En 1937, en plena guerra, la zona nacional pasó al horario de verano el 22 de mayo, mientras que la zona republicana lo hizo el 16 de junio. Regresaron al horario invernal el 2 y el 6 de octubre respectivamente, pero me parece a mí que en ese momento surge la concepción de la determinación de la hora como un elemento de la soberanía de la nación. En un conflicto civil en que las dos partes reclaman la legitimidad del poder, ninguno puede aceptar como buena la hora del otro.
El cuadro se complica en 1938: la zona nacional entra en el horario de verano el 26 de marzo, y la zona republicana el 2 de abril, pero quizá para no hacer seguidismo de la hora fascista, el día 30 del mismo més adelanta otra hora. El 1º de octubre de 1938 la zona nacional vuelve al horario de invierno y en ese momento hay dos horas de diferencia entre las dos Españas, lo que se corrige parcialmente al día siguiente cuando la zona republicana retrasa sus relojes una hora, quedando la diferencia en una hora y esa es la situación que perdurará hasta el final de la guerra el 1º de abril de 1939.Luego en 1940 nos cambiaron la hora y pasamos a tener la del centro de Europa. Siempre me he preguntado hasta qué punto Franco no querría tener la misma hora que Italia y Alemania, que eran sus aliados estrategicos del momento, aunque supiera librarse de su sombra años después.El caso es que el día 16 de marzo de 1940 se adelantó la hora una hora de modo permanente. Cuando llegó el invierno no se volvió a retrasar. Igual quedó el país durante 1941 y el 2 de mayo de 1942 pasamos a estar por vez primera en +2. Y así desde entonces
ANATOLE FRANCE-EL CRIMEN DE UN ACADEMICO- 92págs. 0 92*7=644-601=43
Encontré a la señora de Gabry vestida de negro y poniéndose los guantes.
—Ya estoy dispuesta —me dijo.
Dispuesta se la encuentra siempre que hay ocasión de hacer alguna buena obra.
Bajamos la escalera y nos metimos en un coche.
Temeroso de disipar no sé qué secreta influencia si rompía el silencio, a través de los extensos bulevares solitarios contemplaba, sin decir palabra, las cruces, los cipos y las coronas que esperan en las tiendas su fúnebre clientela.
El cochero se detuvo en los últimos confines de la tierra de los vivos, ante la puerta sobre la cual están grabadas frases de esperanza.
Seguimos a lo largo de un paseo de cipreses, y nos internamos luego en un camino estrecho entre dos hileras de tumbas.
—Aquí es —me dijo.
Sobre el friso adornado con antorchas invertidas leíase la siguiente inscripción:
FAMILIAS ALLIER Y ALEIXANDRE
Una verja cerraba el monumento. En el fondo, sobre un altar cubierto de rosas, una lápida de mármol contenía varios nombres, entre los cuales vi los de Clementina y de su hija.
Hirióme de pronto una emoción tan profunda y vaga que sólo podría expresarse con sonidos musicales. Resonaron en mi alma vieja instrumentos de celestial dulzura. A las graves armonías de un himno fúnebre se mezclaban las notas veladas de un cántico de amor, porque mi alma confundía en un mismo sentimiento la taciturna gravedad del presente y las gracias familiares del pasado.
Alejados poco a poco de aquella tumba que la señora de Gabry había cubierto de rosas, cruzamos el cementerio, silenciosos; y al sentirme de nuevo entre los vivos mi lengua se desató.
ANATOLE FRANCE-EL FIGON DE LA REINA PATOJA 197 págs 0 197*4=788-601=187
El señor cura de Vallars hizo a mi buen maestro solemnes exequias.
Cantó la misa fúnebre y dio la absolución.
El señor Jerónimo Coignard fue llevado al cementerio contiguo a la
iglesia. El señor de Anquetil obsequió con una cena en casa de Gaulard a
todos los que habían asistido a la ceremonia. Se bebió vino nuevo y se
cantaron canciones borgoñonas.
Al día siguiente fui con el señor de Anquetil a dar gracias al párroco por
sus piadosas atenciones.
—¡Ah! —dijo el santo varón—. Ese buen sacerdote nos ha
proporcionado un gran consuelo. He visto morir pocos cristianos con tan
admirables sentimientos, y convendría fijar el recuerdo sobre su tumba en
un hermoso epitafio. Uno y otro, señores, sois bastante instruidos para
redactarlo, encargándome yo de hacerlo grabar sobre una lápida blanca,
para memoria del difunto, en la forma y orden que lo hayáis compuesto.
Pero tened muy presente que la piedra sólo ha de proclamar alabanzas de
Dios.
