Tot
Dyehuthy (en egipcio ḏḥwty, en griego Tot [Θωθ ]) es el dios de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros, hechizos mágicos y símbolo de la Luna en la mitología egipcia. También se puede ver escrito como Thot, Toth o Thoth.Hombre con cabeza de ibis, una pluma y la tablilla de escriba celestial para anotar los pensamientos, palabras y actos de los hombres y pesarlos en su balanza. También fue representado como babuino. Llevaba el Ank en una de sus manos.Tot está considerado dios de la sabiduría y tenía autoridad sobre todos los dioses. También fue el inventor de la escritura, patrón de los escribas, de las artes y las ciencias. Como dios de la escritura, era el inventor de todas las palabras, del lenguaje articulado.
Era un dios lunar medidor del tiempo, y el que estableció el primer calendario y por eso el primer mes llevaba su nombre. Creó los cinco días Heru Renpet(epagómenos), quitándolos de la luminosidad de Jonsu, que simbolizaba la Luna. Estos nuevos días permitieron a Nut parir cinco hijos, los cuales fueron: Osiris,Horus, Seth, Isis y Neftis. Pues Ra le había impedido tenerlos en cualquier día del año.
Tot desempeña el oficio de escribano sagrado, ya que documenta los hechos en la sala de las Dos Verdades. Es el registrador y el juez. En el panteón egipcio asistía al pesaje de las «almas» en una balanza, el juicio de Osiris.
También fue considerado el arquitecto que conocía los trazados y trayectorias de todas las cosas, el señor de los inventores y de la sabiduría. Estaba relacionado con la música como inventor de la lira.Su nombre "El de Dyehut", refería al XV nomo del Bajo Egipto. Recibió el epíteto de "Regulador de las crecidas de las aguas", el de "Toro de las estrellas" por representar los poderes mentales de Ra; también fue llamado "Atón de plata" en el periodo Tardío, el sol de la noche.
Yasunari
Kawabata
El
rumor de la montaña 723
A propósito, la mujer vino a verme —dijo Suzumoto, con aire de
entrar en el meollo del asunto—, y me preguntó por esto —colocó
un paquete envuelto en tela sobre la mesa—: máscaras. Máscaras de
Noh[11]. Me pidió que las vendiera. Se me ocurrió venir
a verte para que les echaras un vistazo.
—No soy un experto en máscaras. Para mí son como las tres grandes
vistas. Sé que existen y que están en Japón, pero no he estado
allí para verlas.
Eran dos cajas. Suzumoto sacó las máscaras de sus fundas.
—Esta es la máscara jido, según me dijeron, y esta es la
máscara kasshiki. Ambas representan a niños.
—¿Esto es un niño?
Shingo cogió la máscara kasshiki por la cuerda de papel que
iba de oreja a oreja.
—Tiene el cabello pintado. ¿Lo ves? Con la forma de una hoja de
ginkgo. Es la marca de un joven que no ha alcanzado aún la mayoría
de edad. Aquí están los hoyuelos.
—¿Sí? —Shingo la sostuvo a la distancia de su brazo extendido—.
Tanizaki, mis gafas, por favor.
—No es necesario, está bien así. Dicen que hay que sostenerlas un
poco más arriba del nivel de los ojos con el brazo extendido. Y que
para hombres viejos como nosotros es mejor inclinarlas un poco hacia
abajo y verlas difusamente.
—Se parece mucho a alguien que conozco. Es muy realista.
—Inclinar ligeramente hacia abajo una máscara de Noh se denomina
«nublarla» —explicaba Suzumoto—, pues la máscara adquiere un
aspecto melancólico; volverla hacia arriba es «iluminarla», pues
su expresión se vuelve brillante y feliz. Dirigirla hacia la
izquierda o hacia la derecha se designa como «usar» o «cortar» o
algo por el estilo.
—Se parece a alguien que conozco —repitió Shingo—. Me resulta
difícil ver que representa a un niño. Me parece más bien un joven.
—Los niños eran precoces en esa época. Y el rostro realista de un
niño no sería adecuado para el Noh. Pero obsérvala con más
atención, es un niño. Me dijeron que el jido es una
aparición. Algo así como el símbolo de la eterna juventud.
Shingo fue inclinando la máscara según le indicaba Suzumoto. Esta
llevaba el característico flequillo infantil.
—¿Por qué no te la quedas? —sugirió Suzumoto.
Shingo depositó la máscara sobre la mesa.
—Tú las compraste. Ella quería que las tuvieras tú.
—En verdad tiene cinco. Yo compré dos máscaras de mujer e hice
que Unno se quedase con otra. Pensé que te gustaría conservar las
demás.
—¿De modo que me tocan las sobras? Tú saliste ganando al comprar
las máscaras de mujer primero.
—¿Las preferirías?
—¿Qué importa, si ya no están disponibles?
—Te las puedo traer si quieres. Me ahorro el dinero si te las
quedas. Lo que sucedió es que sentí pena por ella por el modo en
que Mizuta murió. No pude negarme. Aunque me dijo que estas eran
mejores que las de mujer. ¿Acaso no te atrae la idea de la eterna
juventud?
—Mizuta está muerto; y también Toriyama, que las observaba con
tanto detenimiento en la casa de Mizuta. Tus máscaras provocan
malestar.
—Pero la máscara jido es un símbolo de eterna juventud.
¿La idea no te impresiona?
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