http://grooveshark.com/s/El+Gato+Montes/2UNuk3?src=5 XAVIER CUGAT
http://grooveshark.com/s/El+Gato+Montes/3QVlNh?src=5 PLACIDO DOMINGO
SALMAN
RUSHDIE
LOS VERSOS
SATÁNICOS 278
Y un día el toro de Osman, el converso, se arrodilló entre las bicicletas y el estiércol de
camello de un pueblo sin nombre. «¡Levántate, idiota! —le gritaba Osman, impotente—. ¿Qué
te has creído? ¿Es que vas a morirte delante de esos puestos de fruta de unos desconocidos?» El
toro movió afirmativamente la cabeza para decir que sí y expiró.
Las mariposas cubrieron su cuerpo, adoptando el color gris de su piel, sus cucuruchos y
sus cascabeles. El inconsolable Osman corrió hacia Ayesha (que se había puesto un sucio sari
como concesión a la pudibundez urbana, a pesar de que las mariposas aún la envolvían en una
nube de gloria). «¿Los toros van al cielo?», preguntó él con voz quejumbrosa; ella se encogió
de hombros. «Los toros no tienen alma —dijo fríamente—. Y lo que nosotros queremos salvar
con nuestra marcha son las almas.” Osman la miró fijamente y comprendió que ya no la amaba.
«Te has convertido en un demonio», le dijo con repugnancia.
«Yo no soy nada —dijo Ayesha—. Soy una mensajera.»
Lolita
Vladimir Nabokov 278
Montañas distantes. Montañas cercanas. Más montañas,
belleza azulada, nunca accesibles, o que se convierten cada vez en colinas
desiertas; cadenas al sudeste, fracasos de altura como Alpes; grises colosos de
piedra, veteados de nieve, que traspasan el cielo y el alma; picos inexorables
que aparecen de improviso en un recodo de la carretera; enormidades arboladas,
con un sistema de oscuros pinos netamente superpuestos, interrumpidos a veces
por la pálida espuma de los álamos; formaciones rosadas y lilas, faraónicas,
fálicas, «demasiado prehistóricas para las palabras» (Lo, hastiada) montes de
lava negra; montañas de comienzos de primavera, con vello de elefante sobre
sus crestas; montañas de fines de verano, gibosas, con sus pesados miembros
egipcios plegados bajo pliegues de felpa pardusca comida por polillas; colinas de
avena, manchadas por rotundos robles verdes; una última montaña bermeja con
una rica alfombra de alfalfa a su pie.
JAMES JOYCE-ULISES 278
Oyó entonces un
cálido suspiro profundo, más amodorrado, al
darse ella vuelta en la cama, y las flojas
arandelas de bronce del elástico retintinearon
De veras tengo que hacerlas arreglar. Lástima.
Todo el trayecto desde Gibraltar. Ella olvidó el
poco español que sabía. Me gustaría saber
cuánto pagó su padre por eso. Estilo antiguo.
¡Ah!, sí, naturalmente. La compró en el remate
del gobernador. Un golpe seco de martillo. Duro
como los clavos para regatear, el viejo Tweedy.
Sí, señor. En Plevna era eso. Me salí de las filas,
señor, y estoy orgulloso de ello. Sin embargo, él
tuvo olfato suficiente para hacer esa
especulación con las estampillas. Eso sí que fue
ver lejos
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