Yo le rogué que me creyera decidido a poner en aquella obra todo mi
empeño, y el señor de Anquetil prometió dar al epitafio un giro galante y
gracioso
HARUHI MURAKAMI-1Q84 pág.601
Un gran cuervo apareció inesperadamente en el balcón, se posó sobre la
barandilla y grajeó unas cuantas veces con voz penetrante. Aomame y el cuervo se
observaron uno al otro durante un rato a través de la ventana. El cuervo espiaba la
actividad de Aomame en el piso, moviendo aquellos grandes y brillantes ojos a
ambos lados de la cabeza. Parecía estar infiriendo el significado de la pistola que ella
tenía en la mano. Los cuervos son animales inteligentes. Entienden que ese pedazo
de metal posee un significado relevante. Desconocen el porqué, pero lo saben.
Luego, de igual modo que había aparecido, el cuervo desplegó repentinamente
las alas y se marchó volando. Parecía que había visto lo que tenía que ver. Cuando el cuervo se marchó, Aomame se levantó del asiento, apagó el televisor y lanzó un suspiro. Esperaba que ese cuervo no fuera un espía de la Little People.
WILLIAM SHAKESPEARE-HAMLET 112págs 0 112*6=672-601=71
HAMLET
¡A él, a él! ¡Mira qué semblante demacrado!
Si predicase a las piedras, su causa
y su figura las ablandaría. - No me mires,
no sea que tu acto compasivo
cambie mi duro propósito. Mi objeto
perdería su color: llanto en vez de sangre.
REINA
¿A quién le dices eso?
HAMLET
¿No ves nada ahí?
REINA
No, nada; aunque veo todo lo que hay.
HAMLET
¿Ni has oído nada?
REINA
No, sólo nuestras voces.
HAMLET
¡Ah, mira! ¡Ve cómo se aleja!
¡Mi padre, vestido como en vida!
¡Mira cómo sale por la puerta!
Sale el ESPECTRO.
REINA
No es más que un ensueño de tu mente.
El delirio es muy hábil
en crear apariciones.
HAMLET
¿Delirio?
Mi pulso late acompasado como el tuyo
y da una música tan sana. No es locura
lo que he dicho. Ponme a prueba y yo
repetiré mis palabras, de lo cual
huiría la locura
JAMES JOYCE-ULISES ERROR
Sentándose a su lado, Esteban resolvió el
problema. Demuestra por medio del álgebra que
el espectro de Shakespeare es el abuelo de
Hamlet. Sargent atisbaba de soslayo a través de
sus anteojos oblicuos. Los bastones de hockey
golpeaban en el cuarto de los trastos: el sonido
opaco de una pelota y llamados desde la cancha.
A través de la página, los símbolos se
movían en grave danza morisca, mascarada de
signos llevando raros casquetes de cuadrados y
cubos. Dense la mano, giren, saluden al
compañero: así, diablillos de la fantasía de los
moros. También exiliados del mundo Averroes y
Moisés Maimónides, hombres sombríos en el
semblante y el gesto, relampagueando en sus
espejos burlones el espíritu oscuro del mundo,
una oscuridad brillante en la luz que la luz no
podía comprender.
MANUEL VICENT-AGUIRRE EL MAGNIFICO 86 págs 0 86*7=602-601=1
Uno de ellos era Jesús Aguirre, duque de Alba. Lo
descubrí en medio del sarao, transfigurado, redivivo, como recién descendido del monte
Tabor. Me acerqué y le dije bromeando: «Jesús, ¿puedo tocarte para comprobar si eres
mortal?». El duque me contestó: «Querido, a ti te dejo que me toques incluso las tetillas».
Vista la proposición, expresada con una dosis exacta de ironía y malicia, le confesé que me
proponía saludar al Rey, pero que en este caso prefería la compañía de un Alba a la de un
Borbón. «¿No conoces a Su Majestad?» El duque tiró de mí para conducirme ante la
presencia del monarca. Saludar al Rey después del frustrado golpe de Tejero del 23-F era
un acto que estaba ya bien visto, incluso era buscado por los ácratas más crudos. El
anarquista celeste Gil-Albert, poeta de la generación del 27, regresado del exilio de México,
me dijo un día: «He rechazado muchas invitaciones a palacio, pero ahora no me importaría
ir a Madrid a darle la mano a ese chico».
ROBERTO BOLAÑO-2666 pág.601
Los familiares de
Estrella Ruiz Sandoval se prestaron a la prueba del ADN, pero
las muestras de sangre se perdieron antes de llegar a Hermosillo,
desde donde tenían que salir a un laboratorio de San Diego.
Preguntado al respecto, el detenido Haas dijo que la sangre
probablemente era de alguna de las mujeres con las que había
mantenido relaciones durante el período menstrual. Cuando
Haas dio esta información el judicial Ortiz Rebolledo le preguntó
si se creía muy hombre. Lo normal, dijo Haas. Un hombre
normal no coge con una mujer que sangra, dijo Ortiz Rebolledo.
Yo sí, fue la respuesta de Haas. Sólo los puercos lo
hacen, dijo el judicial. En Europa todos somos puercos, contestó
Haas. Entonces el judicial Ortiz Rebolledo se puso excesivamente
nervioso y fue reemplazado en el interrogatorio
No hay comentarios:
Publicar un comentario