia y judeocristiana resultan extrañas, aunque la expresión egipcia resulta difícil de comprender.

 

                                      

 

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