viernes, junio 27, 2014

ULTIMA PAGINA.



El sol de la mañana va en barca.
Voy a comprar esparto para atar las matas de tomates.
Una mujer que estaba recogiendo chatarra de los contenedores de basura me besa en la boca.
Saludo a un antiguo compañero de trabajo que tenia una granja de cerdos.
Tomando una cerveza en una terraza,veo pasar una chavala espectacular, con un lunar no menos espectacular en el muslo izquierdo.
Me encuentro un pequeño escarabajo de plata.
Cierro los ojos y hago unas operaciones con mi teléfono.
82,855+53,255+62=136,172.
Lógicamente miro la pagina 172.


ROBERT GRAVES LA DIOSA BLANCA   172
Un dolmen es una cámara mortuoria, un «seno de la
tierra», consistente en una piedra de coronamiento apoyada en dos o más verticales,
donde se entierra al héroe difunto, en cuclillas como un feto en el seno materno, a la
espera del renacimiento. En el castillo en espiral (cementerio de tránsito) la entrada a la
cámara interior es siempre estrecha y baja en representación de la entrada del útero.
pero los dólmenes son utilizados en Melanesia (según el profesor W. H. R. Rivers)como puertas sagradas por las cuales el iniciado del clan totémico se arrastra en una
ceremonia de renacimiento; si, como parece probable, eran utilizados con el mismo
propósito en la antigua Britania, Gwion relata las fases de su existencia anterior y
anuncia las de su existencia futura. En Slieve Mis hay una hilera regular de dólmenes.
Se alzan entre dos betilos con marcas de Ogham consagrados tradicionalmente a la
diosa milesia Escota, de la que se dice que está enterrada allí; alternativamente, en el
relato conservado por Borlase en su Dolmens of Ireland, «a Bera, una reina que vino de
España». Pero Bera y Escota parecen ser la misma persona, pues los milesios provenían
de España. A Bera se la llama también la Bruja de Beara


44 Sir Thomas Browne observó generosamente en su IJrn Burial que las preguntas
«qué canción cantaban las sirenas, o qué nombre asumió Aquiles cuando se ocultó
entre las mujeres, son enigmáticas, pero no están fuera de toda conjetura». Según
Suetonio, las conjeturas que hicieron varios doctos a los que el emperador Tiberio
consultó al respecto fueron «Cercysera» a causa de la rueca (kerkis) que Aquiles
manejaba: « Issa», a causa de su velocidad (aisso, me precipito); y «Pyrrha», a causa
de su cabello rojo. Higinio vota en favor de Pyrrha. Mi conjetura es que Aquiles se
llamó a sí mismo Dacryoessa («la llorosa») o, mejor, Drosoessa («la aljofarada»),
porque drossos es un sinónimo poético de las lágrimas. Según Apolonio, a Aquiles
le cambió su nombre original Liguron («lamento») su preceptor Quirón. Esto es
sugerir que el culto de Aquiles llegó a Tesalia desde Liguria. Homero, haciendo un
juego de palabras, deriva Aquiles de achos («angustia»), pero Apolodoro lo hace de
a «no» y, cheile «labios», derivación que a Sir James Frazer le parece absurda,
aunque «sin labios» es un nombre muy idóneo para un héroe oracular.


LA HIJA DE HOMERO  ROBERT GRAVES   172

10. LA VIEJA MARRANA BLANCA

»Ulises resultó ser un verdadero hijo de Sísifo, pues no quería morir a pesar de la continua
hostilidad de todos los dioses y de los hombres a quienes su padre había engañado. El dios Apolo,
en figura de jabalí, se precipitó sobre él cuando cazaba en el monte Parnaso y le desgarró el muslo,
como había desgarrado el de Adonis. Pero aunque Ulises ostentó la cicatriz hasta el día de su muerte
y, en verdad, recibió su nombre de él —porque Ulises significa «Muslo Herido»—, se curó con una
hierba fabulosa que le había regalado su bisabuelo Hermes, el único que lo protegía. Por consejo de
Hermes, reunió una banda de exiliados y aventureros, con quienes se embarcó y huyó de Grecia,
con la esperanza de fundar una colonia en alguna región sobre la cual no tuviesen poder los
olímpicos. Recorrieron muchas islas: primero la de Ogigia, donde la reina Calipso atrajo a Ulises a
una enorme caverna y le ofreció la manzana de la inmortalidad si se acostaba con ella, cosa que él
hizo. Pero no se dejó engañar, y, aunque comió la manzana, también comió la hierba fabulosa, y de
tal forma contrarrestó el mortal hechizo de Calipso. Luego zarparon hacia la isla de los cimerios, en
el extremo norte, donde el día y la noche se unen en el ocaso, y enormes montañas de hielo, como
se las llama, flotan en un mar brumoso, aplastando a los barcos. Echaron anclas en el puerto de las
Puertas Lejanas, donde Caribdis, hija de un rey caníbal, lo recibió en su lecho; y esa noche le habría
sorbido la sangre para luego comérselo crudo, pero él tenía el sabor de la hierba en la boca, y
Caribdis desistió.
»De allí partieron hacia la isla de los Gemidos, cuya reina Circe le agasajó y luego lo golpeó
con una vara, con la intención de convertirlo en un cerdo; pero su hechizo no tuvo efecto contra la
hierba. Y de allí a la isla de las sirenas, donde las mujeres-pájaros cantan dulcemente entre los
huesos de los muertos; pero él tapó con cera sus oídos y los de sus camaradas. Y a la isla Eolia,
donde las almas de los hombres son vientos; allí, la reina, que lo agasajó, trató de robarle el alma y
de introducirlo en un zurrón de cuero, pero una vez más lo protegió la hierba. Y a la isla de los
Perros, donde la encantadora Escila, que lo tomó como su amante, se transformó de repente en una
jauría de seis sabuesos blancos, gimoteantes y de orejas rojas, que lo persiguieron con las fauces
cubiertas de espuma; pero la hierba les hizo perder la pista. Por último, la misma hierba lo protegió
de la diosa blanca Ino, sentada en la borda de su barco, disfrazada de fascinadora sirena, quien lo
envolvió con su echarpe y lo arrastró a su caverna de las profundidades del mar. Como tenía la
hierba entre los labios, Ulises no se ahogó. En siete ocasiones, durante su viaje, había eludido la
muerte, y en cada oportunidad sacrificó una cabra propiciatoria al padre Zeus. Entonces llegó a
Ogigia, en el lejano oeste, donde el ganado sagrado del sol es apacentado por la ninfa Lampecia. Se
apoderó de los animales, como antes lo había hecho Hércules, y huyó sin contratiempos, aunque
Lampecia le había atado el cabello a uno de los postes de la cama mientras dormía y llamado a su
hermano Euritión para que lo decapitara. Pero el cabello desató sus propios nudos, ya que la hierba
era todopoderosa.
 
Sura 5 Al-Ma’ida (El Ágape)   172

 OS ESTÁ prohibido todo animal hallado muerto, la sangre, la carne de cerdo y aquello sobre
lo que se ha invocado un nombre distinto del de Dios,7 y el animal muerto por asfixia, o
apaleado, o de una caída, o de una cornada o devorado por una fiera, salvo si estando aún vivo
lo sacrificáis [vosotros]; y [os está prohibido] todo aquello que haya sido sacrificado en altares
idólatras.8
Y [os está prohibido] que intentéis saber por medio de la adivinación lo que el futuro os
depara:9 esto es una abominación
 
SUTRA DE LA FLOR DE LOTO.  172


 

 
DON QUIJOTE CERVANTES   172

CARTA DE DON QUIJOTE
A DULCINEA DEL TOBOSO

Soberana y alta señora:
El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima
Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura
me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi
afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme
en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero
Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga
mía!, del modo que por tu causa quedo. Si gustares de acorrerme, tuyo
soy, y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré
satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte,
El Caballero de la Triste Figura.
—¡Por vida de mi padre —dijo Sancho en oyendo la carta—, que es la más
alta cosa que jamás he oído! ¡Pesia a mí, y cómo que le dice vuestra merced
ahí todo cuanto quiere, y qué bien que encaja en la firma el Caballero de la
Triste Figura! Digo de verdad que es vuestra merced el mesmo diablo, y que no
hay cosa que no sepa.
 
VLADIMIR NABOKOV
Cuentos completos        172

Dentro de un cobertizo, en cuatro sillines de bicicleta (no había ruedas, sólo el manillar, el
armazón y los pedales) había cuatro chicas vestidas con jerséis y pantalones cortos
—uno rojo, otro azul, otro verde, otro amarillo—, dándole con fuerza a las piernas.
Primero ganaba la de azul, luego le pasó la de verde. Un hombre con un pito
recogía las monedas de unos cuantos bobos que querían apostar. Erwin se quedó
contemplando aquellas piernas magníficas, desnudas casi hasta arriba, que no
dejaban de pedalear con fuerza y pasión.
Deben de bailar maravillosamente, pensó: no me importaría tener a las cuatro.
Las manecillas del reloj se encontraron obedientes en un solo punto y se
detuvieron.
—¡Empate! —gritó el hombre del pito—. ¡Un final sensacional!



                                          







 
 
 



No hay comentarios: